Una vez más volveré a pensar en el Internacional Cuba Scrabble.
Por Iván Ottenwalder
Cuando recién finalizó el mundial de Scrabble
de Buenos Aires, en octubre 2013,
mi cabeza se convirtió en un mundo de esperanza y de
sueños. Sueños y compromiso conmigo mismo. Era la época de otoño y ya me lo
había propuesto. Lo tenía jurado: para 2014 asistiría al Internacional Cuba
Scrabble. Mi motivación era kilométrica.
Luego me convenció Santiago Rosales, quien aún
le quedaba meses al frente de la presidencia de la Federación Internacional
de Scrabble en Español (FISE), a que no sacara cuentas para el internacional
cubano, sino para el mundial de octubre del 2014. Cambié de planes, pues, al
fin de todo, mundial es mundial y está por encima de los demás torneos. Se
trata del non plus ultra de los torneos escrableros. Mi entusiasmo se disparó
más todavía.
Después de tantas emociones y sueños locos, ocurrió
en diciembre lo que ya relaté en uno de mis temas anteriores: Mi problema
alérgico se había complicado y tuve que recurrir al tratamiento de la
inmunoterapia. Por fortuna, mi salud mejora para bien; mis finanzas, mejor
todavía. Sin caer en lo supersticioso, me atrevería a creer, que talvez no me
convenía volar al torneo en 2014. No habré conseguido para este año el deseado
y compulsivo anhelo, que no lo niego, es compulsivo, sin embargo, en estos diez
últimos meses he logrado, como había señalado antes, dos importantes victorias:
avances positivos en mi salud y disciplina financiera.
Sorprendentemente, y sé que muchos no me
entenderán, para el año venidero desearé una vez más competir en el
Internacional Cuba Scrabble en lugar del mundial de octubre (para la ocasión en
Bogotá, Colombia). Mi ciclo de deseos vuelve a repetirse. Aún tengo grabada en
mi memoria aquella invitación textual que, en 2007, a través de
Redeletras, me externara René Mesa, miembro del Grupo Promotor del Scrabble
Cubano. Le había dado el sí de que asistiría y al final terminé viajando a
Miami, Florida.
La razón por la que en 2015 espero quedarme con
el internacional cubano y no con el mundial bogotano es sencilla. Tengo mi
trabajo, me tocan mis días de vacaciones por ley, pero eso no quiere decir que
por algún motivo, H o R, tenga que posponerla. Así es la vida laboral en la República Dominicana.
Supongamos que me decida por el mundial y que luego de llegar octubre no me
pueda ir por algún imprevisto o compromiso adicional, teniendo que postergar
las vacaciones para después. Entonces ¿de qué me habrá servido el tanto sacar
cuentas y entusiasmo? Además, después del mundial de octubre los países
scrabble jugadores de América Latina no suelen tener actividades competitivas.
Por eso, mejor amarro el pájaro en manos desde temprano, apostando para el
internacional cubano, que por lo regular los habaneros lo celebran para la
primavera o verano y, en caso de que se me caiga esa opción, me quedarían
alternativas suficientes de otros torneos cubanos. También tendría el tiempo a
favor para girar a San José, Costa Rica, si lo quisiese. Tengo las puertas
abiertas allá.
¿Y además de competir
en Scrabble que otra cosa haré?
Independientemente de la ciudad a la que
asista, si es en La Habana,
puedo visitar el teatro, a mi entrañable amiga Yolanda Soler, caminar por la
ciudad y aprovechar los días que me resten para jugar en casa de Rolando
Guadalupe u otro de sus amigos escrableros, en una de esas famosas veladas
nocturnas madrugadoras. Llevaré mi cámara.
¿Y qué ganaré con eso?
Más de lo que imagino. Seré el primer
dominicano en jugar Scrabble en Cuba y eso traerá como consecuencias una serie
de crónicas y artículos de opinión redactados por este servidor u otros
periodistas que se animen. No importa cual sea mi resultado …espero no quedar
el último, claro. Eso sí, de que serán
muchas las vivencias que contaré, denlo por sentado.
Mientras vida tenga hablaré y escribiré por los
codos sobre esa experiencia. Lo escrito y fotografiado NUNCA se olvida.