Tuve las claras intenciones de lucírmela, robarme el espectáculo tal cual ocurrió la última vez, el lunes 29 de enero – en mi casa – cuando le vencí holgadamente en seis de siete partidas. Pero la historia del 8 de abril, aunque muy batallada, sería distinta: el entrañable amigo y rival me derrotaría en cuatro de siete desafíos (4-3).
Por Iván Ottenwalder
El sábado santo cayó un día 8 de abril. Tendría muy poco que hacer. Es por eso que, el día anterior, 7 de abril (Viernes Santo) había telefoneado por mi móvil a Guillermo Bodden para contar con su parecer de jugar al menos unas cuentas partidas de scrabble en el tan frecuentado punto de encuentro de tantos épicos matches entre nosotros, el área de comida de Bella Vista Mall. Aceptó y concordamos con vernos el sábado.
Tuve claras intenciones de lucírmela, robarme el espectáculo tal cual ocurrió la última vez, el lunes 29 de enero – en mi casa – cuando le vencí holgadamente en seis de siete partidas. Pero la historia del 8 de abril, aunque muy batallada, sería distinta: el entrañable amigo y rival me derrotaría en cuatro de siete desafíos (4-3).
Arribamos a la plaza casi siendo las dos de la tarde. Compramos algunas botellas de agua; preparamos la mesa (tablero, atriles, bolsa y hoja de anotar) y ¡listo para la batalla!
El primer combate fue cerradísimo el cual pude ganar 461 – 438, de paso aprovechando el descuento de 10 puntos de mi oponente, que se me sumaron al final. La segunda batalla, también reñida, fue suya (469-442).
Tras un breve receso de 5 minutos regresamos al campo de combate para la tercera duela. Me la pude llevar con ligera diferencia de 68 tantos (455-387), sin embargo, en la cuarta, por obra y gracia de la malquerida Q, que se me quedó colgada en el atril y me hizo pasar en mis últimos seis turnos, perdí con precariedad 443-448. ¡Bendito para Bodden, cayó mi descuento de 5 puntos!
Otro pequeño receso antes de la quinta. En esta señoreé con marcador amplio de 534 – 450, 84 tantos de diferencia. Razones para creer las tenía de que me iba a llevar la pequeña serie del sábado santo. Empecé a creerlo, pero sucedió lo inimaginable, lo que no estaba en mi libreto mental. El sexto match fue un adefesio en el que cometí cuatro errores, algo nunca visto que recuerde en mi historial de jugador de las palabras cruzadas. La perdí como idiota y de manera vergonzosa (285 – 460). Llovieron las maldiciones. Todas me las dirigí a mí mismo.
La séptima batalla, última de la jornada resultó igualmente en revés. Con anotación de 352 - 495 fui abatido al caer el telón y el reloj marcando las diez de la noche. Nos marchamos a nuestras casas. ¡Hasta una próxima serie!
Estadísticas
Guillermo Bodden: 4 ganadas y 3 perdidas
Iván Ottenwalder: 3 ganadas y 4 perdidas
Promedio de puntos por partida
Guillermo Bodden: 449.57
Iván Ottenwalder: 424.57
Promedio de scrabbles por partida
Guillermo Bodden: 2.57
Iván Ottenwalder: 2.85