lunes, 18 de septiembre de 2017

Amigdalectomía en tiempos de huelga (parte 16)

Le pregunté por las imágenes de mis senos nasales y me dijo que aparentemente se veían todos muy limpios, que la flema que tenía era muy ínfima. Al menos esto sí se podía considerar satisfactorio. Sin embargo, tuve que serle sincero en comentarle la realidad de mis tonsilas linguales que, aunque ya no igual que en mayo y junio, aún seguían inflamándose, en especial, la derecha, mi talón de Aquiles, mi sufrimiento de más de año y medio.

Por Iván Ottenwalder

El lunes 31 de julio, como estaba pautado, fui a recoger mis resultados de la gastroendoscopía que me fue realizada una semana atrás.

Pasada las cuatro de la tarde entré al consultorio de la especialista. Ella me explicó que tenía apenas una gastritis leve y que no había reflujo gástrico. Tampoco helicobácter pylori. Miré las imágenes de la gastritis y el diagnóstico escrito, pero ¿qué leí además en dicho resultado? Veamos:

  • Del estómago se dice que se refleja mucosa hiperémica en cuerpo y antro.

  • Del duodeno se menciona mucosa duodenal ligeramente hiperémica. Reflujo biliar presente.

  • Gastritis atrófica crónica leve

Dos elementos que no estuvieron presentes en mis endoscopías de octubre del 2015 y marzo del 2016: reflujo biliar y el empeoramiento de la gastritis, que en 2015 había sido apenas levemente moderada, en 2016 universal y ahora ¿crónica leve? O esa, esto quiere decir que se agudizó en vez de aminorarse. No veo esto como un aliciente para el conformismo. Estamos hablando de una gastritis que paulatinamente sigue empeorando en lugar de reducirse y mejorar.

La gastroenteróloga me comentó que ese reflujo no era por ácido y que con la medicación que me prescribiría se podía corregir el problema. “¿Se puede erradicar?”, le pregunté. Ella contestó que sí que con un tratamiento por 28 días era posible. Qué interesante, en dos años que llevo padeciendo gastritis nunca se me ha erradicado.

Me indicó dos productos que mi seguro médico no me los cubrió: ZOLTUM 40 mg. y VIPRASEN PLUS 25  mg. El primero es un pantoprazol a utilizar por 28 días tomando una pastilla una hora antes del desayuno y el segundo un agente procinético digestivo a tomar dos cápsulas por 20 días.

Quedé en volver a verle dentro de un mes.

Visita a la otorrinolaringóloga

Saliendo del consultorio de la especialista de las vías digestivas, tomé rumbo al de la experta en nariz, oídos y garganta.  Hice mi turno y no tuve que esperar mucho. A poco ratos entré y luego de saludar le mostré los resultados de la endoscopía. Lo único que le sorprendió era que yo tuviese reflujo biliar. “¿Pero tú tienes tu vesícula, verdad?”, me preguntó. Le contesté que sí. Le pregunté por las imágenes de mis senos nasales y me dijo que aparentemente se veían todos muy limpios, que la flema que tenía era muy ínfima. Al menos esto sí se podía considerar satisfactorio. Sin embargo, tuve que serle sincero en comentarle la realidad de mis tonsilas linguales que, aunque ya no igual que en mayo y junio, aún seguían inflamándose, en especial, la derecha, mi talón de Aquiles, mi sufrimiento de más de año y medio. “En ocasiones sensaciones de picor luego de comer, se irrita e inflama y, pocas veces, síntomas de náuseas en la lingual derecha”, le detallé a la médica. Le conté que el cuello se me había puesto rojo por la alergia y que eso lo relacionaba precisamente con el malestar de mis linguales. Le dejé saber además que eso me ponía de mal humor  y que ya estaba cansado de tantas recurrencias y que mejor deseaba una solución definitiva. “Ese problema constante de las linguales me agudiza mi dermatitis, mi asma y evita que mi problema de IGE, que bien debió haberse curado de raíz hace tiempo, se eleve o se reduzca muy poco. Quiero que con esto lleguemos a una solución final”, le expresé.

Dice una famosa frase que para un buen entendedor pocas palabras bastan. Si esa doctora es buena entendedora, sabrá muy bien a lo que me estaba refiriendo.

La otorrino decidió no recetarme nada mientras estuviera medicado para lo del estómago. Quedamos entonces que dentro de un mes volvería a verle para determinar en fin que se haría con mis amígdalas linguales.

Si me preguntan ahora mismo qué yo quiero, seguro que responderé “no más larga al asunto”. ¿Podría ser capaz  de aceptar al menos un ÚLTIMO tratamiento? Solo un último que no sea largo ni zozobrante. Y en caso de que este no funcione o de que funcione temporalmente, pero luego regrese el problema con mayor fuerza, entonces más razón tendré para pedir la cirugía.

No seré médico pero hay algo llamado sentido común, y este habla por sí solo. Lo que no ha sido capaz de curarse en más de año y medio, con los mejores fármacos del mercado, dudo absolutamente que se cure de raíz ahora.

No quisiera tener que cambiar de especialista otra vez y empezar una vez más desde cero. ¡Para nada!

Continuará...

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