viernes, 31 de enero de 2014

Y después que lo consiga ¿qué?



Por Iván Ottenwalder

Una de los planteamientos que todo ser humano con anhelos y metas en la vida suele hacerse es el siguiente: “una vez logre lo que ando buscando, ¿qué pasará luego? ¿Y después qué?”

Traigo este tema a mi blog porque también soy uno de esos que anda tras un sueño, fantasía o meta a concretizar. Todo el que lee “Scrabble del bueno …béisbol del bueno” sabe que mi anhelo más enfermizo en este momento es lograr mi objetivo de viajar a una nación donde se juegue scrabble a nivel profesional, competir ante los mejores y luego contar todas esas vivencias. Es cierto que también aspiro ganar mi primera medalla o trofeo en este deporte gramatical, pero para ello necesitaría un ambiente donde, constantemente, pueda jugar a este pasatiempo de las letras y desarrollar un mayor nivel.
Pocos minutos antes de empezar a escribir sobre esta temática estuve meditando con sosiego y filosofía acerca de qué pasará cuando logre viajar a Cuba o cualquier otro país y competir en scrabble, ¿qué ocurrirá una vez gane mi deseada medalla o trofeo? ¿Me sentiré realizado? ¿Me cansaré? Realizado me sentiré, pero no cansado. Creo que mi fiebre se acrecentará y me animaré a seguir jugando, como hacen todos los grandes y valiosos deportistas.

No soy la única persona en el mundo que ha enloquecido por este juego. Casos han habido mucho. Millones de personas lo juegan, ya sea a nivel familiar o competitivo (en clubes). Lo único que tengo como desventaja es vivir en un entorno social poco dado a las actividades culturales y educativas, y eso en realidad me afecta en la consecución de  mi objetivo.

Por eso, de momento lo único que me queda es mantener la esperanza, mi sueño, poder, a partir del 2015, viajar una vez al año a La Habana a jugar con los genios del scrabble cubano. Ellos saben lo mucho que los admiro como jugadores y como núcleo promotor del juego de palabras cruzadas.

Sé que no me ha resultado fácil viajar: alguna adversidad termina finalmente persiguiéndome. Lo penoso para mi es que el 2014 empezó hace poco y va para largo. Tampoco podré asistir, como lo deseaba, al mundial de La Habana, en octubre. Iba a ser mi primera participación en un mundial de scrabble.

De momento tendré que conformarme con la misma rutina, trabajo en el día y aburrimiento en las noches. El estilo de vida social de la media dominicana: dominó en las esquinas, colmadones, billares, discusiones sobre béisbol y política, liquore stores, salsa y bachata, no es para mí. No me adapto a ese sistema de diversión.

Una exnovia que tuve en 2013, Yani, me dijo una vez que no regresaría conmigo, ya que estábamos en “sintonías diferentes”. Fue una realidad: yo le gustaba mucho, pero ella deseaba casarse y tener una familia; yo, viajar y ser uno de los mejores del mundo en scrabble. No solo con Yani, ni con el entorno sintonizo; entorno que, como expliqué antes, no es muy dado a la lectura ni a las actividades educativas.

Podría visitar a un psicólogo y ponerme en tratamiento, con tal de sobrellevar la situación, pero desde que me diga “deja el scrabble”, no le volveré más a una consulta.

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