Ya en este extremo prefiero la operación, que me extirpen esas dos linguales. Así el médico pondría punto final a este capítulo, cerrando con broche de oro mi caso que se ha extendido por año y medio. ¿No fue él que puso fin a todas mis otitis en 2011? ¿No ha sido él quien me puso a drenar toda esa flema vieja acumulada de años anteriores, corrigiéndome exitosamente el goteo post-nasal? Entonces, ¿por qué no cerrar de forma estelar este caso de amigdalitis lingual que a leguas ya luce grave o crónica?
Por Iván Ottenwalder
El lunes 12 de junio, nuevamente en el Centro de Otorrinolaringología y Especialidades, visité al galeno para llevarle los análisis sanguíneos. En verdad estaban todos en orden, excepto la IGE, que volvió a elevarse, pasando de 7,649 UI/ML a 9,904 UI/ML. Y esto último lo atribuyo al problema amigdalítico lingual de la derecha que me regresó hace casi un mes. No es normal que después que la IGE me había bajado en tres años de 19,000 UI/ML a 7,649 UI/ML dizque volviera a empeorar. Le expliqué al otorrino acerca de mis síntomas el pasado fin de semana, los cuales detallo a continuación:
- Hinchamiento descontrolado de la faringe y amígdala lingual derecha cada día, sintiéndola como si estuviera hipertrófica o como una vejiga abultada. Ya son más recurrentes los episodios.
- Irritación y ardor en esa zona.
- Fatiga corporal y exudación en la tonsila lingual derecha. Nunca en la izquierda.
La semana anterior a la cita el especialista, luego de checarme las dos linguales y ver el problemazo de la derecha, me había recomendado tratar de no tomar mucha agua y en su lugar tomar líquidos distintos que contengan sales minerales como el GATORADE. Aunque el diagnóstico fue correcto el asunto implicaría lo siguiente: el agua, al fin de cuentas, es un líquido que todo ser humano necesita y, obviamente, yo no puedo pasar tanto tiempo sin tomar agua. ¿Tomarla menos? Muy bien, pero ¿hasta cuándo?
El doctor observó todos los resultados, excepto el de la prueba de ZINC, que el laboratorio me aseguró estaría listo para alrededor de 15 días.
Al ver que la IGE se me había elevado comentó: “Wao Iván, ¡pero tú hiciste una alergia en poco tiempo!” Y preguntó: “¿Tú estás usando vacunas de inmunoterapia? No estaría mal que veas a un alergista y las uses para el problema de garganta”. Yo le respondí que una vez, de 2014 a 2015, había llevado tratamiento con ese tipo de vacunas y que no me habían mitigado el problema en lo más mínimo y que la inversión realizada aquella vez fue costosísima y no satisfactoria. Le expliqué además que tras haber suspendido aquel ineficiente tratamiento, en octubre del 2015, fue que en verdad mi IGE marcó el descenso, y todo gracias a antialérgicos de bajo costo como el SERENUS o ATARAK. “Doctor, aquello de la inmunoterapia fue dinero perdido”, le confesé. El especialista trató de convencerme que quizás fuese la mejor opción para inmunizar mi garganta, pero que reconocía que sí, que en efecto esos tratamientos de vacunas eran demasiado costosos. En aquel instante me pasó por la cabeza pedirle que me operara la dos amígdalas linguales para zanjar el problema de forma más práctica pero me acordé que el año anterior, 2016, me había dicho que si los medicamentos no funcionaban me indicaría una resonancia magnética para determinar si había algo extraño en mi zona faríngea derecha. Por eso le pedí que me mandara la resonancia, aunque yo no tuviera razón. Lo recordó y me complació. Me la prescribió para que me la realizaran en uno de los mejores centros de imágenes y resonancias de Santo Domingo. Me dio dos opciones como referencia. De inmediato anotó en un papel de receta médica: Resonancia magnética nuclear de cuello con contraste. Con atención a espacio parafaríngeo, orofaringe derecha. Molestias faríngeas derechas. Me pidió que le llevara el estudio una vez estuviera listo junto a la prueba de ZINC.
Ya antes de despedirme volví a ser reiterativo con aquello de la fracasada inmunoterapia que llevé entre marzo de 2014 y octubre de 2015, siendo específico: “Doctor, sí se demostró en aquel entonces que suspendiendo aquellas vacunas fue que empecé a mejorar y a reducir mis niveles de IGE, eso es un indicativo de que Iván Ottenwalder nunca necesitó de aquel tratamiento”. Ni me dio la razón, pero tampoco me la quitó. De todos modos me sugirió seguir tomando los mismos medicamentos hasta el final. Nos despedimos con un apretón de manos.
Ese mismo día por la tarde planifiqué una cita para el estudio de la resonancia. La joven que me asistió por teléfono tomó mis datos, el tipo de estudio y me indicó las pautas a tomar para antes y después del mismo. Le pregunté si para la resonancia había cobertura médica y me contestó de forma afirmativa. Cuadramos una fecha y hora específica.
Hoy, jueves 15 de junio, he seguido al pie de la letra con mis medicaciones, aunque estas ya solo jueguen una función de remache hacia el problema, no definitiva. Para ser honesto, no me importa cual sea el resultado de la resonancia, si el problema persiste, tomaré la firme decisión, aunque me sea rechazada, de pedir una amigdalectomía lingual. La resonancia quiero realizármela sólo para comprobar si además del problema amigdalítico lingual hay algo más. De cualquier manera no quiero seguir el resto de mis días gastando plata en medicinas ni haciendo otra inversión en un tratamiento inmunológico del cual ya tuve una insatisfactoria experiencia en un pasado no tan lejano. Ya en este extremo prefiero la operación, que me extirpen esas dos linguales. Así el médico pondría punto final a este capítulo, cerrando con broche de oro mi caso que se ha extendido por año y medio. ¿No fue él que puso fin a todas mis otitis en 2011? ¿No ha sido él quien me puso a drenar toda esa flema vieja acumulada de años anteriores, corrigiéndome exitosamente el goteo post-nasal? Entonces, ¿por qué no cerrar de forma estelar este caso de amigdalitis lingual que a leguas ya luce grave o crónica? Yo, Iván Ottenwalder, estaría dispuesto a seguir las recomendaciones pre y post operatorias de lugar. Estoy también segurísimo, que una vez operado y pasado el tiempo la IGE volverá a reducirse a pasos agigantados y ya para 2018 aquello no será más que un vago recuerdo.
La huelga de los otorrinos ha llegado a su fin ¿Por qué no aprovechar este momento ahora?
Continuará...