lunes, 2 de octubre de 2023

Torneo Norcenca de Scrabble 2023. ¡Por fin llegó mi Panamá! (4)

Por Iván Ottenwalder

Me he levantado temprano el sábado 15 de julio, a eso de las 5:30 de la mañana. Tras mi aseo personal (baño y lavado de cara y dientes) y vestirme cuelgo mi mochila a la espalda y, tras cerrar la puerta del dormitorio, salgo camino al restaurante. ¡Hora de desayunar!

Con quien primero me encuentro es con doña Aglaía Constantín la colombiana a la que le gané aquella partida bizarra y todo por culpa del lexicón digital defectuoso aquel. Tras saludarnos se lamenta por su inolvidable revés, que también fue inolvidable derrota. “Mira que boba he sido Iván, yo estaba segura de que aquellas palabras existían y el bendito lexicón de la porra ese me lo estropeó todo. Pero tú no tienes la culpa. Tenías el derecho a objetar y yo debí cerciorarme de que aquella cosa funcionara bien”. Asentí a su explicación y luego le pregunté “¿pero ya pudo arreglarlo?”. Ella me contestó que no, que mejor descargaría la aplicación de nuevo.
Iván Ottenwalder, autor de la crónica, segundo de izquierda a derecha.


Al poco rato de empezar a tomar el desayuno me encuentro con Enrique Cortés y su señora esposa; con Beto Romero y otros tantos de la delegación colombiana. También con los costarricenses Enrique Villalobos y Rolando Guevara. Después llega Emmanuel Gely, quien creía era guatemalteco, pero no, era francés nacionalizado guatemalteco desde hacía años. Aquel galo era el presidente de la Asociación Guatemalteca de Scrabble.

Tras finalizar el desayuno y consultar mi reloj me doy cuenta que todavía tengo tiempo para salir a caminar y comprar algunos regalitos (más llaveritos e imanes alusivos a Panamá) para repartir entre mis compañeros de trabajo en Santo Domingo. Eso hago.

Como a las 8:30 de la mañana nos reunimos todos en el salón de juego. Los pareos para la ronda número cuatro ya habían sido definidos tras finalizar la jornada del día anterior. Sabía quién sería mi rival para la ocasión, pues el mismo a quien vencí en una de las rondas del mundial de Asunción en 2017, Francisco Javier Guerrero, mexicano.

Y el mexicano logró su venganza al derrotarme de principio a fin apelando a un juego cerrado con tal de bloquearme cualquier posibilidad de bonificación. Consiguió tres bingos bien temprano en la partida, dos de ellos de forma seguida y varios vocablos cortos de buenos puntajes. En cambio yo pude meter dos scrabbles y algunas cortas valiosas pero que en nada alteraron la tendencia ganadora de mi oponente quien se llevó la victoria 473 – 354, una soberana paliza.

Para la quinta ronda me tocó el joven venezolano Diego Lattuf (17 años) quien había hecho el viaje desde Venezuela junto al profesor Alejandro Terenzani.

Diego es hijo de Javier Lattuf, antiguo presidente de la Federación Internacional de Scrabble en Español (antes FISE) hoy denominada Federación Internacional de Léxico en Español (FILE). Es uno de los venezolanos cimeros en el juego de palabras cruzadas, es decir, uno de los mejores.

Fue esa súper estrella quien me propinó mi segundo revés del día, con marcador de 528 – 363.
Iván Ottenwalder, primero de derecha a izquierda.


Me estuvo dominando con abultada diferencia de puntos durante gran parte del match, aunque, ya en la recta final amagué con un buen susto cuando me acerqué en la anotación (316 – 358). Creí que podía remontarla y hasta ganar, pero se desvanecieron mis esperanzas cuando me bonificó espectacularmente sobre mi última jugada ofensiva y defensiva colocándome su atril CEDERÍAN delante de EX, en zona de triplete inferior izquierda, formándome EXCEDERÍAN. El cielo se me quiso caer encima cuando vi estropeadas mis posibilidades de regreso. Con esa jugada de 110 tantos, el marcador se puso 468 -316, una arrastrada bien vergonzosa. El resto fue historia y caí vencido con la anotación de 528 – 363.

Durante el receso de 20 minutos, ya fuera del salón le pregunté a Diego si la palabra JOYÓN existía. Me respondió que sí. Me coloqué mis dos manos sobre la cabeza en señal de angustia. Le expliqué que, cuando la partida estaba aún joven, tenía un scrabble vertical comenzando con la N que reformaría JOYO en JOYÓN. Me preguntó “¿tú no conocías esa palabra?”. Tuve que responderle que no, pero que me arropó bastante la duda durante la partida, la inseguridad de jugármela y ponerla, pero que me rajé al final. “Yo hubiese estado en tu lugar y me la juego”, me dijo mientras buscaba en su lexicón digital la palabra JOYÓN, la cual era válida. Y es cierto lo que decía, pues si me la jugaba hubiese significado un scrabble de buena anotación para mí y, quién sabe, el destino de la partida hubiese sido distinto. Nunca se sabe.

Terminado el receso retornamos los jugadores al salón para la sexta ronda. Mi adversaria sería María Alejandra García, la colombiana a la que había vencido en una partida de fogueo el jueves 13 (en la noche) en el área del restaurante. Pero una cosa es el fogueo y otra el torneo, donde realmente cuentan las partidas y los récords.

La suramericana se la desquitó conmigo tal como lo hizo el mexicano Guerrero en la ronda cuatro. Es más, la paliza fue peor ya que mi oponente me zurró con holgado marcador de 536 – 364. Me marcó cuatro bonos (AFEADOS de 68, LAGRIMEE de 94, DESPOSADA de 90 y CORDERO de 74) contra dos míos (DECAÍDAS y RESUENO, ambos de 78).
Partida frente a María Alejandra. 


Haciendo un auto análisis tras mi derrota, caí en la cuenta de haber cometido un error mental cuando el match todavía era joven. En mi cuarta jugada, perdiendo por una distancia de 141 puntos, cometí la torpeza de colocar sobre el tablero un TULA insignificante de tan solo 8 tantos, cuando pude haber cambiado fichas en busca de mejorar el atril. No se perdía nada si apostaba a la generosidad de la bolsa, cuando todavía quedaba muchísimo trecho de la partida. No me la jugué como debía. En ocasiones, esos pequeños detalles, pueden llegar a marcar la diferencia.

El receso

Siendo la una de la tarde bajé al restaurant a tomar mi almuerzo. Mientras me servía mis raciones de alimentos me encontré con Grace Reyes, una de las encargadas de la mesa técnica del torneo, quien me adelantaba en la fila. Venezolana y residente en Panamá desde hacía varios años me invitó a compartir una mesa para que platicáramos mientras saciábamos nuestros estómagos. La conversación fue de lo más agradable. Poco a poco iban llegando los jugadores de los distintos países participantes y el restaurante se llenó.

Después de comer subí a mi dormitorio a descansar un rato, pues a las tres de la tarde había que regresar al salón de juego.

De regreso a la batalla

De nuevo en la sala de juego. Llega la ronda séptima y mi rival sería Beatriz Acuña, panameña, amiga entrañable de varios jugadores del Grupo Promotor de Scrabble Cubano, entre ellos Raúl Báez y Richard Velázquez, también apreciables e inolvidables amigos míos.

El duelo no fue fácil. Ella me estuvo dominando durante buena parte. En un momento 213 a 129, luego 263-177, hasta que me le fui arriba 268-263 con AYEABAS (de 91 puntos); volvió poco después a tomar el comando (339-320) con un ACUERDE de 68. Sería la última ocasión en la que lideraría la partida, pues unas letras mías, bien LICUADAS (75) me pusieron al frente 395-339. Como todo un buen timonel navegué hasta buen puerto, llevándome la victoria con marcador final de 460 a 388.

¡Por fin ganaba una en el día!

Después de 20 minutos de receso me tocó como rival en la octava ronda el colombiano y tocayo Iván David Reales.

Al principio y mitad del desafío todo iba muy cerrado. Él al frente pero siempre por poca diferencia. Eso así hasta que el azar de la bolsa le deparó los dos comodines: uno que le sirvió de S para formar DESTACAN (67) y dos turnos después le llegaría el otro, el cual lo empleó como A para colocar PISARON (65). Eso fue demoledor para mis aspiraciones de remontar. Para colmo mayor, ya casi acabándose la partida, metió el otro: CORLASEN (61). La anotación estaba 494-336. Al final se llevó el triunfo 515-367. ¡Otra golpiza más!

De nuevo a descansar por 20 minutos. Tomé algo de café y algún bocadillo en la estación de refrigerio afuera del salón.

Al regresar para la novena y última ronda del día, me tocó de rival Esteban Girón, una promesa del scrabble panameño.

Le vencí 463 – 395, aprovechando tres errores lamentables de mi adversario así como tres cambios de letras y dos pases consecutivos, estos con el objetivo de hacerme morder el anzuelo, estrategia esta que no le funcionó.

Y con este último match terminaba mi actuación en la jornada del sábado 15.

Me fui a mi habitación. Tomé una buena ducha tibia. La necesitaba, pues estaba exhausto tras un día de seis agotadoras rondas. A partir de las ocho de la noche estaba programado un karaoke en el mismo salón del torneo. Asistiría durante un rato, pero antes bajaría al restaurante para comprarme algo de cenar. Allí me encontraría con Rubén Falconett y otros competidores. Conversamos mientras me comía unas alitas picantes con papas fritas acompañado de una buena Coca Cola bien fría.

Minutos más tarde regresé a mi habitación. Luego me animé a subir al último piso del hotel, entrando al salón donde se desarrollaba el karaoke. Yo no canté nada, pero me senté a presenciar la actuación de aquellos que sí se animaron a entonar alguna canción.

El karaoke llegó a su fin pasada las diez de la noche. Cada quien tomó rumbo a su cuarto. Yo por igual. Mañana domingo, día 16 de julio, sería el último del torneo. Se disputarían las restantes cuatro rondas del evento. Mi oponente para la décima, el profesor Alejandro Terenzani. Era momento propicio para descansar, y tratar de superar lo ocurrido. No podía seguir pensando en la debacle del sábado en que solo gané dos partidas y perdí cuatro.

Continuará…