Desafortunadamente todos los supuestos escenarios antideportivos y antiéticos que nunca se previeron en aquel lejano 1986, cuando se estableció el modelo Round Robin, llegaron a ocurrir en varias ocasiones futuras.
Por Iván Ottenwalder
A partir de la temporada beisbolera 1986-87 la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM) estableció un nuevo formato clasificatorio de postemporada denominado Todos contra Todos, mejor conocido como Round Robin. Se trataba de un nuevo modelo de playoffs en la liga otoño-invernal, algo así como un mini-torneo en que los cuatro conjuntos con mejores récords en la serie regular y, por ende, ya clasificados a la postemporada, jugarían un total de 9 partidos, tres contra cada rival. Por ejemplo, el equipo A se enfrentaría tres veces al B, al C y al D, y del mismo modo harían los demás equipos.
Este formato a primera vista resultaba interesante y hasta más competitivo para los equipos y fanáticos. Debido a que el calendario de juegos sería más amplio que el antiguo esquema de semifinales de 7-4, las esperanzas clasificatorias serían del mismo modo un poco más equitativas para cada novena. También las posibilidades de recuperación para cualquier equipo en mala posición serían más factibles.
Los que terminaran en primer y segundo lugar alcanzarían sus boletos a la serie final; el tercero y cuarto quedarían eliminados. Era el surgimiento de un sistema con mayores probabilidades clasificatorias para todos, más emocionante, pero también, más escalofriante. Con el Round Robin podrían producirse situaciones reñidas y de suspenso en la recta final, específicamente por la definición del segundo puesto, sobre todo si la diferencia en la tabla de posiciones entre los conjuntos ubicados en segundo y tercer lugar fuese mínima.
El calendario del Todos contra Todos fue extendido a 18 partidos a partir de la contienda 1989-90. Con esta extensión cada equipo enfrentaría seis veces a cada oponente: La escuadra A se mediría seis veces ante sus respectivos rivales B, C y D. Los demás combinados harían lo mismo ante sus oponentes.
Los niveles de competencia, entusiasmo y pasión, pero también el de miedo, aumentaron.
Sin embargo, a los expertos e ideólogos del Round Robin se les escapó un pequeño detalle que quizás jamás imaginaron o consideraron podría llegar a ocurrir. ¿Cuál? Que faltando pocos partidos para finalizar el calendario de esta postemporada un equipo ya clasificado a la final, en este caso el primer lugar, sería capaz de decidir la suerte o destino de uno de los conjuntos que se encontrasen batallando ferozmente por el segundo comodín. Por ejemplo, supongamos este escenario: que el primer conjunto en clasificarse decidiere jugarle algo flojo y con baja intensidad a un rival X, ayudándole a clasificar en perjuicio de otro que también tenía posibilidades matemáticas de clasificación. Para ilustrarlo de una manera más simple, que el equipo clasificado en primero, en este caso A, se deje ganar de B para perjudicar a C.
¿Y esto por qué tendría que ocurrir? ¿A cambio de qué?
Por numerosas razones. Una de ellas, que A considere que B sería un rival más flojo que C en una serie final. Obviamente, A quiere ganar su campeonato y piensa que ante C sus posibilidades de campeonar serían más complicadas. También podría presentarse otro escenario como este: que A le juegue con desgano y sin motivación al equipo que esté en tercer lugar, en este caso C, para mantenerlo con vida y esperanzas clasificatorias ante su oponente B, que en el trecho final se halla ocupando el segundo lugar. Todas estas hipotéticas escenas dependerían naturalmente de la cantidad de partidos que le reste a cada equipo en la curva final del playoff y ante qué rivales.
Desafortunadamente todos los supuestos escenarios antideportivos y antiéticos que nunca se previeron en aquel lejano 1986, cuando se estableció el modelo Round Robin, llegaron a ocurrir en varias ocasiones futuras.
Primera sospecha
Round Robin temporada 1993-94
El día 21 de enero de 1994, en plena recta final del Todos contra Todos, y restándole dos partidos a cada conjunto, la tabla de posiciones se encontraba así:
Equipos
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Juegos ganados
|
Juegos perdidos
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Águilas
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11
|
5
|
Licey
|
8
|
8
|
Toros
|
7
|
9
|
Escogido
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6
|
10
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Para ese mismo día se enfrentarían en Santo Domingo las ya clasificadas Águilas Cibaeñas contra los ocupantes del segundo puesto Tigres del Licey. En La Romana jugarían los todavía esperanzados y con posibilidades Leones del Escogido y Toros del Este.
¿Qué pasó aquella tarde?
Las Águilas Cibaeñas salieron al terreno de juego con un equipo compuesto por jugadores de la banca y de muy escaso nivel. El dirigente de los amarillos, Miguel Diloné, puso a José Martínez como pitcher abridor de ese encuentro, un lanzador que no estaba en plenitud de forma y, hasta hacía poco tiempo, fuera de rotación.
Licey ganó ese choque con una zurra de 12 por 4. Mientras tanto, en La Romana, los Leones del Escogido, que aventajaban 2 a 1 a los Toros hasta la séptima entrada, terminaron perdiendo 5-2.
Connotados periodistas de la crónica deportiva nacional como Leo Corporán y Radhamés Díaz, ambos del vespertino El Nacional, criticaron aquel feo y bochornoso episodio ocurrido en aquella fecha.
Con los resultados de aquellos partidos el standing se puso así:
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
11
|
6
|
Licey
|
9
|
8
|
Toros
|
8
|
9
|
Escogido
|
6
|
11
|
El Escogido quedó automáticamente descalificado, mientras, los Azucareros continuaban con vida y oportunidades. Sin embargo, el 22 de enero, en un desafío a vida o muerte, los taurinos perdieron en el Estadio Quisqueya ante los Tigres, 5 carreras a 2. En Santiago, los Leones y las Águilas, en un duelo ya sin importancia, no pudieron jugar debido a las fuertes lluvias. De todas formas, con la derrota de los Toros en la capital todo quedó definido. Los Tigres se clasificaron en segundo y lograron su pase a la finalísima para medirse antes las Águilas.
Posiciones finales del RR:
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
11
|
6
|
Licey
|
10
|
8
|
Toros
|
8
|
10
|
Escogido
|
6
|
11
|
Segunda sospecha
Round Robin temporada 2001-02
El Todos contra Todos de aquel torneo será recordado por dos incógnitas: la de un equipo que se clasificó segundo lugar por tan solo medio partido de diferencia sobre el ocupante de la tercera posición, negándole la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM) a este último el derecho completar su partido restante, uno que había sido detenido en la séptima entrada debido a fuertes lluvias y que bien pudo haber sido continuado en otra fecha hábil del calendario de juegos. La otra sospecha, de la cual 15 años después muchos fanáticos aún recuerdan, fue la de una victoria en condiciones dudosas por parte del conjunto que se clasificó en segundo puesto, acontecimiento ocurrido durante el penúltimo día del Round Robin.
El partido declarado empate por la LIDOM
Un día antes de aquel hecho, el viernes 18 de enero de 2002, y restándole cuatro partidos a cada conjunto, la tabla de posiciones era comandada por las Águilas Cibaeñas con 10 victorias y 4 derrotas, en segundo lugar estaban los Tigres del Licey con 9 -5, les seguían muy de cerca las Estrellas Orientales con 8-6 y en la cola los descartados Toros del Este con 1-13. Todo iba muy bien hasta esa fecha. Nada de sospechas, quejas ni pataleos.
Posiciones hasta el 18 de enero
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
10
|
4
|
Licey
|
9
|
5
|
Estrellas
|
8
|
6
|
Toros
|
1
|
13
|
¿Dónde empezó el problema?
El sábado 19 de enero, a raíz de un partido efectuado en el Estadio Francisco Micheli de La Romana entre las Estrellas Orientales y los Toros del Este. El equipo dueño de casa ya estaba descalificado y sin posibilidad alguna de avanzar a la serie final, sin embargo, los visitantes sí tenían posibilidades … ¡Y mucho entusiasmo por llegar a la finalísima!
El partido fue suspendido a la altura de la séptima entrada empatado a dos anotaciones. ¿La causa? Las fuertes lluvias caídas durante la noche.
Esa misma noche, en Santiago de los Caballeros, las Águilas Cibaeñas habían vencido a los Tigres del Licey y el standing al final de aquella jornada quedó de la siguiente manera:
Posiciones hasta el 19 de enero
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
11
|
4
|
Licey
|
9
|
6
|
Estrellas
|
8
|
6
|
Toros
|
1
|
13
|
La directiva de las Estrellas Orientales confió ciegamente que el partido suspendido sería reanudado en otra fecha del playoff. Realmente lo necesitaban, dada su condición de serio contendor con probabilidades amplias de clasificar.
Al día siguiente, 20 de enero, la LIDOM, amparándose en unos de sus estatutos dictaminó que el partido suspendido en La Romana no se volvería a reanudar, quedándose oficialmente 2-2, es decir, empate. Este caso suis generis, como merece ser catalogado, generó mucha inconformidad y crítica por parte de destacados profesionales de la crónica deportiva. Leo Corporán, Pappy Pérez, Roosevelt Comarazamy y Enrique Rojas deploraron de alguna manera la decisión de LIDOM, mientras Bienvenido Rojas la valoró y apoyó.
El mismo 20 de enero en horario vespertino, las Estrellas vencieron a los Tigres en Santo Domingo, mientras que las Águilas se clasificaron para la gran final al apabullar a los débiles Toros del Este en Santiago. Las posiciones de los equipos al término de esa fecha quedó así:
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
12
|
4
|
Estrellas
|
9
|
6
|
Licey
|
9
|
7
|
Toros
|
1
|
14
|
Sin entrar de ninguna manera en discusiones fanatizadas ni de ubicarme en uno u otro bando, quiero contar un hecho vivido aquel domingo 20 de enero del cual fui testigo presencial y ocular.
Aquella tarde no tenía nada que hacer en casa, de modo que decidí ir al estadio a presenciar aquel partido de vital importancia entre los conjuntos Estrellas Orientales y Tigres del Licey.
Los Orientales habían ganado el juego con marcador de 5-0. A la salida del estadio me encontré con un viejo compañero de clases en mi época de bachiller. Al verme me reconoció y saludó: “Hey, Iván Ottenwalder, ¿cómo te va? ¿Cuánto tiempo?”. Duramos no más de tres minutos conversando. Me dijo que laboraba para la oficina y cadena de transmisión de los Tigres del Licey. De repente platicamos sobre quién clasificaría a la final entre Estrellas y Tigres. El viejo amigo sostenía que Licey; yo, consideraba que el de San Pedro de Macorís.
Recuerdo cuando me reclamó de esta manera: “¡Qué pasa Iván, tú ere capitaleño, vamo a apoyá al Licey!” Traté de explicarle que mi parecer se trataba no más que de un simple pronóstico. El amigo me respondió entonces con estas palabras: “Iván, ¿tú sabía que mañana la Águila se van a dejá ganá del Licey. Ello no quieren jugá la final con las Estrellas, e con nosotro los liceíta”. El hecho fue que no pudimos darle larga al tema ya que tuvimos que despedirnos debido a que empezaba a oscurecer. Era de noche.
Lunes 21 de enero. El juego sospechoso
Era la penúltima fecha de las eliminatorias, Día de la Virgen de la Altagracia, feriado en toda República Dominicana. La doble cartelera beisbolera se disputaría en horas de la tarde. En Santo Domingo las Águilas contra los Tigres y en San Pedro de Macorís los Toros contra las Estrellas.
En el partido de Macorís las Estrellas, viniendo de atrás, derrotaron a los Toros 8 carreras a 4. En el Estadio Quisqueya las Águilas y los Tigres disputaron un choque que, a juicio no solo de fanáticos, sino también de voces expertas del periodismo deportivo, estuvo cargado de varias sospechas, las más notorias un par de errores infantiles de la defensa aguilucha, la forma como el dirigente Félix Fermín manejó la alineación y pitcheo de su equipo y, por último, la insistencia en lanzarle pitcheos de rectas sin nada de trucos al toletero Israel Alcántara en el cierre del octavo episodio y con dos corredores en circulación.
En la primera mitad del partido las Águilas salieron al frente 3 vueltas a cero, sin embargo, en la quinta los Tigres marcaron dos anotaciones de una forma muy extraña. Dos errores dudosos, el primero de Mendy López jugando en el shortstop al no atrapar una línea fácil directa a sus manos y otro del inicialista Damon Minor quien no capturó un elevado inofensivo en zona de foul, provocando que el bateador del equipo contrario se mantuviera con vida. Luego dicho bateador logró embasarse. Al fin de cuentas en esa entrada los Tigres produjeron dos carreras y se pegaron en el score 3-2.
Aunque las Águilas iniciaron ese partido con sus jugadores estelares el mánager Fermín fue sustituyéndolos luego del tercer inning. Después de sus primeras tres anotaciones los cibaeños no volvieron a mostrar empuje ni agallas.
Cuando en el octavo episodio las Águilas continuaban al frente, 3-2, ya las Estrellas Orientales acababan de derrotar a los Toros, 8-4. Los jugadores de los paquidermos así como sus directivos se encontraban en el camerino observando los acontecimientos del juego de la capital. Si las Águilas ganaban, Licey quedaba descalificado y los de San Pedro avanzaban a la gran finalísima. Muchos fans en el Estadio Tetelo Vargas no se pararon de sus asientos esperando que por las bocinas se anunciase en algún momento la victoria aguilucha y el revés de los felinos. Pero la esperanza quedó destrozada, quizás no por méritos propios de Licey, sino por la desidia o tal vez ¿componenda? de los cibaeños.
Santiago Ramírez era el lanzador por los amarillos en el cierre del octavo. Luego de haber abanicado a D’ Angelo Jiménez y al peligroso Luis Castillo, boleó a Manny Martínez y permitió sencillo de Ronnie Belliard. Llegaba entonces el turno del poderoso Israel Alcántara. Rápidamente Ramírez lo pasó con dos rectas colocándolo en la frontera del ponche. El recio toletero azul lucía visiblemente frustrado en el homeplate. Muchos fanáticos y periodistas nunca pudieron entender por qué Santiago Ramírez, luego de tener en el hoyo a Alcántara, siguió insistiendo con la recta cuando bien pudo haberlo engañado con un pitcheo distinto con alguna inyección de malicia. Jamás lo hizo. El relevista aguilucho apostó e insistió con una bola rápida sin nada de trucos hasta que, finalmente, Alcántara hizo contacto y pegó un fortísimo batazo por la raya de tercera base, inalcanzable para el defensor de la almohadilla, que se convirtió en doble remolcador de dos anotaciones. Licey tomaba el liderato 4-3. Luego vino al bate Willis Otañez y disparó sencillo impulsador de la quinta anotación. Licey aumentaba el margen, 5-3.
En el inicio del noveno las Águilas produjeron una vuelta pero se quedaron cortas y sucumbieron 5-4. En San Pedro de Macorís lo que parecía una cuasi celebración oriental, terminó convirtiéndose en tristeza y desánimo. Todo Macorís necesitaba esa victoria de las Águilas para clasificarse a la final pero, al no dárseles, la ventaja en el tablero de posiciones seguiría siendo medio partido de ventaja sobre los Tigres. Y, naturalmente, los partidos del último día del calendario serían los que definirían el segundo lugar del Round Robin. Estos serían escenificados el martes 22 de enero.
A juicio de muchos, hinchas y voces expertas, lo ocurrido el día 21 durante el encuentro entre Águilas y Tigres representó un bochorno para el béisbol dominicano. El martes 22 de enero algunos periódicos del país, así como varios programas radiales, matutinos y vespertinos, abordaron aquello con mucho énfasis. Las dudas y sospechas sobre aquel partido fueron planteadas a lo largo del día por varios profesionales de la comunicación. Los radioescuchas telefoneaban a las emisoras para expresar sus opiniones. En las calles dominicanas, en los lugares de trabajo, en los centro de expendio de bebidas alcohólicas la gente no dejaba de hablar del tema en cuestión. La ética deportiva fue puesta en dudas en casi todo el país. Esa mañana aquel comentario de mi viejo amigo asegurándome dos días atrás que las Águilas se dejarían vencer de los Tigres, llegó a mi cerebro como una ráfaga repentina. Yo también empezaba a plantearme serias dudas.
Tabla de posición hasta el 21 de enero
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
12
|
5
|
Estrellas
|
10
|
6
|
Licey
|
10
|
7
|
Toros
|
1
|
15
|
Último día. Estrellas Orientales quedaron eliminadas. Licey clasificó por medio partido de diferencia.
Independientemente de lo ocurrido en la jornada del día anterior, 21 de enero, las Estrellas continuaban en segundo puesto con apenas medio partido de diferencia sobre sus perseguidores Tigres del Licey.
El martes 22 jugarían en su casa contra las Águilas del Cibao. Por su parte, los Tigres se medirían a los Toros en La Romana. Para el conjunto romanense, el hazmerreír del playoff que tan solo había ganado un partido, ante las Estrellas Orientales, el último choque del calendario no tenía mucha importancia, sin embargo, para los Tigres sí la tenía, pues estos se jugaban la vida o la muerte.
Los Orientales tenían más posibilidades de clasificarse que sus adversarios de la tercera posición. Debido a esa ventaja de medio juego contaban con tres posibles escenarios para avanzar a la final. A continuación se detallan:
- Las Estrellas clasificaban si derrotaban a las Águilas en San Pedro, aunque Licey ganase en La Romana.
- Si las Estrellas vencían a las Águilas y Licey perdía en La Romana.
- Si las Estrellas perdían ante las Águilas y Licey perdía ante los Toros.
La única posibilidad de los Tigres clasificar era si se producía la siguiente combinación: victoria del Licey ante los Toros y derrota de las Estrellas ante las Águilas.
La afición estrellita confiaba. Soñaba con llegar a la serie final y lo daban prácticamente por seguro. Jamás pensaron en un hipotético escenario en que su equipo perdiera frente a las Águilas y que los bengaleses derrotasen a los romanenses. En la Sultana del Este se respiraba aire triunfalista, la victoria frente a las Águilas se daba por sentada desde antes que empezase el partido. El duelo arrancó a las 8 de la noche y el público acudió y abarrotó el Tetelo Vargas en apoyo a su novena. Pero como suele suceder en las películas de terror o suspenso, el escenario menos deseado ocurrió.
A pesar de que el conjunto de las Águilas salió al terreno de juego con una alineación compuesta en su totalidad por jugadores de la banca, supieron amargar el sueño a los locales. En el segundo acto anotaron seis carreras, cuatro de ellas por jonrón con los sacos llenos de Jimmy González frente al pitcheo oriental.
Ya para la segunda mitad del partido los verdes llegaron a descontar en el marcador 3-6 y en el octavo episodio tuvieron las bases llenas con tan solo un out, un momento cumbre hecho pedazos por una doble matanza. ¿El villano? El héroe del partido anterior, Mike Rivera. Su batazo fue una rolata fuerte pero de frente al antesalista quien pisó la tercera base y lanzó a la inicial para completar la eliminación doble.
Los de Santiago terminaron ganando el desafío 8-3 , mientras en La Romana los Tigres, con mucha dificultad, se impusieron a los Toros 5-4. Los bengaleses estuvieron ganando temprano 5-0 pero fueron víctimas de un tremendo susto cuando, en los capítulos finales del encuentro, los bovinos se les acercaron 4-5. Pero la amenaza no llegó más lejos y el equipo capitalino logró su boleto a la finalísima. ¡Por medio juego de diferencia sobre su rival!
Posiciones finales del R.R
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Águilas
|
13
|
5
|
Licey
|
11
|
7
|
Estrellas
|
10
|
7
|
Toros
|
1
|
16
|
La Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM) terminó ratificando su decisión sobre el partido suspendido en La Romana el sábado 19 de enero entre Estrellas Orientales y Toros del Este, declarándolo empate. De nada valió la apelación incoada por la gerencia de las Estrellas exigiendo que el partido se reanudara o realizara nuevamente. Lo sorprendente de todo es que la extraña medida nunca antes se había aplicado en round robin alguno y la primera vez que la ejecutaban terminaba perjudicando a un equipo contendor. La fatalidad que desde 1968 ha perseguido al combinado de San Pedro de Macorís una vez más se había manifestado, haciéndole otra jugada de mal gusto.
Tercera sospecha
Round Robin temporada 2013-14
Para la postemporada de la estación 2013-14 se habían clasificado los equipos Leones del Escogido, Tigres del Licey, Gigantes del Cibao y Águilas Cibaeñas. En este Round Robin el Escogido se clasificó de primero a la serie final, sin embargo, la batalla por el segundo boleto estuvo bastante reñida entre los ocupantes de la segunda, tercera y cuarta posición.
Hasta finalizada la noche del jueves 16 de enero, pura recta final del Todos contra Todos, la posiciones eran las siguientes:
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Escogido
|
11
|
6
|
Licey
|
8
|
9
|
Gigantes
|
8
|
9
|
Águilas
|
7
|
10
|
El viernes 17, último día de las eliminatorias, se enfrentarían en la capital los capitalinos Leones y Tigres mientras en el Estadio Julián Javier las Águilas Cibaeñas visitarían a los Gigantes del Cibao. Aunque las Águilas estaban en la última posición aún contaban con probabilidades matemáticas de clasificar, pero todo iba a depender del resultado del choque de Santo Domingo entre rojos y azules. El conjunto de Santiago necesitaba ganarle a los Gigantes y que Licey perdiese de los Leones, para que se produjera un triple empate en el segundo puesto, cosa difícil pero no imposible. Por otra parte los Gigantes del Cibao, empatados con los Tigres en la segunda posición, tenían que vencer a las Águilas para al menos asegurar un empate y provocar un juego de desempate al día siguiente. También podría ocurrir el caso que Licey perdiese de los Leones y los Gigantes les ganasen a las Águilas para que los francomacorisanos avanzasen al playoff final. Nada era descartable.
Lo que sucedió en San Francisco
A la altura del octavo episodio el score entre los clubes cibaeños se hallaba 5-4, favoreciendo a las Águilas. Ya el partido de Santo Domingo había terminado con victoria para los Tigres sobre los Leones, 6-1. Aquel resultado provocó la descalificación inmediata de las Águilas, y podría producir la de los Gigantes si estos terminaban perdiendo su partido. En ese instante se produjo un apagón en una de las torres del Julián Javier, lo que detuvo el choque por unos minutos.
Solucionado el problema los equipos regresaron al terreno de juego. El partido se había reanudado y los Gigantes iban a batear en el cierre de la octava entrada.
Después de un out Héctor Gómez había disparado doblete. Posteriormente se fue al robo de la tercera. El catcher de los aguiluchos Francisco Peña tiró pésimamente mal al defensor de la antesala, depositando la pelota al jardín izquierdo lo que permitió con tiempo suficiente que el corredor Gómez anotara la carrera del empate. El partido se puso 5-5.
Muchas de las personas que vieron el partido tanto en el estadio como por televisión catalogaron de irresponsable el disparo a tercera del receptor Peña. Así lo pensaron también varios periodistas de la crónica. El hecho fue que, en buena lid o no, los Gigantes habían igualado las acciones y aún continuaban bateando.
Tras el empate le tocó batear a Leury García, quien pegó sencillo y se estafó la intermedia. Este anotó con indiscutible de Francisco Peguero. Los francomacorisanos habían tomado la delantera 6-5. Las dos carreras se las habían fabricado al serpentinero Frank Batista.
En el inicio del noveno los Gigantes sacaron los últimos tres outs a las Águilas y se llevaron la victoria 6-5. Al día siguiente, sábado 18, se disputaría en San Francisco de Macorís el partido de desempate entre potros y felinos, el cual definiría el segundo pase a la gran final.
Posiciones hasta el 17 de enero
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Escogido
|
11
|
7
|
Licey
|
9
|
9
|
Gigantes
|
9
|
9
|
Águilas
|
7
|
11
|
El sábado 18 de enero desde tempranas horas de la mañana casi la totalidad del país era una sola voz en torno al partido de la noche anterior entre Águilas y Gigantes. Las conversaciones en las calles giraban sobre el misterioso desenlace de aquel choque y las supuestas condiciones sospechosas del triunfo de los Gigantes. También varios periodistas deportivos, entre ellos Ramón Rodríguez y Héctor J. Cruz, de Listín Diario como Franklin Mirabal, del Hoy, criticaron el acontecimiento. La gerencia de los Tigres del Licey se quejó ante la LIDOM y exigió a ésta tomar cartas en el asunto. Los fans liceístas, que no deseaban ver a su equipo en la necesidad de jugarse la vida o la muerte en un match decisivo, expresaron su malestar y enojo por lo ocurrido en el partido entre los teams cibaeños.
De todos modos ya el daño estaba hecho. El juego extra y definitivo había que echarlo. Para su fortuna, en un duelo muy reñido y de grandes emociones, los Tigres se llevaron la victoria 9-8 y avanzaron a la gran finalísima.
Posiciones finales del RR
Equipos
|
Juegos ganados
|
Juegos perdidos
|
Escogido
|
11
|
7
|
Licey
|
10
|
9
|
Gigantes
|
9
|
10
|
Águilas
|
7
|
11
|
Conclusiones del autor
La primera respuesta de cualquier fanático conocedor de béisbol al que se le pida su opinión sobre el tema abordado sería la de cargar con la culpa a los equipos, mánagers y gerentes. Incluso, hasta muchos profesionales del periodismo deportivo achacarían como responsables de esas conductas que rallan en lo antiético y antideportivo a los conjuntos de nuestra liga beisbolera. Sin embargo, si pusiésemos la mente fría y lo analizáramos con más calma y profundidad, llegaríamos a la conclusión de que el defecto o problema no está en los equipos, sino en el sistema. Sí, en el formato de clasificación Round Robin, un modelo imperfecto aunque sí generador de muchas ganancias económicas debido a la considerable cantidad de partidos programados en su calendario. Este esquema actual de clasificación en el que cada una de las cuatro escuadras se enfrentan seis veces entre sí, permite que ese tipo de situaciones escandalosas o bochornosas puedan permear y ocurrir, sobre todo cuando la lucha clasificatoria sea bastante reñida entre los ocupantes del segundo y tercer puesto y la suerte de uno de estos dependa de cómo juegue un equipo ya clasificado o descartado.
A quien primero debemos evaluar y sentar en el banquillo de los acusados es al sistema Todos contra Todos, no a los jugadores, no a los equipos o a sus dueños. Si las eliminatorias fuesen como antes, por ejemplo, bajo el esquema de las temporadas de 1983-84 a la 1985-86, donde se realizaban dos series semifinales pactadas al mejor de un 7-4, enfrentando al primer lugar contra el cuarto y al segundo contra el tercero, jamás se hubiese llegado a los extremos escandalosos relatados en este tema.
Es por culpa de todas esas sospechas generadas en los round robins señalados que, muchos dominicanos, han dejado de creer en la integridad y limpieza del juego. Por eso, es que el fanático común y corriente y, hasta personas con buenos niveles de razonamiento sostienen, y repiten hasta la saciedad, el manido cliché de que, el béisbol es un negocio y que lo único que interesa es ganar mucho dinero.
Fuentes periodísticas:
El Nacional y Última Hora, enero de 1994.
El Nacional, Última Hora y Listín Diario, enero de 2002.
El Nacional, Listín Diario y Hoy, enero de 2014.
Agradecimientos:
Área de hemeroteca de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.