El torneo.
Por Iván
Ottenwalder
Mi mañana, como la de todo ser humano, inició
con un despertar de cama, asearme, vestirme y desayunar. Cuando el reloj marcó
las 8:30 a.m. me encaminé a la parada de autobuses y vehículos. Debí tomar la
guagua P-5 en dirección a La Habana Vieja.
Inocentemente lo tomé en el carril equivocado. Cuando pasaron más de 20 minutos
le pregunto a una señora del autobús cuánto faltaba para llegar a La Habana Vieja. Ella me dice
“este autobús no va para allá. Debiste coger el P-5 del otro carril y no este”.
¡Tamaño error! Tuve que quedarme en la próxima parada. Crucé la avenida y me
ubiqué en el tramo correcto. Ya el reloj marcaba las nueve en punto. Pensé todo
lo peor, que el torneo ya había arrancado y que por tardanza mi participación
había sido anulada; que gasté una plata innecesaria en volar hacia Cuba. A
pesar de todo, insistí. Le expliqué mi preocupación a una señora que estaba en
la parada esperando transporte. Ella me recomendó que dada la hora mejor tomará
una máquina aunque pagara un poco más caro, es decir, 20 pesos en moneda
nacional (no CUC) en lugar de uno. Ella me auxilió en detener un auto y le dijo
al chofer “él va para La Habana Vieja”.
Entré y al poco rato el conductor me dijo que por lo larga de la ruta la tarifa
era 20 pesos pero que si lo hubiese tomado en Vedado hubiesen sido 10.
Los pareos en la primera ronda. |
Llegué a eso de las 9:20 a.m. a la calle Obispo
esquina Oficios, donde estaba la Biblioteca
Rubén Martínez Villena, lugar del certamen. Para mi asombro,
aunque había algunas personas en el salón de juego, el torneo no había
empezado. Arrancó 30 minutos después. ¡Vaya, tanta preocupación innecesaria!
Casi a las 10 de la mañana iniciamos la
batalla. Días antes me habían anticipado que solo el primer lugar de las
categorías Élite y Premier obtendrían trofeos. Me pareció injusto aunque no lo
comenté. En otros países de cultura escrabblera se otorgan trofeos a los tres
primeros lugares. Luego entendí las razones de todo ello: económicas.
En el arrancar de la primera ronda mi primer oponente
fue Jorge Luis Fernández. Combatimos en la mesa número 7.
Durante la partida me dejé sentir con 3 bonus,
y, aunque se me agotaron los 30 minutos del reloj y fui penalizado con 20
tantos por jugar dos minutos negativos (por debajo del 00:00) pude imponerme
478-334. Jorge Luis también fue castigado con penalización de 10 tantos por
jugar un minuto en negativo.
Al finalizar partida ante Antonio Catalá. |
Mi segundo desafío fue ante Antonio Catalá,
escrabblista que todos los años competía en la categoría Élite pero que había
caído a la Premier
por bajo rendimiento. Mi victoria fue apabullante 541 contra 418. Coloqué
cuatro bonus en ese match.
De cara a la tercera ronda me enfrenté a
Roberto Porto, oriundo de Matanzas. Lo batí con anotación de 461-345. Porto fue
castigado con 20 tantos de penalidad por jugar dos minutos después de
agotársele el crono.
Un detalle interesante en esta partida: cuando
ya no quedaban fichas en la bolsa y me hallaba al frente en el conteo, 401-348,
el matancero me quiso tender una jugarreta para ver si mordía el anzuelo.
Colocó con sus últimas siete letras un vocablo inexistente en zona triple tanto
de palabras. Inteligentemente lo objeté. Vino la monitora con el diccionario
electrónico y comprobó el yerro de mi adversario. Porto debió retirar sus
fichas y pasar. Si hubiese caído de tonto seguro que perdía el juego. En esta
partida demostré coraje para ser listo, protestar y defenderme con uñas y
dientes.
…Y llegó la hora del
receso.
Antes de ir al almuerzo se me acercó primero
Rolando Guadalupe para decirme: Oye,
Iván, tú debiste jugar en el grupo de nosotros. Lo mismo me comentaron
Miguel Steven y Arturo Alonzo. Pero ya no se podía, inscrito estaba en el grupo
Premier y ahí debí terminar el torneo.
En el retorno a la
sala de juego
Zoimelys Labrada, ex jugadora del Élite y que
debutaba en la Premier,
fue mi rival en la ronda 4. El desenlace de la partida fue una masacre que le
propiné (523-301). Era la primera ocasión que me enfrentaba a una chica en un
torneo de scrabble. Al finalizar el desafío ella se quejaba de que le salieron
malas letras y no pudo hacer nada. En varios momentos del juego Labrada me
objetó algunos de mis vocablos colocados, pero siempre que el monitor hacía la
búsqueda en el diccionario electrónico (Lexicon) se confirmaron la veracidad de
todos ellos.
En la mesa 7 ante Zoimelys Labrada. |
En la ronda 5 y mesa 9 me tocó Raúl Báez. Volví
a triunfar, a pesar de tragarme la Q
al final y no encontrar como colocarla. 428-366 fue el marcador a mi favor.
Y ya para finalizar, en la sexta ronda, jugué
ante Cecilia Dávalos. Tremendo susto que me llevé al final. Honestamente
hablando, de no haber sido por unos errores elementales suyos, específicamente
mal aprovechamiento de sus buenas letras que tuvo en el atril en la recta final,
yo hubiese perdido la partida y de paso el invicto. Pero una cosa es que lo
pudo ser y otra lo que fue. Gané el
desafío, a pesar de 13 puntos que se me descontaron de mi atril al final y se
les sumaron a mi contrincante. La puntuación a mi favor quedó 383-369. ¡Gané
con la lengua afuera! Sofocadito.
Yo, con el t-shirt rojo y pensando, en la mesa 7. |
Cargado de tantas energías y entusiasmo tomé el
P-5 en ruta a mi alojamiento en Vedado. Llegado a mi destino fui a tomar una
ducha tibia. Mi emoción era inmensa. La posibilidad de alcanzar una final y
llevarme el primer trofeo de mi vida, ese que tanto se me había negado en la
vida, sobre todo en la República Dominicana,
ya no estaba tan lejos. Podía obtenerlo en mi pasatiempo favorito y en un país
extranjero. Aunque parezca una insensatez de mi parte, me sentía enojado con
República Dominicana. ¿Por qué? Porque en todo el tiempo que he vivido en este
país ha habido momentos claves en que he sobresalido en varias actividades:
sobre todo estudiantiles y laborales. Ni siquiera una placa o medalla de
reconocimiento me han otorgado. Duélale a quien le duela, pero en aquel momento
de reflexión me sentía más cubano que dominicano. Veía en Cuba y el scrabble el
inicio de mis reconocimientos y premios. Al mismo tiempo, el final de las
injusticias recibidas.
Luego de asearme y vestirme salí a caminar. Deseaba
conectarme en un centro de Internet (el único cercano estaba en el hotel Habana
Libre) y contarles a todas mis amistades del scrabble en español lo bien que me
había ido en la jornada de jueves. Cuando llegué estaba cerrado. Decidí hacer algo
distinto. Entré al Cine Yara a mirar una película. Relajarme era lo que más me
convenía.
Llegar al escenario internacional era cuestión de paciencia y perseverancia. ¡Felicidades!
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