Por Iván Ottenwalder
Como observador de la realidad beisbolera que he sido desde mi infancia, y tomando en cuenta de que nada es ni debe ser descartable en este apasionante deporte que une a los dominicanos, me he tomado la oportunidad de pensar un poco en aquello que, aunque pueda parecerle a muchos ficción, en verdad no tendría por qué serlo. Lo muy difícil no necesariamente tiene que ser imposible. Obviamente, los hitos son fenómenos muy extraños y escasos en la vida, por lo regular ocurren con muy poca frecuencia, quizás uno, tal vez dos, en un siglo. A continuación algunos casos insólitos jamás ocurridos en la final del béisbol dominicano, pero que el día más aciago para unos y más bendito para otros, podría suceder.
- Que el equipo local haya realizado el último out para ganar la corona en el noveno partido, pero que el conjunto oponente apele la decisión del árbitro y solicite la revisión. Que durante la misma los árbitros se reúnan y determinen que la jugada no había sido out, sino safe. Imagínense lo que significaría eso para los jugadores y fanáticos que ya se habían lanzado al terreno de juego a celebrar. Cambiar la decisión podría tener ciertas implicaciones: discusiones acaloradas con los colegiados, broncas entre fanáticos, pero, lo más sorprendente aún sería, que el equipo que recibió el fallo a favor, el visitante, termine entonces ganando el campeonato en extrainnings.
- Que el equipo local termine ganando el campeonato de la siguiente manera: abajo en el marcador por una diferencia de dos carreras en el último inning, dos outs y bases limpias; que logren llenar las almohadillas de la forma que sea, y que el siguiente bateador dispare triple remolcador de tres y ¡final del partido! Analicemos cuán grande sería la decepción para el conjunto visitante que estuvo a ley de un solo out para campeonar y no lograrlo.
- Que el conjunto visitante se halle ganando 4-0 en el último episodio del noveno partido de la final y pierda de la siguiente forma: Después de dos outs y bases limpias sus lanzadores se descontrolen y otorguen 8 bases por bolas consecutivas y terminen perdiendo 5-4 y, de paso, la posibilidad de ser campeones. ¡Los dueños de casa ganadores!
- Que el conjunto visitante llegue a la última entrada del noveno partido ganando por una carrera y pierda de esta manera: Después de dos outs los locales llenan las bases y el lanzador de los visitantes lanza dos wild pitches, anotando los dueños de casa dos carreras y titulándose campeones.
- Que el equipo local esté ganando en el último episodio del noveno partido de la final por cinco carreras y pierda antes los visitantes de esta forma: Después de dos outs el próximo bateador de los visitantes conecte elevado fácil al jardín central y que el defensor de la posición deje caer la bola. Ya tenemos uno en base. ¿Pero qué sucede luego? El pitcher de los dueños de casa se descontrola y le caen a palos. El dirigente lo sustituye por otro pero también este último es castigado ofensivamente. Resulta que los los visitantes toman la delantera del partido y terminan ganándolo debido a que los homeclubs no hayan hecho carreras en su última oportunidad. Solo supongan lo que sería para los fanáticos de los locales haber sucumbido en esa condición.
- Que un noveno partido de la serie final sea decidido en la entrada número 18° o 20°, ganando el que sea.
- Que un equipo, luego de perder sus primeros 4 partidos, consiga ganar 5 en forma seguidas y titularse campeón, para mayor sorpresa, en la casa del contrario.
Podrían haber otras formas espeluznantes en las que un equipo gane o pierda un campeonato en el más emotivo o traumático de los casos. Lo cierto es que en el béisbol, como en cualquier otro deporte, nada está definido hasta que no se concrete la victoria. Naturalmente, nadie quiere perder en forma escalofriante.