Por Iván Ottenwalder
Los equipos San Carlos, Los Muchachos y el Delco Light fueron rivales de los Tigres del Licey durante la segunda década del pasado siglo XX.
Licey, vocablo indígena y nombre de un río del Cibao, se le llama también al conjunto de béisbol nacido el 7 de noviembre de 1907, uno, si no el más, popular de todos los equipos beisboleros del país.
Llegó un momento que los equipos citados en el primer párrafo ya no podían o no hallaban la fórmula de vencer a los sensacionales Tigres del Licey. Esa fue la razón por la cual se unificaron en uno, creando entonces un equipo escogido de sus mejores peloteros. A ese nuevo club se le denominó Leones del Escogido. Escogido quiere decir para el tema que estamos tratando, que los mejores jugadores del San Carlos, Los Muchachos y el Delco Light fueron "escogidos" para enfrentar y ver si tenían la posibilidad de vencer a los dominantes Tigres del Licey. Fue un equipo escogido de lo mejor de lo mejor que les quedaba a aquellos fósiles del béisbol. Una idea genial y creativa, pues dio resultado y en efecto se logró lo deseado: vencer al Licey.
El nacimiento de los Leones del Escogido (Leones en honor al rey de la selva, el león) tuvo lugar en el poblado de San Carlos el 17 de febrero de 1921 y su uniforme rojo se inspiró en el que usaban los Medias Rojas de Boston de aquella época.
El Escogido vino a demostrar que el Licey no estaba solo y de inmediato dio síntomas de jugar buena pelota y demostró que se le podía vencer, cosa que lograron durante un torneo capitalino jugado en 1922, en el que solo participaron esos dos conjuntos.
Los equipos San Carlos, Los Muchachos y el Delco Light fueron rivales de los Tigres del Licey durante la segunda década del pasado siglo XX.
Licey, vocablo indígena y nombre de un río del Cibao, se le llama también al conjunto de béisbol nacido el 7 de noviembre de 1907, uno, si no el más, popular de todos los equipos beisboleros del país.
Llegó un momento que los equipos citados en el primer párrafo ya no podían o no hallaban la fórmula de vencer a los sensacionales Tigres del Licey. Esa fue la razón por la cual se unificaron en uno, creando entonces un equipo escogido de sus mejores peloteros. A ese nuevo club se le denominó Leones del Escogido. Escogido quiere decir para el tema que estamos tratando, que los mejores jugadores del San Carlos, Los Muchachos y el Delco Light fueron "escogidos" para enfrentar y ver si tenían la posibilidad de vencer a los dominantes Tigres del Licey. Fue un equipo escogido de lo mejor de lo mejor que les quedaba a aquellos fósiles del béisbol. Una idea genial y creativa, pues dio resultado y en efecto se logró lo deseado: vencer al Licey.
El nacimiento de los Leones del Escogido (Leones en honor al rey de la selva, el león) tuvo lugar en el poblado de San Carlos el 17 de febrero de 1921 y su uniforme rojo se inspiró en el que usaban los Medias Rojas de Boston de aquella época.
El Escogido vino a demostrar que el Licey no estaba solo y de inmediato dio síntomas de jugar buena pelota y demostró que se le podía vencer, cosa que lograron durante un torneo capitalino jugado en 1922, en el que solo participaron esos dos conjuntos.
El pelotero Mateo de la Rosa en medio del júbilo por la celebración dijo “El que gana es el que goza”. De modo que fue un escogidista quien popularizó esta frase que hoy en pleno siglo XXI todavía repetimos los dominicanos.
En el sentido lógico de la razón es a partir de ahí donde empieza la verdadera rivalidad del béisbol dominicano, con Leones y Tigres. Es a partir de ese torneo de 1922 donde en efecto nace la primera escuela del anti – liceísmo en la República Dominicana. El Escogido la introdujo.
En el sentido lógico de la razón es a partir de ahí donde empieza la verdadera rivalidad del béisbol dominicano, con Leones y Tigres. Es a partir de ese torneo de 1922 donde en efecto nace la primera escuela del anti – liceísmo en la República Dominicana. El Escogido la introdujo.
El odio hacia los Tigres del Licey nace con los fanáticos escogidistas, no con los de la Águilas del Cibao, como mucha gente cree hoy.
En la década del 20 del siglo 20 fueron tres los torneos de corta duración entre Licey y Escogido: 1922, 1924 y 1929, ganando el Licey los dos últimos. Eran los años en que los eternos rivales medían fuerzas en el Hipódromo La Primavera, habilitado para jugar béisbol, con tal de agenciarse la mayoría de la fanaticada capitalina. Si se puede decir, esta etapa denominada como la del béisbol romántico, vino a ser la antesala de lo que surgiría luego a partir de 1951, cuando nace la era moderna de nuestra pelota.
El Escogido no solo fue el acérrimo adversario del Licey por excelencia, sino también el primer equipo en írsele arriba en campeonatos en un momento dado. Los Leones llegaron a verse por encima del Licey durante los años 60, 6 títulos contra 4. Fue la última vez que el Rey de la Selva tuvo de rodillas a las demás fieras del béisbol dominicano.
La sequía y el milagro del 81
Luego de 1969, última vez que el León fue mandamás en la casilla de campeonatos del béisbol dominicano, nació una dinastía que lo rezagó y hundió en un abismo espantoso, cuando el águila y el tigre le cerraron el camino por 11 años. En ese período los cibaeños se titularon 5 veces y los capitalinos azules (Licey) 6. La rivalidad de los eternos rivales Licey y Escogido empezaba a tambalearse, pues las Águilas estaban llenando un vacío dejado por los melenudos. Incluso el conjunto de Santiago llegó a írsele arriba en campeonatos a los escarlatas 8-6.
Después de aquella debacle los rojos tenían que buscar la manera como renacer. En la temporada 1980-81 las cosas desde principio empezaron a salirle bien a los Leones, hasta el punto de clasificarse de primero a la serie final. En aquella ocasión, donde solo había cuatro conjuntos, el equipo que ganaba la vuelta regular, o sea, quedaba en primer lugar, se clasificaba de inmediato a la gran final. Luego el que quedase en segundo puesto tenía que jugar un pequeño mini – playoff (5-3) contra el que terminaba en tercero. El ganador de esa semifinal conseguía el otro boleto a la final.
La final del 1981 tenía que ser de los rojos, eso decían y así lo pronosticaron los expertos de la época, pero no fue tan fácil para esa gran maquinaria escarlata hacerse del campeonato. Las Águilas Cibaeñas demostraron gran nivel y profesionalidad en el terreno de juego a tal punto que provocaron que la serie se fuese al máximo de 9 partidos. Aquella vez al igual que ahora, el formato de la final era de 9-5, esto es al que ganase primero cinco partidos.
Los Leones estuvieron cerca de perder en su propia casa del Estadio Juan Marichal (también conocido como Quisqueya) cuando las Águilas llegaron a estar delante en el score 1-0 a la altura del 7mo episodio. El Escogido supo empatar en el cierre de la octava entrada y luego ambos conjuntos se fueron al extra – inning.
En la entrada número 13 (cierre) el Escogido pudo decirle adiós al sufrimiento y a la mala racha cuando en conteo de 3 bolas sin Strikes y las bases llenas el norteamericano Harry Spillman recibió la cuarta mala de un descontrolado Jerry Augustine que lanzaba por los cibaeños. Santo Domingo estuvo de fiestas por ese hecho apoteósico.
En la campaña 1981-82 los Leones nuevamente se coronarían campeones esta vez ante unas Estrellas Orientales que no le mostraron mucha resistencia. Los melenudos ganaron en 6 juegos. 5-1 quedó el playoff final.
Cinco años después, el jonrón de Bryant y los tres títulos al hilo
El Escogido logró empatar con las Águilas a 8 campeonatos; el Licey lideraba con 10.
Luego de esos dos años de júbilo escarlata (1981 y 1982) vendría una nueva sequía, esta de 5 años. En ese lapso los Tigres ganaron tres títulos de forma consecutiva y luego las Águilas dos en los certámenes 1986-87 y 1987-88.
Nuevos cambios ocurrieron a partir de la campaña 1983-84 cuando la expansión se convirtió en un hecho y los Azucareros del Este (también llamados Toros) y los Caimanes del Sur hicieron su aparición por primera vez en el escenario beisbolístico nacional. El formato clasificatorio también cambiaría, los primeros cuatro lugares del standing (tabla de posiciones) tendrían que medirse en dos semifinales pactadas al mejor de un 7-4, primero contra cuarto y segundo contra tercero. Los conjuntos que terminasen en 5ta y 6ta posición quedaban descartados o como se dice en el argot beisbolero, hasta un nuevo octubre.
Un milagro otra vez ocurría (torneo 1987-88), y unos Leones renovados con un núcleo de jóvenes talentosos que estuvieron bien cerca de quedar eliminados, remontaron dramáticamente ante los Toros del Este, que parecía se quedarían con el cuarto puesto clasificatorio. Los Azucareros del Este no supieron como ganarle a las Águilas en Santiago de los Caballeros durante la serie regular, provocando que esto le pasara factura al final. Pero sin quitar méritos hay que reconocer que ese “coming from behind” (remontada), de los melenudos, fue espectacular, nunca bajaron la guardia, y consiguieron lo que muchos creían sería imposible, la clasificación.
Los Leones, ya clasificados, harían su aparición por primera vez en el nuevo formato de playoff de semifondo, llamado Round Robin. Esa modalidad se había iniciado en la estación 1986-87, temporada de mucha tristeza para los aficionados escogidistas, ya que su conjunto no llegó a las eliminatorias ese año.
Las Águilas y Tigres fueron dados como favoritos para llegar a la serie final. Los pronósticos fallaron, Águilas y Tigres se quedaron fuera, siendo los Leones del Escogido y las sensacionales Estrellas Orientales de esa temporada quienes lograron sus boletos a la ronda final.
En una final pactada a 7-4 (ya habían desaparecido los 9-5 del formato anterior) las Estrellas de San Pedro de Macorís y los Leones del Escogido saldrían al ruedo a debatirse la corona de campeones.
Los melenudos empezaron mal y rápidamente los verdes llegaron a tomar la delantera al colocar la serie 3-1, cerca de ganar el campeonato. En San Pedro de Macorís se olía a victoria y solo algo inaudito podía evitar que las Estrellas perdieran esa serie. Para desgracia de la afición verde, una de las más fieles del béisbol, lo inaudito ocurrió, y los Leones lograron remontar espectacularmente provocando un séptimo juego de desempate, que sería jugado en Santo Domingo, en el play del Ensanche La Fe, de mucho malestar y sufrimiento para el equipo de las Estrellas Orientales.
El Escogido logró empatar con las Águilas a 8 campeonatos; el Licey lideraba con 10.
Luego de esos dos años de júbilo escarlata (1981 y 1982) vendría una nueva sequía, esta de 5 años. En ese lapso los Tigres ganaron tres títulos de forma consecutiva y luego las Águilas dos en los certámenes 1986-87 y 1987-88.
Nuevos cambios ocurrieron a partir de la campaña 1983-84 cuando la expansión se convirtió en un hecho y los Azucareros del Este (también llamados Toros) y los Caimanes del Sur hicieron su aparición por primera vez en el escenario beisbolístico nacional. El formato clasificatorio también cambiaría, los primeros cuatro lugares del standing (tabla de posiciones) tendrían que medirse en dos semifinales pactadas al mejor de un 7-4, primero contra cuarto y segundo contra tercero. Los conjuntos que terminasen en 5ta y 6ta posición quedaban descartados o como se dice en el argot beisbolero, hasta un nuevo octubre.
Un milagro otra vez ocurría (torneo 1987-88), y unos Leones renovados con un núcleo de jóvenes talentosos que estuvieron bien cerca de quedar eliminados, remontaron dramáticamente ante los Toros del Este, que parecía se quedarían con el cuarto puesto clasificatorio. Los Azucareros del Este no supieron como ganarle a las Águilas en Santiago de los Caballeros durante la serie regular, provocando que esto le pasara factura al final. Pero sin quitar méritos hay que reconocer que ese “coming from behind” (remontada), de los melenudos, fue espectacular, nunca bajaron la guardia, y consiguieron lo que muchos creían sería imposible, la clasificación.
Los Leones, ya clasificados, harían su aparición por primera vez en el nuevo formato de playoff de semifondo, llamado Round Robin. Esa modalidad se había iniciado en la estación 1986-87, temporada de mucha tristeza para los aficionados escogidistas, ya que su conjunto no llegó a las eliminatorias ese año.
Las Águilas y Tigres fueron dados como favoritos para llegar a la serie final. Los pronósticos fallaron, Águilas y Tigres se quedaron fuera, siendo los Leones del Escogido y las sensacionales Estrellas Orientales de esa temporada quienes lograron sus boletos a la ronda final.
En una final pactada a 7-4 (ya habían desaparecido los 9-5 del formato anterior) las Estrellas de San Pedro de Macorís y los Leones del Escogido saldrían al ruedo a debatirse la corona de campeones.
Los melenudos empezaron mal y rápidamente los verdes llegaron a tomar la delantera al colocar la serie 3-1, cerca de ganar el campeonato. En San Pedro de Macorís se olía a victoria y solo algo inaudito podía evitar que las Estrellas perdieran esa serie. Para desgracia de la afición verde, una de las más fieles del béisbol, lo inaudito ocurrió, y los Leones lograron remontar espectacularmente provocando un séptimo juego de desempate, que sería jugado en Santo Domingo, en el play del Ensanche La Fe, de mucho malestar y sufrimiento para el equipo de las Estrellas Orientales.
El séptimo partido fue de mucho nerviosismo y escalofrío. En la primeras entradas Leones y Elefantes se cayeron a palos. En la cuarta y el Escogido debajo 2-3 en el marcador, el importado Ralph Bryant, que disparó 13 jonrones en la campaña 1986-87, y que según los aficionados ya no era el mismo debido a su bajo rendimiento ofensivo en la estación 1987-88, pegó cuadrangular por encima de la verja del jardín derecho con dos corredores en posición de anotar que viró el marcador 5-3 a favor de los escarlatas. Los orientales no se rindieron y siempre se mantuvieron amenazantes colocando hombres en posición anotadora, pero con infortunios, ya que los envalentonados Leones se las arreglaban para sacarles el cero, gracias a una eficiente labor de relevo del pitcher Bill Brennan. Una carrerita más en la octava entrada agregaron los dirigidos por el capataz Phil Reagan, y esto fue suficiente para sepultar las aspiraciones del equipo serie 23.
La hinchada escogidista festejó en grande, el barrio de San Carlos, escogidista por tradición, no durmió esa noche debido a la algarabía por el triunfo rojo.
En los posteriores torneos, 1988-89 y 1989-90 el Escogido conseguía alzarse con la victoria, convirtiéndose en el primer equipo dominicano, cosa que se mantiene hasta hoy, que logra ganar 3 títulos consecutivos en par de ocasiones. La primera vez lo habían hecho en los campeonatos 1955-56, 1956-57 y 1957-58.
Con esa hazaña el Escogido conseguía su corona número 11 y se acercaban a 2 del Licey, que tenía 13.
Cuando los Leones ganaron por última vez fue en la estación 1991-92 venciendo a las Estrellas Orientales por barrida de 4-0. Recuerdo que ese último partido se jugó en San Pedro de Macorís y lo escuché en un viejo radio de mi casa. ¿Por qué no lo vi por televisión? Sencillo, las Estrellas Orientales no tenían cadena de transmisión por tele para esa época.
Otra sequía… ¿o un infierno?
No importa donde usted crea esté el infierno, o si no cree en éste como tal. Lo cierto es que los fanáticos escogidistas tienen razones sobradas para pensar que el infierno existe y esto tiene su explicación en lo siguiente: La agonía de las derrotas que ha padecido el conjunto escarlata en los últimos 17 años.
¿Negligencia? No creo que la haya habido, sobre todo en la gestión administrativa de Daniel Aquino Méndez, quien hizo todo lo posible por devolverle la alegría a los fanáticos rojos. No se puede negar que en la campaña 1996-97 estuvieron en la final, así como en 1998-99, 2000-01 y 2002-03, y no fueron capaces de alcanzar un cetro. ¿Que las Águilas y el Licey eran demasiado buenos y aún mantienen una gran dinastía? Si, las Águilas y el Licey son buenos, pero no menos cierto es que en las finales 1998-99 ante el Licey y la del 2000-01 frente a las Águilas, en ambas el Escogido salió como el amplio favorito para ganar. ¿Por qué fallaron? En el primer caso (final 1998-99) los errores defensivos mataron al Escogido en el noveno juego de esa serie final ¹ lanzando Anthony Chávez en rol de cerrador. Y no es que Chávez lanzó mal, la mala defensa del equipo rojo unido a unos batazos mal conectados por los bates azules peero que se convirtieron en hits le estropearon el inning y finalmente el campeonato al León.
En la temporada 2000-01 los Leones jugaron un Round Robin de ensueño, estableciendo una marca récord en la historia de estos playoffs. Ganaron 14 partidos y solo perdieron 4. Toda la crónica deportiva nacional creyó el Escogido tenía las herramientas suficientes para batir a las aguerridas Águilas Cibaeñas. Pero no lo consiguieron. Llegaron a verse delante en la serie, 2-1, para no volver a ganar un partido más. José Lima, lanzador que en aquel entonces era de los melenudos, y que se pasó la temporada completa venciendo a las Águilas, se desplomó o la fatalidad lo persiguió. Un lunes por la tarde Lima fue bateado por las Aguilas quienes se titularon campeones en el Estadio Cibao al triunfar 4-1.
El pitcheo rojo tuvo problemas en Santiago, aunque no en la Capital; pero las Águilas fueron más listas y se las arreglaron ganando un partido en Santo Domingo que a la postre fue determinante en el playoff final.
Dos años más tarde, temporada 2002-03, los Leones consiguieron clasificar a la serie final, esta vez no de favoritos pero al menos con un buen equipo para dar la pelea. Fueron barridos en cuatro partidos y, definitivamente, no hallaron la fórmula de vencer a las Águilas.
Ya todo lo que resta por decir, es el fin de una triste historia. El Escogido sólo pudo ir al Round Robin de la campaña 2005-06 y todo para hacer las de ridículos. El Licey, que se burló de ellos prácticamente en todo el playoff semifinal, le resultó demasiado grande…y no digamos de las Águilas, que los usaron como monas de traqueo ².
Tres temporadas al hilo llevan sin clasificar a las semifinales. En la campaña 2006-07 quedaron la sexta y última posición, y en las estaciones 2007-08 y 2008-09 en el quinto puesto.
Aquel Escogido que fue líder en campeonatos nacionales, que luego perdió su trono pero que se levantó en los 80 para acercarse peligrosamente al Licey, estuvo llamado a ser en los 90 y principios del siglo XXI una escuadra ganadora que diese mucha agua de beber al resto de la liga. Se puede decir que fueron ocasionalmente competitivos pero les faltó ese extra, como llaman muchos, para dar el zarpazo o golpe letal a sus adversarios. Se puede decir que las Águilas nueva vez han ocupado un vacío dejado por los escarlatas, aunque la debacle roja en este nuevo milenio inteligentemente ha sido aprovechada también por los llamados Gloriosos Tigres del Licey. Sin nada que esconder hay que señalar que el Escogido tristemente ha sido el gran perdedor de las dos últimas décadas.
Fuentes:
Tony Piña C., Los Grandes Finales
Héctor J. Cruz, Béisbol Invernal Dominicano, anuario Temp. 2004-05, 4to año
¹ La serie final de la estación 1998-99 fue pactada al mejor de un 9-5. Esto así debido a que en aquella campaña solo accionaron 4 conjuntos en lugar de 6. Esto se debió a que las Estrellas Orientales y los Azucareros del Este, ambos conjuntos de la región Este del país, no pudieron participar en aquel certamen ya que sus estadios quedaron destruidos a raíz de los estragos provocados por el Huracán Georges en septiembre del 1998. Las finales 9-5 habían sido descontinuadas desde la campaña 1983-84, pero en ese año de 1998 se hizo un caso especial en el sentido de que la temporada sería más corta entonces había que aprovechar el calendario.
² Se le dice mona de traqueo a aquellos gallos inútiles, que no dan más para pelear, que son utilizados en las galleras para que los demás los picoteen como forma de calentamiento. En un lenguaje dominicano esto quiere decir, para que aguante golpes de otros. Empleando el lenguaje coloquial nuestro es como decir, el Escogido cogió funda tanto de las Águilas como del Licey.