Por Iván Ottenwalder
El domingo 16 de julio sería el último día de la competición escrablera. El Norcenca llegaría a su final en el que se definirían las posiciones definitivas de los 39 competidores que accionaron en la justa desde el pasado viernes 14 (cuando inició el torneo).
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Foto grupal de los jugadores del torneo. |
Al igual que los días anteriores – aunque suene manido relatarlo – me levanté temprano a asearme y vestirme para luego salir de la habitación en ruta al restaurant a tomar el desayuno. Allí me enteré, gracias a Enrique Cortés, que en paz descanse porque fallecería meses después, que había logrado la segunda posición en la segunda bolsa del torneo de duplicadas del viernes 14. La ganadora había sido Aglaía Constantín, la colombiana de la derrota histórica y anómala por culpa de su aplicación celular defectuosa en una partida frente a mí en el torneo individual el mismo viernes por la tarde. Pero de nada nos serviría esas posiciones, pues en la primera bolsa, nos fue horrendamente mal. La noticia la recibí como una especie de consuelo, dado lo mal que me había ido en las seis rondas del día anterior (sábado 15).
Después de desayunar salí a caminar y se me antojó comer algo en una panadería panameña. Compré dos panes de bono; también un buñuelo y un chocolate caliente que estaba delicioso. Regresé a tiempo al hotel. Subí al salón del último piso donde se disputa el torneo. No había empezado todavía la décima ronda pero era cuestión ya de pocos minutos para el arranque. Como expliqué en el capítulo anterior el profesor Alejandro Terenzani sería mi adversario para dicha ronda.
Pocos después de las 9 de la mañana iniciaron las partidas de la ronda 10. El profesor venezolano y yo tomamos nuestros asientos y arrancamos la duela.
Tan solo en una ocasión me vi arriba en el marcador, durante mi segundo turno (87-33) tras colocar LARDEES (precisamente de 87 tantos). Después, nunca más, aunque, cada vez que mi rival se alejaba, yo me le acercaba peligrosamente pero sin nunca poderle dar caza definitiva.
Y no es que no tuviera a mi alcance en varios momentos tomar la delantera, pero, si lo hacía hubiera tenido que disponer de la J para la colocación de par de monosílabos de mucha puntuación, a cambio de dejarle el campo abierto para un remate en zona triple central derecha, cosa que hubiese sido un gran riesgo. Me reprimí ciertamente de pillar unos buenos 45 o 50 puntos, quizás al principio había justificación, pero después no tanto. Tuve miedo a un bingo como contragolpe en la zona descrita. El hecho, que sea como sea, se perdió la partida. Mi oponente ganó 472 a 435.
Tras diez minutos de receso me tocó como rival el costarricense Enrique Villalobos. Al tico le pude derrotar con marcador de 449 – 386. Bonifiqué cuatro veces: LANCÉIS (70), CATEARE (79), COLUDIRÁ (63) y DESEOSO (74).
La foto del torneo
Después de finalizar la ronda número 11 llegó el momento de que todos los participantes nos tomáramos la foto en grupo del torneo Norcenca. Esta, se tomó en el área de la piscina del hotel, en el último piso al aire libre.
Al finalizar la ronda número 11 Francisco Javier Guerrero, mexicano, se encontraba en la primera posición con 10 victorias y tan solo un revés. El colombiano Beto Mora tenía 9 triunfos y dos reveses. Entre los dos reveses del colombiano, uno se lo había propinado el autor de esta crónica el primer día del evento, el viernes 14. El otro, el propio Guerrero ese domingo 16. Tan solo una partida de diferencia, separaba al mexicano del colombiano. En cierta medida, yo también era culpable de que el suramericano no tuviese en primer lugar en ese momento. Pero no tenía de que lamentarme, pues era mi deber jugar para ganar así como el de los otros hacer lo mismo.
Y como unas van de cal y las otras de arena, me encontré en las afueras del salón con María Alejandra García (colombiana) contándome y lamentándose cómo perdió su match frente a Francisco Javier Guerrero tras comerle la duda sobre si una palabra que le hubiese dado mucho puntaje existía o no. El vocablo existía, dejó de ganarse esos puntos y no pudo vencer al mexicano. Si ella derrotaba a Guerrero, el colombiano Mora, su compatriota o paisa hubiese seguido en la primera posición. Así de simple.
Ahora bien, a nivel de reflexión interna yo estaba teniendo un pésimo torneo. La falta de un repertorio más amplio de vocabulario y un poco de mejora en los niveles estratégicos me estaban haciendo falta. Sin dudas que sí.
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Partida frente a Yezid Cabrera. |
Minutos más tarde ya estábamos de regreso en el salón de juego. En la ronda 12 y mesa número 7 me esperaba el venezolano Diego Lattuf, ese que me había derrotado el día anterior con soberana paliza. ¿Y adivinen qué? Me propinó otra. Esa con score de 447 a 326.
Llegaba la hora del almuerzo y era momento de alimentar el estómago. Antes, decidí pasar por mi habitación para darme una ducha. Luego de aquel aseo entonces bajé al restaurante de la planta baja a comer.
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Imagen del tablero de la partida contra Yezid Cabrera. |
Siendo poco más de las tres de la tarde arrancó la última ronda, la 13. En la mesa 9 me tocó como adversario el colombiano Yezid Cabrera, jugador de mucho talento y dentro del grupo élite del scrabble de su país. La partida frente al suramericano estuvo cargada de mucho dramatismo hasta el final. Después de unos primeros turnos en que ambos cambiamos letras, pude colocar dos bingos en turnos consecutivos (DORADAS de 72 y EVACUAR de 89) que rápidamente me colocaron delante en el marcador 161 – 72. El colombiano jamás se rendiría pues, gracias a unos cortos de buenos puntajes como PILOTEN (36) y COPE (41) más dos scrabbles seguidos (ENLOZADA de 109 y ACOGOLLAD de 84) lo situarían al frente de la anotación (306 – 225). Fue la última vez que comandó. No lo volvería hacer, y esto debido a mi contragolpe, también con dos bingos consecutivos (FIESTEA de 82 y ASOTANÉ de 92) que me pusieron delante en el marcador, aunque con precariedad (399 – 348) debido a que mi rival tenía grandes agallas y jamás se rendiría tan fácil.
Él logró puntuar con vocablos cortos de mucha valía, por ejemplo AQUÍ (30), BERRÍN (43) y MURES (33); yo en cambio, ni corto ni tonto pude colocar unos también muy buenos como JE (31), OS (30), UH (25) y CHALE (36). El resultado final quedó 553 contra 500 a mi favor.
Minutos más tarde, luego de un refrigerio inició el acto de clausura. Se entregaron los premios y certificados de participación a los jugadores que vieron acción en el torneo. A continuación los ganadores:
- Alejandro Terenzani (Venezuela), campeón torneo de Duplicadas
- Diego Lattuf (Venezuela) subcampeón torneo de Duplicadas
- Eduardo Fernández (Panamá), tercer lugar torneo de Duplicadas
- Daniel Ospina (Colombia) tercer lugar torneo modalidad clásica
- Beto Mora (Colombia), segundo lugar torneo modalidad clásica
- Francisco Javier Guerrero (México) campeón torneo modalidad clásica
En verdad el mexicano Guerrero y el colombiano Mora quedaron empatados en victorias en la primera posición [11 triunfos y dos reveses], pero, debido a los criterios de definición de desempates (ciertos parámetros estadísticos ya establecidos por la FILE para definir los desempates) el mexicano fue declarado ganador del torneo. Mora incluso le ganó dos de tres partidas a Guerrero, pero esto sirvió poco.
También, en el acto de clausura, se anunciaron los clasificados para el mundial de Costa Rica en el mes de diciembre. Yo estaba entre los anunciados.
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El podio de la duplicada. |
Tras terminar el acto llovieron las despedidas. Algunos jugadores decidieron marcharse a sus países el mismo domingo por la tarde – noche, mientras que otros esperaron hasta mañana (lunes 17).
Un grupo de jugadores, de los que se quedarían en el hotel hasta mañana fuimos al edificio más alto de Ciudad Panamá a presenciar un partido de fútbol entre las selecciones de México y Panamá. Ese partido se iba a jugar en Los Ángeles (Estados Unidos de Norteamérica) e iba a ser televisado por la televisión por cable panameña. Un grupo se fue en el Suzuki Swift color azul de Verónica Bermúdez. Otro se fue en otro vehículo.
Nos dirigimos específicamente al Ocean Casino del JW Marriot Panamá, el edificio más alto – como dije antes – de todo Panamá. También subimos a la azotea de aquel rascacielos directamente al restaurante – bar Panaviera, a tomarnos unas fotos. Desde allí se podía observar una hermosa panorámica del mar, y parte del Canal de Panamá.
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Terenzani (izq) recibe trofeo de campeón de duplicada. |
Luego bajamos a la planta donde estaba situado el casino. Allá veríamos en grupo el partido de fútbol. Duramos como hasta 10:30 de la noche. México ganó 1-0 para infortunio de los que apoyaban a la selección panameña, la mayoría de los asistentes. La pasamos muy bien, y comimos abundante y a buen precio. Los dados a las bebidas alcohólicas tomaron cervezas; yo Coca Cola ya que soy abstemio.
Verónica nos llevó de regreso al hotel y nos prometió, a los costarricenses, francés y a mí, llevarnos al aeropuerto temprano en la mañana del lunes 17. “Si a las seis de la mañana ustedes están listos en el lobby con sus maletas, se van conmigo al aeropuerto”, nos garantizó.
Ya de nuevo en mi habitación me preparé a arreglar mi equipaje, observando minuciosamente que no se me quedara nada. Todo perfecto y en orden.
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Francisco J. Guerrero recibe trofeo de campeón del Norcenca. |
Hora de dormir, a levantarse temprano en la mañita, a eso de las cinco sería mejor.
Lunes 17 de julio
Me levanté temprano como lo tenía previsto, a las 5:00 a.m. Tras mi aseo personal tomé mi maleta y mochila y salí rumbo a la recepción. Aunque el desayuno sería colocado a partir de las seis de la mañana, un personal del hotel hizo lo posible para que desayunáramos algo. Eran como las 5:45 a.m.
A las 6:15 a.m. esperábamos, tranquilamente, Emmanel Gely y los costarricenses Rolando Guevara y Enrique Villalobos más un servidor, a que llegara Verónica. El francés ya se había impacientado por lo que decidió tomar un taxi. Aprovechó que había uno en las afueras del hotel. Justamente en ese instante llegaba el vehículo de Verónica. Gely, ya había apalabrado un acuerdo con el taxista, de modo que solo nos fuimos con la amiga panameña Rolando, Enrique y yo.
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Beto Mora (izq) recibiendo el trofeo de subcampeón. |
El trayecto al aeropuerto tardó poco más de 40 minutos. Nos despedimos de nuestra gran anfitriona con abrazos. Cada quien abordaría un avión directo a su destino, los costarricenses al suyo, y yo al mío.
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De izquierda a derecha, Mora (subcampeón), Guerrero (campeón) y Ospina (tercer lugar) |
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Posiciones finales (primera parte). |
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Posiciones finales (segunda parte). |
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Dentro de un elevador del edificio JW Marriott Panamá. |
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Foto con Verónica Bermúdez en la azotea del JW Marriott Panamá. |
Fin.