miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿Qué provocó la dinastía Águilas-Licey desde 1995-96 al 2008-09?

Por Iván Ottenwalder

Los Tigres del Licey y Águilas del Cibao establecieron un imperio desde la temporada 1995-96 hasta el 2008-09. ¿Cómo sucedió esto?
A esta interrogante no hay que darle tantas vueltas. Si revisamos la historia caemos en la cuenta que fue la incapacidad ganadora de los demás equipos de la liga: Toros del Este, Estrellas Orientales, Gigantes del Cibao y Leones del Escogido lo que dio al traste con esta dinastía de 14 años.
En varias ocasiones de series finales Águilas y Tigres no necesariamente fueron los favoritos ante sus adversarios, pero se impusieron, y en otros casos hay que reconocer que hubo golpes de suerte que beneficiaron a estos dos titanes del béisbol criollo.
Vemos como en la gran final entre Águilas y Estrellas de 1995-96 un traumático error de Víctor “Liquito” Rosario, en el cuarto juego, mató las esperanzas de las Estrellas Orientales de regresar y eventualmente cambiar el rumbo de la serie. En la final de 1998-99 los Leones del Escogido, ampliamente favoritos para vencer a los Tigres, echaron a perder el noveno y decisivo juego de la serie con errores de la defensa; a esto hay que sumarle que unos batazos mal conectados por bateadores del Licey se convirtieron en hits.
En la final de 1999-2000 las Estrellas Orientales estuvieron a punto de hacer el milagro, pero en el séptimo y decisivo partido en el estadio Cibao dejaron muchos corredores en posición anotadora y NUNCA apareció el batazo oportuno. Empataron a dos vueltas en la novena entrada pero todo se quedó ahí.
En la final del 2000-01, los Leones del Escogido, teniendo un equipo superior al de las Águilas Cibaeñas, no las pudieron vencer y la ofensiva se les apagó en los juegos cuarto, quinto y sexto.
Para el Todos contra Todos de la estación 2001-02 las Estrellas Orientales tuvieron un equipo de ensueño, una maquinaria demoledora en bateo y pitcheo capaz de despertar la envidia de muchos conjuntos en el mundo. Ellos batearon consistentemente, produjeron carreras, pero fueron incapaces de derrotar el último día del calendario a unas Águilas Cibaeñas, ya clasificadas, que salieron al terreno con sus jugadores de la banca, con un equipo categoría C.
Hay que hacer un paréntesis para señalar también, la forma irresponsable como los peloteros de las Águilas les jugaron el penúltimo día del Round Robin a los Tigres del Licey, en un partido efectuado en el parque Quisqueya. Mucha gente de la crónica deportiva y aficionados al deporte se dieron cuenta del juego bochornoso y medalaganario que emplearon los Cibaeños ante sus rivales históricos. Días antes, varios jugadores de la novena cibaeña, entre ellos Alberto Castillo, llegaron a decir que preferían una serie final ante los Tigres del Licey.
En el Round Robin de la campaña 2006-07 los Gigantes del Cibao fue el primer conjunto en ganar diez partidos, para luego perder de manera espantosa los últimos cinco del calendario.
En el Round Robin del torneo 2007-08 las Estrellas Orientales fueron los primeros en ganar siete partidos, pero luego se les apagaron los bates, perdiendo el resto de los juegos que les quedaban. A esto hay que agregarle, descuido de la gerencia oriental de no llenar algunos huecos: se necesitaba de un bateador importado de poder y otro lanzador abridor.
Y por último, en la serie final del 2008-09 los Gigantes del Cibao, además de que fueron perjudicados por un mal arbitraje en el primer partido, fueron incapaces de ganar al menos UN juego. Ellos tenían un equipo ofensivo y con poder.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Estrellas Orientales pueden romper némesis ante Águilas Cibaeñas en serie final



Por Iván Ottenwalder

Las Estrellas Orientales podrían terminar la temporada regular del torneo 2010-11 con su mejor palmarés en victorias y derrotas en muchos años.

Incluso, mejor que el negativo récord de 23-26 con que clasificaron en la estación 2007-08.

Este equipo ha demostrado que puede producir muchas anotaciones en el juego. Su picheo de relevo ha mejorado sustancialmente y un ejemplo digno de admiración ha sido el serpentinero Jesús Colomé.

Cayendo de golpe ahora en el tema central, sobre la rivalidad de las Águilas Cibaeñas y las Estrellas Orientales en series finales, quiero expresar mi punto de vista.

Es cierto que las cuatro veces que las Estrellas se han medido a las Águilas en series finales, todas han sido victorias aguiluchas. No lo discuto.

Es cierto también que tres de esos cuatro campeonatos las Águilas lo conquistaron en el estadio Tetelo Vargas de San Pedro de Macorís. No lo discuto.

También es cierto que en esas cuatro coronas amarillas han ocurrido dramatismos adversos al equipo de San Pedro de Macorís, y porqué no decirlo, hasta golpes de suerte. Las Águilas han tenido varias veces el santo en la espalda. Eso no se discute.

¿Que en esta temporada las Estrellas han jugado mejor pelota que las Águilas, que han tenido mejor bateo colectivo, que un mal arbitraje en Macorís perjudicó a los Orientales en un desafío, que unos errores estúpidos de la defensa verde en un juego en Santiago le negó una eventual victoria? Eso tampoco se discute.

¿Que si las Águilas clasifican al round robin podrían entrar a juego Miguel Tejada, Melky Cabrera y Fausto Carmona? Eso puede ser verdad. Pero, ¿entrarían en plenitud de forma? ¿No necesitarían de dos o tres semanas para ponerse en ritmo? Eso le pasó a Eugenio Vélez cuando entró a juego, que necesitó dos semanas para que su bateo arrancara.

Tejada, Cabrera y Carmona no son dioses inmortales. Es más, la producción ofensiva de los dos primeros en Grandes Ligas ha declinado considerablemente.

Voy a ser honesto. Creo y confío más en un Alex Valdez, Eugenio Vélez, Argenys Reyes, Félix Pie, Michael Martínez, Pablo Ozuna, Radhamés Liz y quizás me falten otros, que sí han contribuido por la causa de su escuadra desde el inicio de la temporada que unos peloteros que vengan dizque a jugar a última hora, que, reitero, les puede llevar tiempo ponerse en forma.

Por todo esto, sostengo que: en caso de producirse un escenario de serie final entre las Águilas Cibaeñas y las Estrellas Orientales, los de San Pedro de Macorís podrían romper de forma convincente su némesis ante los de Santiago.
La historia es una cosa, pero hablemos de la actualidad.

viernes, 3 de diciembre de 2010

A todo Rijo le llega su Pupo Brito

José Rijo.
Por Iván Ottenwalder
 
Desde finales de los ochenta y principio de los noventa los Tigres del Licey tuvieron en su roster de jugadores a uno de los pitchers más sensacionales del béisbol dominicano: José Rijo.

Un lanzador derecho con muy buena mecánica para dominar a la oposición. En su carrera de 14 años en las Grandes Ligas tuvo marca de 116 victorias y 91 derrotas con efectividad de 3.24.

El momento climax de su carrera fue cuando obtuvo el premio de Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1990 en que los Rojos de Cincinnati vencieron a los Atléticos de Oakland por barrida de 4-0.

En ese playoff final el récord de Rijo fue 2-0, 14 ponches y efectividad de 0.59 en 15.1 entradas lanzadas.

Fue un pitcher de mentalidad ganadora. En la liga dominicana registró marca de 8-16 en 240.1 innings lanzados, 163 ponches, permitió 86 carreras limpias y su efectividad fue 3.22.

Bernardo Brito. Temporada de novato, 1985-86
Rijo fue determinante en dos series finales ganadas por Licey: la de la campaña 1990-91 y la de 1993-94. En ambas ganó un partido para colocar la final 3-1 a favor de los felinos, quienes posteriormente dieron el rematazo final para coronarse campeones. ¿De no haber lanzado Rijo en esas dos series, hubiese perdido el Licey? Nadie lo sabrá, pero hay que reconocer que los Tigres desataron una gran ofensiva en esas finales, de modo que, así como se puede decir una cosa, también la otra.

Así como caen todos los imperios, como a Napoleón le llegó su derrota en Waterloo, a José Rijo también le tocó su día. Su época de esplendor llegaría a su fin cuando en un crucial partido de la serie regular de la temporada 1994-95, escenificado viernes por la tarde en el estadio Quisqueya, y donde Licey se jugaba la vida, el poderoso bateador designado de las Estrellas Orientales, Bernardo “El Pupo” Brito, le conectó un soberbio cuadrangular válido para dos anotaciones en la primera entrada. En ese mismo episodio, pocos minutos después, por discutir el conteo de las bolas y strikes, Rijo fue expulsado del partido por el árbitro de home. El Licey terminó perdiendo ese juego y sus esperanzas clasificatorias se desvanecieron.

A principio de esa temporada el Licey había enviado a Bernardo Brito a las Estrellas Orientales a cambio del receptor Francisco Cabrera. En esa negociación los Orientales salieron ganando, pues “El Pupo”, con su bateo de poder, contribuyó a la clasificación de su equipo, mientras Francisco Cabrera hizo un aporte prácticamente nulo para Licey, que quedó en último lugar de la tabla de posiciones.

El mismo Brito confesó que le afectó bastante y hasta lloró de rabia cuando los Tigres, el equipo de casi toda su vida, lo cambió para las Estrellas, sin embargo, una vez en las filas del conjunto verde, prometió vengarse, y lo cumplió. Descargó fuertes batazos contra el picheo azul y de los otros conjuntos de la liga. Esto le valió para ganarse la ovación de todos los aficionados del equipo Oriental, quienes lo vitoreaban y le hacían sentirse querido en su nueva casa.