A
las tres de la tarde arrancó la ronda número 10 y mi rival fue el
venezolano Marcos Araque, a quien había conocido el domingo en la mañana
en el hostal La Hamaca Paraguaya. Esta partida la recordaré no solo
como una de las más reñidas que tuve durante el mundial, sino también
por la forma como la eché a perder en la recta final y por los consejos
de mi oponente que, aunque me parecieron pura psicología intimidatoria,
luego de hacer una calmosa introspección me di cuenta de que no eran con
el interés de perjudicarme.
Por Iván Ottenwalder
El jueves 12 de octubre, bien temprano en la mañana, el primo de Carolina Fernández me preparó un sabrosísimo mate. Me dio algunas instrucciones sobre cómo utilizarlo, cómo servirlo del termo al vaso y absorber la infusión por la bombilla. Estaba bien calientito y me gustó su sabor a naranja. Empezaba a cumplir mi promesa de no regresarme a Santo Domingo sin antes probar el mate.
Saboreando mi mate llegué a las 8:30 de la mañana al Gran Paraná y tuve tiempo de tomar un desayuno en una cafetería cercana. Pedí medialunas de guayaba, galleta de nueces con miel y un delicioso té con leche. No puedo negar que durante esa semana mi paladar se adaptó perfectamente a la gastronomía paraguaya. Comía como todo un paraguayo.
Iván Ottenwalder tomando mate. |
Poco
después de la nueve, ya en el hotel, fue colocada en uno de los murales
la lista con los pareos para la ronda número 7. Mi rival sería nada más
y menos que el presidente del la Federación Internacional de Scrabble
en Español, el mexicano Francisco Javier Guerrero. Fue una partida de
nervios y dramatismo. Durante mis primeros siete turnos estuve
comandando 324 - 271, gracias a cuatro valiosos scrabbles: EDUCARON
(69), SEÑOREAN (80), TULLIDAS (94) y CACHETEE (81). Pero luego, y
gracias a un inválido ONECIESE (72) que yo no reclamé, Guerrero tomó la
delantera, 343-338. El presidente de la FISE se mantuvo al frente
durante la recta final, pero descuidó una zona triplera de palabra la
cual debió haber defendido. El yerro le salió caro y colgué un scrabble
de nombre QUEDADOS, válido para 65 tantos que me devolvió el comando del
juego, 470-445. La Q, que muchas veces se nos queda en los atriles,
pude colocarla exitosamente para aquella espectacular formación en
vertical. Guerrero jamás volvió a recuperar la ventaja. En mis dos
últimos turnos me deshice de la G para colocar GIL (8) y ya al final con
MOA (5) finalicé la partida y me llevé la victoria, aprovechando 5
puntos de descuento de mi oponente. El match quedó a mi favor 488-459.
Guerrero me superó en los vocablos cortos de muchos puntajes: HICO (32), OX (34), ARRÚAN (57) y PUNAS (42). Yo lo aventajé en bonos, al colocar 5 contra dos suyos. Los míos fueron EDUCARON, SEÑOREAN, TULLIDAS, CACHETEE y QUEDADOS. Los de él fueron dos: LEUDARON, de 86 y el inexistente ONECIESE, de 72.
Mi próxima rival fue la argentina Diana Perozo. Al principio ella se vio liderando la partida, pero poco a poco fui remontando hasta tomar ventaja y jamás perderla. El resultado finalizó 481 contra 428. Ambos colocamos tres scrabble. Ella puso COPULAN (70), ANOLAIS (68) y SATINADA (72). Yo en cambio metí REMITIRÁN (68), ONDEADO (72) y APEARES (78). Sus palabras cortas más valiosas fueron MARRÓN (36), GORDO (33) y QUITES (27). Las mías UH (30), FEA (28), AJ (54), LLE (31) y XI (35). Raras veces, como en esta, suelo dominar en los vocablos cortos de muchos puntos.
De nuevo me tocó otra argentina como rival. Esta fue Mariana Ortega. El match estuvo al principio lleno de dramatismo donde el liderato pasaba de momento de un lado a otro. A partir de un simple EX de 52 puntos Mariana tomó la delantera, 325 -273, y jamás la perdió. La partida culminó a favor de la argentina, 535-429.
Fernández, Gamou y Ottenwalder. |
Durante el desafío colgué dos scrabble, CUARTADA (63) y PENOSOS (79). Mi adversaria solamente puso AMERICIO (72), pero en cuanto a formaciones cortas de mucho valor me superó con creces. Colocó ÑA (38), HA (36), ZEDAS (74), EX (52), CHAN (32) y CENA (40). Las mejores mías JAREÉ (54), BURDO (30), LLECO (40) y BESAD (48).
Llegado el momento del receso salí a almorzar y regresé dos horas y media más tarde.
A
las tres de la tarde arrancó la ronda número 10 y mi rival fue el
venezolano Marcos Araque, a quien había conocido el domingo en la mañana
en el hostal La Hamaca Paraguaya. Esta partida la recordaré no solo
como una de las más reñidas que tuve durante el mundial, sino también
por la forma como la eché a perder en la recta final y por los consejos
de mi oponente que, aunque me parecieron pura psicología intimidatoria,
luego de hacer una calmosa introspección me di cuenta de que no eran con
el interés de perjudicarme.
Durante
la mayor parte del desafío me vi ganando y ya en la recta final tuve
navegando cómodamente, 417-297. Me confié demasiado, pensando que tenía
la partida en mis manos, pero no fue así. Araque se acercó en la
pizarra, 380-417, gracias a un ENCARARE de 83 tantos. Luego cometí un
garral error, intentando reformar un ESCINDE que estaba puesto en el
tablero por ESCINDEIS. La conjugación fue inválida y tuve que retirar la
I y S y perder el turno. En su penúltimo turno el venezolano se acercó
más en el score,
410-427 gracias un precioso OPTADO de 30 puntos. En mi atril quedaba la
Q y otras letras más. Mi adversario solo contaba con dos fichas. Me
decidí por SAQUE, de 16, y puse el marcador 443 - 410. Araque, a quien
le quedaba una X y una L, aprovechó mi torpeza de no cerrar un huequito
en zona triplera central de palabra y metió sus dos letras para formar
LUX, combinada con XI, que le generaron 39 tantos y, ¡FIN DE LA PARTIDA!
Con esa valiosa formación tomó el comando, 449 - 443. De paso sumó 5 puntos que se me quedaron en mi atril y el resultado final quedó 454-438, con victoria para el venezolano.
Durante la partida mi oponente me dio unos sabios consejos sobre errores que no debería volver a cometer, como por ejemplo, arrojar las fichas del atril al tablero antes de colocarlas en la línea donde tenía contemplado ponerlas. Me explicó que hay jugadores que se ciñen a los reglamentos y un día me podrían objetar con toda la razón. “Te lo dejaré pasar Iván porque eres nuevo en un mundial, pero es un consejo de amigo que te doy, que otros no te lo van a dar”, me decía. Al momento lo entendí como una psicología intimidatoria para sacarme de concentración pero un día después reconocí que no había mala intención de su parte.
Coloqué cuatro bonus: RIFEÑOS (79), ESCINDE (82), MOLESTAR (62) y DESCAYÓ (83). Araque solo tres: EDITEIS (70), ABURANDO (65) y ENCARARE (83). Mis mejores palabras cortas fueron HARRE (42) y ZOTE (33). Las de Marcos MUGIRÁ (36), LIJO (36), OPTADO (30) y la ganadora LUX (39).
El mismo Araque, al finalizar, tuvo la gentileza de mostrarme dónde boté la partida y de qué manera pude haberla ganado. Me explicó que debí al menos jugar una ficha en esa zona triplera donde él había colgado la L y X. De esa manera él nada más hubiese tenido opción de colocar la L y no la X. Para ser generoso conmigo recuerdo que me mostró dos opciones de cómo pude haber ganado el desafío en caso de haberle neutralizado la X en zona triplera de palabra. Pero ya el daño estaba hecho. Esta partida me afectó emocionalmente durante el resto de la jornada y el torneo.
Franklin Gamou, de Uruguay, fue mi siguiente opositor. Recibí soberana golpiza, 547-439. Mis scrabbles fueron tres: DETENGO (70), SABROSAS (72) y ENDIOSARE (80). Gamou también ligó tres: ENTORADA (68), VACIARÉ (98) y GUINDOS (100). Las mejores cortas del uruguayo fueron JA (50), OX (36), JAQUE (32), LLECO (46), EH (30) y BAÑA (29). Las cortas de mayor valor para mí fueron: CHII (35) y PICANA (29).
Para
cerrar la jornada del jueves me enfrenté a Héctor Klie en la ronda
número 12. Exceptuando el inicio cuando estuve arriba, 73 a 0, jamás
volví a liderar la partida. Klie, con una buena combinación de scrabbles
y palabras cortas de muchos puntajes, supo como mantenerme a raya todo
el camino. Sin embargo, cuando la partida se iba poniendo adulta, hice
un amago. Me había acercado peligrosamente en el marcado 390-422 y
buscaba el bonus desesperadamente. Lo tuve en mi atril en dos ocasiones,
pero no había la manera de colocarlo en el tablero. De modo que al
final tenía que apostar a formaciones cortas de insignificantes valores.
Fue entonces cuando Klie, representante de los Estados Unidos, encontró
el salvavidas que le aseguró el partido. Su atril tenía URANIOS y halló
hueco en el tablero para colgarlo. Esta jugada le generó 67 tantos que
lo despegó 508 - 408. Yo no tenía salvación alguna. Los próximos siete
turnos de ambos apenas sirvieron para colocar palabritas cortas que en
nada cambiarían la tendencia ganadora de mi adversario quien al final se
quedó con la Q tragada. Klie triunfó 548 contra 489.
El latino-estadounidense colgó cuatro bonus: PROBADAS (76), TOCONES (96), ENTERADA (68) y URANIOS (67). De mi parte solo puse tres: RECELASE (63), SITUARE (70) y DEMANDA (89).
Las mejores formaciones cortas de Klie fueron LLAPES (44), ZA (76) y ZAPEO (38). Las mías, CHIRRÉ (32), ÑO (38), XI (34) y JA (36).
Eran casi las siete de la noche y estaba listo para regresar al hostal. Cuando me disponía a recoger mi mochila y el termo con mate me detuvo Víctor Fernández para decirme que iríamos a casa de Rocío Rodríguez. “Prepárate Iván, que vamos un grupo a casa de Rocío a una cena. Ella nos ha invitado y a ti también”, me informó. “Deja tu mochila y el termo en el baúl de mi auto que luego yo te llevo al hostal”, me garantizó.
En pocos minutos ya andábamos montados en un bus el grupo de personas en ruta a la casa de Rocío, quien reside en un barrio de clase alta de Asunción. Durante el trayecto me mantuve conversando con Juan Ghiorzi, invitado especial al Mundial de Scrabble. Hablamos un montón de temas interesantes hasta llegar a la mansión de la anfitriona.
La misma anfitriona y su marido nos recibieron en su hermosa casona. Nos invitaron a servirnos todo lo que queríamos de la cocina: vino, cerveza, agua con gas o sin gas, picaderas, etc. Luego subimos al segundo piso, a una linda y espaciosa terraza. Allí nos pusimos a conversar de scrabble y otros temas. La sirvienta, una señora de rasgos indígenas, pero que además del guaraní hablaba muy bien el castellano, nos trajo deliciosas picaderas: maíz, carne vacuna y salchichas bien cocidas. Esto apenas era como el plato de entrada, el gran banquete vendría media hora más tarde.
A la hora de la cena bajamos al primer piso. Los platos y cubiertos estaban bien colocados en una gran mesa comedor para todos los comensales. El banquete era tipo bufet y cada quien iba y se servía lo que deseaba en otra mesa. Ensaladas, ricas carnes asadas, embutidos y una sabrosa chipa guazú conformaban el apetitoso manjar. Fue tan deliciosa aquella cena que me serví dos veces. Como no tomo alcohol me las pasé ingiriendo agua sin gas.
Al terminar la cena vino el postre. Yo escogí pie de limón y de otro dulce que no recuerdo su nombre.
Más
tarde llegó el momento de despedirnos de los anfitriones y de
regresarnos en el bus al Gran Paraná. Víctor Fernández, como me
prometió, me llevó de regreso a La Hamaca Paraguaya. Eran más de las
doce de la noche. Al entrar devolví el termo de mate a su dueño. “Estaba
riquísimo. Me lo he tomado todo. Mis amigos me han recomendado probar
ahora el terere. ¿Crees que pueda ser posible?”, le pedí al primo de
Carolina. Él me dijo que sí, pero que sería para el sábado. Gentilmente
decliné la oferta pues el sábado sería mi último día en el hostal ya que
mi vuelo de regreso despegaría la madrugada del domingo a las seis de
la mañana, pero debía estar en el aeropuerto tres horas antes, o sea, a
las 3 a.m., de modo que no dispondría de mucho tiempo. “Ya el terere
será para una próxima, pero gracias por el mate. Logré mi sueño de
probarlo a la paraguaya”, le agradecí.
Minutos
más tarde me fui a dormir. Tenía la cabeza agotada y necesitaba
descansar. El viernes vendría cargado con seis rondas más de juego. En
verdad, y siendo honesto conmigo mismo, sabía de mis pocas
probabilidades de triunfo, incluso, de quedar en el top - 20. Mi
objetivo era alcanzar al menos 10 victorias en mi debut como jugador en
un clásico mundial. La derrota ante Marcos Araque sin dudas que afectó
mis esperanzas de lograr un mejor papel. Tendría que ganar mis últimas
doce partidas, las seis del viernes y las seis del sábado, y
reconociendo el buen nivel de juego de los competidores que me tocaría
enfrentar, no sería en lo absoluto nada fácil. No es que fuese pesimista
ni que me fuese a dejar ganar el resto de las partidas por desánimo,
nada de eso. Soy consciente de lo que hago, pero también consciente de
que el clásico mundial es una cueva de lobos, donde compiten los mejores
del mundo, jugadores con experiencia más probada que la mía, con más
repertorio de vocabulario y más tiempo en el mundo escrablero. Las cosas
se dicen como son y no tenía de qué quejarme. Al menos era el campeón
del Extraordinario.
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