jueves, 9 de abril de 2015

Internacional Cuba Scrabble 2015. El viaje de nunca olvidar (Tercera parte)


El torneo.
 
Por Iván Ottenwalder

Mi mañana, como la de todo ser humano, inició con un despertar de cama, asearme, vestirme y desayunar. Cuando el reloj marcó las 8:30 a.m. me encaminé a la parada de autobuses y vehículos. Debí tomar la guagua P-5 en dirección a La Habana Vieja. Inocentemente lo tomé en el carril equivocado. Cuando pasaron más de 20 minutos le pregunto a una señora del autobús cuánto faltaba para llegar a La Habana Vieja. Ella me dice “este autobús no va para allá. Debiste coger el P-5 del otro carril y no este”. ¡Tamaño error! Tuve que quedarme en la próxima parada. Crucé la avenida y me ubiqué en el tramo correcto. Ya el reloj marcaba las nueve en punto. Pensé todo lo peor, que el torneo ya había arrancado y que por tardanza mi participación había sido anulada; que gasté una plata innecesaria en volar hacia Cuba. A pesar de todo, insistí. Le expliqué mi preocupación a una señora que estaba en la parada esperando transporte. Ella me recomendó que dada la hora mejor tomará una máquina aunque pagara un poco más caro, es decir, 20 pesos en moneda nacional (no CUC) en lugar de uno. Ella me auxilió en detener un auto y le dijo al chofer “él va para La Habana Vieja”. Entré y al poco rato el conductor me dijo que por lo larga de la ruta la tarifa era 20 pesos pero que si lo hubiese tomado en Vedado hubiesen sido 10.

Los pareos en la primera ronda.
Llegué a eso de las 9:20 a.m. a la calle Obispo esquina Oficios, donde estaba la Biblioteca Rubén Martínez Villena, lugar del certamen. Para mi asombro, aunque había algunas personas en el salón de juego, el torneo no había empezado. Arrancó 30 minutos después. ¡Vaya, tanta preocupación innecesaria!

Casi a las 10 de la mañana iniciamos la batalla. Días antes me habían anticipado que solo el primer lugar de las categorías Élite y Premier obtendrían trofeos. Me pareció injusto aunque no lo comenté. En otros países de cultura escrabblera se otorgan trofeos a los tres primeros lugares. Luego entendí las razones de todo ello: económicas.

En el arrancar de la primera ronda mi primer oponente fue Jorge Luis Fernández. Combatimos en la mesa número 7.

Durante la partida me dejé sentir con 3 bonus, y, aunque se me agotaron los 30 minutos del reloj y fui penalizado con 20 tantos por jugar dos minutos negativos (por debajo del 00:00) pude imponerme 478-334. Jorge Luis también fue castigado con penalización de 10 tantos por jugar un minuto en negativo.
Al finalizar partida ante Antonio Catalá.

Mi segundo desafío fue ante Antonio Catalá, escrabblista que todos los años competía en la categoría Élite pero que había caído a la Premier por bajo rendimiento. Mi victoria fue apabullante 541 contra 418. Coloqué cuatro bonus en ese match.

De cara a la tercera ronda me enfrenté a Roberto Porto, oriundo de Matanzas. Lo batí con anotación de 461-345. Porto fue castigado con 20 tantos de penalidad por jugar dos minutos después de agotársele el crono.

Un detalle interesante en esta partida: cuando ya no quedaban fichas en la bolsa y me hallaba al frente en el conteo, 401-348, el matancero me quiso tender una jugarreta para ver si mordía el anzuelo. Colocó con sus últimas siete letras un vocablo inexistente en zona triple tanto de palabras. Inteligentemente lo objeté. Vino la monitora con el diccionario electrónico y comprobó el yerro de mi adversario. Porto debió retirar sus fichas y pasar. Si hubiese caído de tonto seguro que perdía el juego. En esta partida demostré coraje para ser listo, protestar y defenderme con uñas y dientes.
 
…Y llegó la hora del receso.

Antes de ir al almuerzo se me acercó primero Rolando Guadalupe para decirme: Oye, Iván, tú debiste jugar en el grupo de nosotros. Lo mismo me comentaron Miguel Steven y Arturo Alonzo. Pero ya no se podía, inscrito estaba en el grupo Premier y ahí debí terminar el torneo.

En el retorno a la sala de juego

Zoimelys Labrada, ex jugadora del Élite y que debutaba en la Premier, fue mi rival en la ronda 4. El desenlace de la partida fue una masacre que le propiné (523-301). Era la primera ocasión que me enfrentaba a una chica en un torneo de scrabble. Al finalizar el desafío ella se quejaba de que le salieron malas letras y no pudo hacer nada. En varios momentos del juego Labrada me objetó algunos de mis vocablos colocados, pero siempre que el monitor hacía la búsqueda en el diccionario electrónico (Lexicon) se confirmaron la veracidad de todos ellos.

En la mesa 7 ante Zoimelys Labrada.
En la ronda 5 y mesa 9 me tocó Raúl Báez. Volví a triunfar, a pesar de tragarme la Q al final y no encontrar como colocarla. 428-366 fue el marcador a mi favor.

Y ya para finalizar, en la sexta ronda, jugué ante Cecilia Dávalos. Tremendo susto que me llevé al final. Honestamente hablando, de no haber sido por unos errores elementales suyos, específicamente mal aprovechamiento de sus buenas letras que tuvo en el atril en la recta final, yo hubiese perdido la partida y de paso el invicto. Pero una cosa es que lo pudo ser y otra lo que fue.  Gané el desafío, a pesar de 13 puntos que se me descontaron de mi atril al final y se les sumaron a mi contrincante. La puntuación a mi favor quedó 383-369. ¡Gané con la lengua afuera! Sofocadito.

Yo, con el t-shirt rojo y pensando, en la mesa 7.
Cargado de tantas energías y entusiasmo tomé el P-5 en ruta a mi alojamiento en Vedado. Llegado a mi destino fui a tomar una ducha tibia. Mi emoción era inmensa. La posibilidad de alcanzar una final y llevarme el primer trofeo de mi vida, ese que tanto se me había negado en la vida, sobre todo en la República Dominicana, ya no estaba tan lejos. Podía obtenerlo en mi pasatiempo favorito y en un país extranjero. Aunque parezca una insensatez de mi parte, me sentía enojado con República Dominicana. ¿Por qué? Porque en todo el tiempo que he vivido en este país ha habido momentos claves en que he sobresalido en varias actividades: sobre todo estudiantiles y laborales. Ni siquiera una placa o medalla de reconocimiento me han otorgado. Duélale a quien le duela, pero en aquel momento de reflexión me sentía más cubano que dominicano. Veía en Cuba y el scrabble el inicio de mis reconocimientos y premios. Al mismo tiempo, el final de las injusticias recibidas.

Luego de asearme y vestirme salí a caminar. Deseaba conectarme en un centro de Internet (el único cercano estaba en el hotel Habana Libre) y contarles a todas mis amistades del scrabble en español lo bien que me había ido en la jornada de jueves. Cuando llegué estaba cerrado. Decidí hacer algo distinto. Entré al Cine Yara a mirar una película. Relajarme era lo que más me convenía.

1 comentario:

  1. Llegar al escenario internacional era cuestión de paciencia y perseverancia. ¡Felicidades!

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