Aunque nada fue tan fácil, el 2015 me abrió las puertas al prestigioso torneo cubano.
Por Iván Ottenwalder
No sé si acaso fue el destino,
alguna deidad o lo que se llame quien se puso de mi lado. Lo cierto es, y esto
he de contarlo, que desde diciembre de 2014 la mala salud venía haciéndome
jugarretas pesadas. Aquel diciembre fue la dermatitis seborreica quien me puso un poco en apuros. Me la medicaron y en menos de dos semanas ya
estaba como nuevo. Luego vino enero de 2015: pérdida de peso, estreñimiento más
gastritis y Helicobacter Pylori incluidos. Antes de que me entregasen los
resultados por mi mente divagaron los peores pensamientos. Al fin de cuentas
las cosas no fueron peores. El tiempo de recuperación tardó un mes aproximado,
hasta que el último examen de heces para determinar si aún tenía la maldita
bacteria, salió negativo. ¡Eureka! Ya todo empezaba a cuadrar mejor. Pero eso
sí, no niego que estuve a punto de cancelar el vuelo dos semanas antes. Mis
médicos me dijeron que podía hacer el viaje, que nada me ocurriría.
…Y
llegó el día
Por fin llegó aquel domingo 29
de marzo en que arribaría con destino a un país diferente y, al mismo tiempo,
hacia un entorno social, aunque pequeño, pero muy apegado a mi pasatiempo
favorito: el scrabble. Pero el sueño se concretó el lunes 30 en horas de la
madrugada. La Habana,
capital de Cuba, se me hizo posible, a pesar del retraso de vuelo de Cubana de
Aviación, que se retrasó y terminó despegando a la una de la mañana del citado
lunes.
Llegué alrededor de las 3:30
de la madrugada al Aeropuerto Internacional José Martí. Al salir de migración
para dirigirme al área de recogida de maletas me detuvo una chica empleada del
aeropuerto. Era una de las agentes aeroportuaria, me parece.
– Disculpe señor, pero
necesito hacerle algunas preguntas: ¿Con qué finalidad viene usted a La Habana? – Le respondí que a
participar en el Internacional Cuba Scrabble 2015 que se efectuaría entre
jueves y sábado en la Biblioteca Pública
Rubén Martínez Villena.
- ¿Puedo saber cuál es su
profesión? – Periodista, le respondí.
- ¿Y dónde trabaja usted como
periodista? – Le hable de mi lugar de trabajo en Santo Domingo.
- ¿Me puede mostrar alguna
identificación que lo acredite como periodista? - Le enseñé mi cédula dominicana y con eso le
bastó para atinar sus últimas palabras: Bienvenido
a Cuba.
Fui a recoger mi maleta y, al
salir del aeropuerto, tomé un taxi. Le di mi dirección al taxista y me encaminó
a mi punto de destino. Al llegar me espera Rolando Guadalupe, campeón del Cuba
Scrabble durante cinco años consecutivos. Me preguntó ¿Tú eres Iván? Tamaña sorpresa me llevé No imaginaba que Rolando me
esperaría frente a la pensión donde estaba supuesto a hospedarme.
Vaya Rolan,
solo los grandes amigos como tú hacen algo así. Se rió a carcajadas. Me dijo: eso no es nada Iván, tú y yo hablamos por
correo a cada rato.
Luego vuelvo la mirada al
taxista, quien ya había apeado mi maleta del baúl, y le pregunto cuánto le
debía. Me responde que son 25 CUC. Le conté que solo tenía dólares y que debido
a la hora no había podido cambiarlos a pesos cubanos convertibles. Me dijo que entonces
serían 30 dólares. Ya eran más de las 4 de la madrugada. Le pedí que me
encaminara a un lugar donde cambiarlos. Nos pusimos de acuerdo y así lo
hicimos. En tanto, Rolando se había ofrecido a cuidar de mi maleta en lo que el
chofer y yo resolvíamos lo del dinero.
Tomamos rumbo hacia un hotel cercano. En la recepción le pedí a la cajera que por favor me cambiara 100 dólares en CUC. Ella se negó.
- Chica, es para pagarle al
caballero que anda conmigo que es taxista – Con eso bastó y de una vez me los
cambió. Le entregué 100 dólares y ella a mí 87 CUC. Le pagué al taxista y me
encaminó nuevamente al lugar donde debía hospedarme.
Al regreso Rolando me esperaba
con mi equipaje agarrado y celosamente cuidado. Para más sorpresa contó que me
había conseguido otra habitación de alquiler, en lugar de la que me había
sugerido para diciembre. Me había explicado que la casera de la calle K, en
Vedado, había rentado la habitación en la que suponía debía hospedarme pero que
él había hecho diligencias para conseguirme otro dormitorio más barato, en la
calle J. Hasta allá me encaminó. Tocó la puerta. Abrió la dueña de la vivienda
y me presentó ante ella. La casera me mostró la habitación, el baño, y
acordamos que el alojamiento más desayuno incluido por seis noches me saldría
en 150 CUC. ¡Perfecto, ya tenía donde dormir durante mi estadía en La Habana!
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