A
lo largo de la historia de la medicina se ha demostrado que ha habido
casos muy extraños y complejos que han sido un quebradero de cabeza para
muchos médicos. Es cierto que esos casos han sido aislados, pero si los
sumamos arrojarían una buena cifra. En escasas ocasiones se han
producido casos clínicos en que los aparatos (rayos X, tomografías,
resonancias, sonografías) no han sido del todo precisos detectando
anomalías o defectos.
Por Iván Ottenwalder
Marzo, abril y mayo fueron un más de lo mismo, nada de empeorar
pero nada de mejorar. Dependiendo del mismo spray nasal para la
secreción sin fin. Para mi alergia de piel, muy estable en lo que va
año, he seguido con el Atarax
25 mg. En 2016 y 2017 usaba un montón de medicamentos para no mejorar.
Desde 2018 hasta la fecha menos fármacos para que todo continúe tal
cual.
En
lo particular sigo manteniendo mi posición firme de que el escozor
hiper molestoso en el hueso maxilar superior derecho es el causante de
mi desgraciada secreción sin fin, así como de la amargura del agua
cuando la ingiero. Me importa una mierda mayúscula que mil panorámicas
dentales del coño no cachen el problema que realmente me agobia. Lo
juraría por Dios y con la mano derecha encima de la biblia de que es tal cual como lo digo.
Nada me va a intimidar ni me hará torcer mi brazo. No tengo el más
mínimo problema en hundir un buque, sin importar su tamaño, si me veo
con todas la de perder y ni siquiera la mínima de ganar o empatar.
También mantengo mi convicción firme y sólida de que la malnacida de
Maribel, quien me contagió aquella infección bacteriana a principios de
2016, que me hizo perder las amígdalas palatinas, dos piezas dentales y
me creó un afta bucal, tristemente detectado tardíamente (a finales de
2017), fue también la causante de que ese hueso maxilar superior derecho
se me deformara e hinchara. Solo hay que compararlos a simple vista,
tanto el izquierdo (el sano) como el derecho (donde siento el escozor
profundo, no superficial) para darse cuenta de la notable asimetría. Y
en esto no voy aceptar argumentos de que el cuerpo humano está lleno de
asimetrías, pues, esas que vienen de nacimiento, son mínimas e
imperceptibles, muy diferente a las que se producen con el tiempo por
una lesión o deformación
Mi situación es algo así como vivir un infierno en la tierra,
irme a la cama de noche y despertarme cada mañana moqueando secreción
salivosa hasta más no poder por ambos orificios nasales. Para el que no
sepa lo que significa esto, mejor ni se lo deseo.
He llegado a la firme conclusión de que,
así como el dogma de fe de las religiones puede ser un arma peligrosa y
de doble filamento, lo mismo ocurre con la ciencia médica cuando muchos
doctores creen ciegamente en lo que diga su aparato. A lo largo de la
historia de la medicina se ha demostrado que ha habido casos muy
extraños y complejos que han sido un quebradero de cabeza para muchos
médicos. Es cierto que esos casos han sido aislados, pero si los sumamos
arrojarían una buena cifra. En escasas ocasiones se han producido casos
clínicos en que los
aparatos (rayos X, tomografías, resonancias, sonografías) no han sido
del todo precisos detectando anomalías o defectos. Esto se debe a que en
raras ocasiones el defecto puede estar alojado en una zona muy
recóndita donde las imágenes no llegan o que dicho defecto sea tan poco visible y por eso la dificultad para detectarlo. El asunto es que, quiérase o no, el problemita molesta y le hace daño al paciente.
Para
los médicos el paciente no es más que un número frío, uno más del
montón, y por eso, la mayoría de las veces, lo tratan por salir del
paso. Y cuando se producen casos complejos, de esos que les tuercen el
pulso y no hallan la forma de resolverlo, entonces se les ocurre la
“genial idea” de referir al paciente a un psicólogo o psiquiatra. Yo no
pienso verle la cara a ninguno de los dos;
estoy firmemente convencido de mi posición, posición que juraría todas
las veces del mundo, por Dios, por la salud de mi madre y por el scrabble,
mi adorado pasatiempo educativo. Cuando me expreso de esa manera sé por
qué lo estoy haciendo. Jamás iría a molestar a un urólogo a sabiendas
de que mi próstata está bien, ¿cierto? Nunca me he quejado ni de la
vesícula, tiroides, vista o presión. Me quejé del estreñimiento en 2015 y en junio de 2017, pero, una vez controlado, nunca más he molestado a un gastroenterólogo para ese fin. Tampoco he vuelto a quejarme de la amígdala lingual derecha, pues, esta me ha dejado en paz desde la primavera de 2018. Yo mejor que nadie conozco mi organismo, porque es el mío.
A
principios de 2014 le creí ciegamente a un alergólogo, uno de los
mejores del país, para llevar un tratamiento de vacunas de
inmunoterapia. ¿Funcionó? NO. No me funcionó al sexto mes, fecha en la
que supuestamente el paciente debe sentirse como si estuviera sano;
mucho menos a los 20 meses (un año y ocho meses). Por eso tomé la
decisión de suspenderlo por cuenta propia. ¡Y eso, aquel alergista me
había condenado a 4 años de vacunas! Si no funcionó,
al sexto mes, ni tampoco al año y ocho meses, mucho menos lo haría en
los años que faltasen. Por aquella mala experiencia jamás volvería a
colocarme esa porquería de antígeno. No me trataría ni con el mejor
alergista del mundo, sea gringo, japonés, coreano, ruso, de donde sea.
Estoy firmemente convencido de que mi caso no compete a otorrinolaringólogos, sino a cirugía maxilo-facial.
Es cierto que un especialista de esa área me drenó los senos maxilares
en noviembre de 2017, pero se quedó alicorto, pues, no pudo eliminar el
escozor molestoso y el sabor amargo del agua que me aquejan del lado
derecho. Tampoco fue capaz de abordar la hinchazón del hueso maxilar
superior derecho ni la secreción molestosa del día a día. Entonces, me
preguntó: ¿para qué mierda sirvió aquella cirugía? La ciencia médica
dominicana, mediocre hasta más no poder, debería indemnizarme
económicamente y devolverme toda la plata gastada en medicinas,
consultas y cirugías desde el año 2016 hasta el presente. Pero claro,
entiendo que sus representantes se van a defender con un uñas y dientes,
degenerando el asunto en el ya harto y famoso “tu palabra contra la
mía”. Ellos tienen abogados poderosos y marrulleros.
Cantidad de médicos visitados desde 2016, año en que surgió el problema:
Año 2016
2 hematólogos
2 otorrinolaringólogos
2 odontólogos
Año 2017
3 otorrinolaringólogos
3 odontólogos
1 cirujano maxilo-facial
Año 2018
2 otorrinolaringólogos
1 odontólogo
Ya
no seguiré visitando otorrinos, a razón de que todo rallaría en un más
de lo mismo: “vamos a ver tu nariz, oídos y garganta”, “hazte estos
análisis y una tomografía de senos paranasales”, “tómate estos
medicamentos por 10 días y ven a verme de nuevo”. ¡Se acabó el seguir dando vueltas en el mismo círculo vicioso y botar mi dinero!
Una vez más seguiré apostando a vivir el día a día, sin esperar algo a cambio, ni de este año ni de los venideros.
Continuará...