lunes, 6 de abril de 2015

Internacional Cuba Scrabble 2015. El viaje de nunca olvidar (Primera parte)


Aunque nada fue tan fácil, el 2015 me abrió las puertas al prestigioso torneo cubano.

Por Iván Ottenwalder

No sé si acaso fue el destino, alguna deidad o lo que se llame quien se puso de mi lado. Lo cierto es, y esto he de contarlo, que desde diciembre de 2014 la mala salud venía haciéndome jugarretas pesadas. Aquel diciembre fue la dermatitis seborreica quien me puso un poco en apuros. Me la medicaron y en menos de dos semanas ya estaba como nuevo. Luego vino enero de 2015: pérdida de peso, estreñimiento más gastritis y Helicobacter Pylori incluidos. Antes de que me entregasen los resultados por mi mente divagaron los peores pensamientos. Al fin de cuentas las cosas no fueron peores. El tiempo de recuperación tardó un mes aproximado, hasta que el último examen de heces para determinar si aún tenía la maldita bacteria, salió negativo. ¡Eureka! Ya todo empezaba a cuadrar mejor. Pero eso sí, no niego que estuve a punto de cancelar el vuelo dos semanas antes. Mis médicos me dijeron que podía hacer el viaje, que nada me ocurriría. 

…Y llegó el día

Por fin llegó aquel domingo 29 de marzo en que arribaría con destino a un país diferente y, al mismo tiempo, hacia un entorno social, aunque pequeño, pero muy apegado a mi pasatiempo favorito: el scrabble. Pero el sueño se concretó el lunes 30 en horas de la madrugada. La Habana, capital de Cuba, se me hizo posible, a pesar del retraso de vuelo de Cubana de Aviación, que se retrasó y terminó despegando a la una de la mañana del citado lunes.

Llegué alrededor de las 3:30 de la madrugada al Aeropuerto Internacional José Martí. Al salir de migración para dirigirme al área de recogida de maletas me detuvo una chica empleada del aeropuerto. Era una de las agentes aeroportuaria, me parece.

– Disculpe señor, pero necesito hacerle algunas preguntas: ¿Con qué finalidad viene usted a La Habana? – Le respondí que a participar en el Internacional Cuba Scrabble 2015 que se efectuaría entre jueves y sábado en la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena.

- ¿Puedo saber cuál es su profesión? – Periodista, le respondí.

- ¿Y dónde trabaja usted como periodista? – Le hable de mi lugar de trabajo en Santo Domingo.

- ¿Me puede mostrar alguna identificación que lo acredite como periodista? -  Le enseñé mi cédula dominicana y con eso le bastó para atinar sus últimas palabras: Bienvenido a Cuba.

Fui a recoger mi maleta y, al salir del aeropuerto, tomé un taxi. Le di mi dirección al taxista y me encaminó a mi punto de destino. Al llegar me espera Rolando Guadalupe, campeón del Cuba Scrabble durante cinco años consecutivos. Me preguntó ¿Tú eres Iván? Tamaña sorpresa me llevé No imaginaba que Rolando me esperaría frente a la pensión donde estaba supuesto a hospedarme.

Vaya Rolan, solo los grandes amigos como tú hacen algo así. Se rió a carcajadas. Me dijo: eso no es nada Iván, tú y yo hablamos por correo a cada rato.

Luego vuelvo la mirada al taxista, quien ya había apeado mi maleta del baúl, y le pregunto cuánto le debía. Me responde que son 25 CUC. Le conté que solo tenía dólares y que debido a la hora no había podido cambiarlos a pesos cubanos convertibles. Me dijo que entonces serían 30 dólares. Ya eran más de las 4 de la madrugada. Le pedí que me encaminara a un lugar donde cambiarlos. Nos pusimos de acuerdo y así lo hicimos. En tanto, Rolando se había ofrecido a cuidar de mi maleta en lo que el chofer y yo resolvíamos lo del dinero.

Tomamos rumbo hacia un hotel cercano. En la recepción le pedí a la cajera que por favor me cambiara 100 dólares en CUC. Ella se negó.

- Chica, es para pagarle al caballero que anda conmigo que es taxista – Con eso bastó y de una vez me los cambió. Le entregué 100 dólares y ella a mí 87 CUC. Le pagué al taxista y me encaminó nuevamente al lugar donde debía hospedarme.

Al regreso Rolando me esperaba con mi equipaje agarrado y celosamente cuidado. Para más sorpresa contó que me había conseguido otra habitación de alquiler, en lugar de la que me había sugerido para diciembre. Me había explicado que la casera de la calle K, en Vedado, había rentado la habitación en la que suponía debía hospedarme pero que él había hecho diligencias para conseguirme otro dormitorio más barato, en la calle J. Hasta allá me encaminó. Tocó la puerta. Abrió la dueña de la vivienda y me presentó ante ella. La casera me mostró la habitación, el baño, y acordamos que el alojamiento más desayuno incluido por seis noches me saldría en 150 CUC. ¡Perfecto, ya tenía donde dormir durante mi estadía en La Habana!

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