domingo, 5 de marzo de 2017

Amigdalectomía en tiempos de huelga (parte 10)

Mi próxima cita con el otorrino, quizás la última, será en mayo. Espero que ya sea dado de alta. El final de esta saga, puede estar muy cerca.


Por Iván Ottenwalder 

Era viernes 6 de enero. La fecha de la consulta había llegado. En la sala de espera del otorrino tuve que esperar por un poco más de horas. A eso de las 8:15 de la mañana el doctor apenas había recibido a tres pacientes y mi número de turno era el 17. Con toda la calma y decisión me senté y esperé, leyendo interesadamente mi favorito periódico El País. 

Para las 11:00 a.m. llegó mi oportunidad de entrar al consultorio. Saludé al especialista de nariz, oídos y garganta. Me dijo que me veía un poco más gordo a la vez anterior. ¡Y tenía razón! Durante el mes de diciembre aumenté unas buenas libritas, seis para ser preciso. A principios de enero me subí a una báscula y esta marcó en 155 mi pesaje. Sobre mi salud le conté de mis avances, que estaba drenando más, aunque no tan abundante como lo esperaba, pero que en efecto mi flema iba cayendo. Me realizó un chequeo a modo general y comprobó la mejoría. "¡Wao, me gusta lo que estoy viendo! Vamos mucho mejor, pero mucho....", exclamó con satisfacción.  

Me indicó los mismos aerosoles nasales (Metaspray e Iliadin LUB), el antialérgico DESPEVAL, un fármaco llamado XALAR y para casos de dolor el antiinflamatorio ETOPAN 400 mg. Asimismo, me recomendó, ya a manera ocasional, continuar con los lavados nasales con el Sinupulse 

Todos los productos me los prescribió en cinco recetas distintas, una por cada mes (enero, febrero, marzo, abril y mayo). Para mediados de mayo quedamos vernos de nuevo. 

Tratamiento de enero 

Al día siguiente de la cita médica, sábado 7 de enero, fui a la farmacia a adquirir las medicinas prescritas. Me hice del DESPEVAL y XALAR por el mes, lo mismo que de los esprays ILIADIN LUB  y METASPRAY. No me iba a volver loco comprando la receta de cinco meses de golpe. Todo a su tiempo. En febrero lo de febrero, en marzo lo de marzo y así hasta llegar al final. 

Sobre la efectividad del tratamiento durante el primer mes del año puedo confesar que he seguido expulsando la mucosidad aunque no con la abundancia y grosor deseado. Quizás podría ser porque esta se haya concentrada en el esfenoides, una ubicación de donde le es más incómoda de salir. Otra buena noticia es que los síntomas de fatiga y abatimiento del año anterior no han regresado. Y una más apreciable aún: mi pesaje sigue en aumento. Para la tercera semana del mes ya estaba en 157 libras. 

En los días transcurridos apenas me he irrigado los senos nasales con el Sinupulse una sola vez. Ahora, la solución salina (cloruro de sodio) debo comprarla en la farmacia, pues se me agotaron los sobres de dicho producto que me habían llegado desde Estados Unidos cuando adquirí aquel aparato mediante una empresa de pedidos y envíos online. Gracias a esa sustancia es que puedo practicarme las duchas nasales. 

Mes de febrero  

Prácticamente, con la misma dosis medicinal del mes anterior, pude navegar viento en popa durante todo el curso de febrero. El ILIADIN y METASPRAY  como aerosoles, el DESPEVAL como antialérgico y el XALAR para la secreción mucosa, los utilicé bajo la prescripción indicada. 

Para finales de ese mes e inicio de mayo tuve que mudarme por una jornada de casi 20 días al piso de mi madre, sito en la segunda etapa del Proyecto José Contreras. Sí, al mismo apartamento que por recomendación médica tuve que abandonar en enero de 2014. Aquella vivienda sigue igual de apestosa como la había dejado hacía 3 años. El polvo y la mugre señorean por todo el pavimento, paredes y rincones.  De hecho, el domingo 5 de marzo tuve que barrer, desempolvar y trapear al menos mi aposento y baño. Mi madre, como expliqué en una entrega anterior, está prácticamente en la bancarrota. Ella vive actualmente esclavizada, trabajando en una tiendita veterinaria de lunes a domingo. Aunque  suyo, el negocito no le genera los márgenes de ganancias deseados. Desde el verano de 2012 ha mudado su tienda a tres locales distintos y aún sigue sin despegar. Imaginemos por un instante un auto con problemas al cual intentamos hacerle arrancar y nunca lo conseguimos. Pues eso es lo que ocurre con el pequeño negocio de mi progenitora. Ella sobrevive bajo un cúmulo de dificultades y yo no puedo exigir mucho de su vivienda. Dios mediante, el compadre de mi pa se regresará, aparentemente, el día 13 de marzo para los Estados Unidos. ¡Será mi tiempo de regresar! 

Aquellos que deseen saber por qué aún resido en casa de uno de mis padres, ya habrá tiempo suficiente para contarles el porqué aún no me he independizado. 

De momento, el ritmo de mi vida sigue normal: laboro, leo abundante, visito la hemeroteca cuando puedo, hago mis caminatas, aunque ahora ocasionales, escribo para mi blog y llevo mi tratamiento.  

Mi próxima cita con el otorrino, quizás la última, será en mayo. Espero que ya sea dado de alta. El final de esta saga, puede estar muy cerca. 

Dentro de poco renovaré mi pasaporte, pues estoy contemplando volar a Asunción, capital de Paraguay, para disputar los torneos Extraordinario y Copa FISE del Mundial de Scrabble 2017. ¿La fecha? Último trimestre del año. 

Continuará...

sábado, 25 de febrero de 2017

Leones del Escogido, campeones 1968-69

Los Leones del Escogido se titularon campeones en la temporada 1968-69, cobrándoles venganza a las Estrellas Orientales, quienes les habían derrotado en la finalísima de 1967-68. Los escarlatas, después de perder en los dos primeros partidos del playoff final, remontaron y ganaron cinco en forma consecutiva para levantar el trofeo de ganadores.

Por Iván Ottenwalder 

Primer partido, 14 de enero 1969
Santo Domingo.

Las Estrellas Orientales ganaron 1-0.

Público que asistió al primer partido de la final.





































Hinchas de las Estrellas ondeando su bandera.






























Segundo partido, 15 de enero
San Pedro de Macorís.

Los verdes volvieron a ganar, 7-1
























































Tercer partido, 16 de enero
Santo Domingo.

Los Leones obtuvieron su primera victoria con marcador de 2-1


 



















Cuarto partido, 17 de enero
San Pedro de Macorís.

Escogido empató la serie, al ganar en la ruta con pizarra de 5 a 2.


Dick Simpson, de las Estrellas, es out en segunda base.



















Orlando Martínez, de los Leones, anota en carrera.




Quinto partido, 18 de enero
Santo Domingo.

Los melenudos tomaron la delantera en la serie. Se impusieron sobre sus adversarios, 7-0.


Tito Fuentes cruza el plato para anotar la primera vuelta roja.


Felipe Alou, del Escogido, se barre quieto en la antesala.


Sexto partido, 19 enero
San Pedro de Macorís. 

Los leones rugieron de nuevo y blanquearon a los elefantes, 3-0.


Mateo Alou es atrapado entre segunda y primera base.
 

Mateo Alou finalmente es puesto fuera.

Séptimo partido, 20 de enero
Santo Domingo.

Escogido campeona en casa. Zurraron a sus rivales 7 carreras por tres (7-3).




Felipe Alou se barrió quieto en la goma.




Joe Costello y Orlando Martínez (sin camisa) bañan de champán al "Diablo Rojo", en el camerino de los campeones.


Andy Gilbert, dirigente del Escogido.






Fuente: Periódico El Nacional de ¡Ahora!, enero de 1969.

Agradecimiento:  
Área de hemeroteca de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.

El momento clímax de cada jugador en scrabble

Los grandes cerebros, esos diccionarios con patas que meten miedo a cualquier iniciado en el juego de Mosher Butts, se han visto en la necesidad de apelar al auto revisionismo, de aprender de sus errores o errorcillos, por más minúsculos que hayan sido. Y es allí donde ha radicado el éxito y la eventual culminación en la gloria

Por Iván Ottenwalder

Entre las tantas definiciones que ofrece el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sobre la palabra clímax se tienen las siguientes:

1. m. Punto más alto o culminación de un proceso.
2. m. Momento culminante de un poema o de una acción dramática.
3. m. Ret. Gradación ascendente.
4. m. Ret. Término más alto del clímax.
5. f. Ecol. Estado óptimo de una comunidad biológica, dadas las condiciones del ambiente.
Luis Picciochi.

En lo que compete al tema en cuestión, relacionado al scrabble, ese maravilloso mundo de las palabras cruzadas, el cual yo particularmente he definido como “El juego gramática”, me quedaré con la primera acepción, la referente al punto más alto o culminación de un proceso. Esto así porque es lo que mejor encaja con el momento clímax, cumbre o máxime de un escrablero; esa etapa donde se conjugan y se acoplan todos sus elementos virtuosos: experiencia, veteranía, manejo de la presión y repertorio cuantioso de vocabulario. Es cuando la estrategia llega a su estado de mayor pulidez. Cuando ha llegado el momento ideal en el lugar ideal para ganarlo todo. Es cuando de verdad la espera ha valido la pena y aquellas experiencias acumuladas de otrora no fueron más que el camino allanado. ¡Todo tuvo su fin!

Cuando un atleta de X o Y competición consigue su primera medalla dorada después de tantos intentos fallidos en años anteriores, eso es momento clímax. Cuando los Bravos de Atlanta ganaron la serie mundial de béisbol  en 1995, luego de haber sucumbido de forma muy batallada en las tres temporadas anteriores, eso fue momento clímax. Cuando la selección alemana de fútbol campeonó en 2004 tras haber perdido la final de 2002 y ser batida en las semifinales de 2006 y 2010, eso también fue momento clímax. Pues lo mismo pasa con el scrabble y sus competidores.

Todo jugador de scrabble ha pasado por una etapa de principiante, de escaso  nivel, de torpezas, de vocabulario limitado, de bajos niveles estratégicos, de momentos propensos al pánico hasta que todo comenzó a cambiar en la medida de la práctica y numerosas competiciones. Y en ese trajín se logró un mejor desarrollo. Otros, en menor tiempo, llegaron a alcanzar esferas de estrellatos

Rocco Laguzzi.
Los escrablistas, para utilizar ahora un sinónimo de escrableros, que han abrazado dicho estrellato, no se titularon campeones de la noche a la mañana. Todo obedeció a un proceso de esfuerzo, superación y, por qué no, autoaprendizaje. Los grandes cerebros, esos diccionarios con patas que meten miedo a cualquier iniciado en el juego de Mosher Butts, se han visto en la necesidad de apelar al auto revisionismo, de aprender de sus errores o errorcillos, por más minúsculos que hayan sido. Y es allí donde ha radicado el éxito y la eventual culminación en la gloria. Y es que para levantar el trofeo de campeón del mundo, embolsillar el premio monetario y hacer historia, hubo primero que transitar un largo camino de muchos años por diferentes sendas de atriles e inagotables hileras -horizontales, verticales y paralelas- de palabras fáciles y rebuscadas (sustantivos, verbos, conjugaciones, interjecciones, conjunciones, preposiciones, voces onomatopéyicas, vocablos en desuso, imperativos y gentilicios).

Joan Manchado, de nacionalidad española, aunque ganó el primer mundial de scrabble en español en 1997, ya sabía jugar bastante y tenía experiencia acumulada desde varios años atrás. No es que Manchado aprendió palabras cruzadas ese mismo año y ganó por carambola. Todo fue un proceso paulatino y ascendente hasta desencadenar en su clímax triunfal. Lo mismo debe decirse de Airán Pérez, venezolano, quien tras varios intentos gallardos pero fallidos en la primera década del presente siglo, tuvo que esperar hasta el 2013 para llevarse su primera copa mundialista. Luis Picciochi necesitó de mucha madurez para finalmente levantar el gran trofeo en años consecutivos, 2009 y 2010. Jesús Ortega, el mejor del scrabble mexicano tuvo que esperar al 2014 para campeonar en el mundial de La Habana. ¿Y qué decir de Rocco Laguzzi,  derrotado en las finales de 2002 y 2006 y campeón en 2012? ¡Digno de quitarse el sombrero!

¿Y por qué abundan aún jugadores estelares que no han capturado el mundial?

En una competición donde no pocos, sino legiones de jugadores poseen un superbo nivel, obviamente que la corona no estará garantizada para todos. Y esto ha pasado en todos los deportes, físicos y mentales, de nuestro planeta Tierra. En el fútbol Michel Platini, atleta fuera de serie, nunca pudo celebrar una copa del mundo con sus compañeros. La selección francesa era competitiva en la década de los 80, pero fue eliminada en semifinal de los mundiales de 1982 y 1986 por el poderoso equipo alemán. En el baloncesto de la NBA jugadores como Patrick Ewing, Charles Barkley, Reggie Miller, Karl Malone y John Stockton fueron súper estrellas de ensueños, pero no lograron ceñirse el anillo de campeón simplemente por una verdad que para los años 90 del siglo XX era absoluta: Michael Jordan, el mejor baloncestista del mundo, y su equipo, los Bulls de Chicago, se encontraban en una etapa dorada. Aquella escuadra era una maquinaria demoledora en anotación y defensiva, capaz de intimidar, cosa que lo hizo a la perfección, al resto de los equipos de la liga.
Hay que batallar bien duro para alcanzar el clímax.

El hecho de que algunos veteranos del calibre de Horacio Moavro, Juan Carlos Ayala, Selene Delgado, Alejandro Terenzani y Serge Emig no hayan capturado todavía su primer mundial, no quiere decir en lo absoluto que sean jugadores malos, todo lo contrario, son grandes cracks del scrabble, unos tíos fuera de serie. Competir contra ellos va más allá de toda emoción. Pero estos no juegan solos, con recurrencia permanente tienen que enfrentarse ante otros genios de mucho bagaje estratégico y lexical.

Nadie ha dicho que los triunfos sean fáciles o que estén garantizados del todo. A lo largo de la historia muchos competidores han tenido que esperar abundante tiempo para toparse con la gloria; otros, se han retirado con muchos galardones (trofeos, medallas, placas, diplomas) sin haber conseguido el título añorado. Pero en el caso de los escrableros mencionados, estos aún tienen tiempo y futuro para campeonar, y en caso de que se retiren sin lograrlo, no por ello dejaron de ser las estrellas luminarias del juego de tablero, bolsa, letras y atriles.

Aunque el winner always takes it all los admirables y valerosos losers siempre podrán contar cada año con un nuevo octubre para intentarlo otra vez. Pero, desafortunadamente, solo UNO podrá ganar; el resto, mayoría aplastante, tendrá que apostar al juego de la espera, larga o pequeña.

lunes, 30 de enero de 2017

Fanáticos dominicanos: ¿Sabedores de béisbol o analfabetos en la materia?

Cada vez que una serie final está a punto de empezar, sobre todo si los adversarios han de ser Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey, cientos y miles de sus seguidores en todo el país se dan a la tarea de opinar que dicho playoff está amañado, que se trata de un negocio y que, por consiguiente, se jugarán los nueve partidos.

Por Iván Ottenwalder


La República Dominicana es un país cuya población está considerada como una de las que más sabe de béisbol en todo el planeta. De este pequeño terruño salen, según los grandes expertos en la crónica deportiva internacional, una gran tajada de los mejores peloteros del mundo, la mayoría integrantes de los equipos de béisbol de las Grandes Ligas de Norteamérica (Estados Unidos y Canadá).


Está más que decir que en cada rincón del mundo donde se juegue al pasatiempo del bate y la pelota, podemos encontrar a un dominicano. En el béisbol de Taiwán, Corea, Japón, México y las ligas menores de Estados Unidos, la presencia de beisbolistas quisqueyanos es notoria. De cualquier miserable batey, barrio popular o comunidad muy empobrecida de la República Dominicana, puede emerger una súper estrella del mañana. La historia no miente. Acorde a un artículo de investigación del periodista Héctor Gómez, publicado en el portal www.deporvida.net, el 5 de marzo del año 2016, un total de 657 jugadores nativos han debutado en el Béisbol de Liga Mayor, Major League Baseball (MLB) por sus siglas en inglés, desde la década de los 50 hasta la actualidad.


Los partidos de béisbol de MLB como los de la liga otoño-invernal dominicana, cada año generan toques de queda en los bares, colmadones, drinks de bebidas alcohólicas y los hogares. No importa la clase social, el dominicano promedio, excepto las escasas minorías, llevan la pasión por este deporte en las venas. A los varones, desde niño, los padres les inculcan la emoción por este juego inventado, no se sabe si por Abner Doubleday o Alexander Cartwright. Las hembras tampoco se salvan del lavado de cerebro de sus progenitores. La mayoría de las veces les imponen a sus pequeños el equipo dominicano a seguir. Si los papás son liceístas furibundos casi siempre van a esperar que sus vástagos sean complacientes y respalden a los Tigres del Licey. Si son aguiluchos, escogidistas, estrellitas, taurinos o gigantistas, lo mismo por igual. En los únicos casos donde puede haber posibilidad democrática de elección es cuando uno de los padres, sea el hombre o la mujer, es de equipo contrario. Si por ejemplo papá es aguilucho y mamá liceísta, se le permite a los niños elegir entre uno y otro conjunto. Si uno de los infantes osara cruzar la línea y apoyar a otro team diferente, tendrá que prepararse para enfrentar los enojos y reclamos de sus ascendientes. Por lo regular, los padres siempre terminan aceptando esas pequeñas discrepancias, aunque a regañadientes y mostrando inconformidad.


Con esa cultura impuesta desde la infancia crecen los dominicanos. Desde temprana edad se van convirtiendo en aficionados, analistas y críticos de la pelota. Sus vidas siempre están girando entorno al Deporte Rey de República Dominicana. Pasan por la adolescencia y alcanzan la adultez hablando el mismo idioma de las bases, las bolas, el bate, el strike, el hit y el cuadrangular. Los debates acalorados, muchas veces pasados de tono, entre dos o más fanáticos, suelen ser la norma en los lugares de expendios de alcoholes. La cuerda mortificadora al hincha contrario tampoco ha de faltar.



Sin embargo, quiero expresar mi preocupación porque en los últimos 20 años se ha venido produciendo una situación, desafortunadamente degenerada en fenómeno, que ralla en el peor de los absurdos y las más tontas de las idioteces. Como dominicano que soy jamás me lo esperaba. No, nunca esperaba que los fans dominicanos, que se jactan en predicar que son los que más saben de béisbol, cayeran en tan hondo disparate. Y no son algunos los sustentadores del desatino, sino legiones. Niños, jóvenes y adultos incluídos en el paquete.


Cada vez que una serie final está a punto de empezar, sobre todo si los adversarios han de ser Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey, cientos y miles de sus seguidores en todo el país se dan a la tarea de opinar que dicho playoff está amañado, que se trata de un negocio y que, por consiguiente, se jugarán los nueve partidos. Entre las expresiones ridículas más sonoras que podemos escuchar de los labios de tan “cultos eruditos” se encuentran: “eso ta hablao, se van a jugá lo nueve”, “¡Tú no sabe que eso e un negocio donde se van hacé de dinero lo do equipo!”, “Oye, las Águila se van a dejá ganá cuatro; el Licey se va a dejá ganá cuatro y el último lo van a jugá de veldá”. ¡Tú no sabe que eso son lo do equipo que llenan lo etadio en ete paí!”. “Oye, a lo equipo chiquito como lo Gigante, la Etrella y lo Toro, le van a dá un dinero pol la iquielda pa’ que se dejen ganá y dejen pasá a Águila y Licey”, “¡Te toy hablando, e que Águila y Licey son lo equipo ma montro!”


Comentarios irracionales de ese tipo han sido muy comunes durante muchos eneros. Pueden venir tanto de bocas liceístas como aguiluchas. Quizás de algunas escogidistas, pero en menor proporción, ya que, por fortuna, esta fanaticada ha sido una de las más comedidas en el análisis.


Licey y las Águilas son los mayores referentes en cuanto a campeonatos ganados en el béisbol dominicano (22 y 20), Series del Caribe obtenidas (10 y 5) y, por supuesto, en cuanto a mayor cantidad de aficionados. Según una encuesta de la firma Gallup publicada por el matutino HOY en diciembre de 2009 los Tigres del Licey con un 38.8% y las Águilas Cibaeñas con un 31.7% resultaron ser los conjuntos de mayores simpatías en el país. Los Leones del Escogido obtuvieron en el sondeo 11.1%, los Toros del Este 2.3%, los Gigantes del Cibao 1.9% y las Estrellas Orientales 1.7%. Un porcentaje de 12.4% respondió que no sabía o no quiso revelar su preferencia.


Pero también estos dos colosos del béisbol profesional, conocidos a partir de la década de los 70 del siglo pasado como “los nuevos rivales”, son los poseedores de las hinchadas más emotivas, bochincheras, sensibles, burlonas, exigentes y agresivas de toda la geografía nacional. Todo eso ya es historia patria, pero, la pregunta que me planteo es esta: ¿De dónde han sacado aguiluchos y liceístas tamaño absurdo de que las finales son vendidas?
Toda persona con la cabeza bien puesta debe entender sobre lo dificilísimo que es vender partidos de series finales y el riesgo que ello implica. Primero habría que sobornar a todos menganos y fulanos, incluyendo a sutanejo el recoge bates. Intimidarlos con amenazas en caso de que alguien abra la boca y lo sople todo. Esto sería mucho más complejo que un secreto de Estado. Conociendo a la mayoría aplastante de dominicanos, que no saben guardar secretos, el asunto se tornaría más que imposible.


Y ahora voy a revelar un poco de historia, esperando que los seguidores de uno y otro combinado no se enfaden conmigo.


Durante las 20 ocasiones en que se han enfrentado estos equipos en grandes finales, muy pocas veces la serie ha llegado al máximo.


Cuando existía el formato de 7-4 los resultados fueron estos:


Temporada y resultado
1952: Se fueron al máximo y ganaron las Águilas (4-3)
1953: Licey ganó en cinco partidos (4-1)


En formato 9-5
Temporada y resultado
1963-64: Licey triunfó en ocho juegos (5-3)
1969-70: Licey ganó en seis (5-1)
1971-72: Las Águilas triunfaron en ocho (5-3)
1973-74: Licey ganó en siete (5-2)
1975-76: Las Águilas doblegaron en ocho (5-3)
1976-77: Licey ganó en siete (5-2)
1977-78: Águilas triunfaron en siete (5-2)
1982-83: Licey se impuso en siete (5-2)


De nuevo en 7-4
Temporada y resultado
1983-84: Se fueron al máximo y ganó Licey (4-3)
1985-86: Ganaron las Águilas en cinco (4-1)
1993-94: Licey triunfó en cinco (4-1)
1997-98: Ganaron las Águilas en seis (4-2)
2001-02: Se fueron al tope y ganó Licey (4-3)
2004-05: Se fueron al tope y ganaron las Águilas (4-3)


Otra vez el 9-5
Temporada y resultado
2005-06: Ganó Licey en siete (5-2)
2006-07: Triunfaron las Águilas en siete (5-2)
2007-08: Ganaron las Águilas en ocho (5-3)
2016-17: Se fueron al máximo y triunfó Licey (5-4)


De los 20 matches de series finales entre azules y amarillos solo en cinco (5) ocasiones, cuatro en formato 7-4 y una en 9-5, se ha tenido que llegar al máximo de decisión. En los restantes 15 enfrentamientos NO.


Hubo casos donde los resultados concluyeron 4-1, 4-2, 5-1, 5-2 y 5-3.


¡Más claro, ni el agua!


Ahora les pregunto a los fans de unos y otros, ¿dónde estuvo el negocio? ¿Dónde estuvo la mafia?


Maña vieja


Durante los últimos dos decenios he aprendido a comprender mejor sobre los porqués de tantos dislates. Esto ya lo he comprobado porque es una maña vieja de muchos liceístas y aguiluchos, que, cuando uno de los conjuntos empata la serie final, ya sea, 1-1, 2-2 o 4-4, inmediatamente los hinchas del equipo perdedor salen argumentando que se dejaron ganar porque la final estaba arreglada para que se jueguen todos los partidos porque hay tanto dinero de por medio. Estas incongruencias no son más que el simple derecho al pataleo. La máxima predominante es no aceptar el revés ante el oponente; no darle jamás el más mínimo de los créditos.


Para la temporada 2007-08 una persona muy conocida, de simpatía liceísta, le decía a su madre aguilucha: “mami, eso e’ to un negocio. Oye, el año pasao dejaron ganá a las Águila pa’ que empaten en campeonato con Licey, pa’ que ahora en eta temporada se vuelvan a ve en la final y llenen el play. Tú verá que ahora e’ el Licey que va a ganá. Te va a acoldá de mí”.


Es cierto que para la estación 2007-08 Licey y Águilas se encontraban empatados en títulos ganados con 19 y que en otra eventual final entre ambos se definiría la supremacía por ser el más ganador de coronas.


Efectivamente, en enero de 2008 Tigres y Águilas se midieron en la final por el campeonato y por la jerarquía histórica. Pero ¿acertó en su predicción el mencionado personaje?


Las Águilas campeonaron en ocho partidos (5-3) y se colocaron en la cima como el combinado más ganador de aquel entonces, 20 coronas contra 19 de sus archirrivales. Luego vino la terrible sequía de 8 temporadas sin ganar para los de Santiago de los Caballeros, lo que fue aprovechado por la escuadra felina para conquistar dos coronas y tomar el liderato, 21 contra 20 de sus adversarios.


Para el playoff final de la contienda 2016-17 los grandes titanes del béisbol se vieron de nuevo las caras. Se jugaron los nueve partidos, pero no porque esta vez haya sido un fraude ni nada por el estilo, simplemente porque ambas tropas estaban muy compactas y contaban con buenos peloteros, lo que facilitó las condiciones para que la decisión se definiera al máximo. Licey ganó porque capturó ese último desafío en la histórica Ciudad Corazón. Derrotaron a los dueños de casa con marcador de 6-2 en su ruidoso y mítico parque.


Ciertamente que el derecho le asiste a cada quien, a la mayoría si se quiere, de creer y opinar como le parezca, pero del mismo modo me asiste también el derecho como profesional de este oficio periodístico, en el que jamás me he enriquecido, de expresarme y señalar los errores lamentables en los que tantas veces incurren mis connacionales.


Fuentes:
Anuario de Béisbol Invernal Dominicano 2006-07, Héctor J. Cruz.