sábado, 13 de junio de 2015

¡Otra vez barrida!


Iván  “La Autoridad” Ottenwalder derrotó tres veces a Wagner Méndez en scrabble. Todos los desafíos los ganó con reloj y como local.

Por Iván Ottenwalder

Si existe jugador de scrabble alguno que debería sentirse de júbilo en este momento es Iván Ottenwalder. No cabe dudas: segundo lugar en la categoría Premier del pasado Internacional Cuba Scrabble 2015, tres victorias e igual número de reveses ante Guillermo Bodden en abril pasado (en Bella Vista Mall) y nueve triunfos (todos consecutivos) y solo tres fracasos, ante Wagner Méndez, durante los meses de mayo y junio. En totales (sumando el palmarés del internacional cubano) La Autoridad totaliza 24 partidas ganadas y 10 derrotas en el presente año 2015.


Razones le sobran para estar de risitas. Si en La Habana jugó a todo vapor, en Santo Domingo no le han faltado energías para continuar con su ritmo apabullante. Su récord en la capital de la República Dominicana, en lo que va del 2015 y sin contar su actuación en Cuba, es de 12 ganadas y 6 perdidas.

No hay, hasta el momento, espacio para la duda. Del poco scrabble que se juega en la República Dominicana, Iván Ottenwalder es la autoridad.

Jornada del 11 de junio

Después de haber perdido tres partidas consecutivas ante Méndez, durante el mes de mayo, se sobrepuso a lo grande, ganándole a éste nueve desafíos en línea. Para finales de mayo lo había barrido en cuatro choques disputados en el área de comida de la plaza Bella Vista Mall. El pasado jueves 11 de junio, Ottenwalder le aplicó nuevamente la escoba (en tres partidas seguidas), jugando como local y con cronómetro. Es la primera ocasión que al mejor jugador del scrabble dominicano le tocó jugar en su propia casa ante su conocido rival. Y todo le salió a pedir de boca. Hogar dulce hogar, reza una conocida frase universal.

La primera partida fue un de principio a fin dominado por Iván. Tres bonus contra uno y anotación de 449 a 271. La segunda fue más reñida. Méndez nunca dio su brazo a torcer y encaró una mejor actitud de juego. Debajo en el marcador, 344-411, logró colgar una formación de 62 puntos y pegarse a cinco de diferencia, 406-411. Pero la respuesta de su adversario no tardó mucho y, con un scrabble de 80 tantos, se le alejó para siempre, 491-406. El resto de las jugadas de uno y otro no varió la tendencia. Ottenwalder terminó ganando 524-435. El vencedor colocó cuatro bonificaciones y el vencido tres.
Así quedó la tercera partida tras Wagner Méndez abandonar.

Zurra y abandono en la tercera

Casi muy parecida a la primera fue la tercera partida. Otra zurra de principio a fin. Cuatro bonus para “La Autoridad” y victoria por 375 a 157. En verdad, el final se trató de un abandono por parte de Méndez, cuando Ottenwalder aventajaba por 400 a 169. Ambos descontaron lo que les quedó de sus atriles: Wagner 12 puntos e Iván 25.




Estadísticas de las tres partidas

                                   PG       PP      Scra      SPP     PPP
W. Méndez                 00        03        05        1.66     287.6
I. Ottenwalder            03        00        11        3.66     449.3
                                                                                  
Leyenda

PG                          Partidas ganadas

PP                           Partidas perdidas

Scra                        Scrabble/bonus

SPP                        Scrabbles por partidas

PPP                        Puntos por partidas

miércoles, 10 de junio de 2015

San Carlos, campeón baloncesto distrital 1987. Galería de fotos

Derrotaron a los Universales de Los Mina en seis partidos (4-2).

Por Iván Ottenwalder

San Carlos ganó la primera batalla 107-100.

Héctor Báez anota dos puntos.
























Andrew McCloud, de San Carlos, toma un lance ante la defensa de Felipe Payano (12) y Roberto Abad.
























Evaristo Pérez donquea la bola.
























Los Mina empató la serie al ganar el segundo desafío, 103-99.



Jesús - Chu - Mercedes, de Los Mina, busca escaparse de la defensa sancarleña.
























Víctor Hansen en ofensiva.
























Evaristo Pérez atrapa un rebote.
























Jesús - Chu - Mercedes en plena acción ofensiva.
























Alfonso Smith se posesiona del balón.
















San Carlos toma la delantera de la serie (2-1) en tercer partido al ganar 110-95.


Víctor Gerónimo, de Los Mina, lanza a la canasta.
























Evaristo Pérez se dispone a encestar dos puntos.
























Sergio Abreu, dirigente de San Carlos, conversa con sus jugadores.
















San Carlos puso la serie 3-1 al vencer a los Universales en el quinto juego, 95-86.


Mauricio Espinal se dirige al canasto.
























Mario - Lolo - Regus penetra hacia la canasta.
























Los Mina se recuperó en el quinto partido y se llevó la victoria, 113-100
























Jesús - Chu - Mercedes pica el balón. Mauricio Espinal lo defiende.
























Neit González, de Los Mina, lanza al canasto ante la defensa de Ismael Tapia.
























Osiris Duquela, dirigente Los Mina.
























San Carlos se tituló campeón al doblegar a su oponente en el sexto partido, con pizarra de 88-79.



Héctor Báez, con un zuape en una mano y un pedazo de hielo en la otra, amaga con llevarse el trozo a la boca. Su propósito era llevarle la corriente a los fans de Los Mina, que durante el partido arrojaron objetos y pedazos de hielo a la cancha.



























La hinchada de Los Mina se mantuvo dándole ánimos a su equipo.

















El extasis de la victoria se apodera de los jugadores de San Carlos.

















Edgar de la Rosa.

























 
Edgar de La Rosa desenreda la red de uno de los aros luego de que su equipo campeonara.





Evaristo Pérez (izq) y Adrew McCloud.
















Evaristo Pérez con su hijo.
























Los campeones con el trofeo.
























Leonard Mitchel, refuerzo del equipo, es bañado con cerveza.
















Evaristo Pérez (der) retratado con el trofeo de campeones.










































FUENTE: Periódico El Nacional, agosto de 1987.

martes, 9 de junio de 2015

Abandono y deserción escolar: enemigos del desarrollo dominicano



Por Iván Ottenwalder


“La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación como la hija de un campesino puede convertirse en una médica, el hijo de un minero puede convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación”
― Nelson Mandela.

Nada más cierto que lo planteado por el  Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela (fallecido en 2013), víctima del inhumano sistema Apartheid que lo mantuvo en prisión por tres décadas y luego presidente de su país, la República de Sudáfrica (1994-1999).

Aunque no se puede negar que en la República Dominicana se han producido casos parecidos, a los que citó Mandela en aquella frase, no menos cierto es que, si no se le presta la atención necesaria a la problemática del abandono y deserción escolar la posibilidades de que muchos niños, niñas y adolescentes puedan alcanzar un desarrollo socioeconómico en el porvenir, se volverán más remotas. Sin embargo, es preciso aclarar la diferencia conceptual entre deserción y abandono. El primero hace referencia a los alumnos que se inscriben al inicio de un año escolar, se retiran sin haberlo terminado, pero vuelven a inscribirse en el siguiente año lectivo. En el abandono los estudiantes se retiran de la escuela o colegio en un nivel específico, sin terminarlo, o bien no continúan al año próximo, quedando fuera del sistema educativo.

Un caso digno de estudio es que hasta el año 2010 un 64% de los adolescentes del sexo masculino y un 20% del femenino, desertaron de las aulas por razones económicas, según datos del IX Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 recopilados en el boletín Panorama Estadístico N° 64 del Departamento de Investigaciones de la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Solo en el nivel básico, de un total de 45.9% de desertores, el 37.5% desertaba antes concluir este ciclo educativo. Quienes lo terminaban eran apenas un 8.4%, pero sin continuar la educación media.

Una interrogante que deberíamos plantearnos sería ¿Qué pasará con ese 37.5% que no concluyó nivel básico más ese 8.4% que no siguió en educación media? Podríamos pensar que devendrán en mano de obra barata, por cierto, muy mal pagada y contribuirían con la agudización del éxodo migratorio, yéndose a trabajar fuera del país, precisamente en oficios de baja remuneración, aunque mejor pagados que los de acá …y en dólares.

Futuro país

Esos dejadores de sus estudios lamentablemente tendrán poco que aportar al desarrollo sostenible que necesita el país para dejar el subdesarrollo. Más deserción o abandono podría equivaler en el futuro a menos profesionales entes de cambio, menos dominicanos y dominicanas con propuestas e iniciativas para solucionar los males que nos agobian, más proliferación de la delincuencia, más hombres con posibilidades de reclutarse en el narcotráfico y más mujeres a riesgo de insertarse en formas de trabajo no decente, inclusive el trabajo sexual. Asimismo, más pobreza cultural y más violencia de género, producto de las brechas educativas, ignorancia y la dependencia económica y falta de autonomía de las mujeres. En conclusiones, se nos puede complicar el caos, más del que ya tenemos.

Las autoridades educativas deben llevar la voz cantante para combatir el flagelo de la deserción y abandono escolar en un país en el mundo llamado República Dominicana. Si más jóvenes terminan la escuela, más aumentarían las posibilidades de que continúen con el próximo peldaño, que es la universidad. Habrían más razones para que esa adolescencia crea en algo, tenga un norte en la vida, un por qué luchar. Los focos de delincuencia juvenil podrían achicarse, y ya no por la fuerza policial, sino por efecto de la educación. Para ello es necesario que los jóvenes de nivel medio no cuelguen los aperos estudiantiles (mochilas, libros, cuadernos, bolígrafos, etc.). Nuestros lectores podrían ahora preguntarse: ¿Pero cómo detener la avalancha de deserción y abandono si en el año 2010 un 16% de los estudiantes varones y hembras del bachillerato no lo finalizó?

De varias formas. Una de ellas es la creación de fuentes de empleos que integren al mercado laboral a más dominicanos y dominicanas (quienes en su gran mayoría son personas con hijos e hijas en las escuelas) y un mayor compromiso tanto de las academias de estudios como de los padres y madres en procura de mitigar con éxito el abandono y deserción en las aulas. Otra alternativa, y que personas expertas han sostenido, es la de reorientar el modelo de enseñanza, enfocándolo hacia la investigación y no solo a la memorización, como históricamente ha ocurrido en los planteles educativos nuestros. Es decir, hacer el sistema más atractivo para los alumnos y alumnas. Enseñarles técnicas de investigación cualitativas y cuantitativas, a ser personas más analíticas y críticas sobre ciertos contenidos, incentivarles a la lectura de libros, periódicos y revistas. Hay que enamorarlas del sistema, no que lo vean como algo que les desestimule.

A provincias más pobres, más desertores

Parece haber cierta relación entre las provincias más pobres del país con los mayores porcentajes de deserción estudiantil. Según la misma fuente las provincias Pedernales (13.1%), Barahona (8.3%), San Juan de la Maguana (7.7%), Elías Piña (6.5%) y Baoruco (6.4%), requieren de atención más urgente por parte de las autoridades porque son las que poseen mayores deserciones.

La deserción, junto al abandono escolar, tiende a acentuar las brechas educativas y producir las condiciones propicias para la emigración. El desarrollo provincial debe ir de la mano con el de su capital humano y, por supuesto, con el de su niñez y adolescencia. Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) hay que seguir invirtiendo el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) en la educación escolar (primaria, básica y media), no solo en cobertura, sino también en calidad. Y, por supuesto, sin descuidar los planes que se tengan para enfrentar la deserción y el abandono.