jueves, 28 de mayo de 2020

Scrabble cubano y lección aprendida: las ganadas, las perdidas y las echadas al inodoro

Por Iván Ottenwalder
 
“Gente del scrabble cubano, voy a derrotaros”. “Morderán el polvo de la derrota”. Venceré a Rolando, lo aplastaré”.

Con aquellas palabras, enérgicas y desafiantes, intentaba provocar, a través de la red social de Facebook, a mis entrañables rivales y eternos compañeros de juego. Ellos, los provocados, eran nada más y menos que los integrantes del Grupo Promotor de Scrabble Cubano. Adversarios de las palabras cruzadas en los años 2015 y 2016, en los tiempos de la Biblioteca Rubén Martínez Villena.
 
Aquellas jocosas provocaciones, porque no eran más que eso, puras jocosidades mías, venía desatándolas desde julio y agosto de 2019 como una estrategia de autoestima y autoconfianza. Ya tenía un boleto comprado para volar a La Habana el 2 de septiembre y durar en aquella ciudad hasta el 15 del mismo mes. Después de tres años regresaría a la que había bautizado como “mi patria del scrabble”. 
La que perdí por GESTASE.

Sin embargo, una semana antes del viaje, informé, por el mismo Facebbok, que al menos ganaría entre el 50 y 53 por ciento del total de mis partidas. “Seré honesto, quizás haya sido una exageración mía decir que voy a aplastarlos, pero de que ganaré entre el 50 al 53 por ciento del universo de mis partidas, lo doy por sentado desde ya”, les revelaba por la prestigiosa red social. 

Pero una cosa son los vaticinios y otra los hecho reales. En aquellas dos semanas habaneras, la historia no fue lo que había pronosticado. ¿Y eso por qué? Sencillamente, la respuesta está en la reflexión, en el cálculo de cuentas de las partidas que debí haber ganado y jamás haber perdido. Para ser exactos, en los matches botados en el inodoro.
 
Si hablamos con números estadísticos fríos mi registro durante mis 58 partidas de fogueo fue de 21 victorias y 37 derrotas. Sin embargo, si analizamos con objetividad, especialmente, aquellas ocho (8) que bien pude haberlas ganado, pero que no lo conseguí por haberlas echado en la basura, fuese por juego apresurado o malos cálculos en la recta final, mi palmarés hubiese sido de 29 triunfos y 29 reveses, exactamente un 50%. Hubiese quedado como un buen bocón y pronosticador. Pero, para mi desgracia, no ocurrió así.

¿Por qué 21-37 y no 29-29?

Aunque la razón principal ya fue expuesta, de nada sobra relatar detalle a detalle ese porqué.

3 de septiembre 2019
4 ganadas y 2 perdidas. Ese día no eché ninguna a perder.

4 de septiembre 2019
5 ganadas y 1 perdida. No estropeé ni una.

5 de septiembre 2019
1 ganada y 5 perdidas. Eché una por la borda al no aplicar la jugada defensiva adecuada. Sucedió de esta manera:
 
La que desaproveché al no colocar BRAVEZA.
El jugador Arturo Alonso me tendió un anzuelo en la recta final, al jugar BOYE (09), muy cercano a la zona triplera superior derecha de palabra. Fui torpe, lo admito, al jugar COGE (14), abajo inferior derecha, cuando bien pude haberle cerrado próximo a su jugada. Es cierto que tomé la delantera, 411-409, pero pagué un precio bien caro. Su última jugada fue un precioso GESTASE de 80 que terminó de paso reformando BOYE en ABOYE. Sumó diez puntos por las letras de mi atril y se llevó la victoria 499-401.

A mi juicio, esta partida la eché por el inodoro. No estoy asegurando que con una jugada defensiva lo derrotase, pero al menos no me hubiese colgado el bingo. Mi deber era cerrarle la posibilidad de bonus y, después, jugármela a lo que fuese oportuno.

6 de septiembre 2019
3 ganadas y 6 perdidas. Tuve dos estropeadas. Una, por no colocar el bonus en la recta final, y la otra, por no ejecutar las jugadas cortas apremiantes en el tramo final.

El primer estropeo ocurrió así:

Estando yo en desventaja, 392-401, mi oponente, Odalys Figuerola, bonificó con ESTACAS (82), colocando la pizarra 483-392 a su favor, quedando una ficha huérfana entre dos casillas de triple tanto de palabra. ¿Qué ocurrió entonces? Que, jugando desesperado y presionado por el reloj coloqué CEDULAN, de solo 36 tantos, cuando bien pude haber jugado un bingo con ENCULADA en esa zona triplera que, de paso, me hubiese dado la victoria. La desesperación me llevó al fracaso. Con CEDULAN Odalys mantuvo la delantera, 483-428. Finalmente vino su COA de 7 y mi CA de 12. Sumé 5 de su descuento pero ella triunfó 485-445.

La segunda echada al basurero sucedió de esta manera:

Jugando frente a Miguel Stevens tuve un match bastante reñido. La presión del reloj y un mal aprovechamiento de algunas fichas al no colocarlas en ubicaciones claves, terminaron pasándome la factura. Ya al final, y ganando 400-398, cometí la torpeza de jugar un LARRA (12) que le abrió campo a mi oponente. Llegó su turno estelar. Tenía buen atril y con qué ganar. Efectivamente, sus últimas siete fichas dijeron que esta victoria era NUESTRA (73), y así concluyó todo. Pizarra final 481-402.

La S de NUESTRA pluralizó a LARRA en LARRAS.

Acabada la partida el mismo vencedor me explicó, con mucha didáctica, cómo yo hubiese ganado, mostrándome, paso por paso, los huecos claves donde hubiese colocado mis últimas letras sin necesidad de abrirle campo. 



La que perdí por penalidad de 20 puntos.
7 de septiembre 2019
1 ganada y 4 perdidas. Una estropeada. Ocurrió así:

En una partida frente a Rolando Guadalupe arranqué con buen pie, llegando a verme arriba con scores de 193-116, 250-179 y 311-251. Sin embargo, debo admitir dos errores capitales cometidos durante ese breve lapso. Primero, haber colocado una palabra inexistente entre dos casillas de triple tanto de palabra. Obvio que quería buscar el nónuplo pero tal vocablo, que ahora no me llega a la mente, no existía. Bien hizo Rolando en objetarlo. Lo otro, fue no haber colocado la palabra BRAVEZA en una jugada para bonus. Bien que lo pensé, bien que la había organizado en mi atril, pero me arropó la duda, la inseguridad. Decidí poner VEZA, una jugada corta en zona triplera de palabra que solo me dio 61 tantos. Al no colocar BRAVEZA me perdí de una opción que me hubiese generado mayor puntaje. ¡Estúpido error! Guadalupe empezó entonces a remontar con formaciones electrizantes tales como: COLASEN (72), APODERE (91), DECRETAS (82) y SOLIMOS. Se llevó la victoria con marcador de 591-397.

9 de septiembre 2019

1 ganada y 11 perdidas. Dos echadas al inodoro.

El primer estropeo ocurrió así:

En un desafío frente a Enma Morris arranqué como una tormenta, con jugadas de mucho valor como ENROMÉIS (61), HALLARÁN (99), ZURCÍ (74) y JO (36) que rápidamente me pusieron en la delantera 270-116. Más adelante, con DESATÁIS (68) y HOCE (32), aún me mantenía firme, 385-290. Sin embargo, Enma, que nunca se rinde tan fácil, le echaba ganas a puro pulmón. Con BOQUEÉ (46), GARRÉ (36) y YA (09) descontaba ventaja, 381-435. En la bolsa apenas quedaban dos fichas, era la recta final y en su atril había buenas letras; también en el mío, pero habían dos que debí haberlas cambiado y no lo hice. Era mi turno y, en vez de cambiar esas dos letras, me aloqué y jugué CONGAS, cercano a la zona de triple tanto de palabras, una jugada de 19 tantos que puso las acciones 454 a 381, pero mi rival tenía una formación para bonus. Enma colocó su scrabble: LEUDARA (84) y, sumando cinco puntos del descuento de mis fichas, se llevó la victoria, 470-449.

La que perdí por el inexistente TOQUEEN.


Al final del match Miguel Stevens, que presenció la partida, me explicó lo que debí haber hecho para evitar el revés, cosa que comprendí a la perfección. Arturo Alonso también analizó mis posibles jugadas y, en efecto, tenían razón. Si en vez de jugar CONGAS, hubiese cambiado las dos letras que entorpecían mi atril por las dos del bolso, hubiese tenido una mejor opción de juego. En pocas palabras, armas para responder al bonus de Enma.

La segunda echada a la basura ocurrió de esta manera:

Jugando frente a Arturo Alonso perdí 439-421, y todo por culpa del tiempo. La partida hubiese culminado a mi favor, 441-439, de no ser por una penalidad que me hizo perder 20 tantos, luego de consumir dos minutos adicionales tras haberse agotado mis 30 minutos de juego.

En verdad, también hubo otra razón: desde el principio de la partida, jugué muy cerrado, tratando de cerrar todos los flancos posibles. Esto, ciertamente, que le complicó las posibilidades de bonus a mi oponente, pero también me las compliqué a mí mismo.

10 y 11 de septiembre 2019
6 ganadas y 5 perdidas. Una echada al basurero. Ocurrió así:

En una partida frente a Enma Morris en horas de la tarde me vi ganando hasta la recta final con score de 466-403. Ya no quedaba nada en la bolsa y era su turno. Ella vio un hueco en el cual cabía un bonus, el único visible en el tablero. Se la jugó como pudo y le dio resultado. Colocó TOQUEEN en reformación con UVA, GALEAS, ERE y NO, jugada que le dio 101 tantos. Antes de la sumatoria objeté GALEAS, pero esta resultó ser válida. La que en verdad debí haber objetado fue TOQUEEN y no lo hice. Esa sí que era inválida. De modo que, la anfitriona, sumando también seis puntos de mi descuento, se llevó la victoria con pizarra de 510-460. Otra partida echada ala inodoro durante mis vacaciones habaneras.

12 de septiembre 2019
Cero victorias y 3 derrotas. Una estropeada. Sucedió así:

En un match frente a Arturo Alonso me vi ganando durante casi todo el trayecto. Llegaba la recta final y, con ASOLABAS, mi rival tomó el comando, 340-337. Esta pequeña ventaja la perdió con mi GIRO, de 15 tantos (352-340). FUER (14) lo puso al frente 354-352, pero TOP (24) me devolvió la cima (376-354). Un QUI (17) lo acercó (371-376) y ARREO (20) me alejó un poco (396-371). Él cambió fichas, lo que aproveché para jugar TAS (03) y aumentar más (399-371). Su próxima jugada fue ARAD (07) y acortó distancia (378-399). Desde hacía rato quedaba un espacio abierto en triple de palabras en zona superior céntrica derecha, con una letra G colocada en A-8. En lugar de cerrar ese espacio, me decidí por un insignificante PAL de 6 tantos que puso las acciones 405-378. Ya no

La que perdí por GOLEARON.
quedaban fichas en la bolsa y era el turno de mi oponente. No haber cerrado aquel espacio mencionado me hizo pagar el precio con la derrota. Arturo contaba con un precioso atril (O L E A R O N) cual aprovechó en la zona triplera que yo había descuidado y, valiéndose de la G como trampolín, pudo colgar todas sus letras para un soberbio GOLEARON de 80 puntos, llegando a 458. Estos, sumados a 9 tantos por el descuento en mi atril, totalizaron 467. Así de simple, 467 – 396 terminó el desafío con triunfo para mi adversario.

Y así, relatado en detalle, queda explicado el porqué de mi 21-37 en lugar de un digno 29-29 que me hubiese garantizado un 50%.