jueves, 30 de enero de 2014

Un torneo derrotado por la mala asistencia de fanáticos



La concurrencia a los estadios de béisbol dominicano fue penosa.


Por Iván Ottenwalder

Una de las preguntas que muchos aficionados al béisbol dominicano, no importa cual sea su equipo, se hicieron durante la pasada temporada otoño-invernal 2013-14 fue: “¿por qué está yendo muy poca gente al play?”. La respuesta para una persona inteligente promedio estuvo más clara que el agua: los altos costos de la boletas, sobre todo para presenciar los partidos de Águilas-Licey, Licey-Escogido y Escogido-Águilas.

En el verano pasado, meses antes de que se iniciara la temporada, la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM) anunció por todos los medios de comunicación un incremento en el precio de las boletas entre un 80 y 133 por ciento para presenciar los encuentros entre los conjuntos citados en el párrafo anterior, que son los que poseen la mayor fanaticada beisbolera de la República Dominicana. Sin embargo, otra de las indelicadezas cometidas por LIDOM fue la nomenclatura que establecieron denominadas “juegos económicos” y “juegos Premium”; los primeros para definir los partidos en el estadio de Santo Domingo donde el Licey o el Escogido jugasen ante los equipos Toros del Este, Estrellas Orientales y Gigantes del Cibao (estos tres que no concitan tanto público). En cambio, cuando el match  fuese Licey-Escogido, o uno de estos dos contra las Águilas del Cibao, la denominación sería Premiun. Todo esto representaba una discriminación flagrante. Si yo hubiese sido propietario de uno de los conjuntos de la región Este o de los Gigantes del Cibao, me sentiría completamente ofendido y hasta retiraría mi escuadra antes de empezar el campeonato.

Ese tipo de definiciones suena como a los tiempos en que se diferenciaban a gente de primera y gente de segunda, a tripulantes de primera clase y  de tercera clase a bordo del Titanic.

Pero si analizamos solamente lo del aumento desproporcionado en el precio de las boletas, la razón del fracaso en asistencia a los estadios sería más que obvia. A una población trabajadora, que ha perdido su poder adquisitivo, que no le han aumentado su salario desde hace varios años, no se le debe aumentar el precio de las taquillas de manera tan abusiva. Es cierto que el béisbol es el deporte rey de los dominicanos, pero también es una verdad que esa gente que siempre ha pagado por ir al play está comprando la comida más cara, está pagando más caro el alquiler, la gasolina, el gas, el colegio de los hijos, las medicinas, etc.

El resultado del torneo 2013-14 fue contundente: los partidos entre Licey y Águilas no se llenaron (quizás tan solo uno en toda la campaña), los del Escogido-Águilas, menos todavía y los de Licey-Escogido, apenas dos durante la serie final. Es cierto que la asistencia mejoró en la final, pero el Quisqueya no se llenó como en años anteriores. En la serie quedaron muchos asientos vacíos, incluyendo el octavo partido, en que Licey se coronó campeón.

No tengo las cifras estadísticas de asistencia, pero si la sabiduría del hombre que sabe ver. Observé en la televisión la mayoría de los encuentros y mejor prueba no hay que dármela.

La última vez que recuerde una temporada tan penosa en asistencia a los estadios fue la de 1990-91, cuando yo tenía 15 años de edad.

Hace mucho que LIDOM no publica en la prensa los registros de concurrencia a los estadios, algo que se hacía durante décadas muy lejanas.

Mi sano consejo para LIDOM: aprender de los errores de la campaña recién finalizada y no repetirlos. En caso contrario, a la pelota nuestra le pasará lo mismo que le ha ocurrido a la de Puerto Rico, donde la ciudadanía prácticamente no va a los estadios.

¡Y cuidado con el fútbol!, que empieza a ganar terreno en Quisqueya la bella.

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