La concurrencia a los estadios
de béisbol dominicano fue penosa.
Por Iván Ottenwalder
Una de las preguntas que
muchos aficionados al béisbol dominicano, no importa cual sea su equipo, se
hicieron durante la pasada temporada otoño-invernal 2013-14 fue: “¿por qué está
yendo muy poca gente al play?”. La respuesta para una persona inteligente
promedio estuvo más clara que el agua: los altos costos de la boletas, sobre
todo para presenciar los partidos de Águilas-Licey, Licey-Escogido y
Escogido-Águilas.
En el verano pasado, meses
antes de que se iniciara la temporada, la Liga Dominicana de Béisbol
(LIDOM) anunció por todos los medios de comunicación un incremento en el precio
de las boletas entre un 80 y 133 por ciento para presenciar los encuentros
entre los conjuntos citados en el párrafo anterior, que son los que poseen la
mayor fanaticada beisbolera de la República Dominicana.
Sin embargo, otra de las indelicadezas cometidas por LIDOM fue la nomenclatura
que establecieron denominadas “juegos económicos” y “juegos Premium”; los
primeros para definir los partidos en el estadio de Santo Domingo donde el
Licey o el Escogido jugasen ante los equipos Toros del Este, Estrellas
Orientales y Gigantes del Cibao (estos tres que no concitan tanto público). En cambio,
cuando el match fuese Licey-Escogido, o
uno de estos dos contra las Águilas del Cibao, la denominación sería Premiun.
Todo esto representaba una discriminación flagrante. Si yo hubiese sido
propietario de uno de los conjuntos de la región Este o de los Gigantes del
Cibao, me sentiría completamente ofendido y hasta retiraría mi escuadra antes
de empezar el campeonato.
Ese tipo de definiciones suena
como a los tiempos en que se diferenciaban a gente de primera y gente de
segunda, a tripulantes de primera clase y
de tercera clase a bordo del Titanic.
Pero si analizamos solamente
lo del aumento desproporcionado en el precio de las boletas, la razón del
fracaso en asistencia a los estadios sería más que obvia. A una población
trabajadora, que ha perdido su poder adquisitivo, que no le han aumentado su
salario desde hace varios años, no se le debe aumentar el precio de las
taquillas de manera tan abusiva. Es cierto que el béisbol es el deporte rey de
los dominicanos, pero también es una verdad que esa gente que siempre ha pagado
por ir al play está comprando la comida más cara, está pagando más caro el
alquiler, la gasolina, el gas, el colegio de los hijos, las medicinas, etc.
El resultado del torneo 2013-14
fue contundente: los partidos entre Licey y Águilas no se llenaron (quizás tan
solo uno en toda la campaña), los del Escogido-Águilas, menos todavía y los de
Licey-Escogido, apenas dos durante la serie final. Es cierto que la asistencia
mejoró en la final, pero el Quisqueya no se llenó como en años anteriores. En
la serie quedaron muchos asientos vacíos, incluyendo el octavo partido, en que
Licey se coronó campeón.
No tengo las cifras
estadísticas de asistencia, pero si la sabiduría del hombre que sabe ver.
Observé en la televisión la mayoría de los encuentros y mejor prueba no hay que
dármela.
La última vez que recuerde una
temporada tan penosa en asistencia a los estadios fue la de 1990-91, cuando yo
tenía 15 años de edad.
Hace mucho que LIDOM no publica
en la prensa los registros de concurrencia a los estadios, algo que se hacía
durante décadas muy lejanas.
Mi sano consejo para LIDOM:
aprender de los errores de la campaña recién finalizada y no repetirlos. En
caso contrario, a la pelota nuestra le pasará lo mismo que le ha ocurrido a la
de Puerto Rico, donde la ciudadanía prácticamente no va a los estadios.
¡Y cuidado con el fútbol!, que
empieza a ganar terreno en Quisqueya la bella.
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