A finales de los años 40 del siglo XX el estadounidense Alfred Mosher Butts delegó en su amigo James Brunot la producción del pasatiempo del scrabble. Brunot tenía como encomienda hacer que este juego calara en la gente, lograr del invento de su entrañable amigo, una realidad.
Para ello modificó y simplificó algunas de las reglas del juego. Fabricó cientos de unidades en madera (tableros, y fichas) y las distribuyó entre algunos de los amigos.
Durante el 1949 logró vender 2251 juegos, pero no tuvo márgenes de ganancias, llegando a perder cuatrocientos cincuenta dólares.
Pasaba el tiempo, llegó el año 1952 y las pérdidas aumentaban. Los resultados no se veían. Brunot entristeció y decidió, junto a su esposa, tomar unas vacaciones de verano, por un tiempo determinado.
Cuando regresó a su casa, en Newtown, Connecticut, él y su mujer se encontraron con tamaña sorpresa: una avalancha de pedidos, producto de las recomendaciones que daban las personas que anteriormente habían adquirido las primeras unidades del juego.
La emoción de los Brunot fue gigante. Se mudaron a un colegio abandonado cercano a su casa. Lograron vender, a finales del 1952, 37,000 unidades del scrabble. Y no todo se quedó ahí, Jack Strauss, el presidente de las tiendas Macy's de Nueva York, quien aprendió a jugarlo durante sus vacaciones, llevó a cabo una campaña de promoción que cautivó a miles de personas. Brunot había conseguido una importante victoria en su vida y el scrabble ganado su primera batalla.
El juego empezó a venderse en mucha tiendas de los Estados Unidos y traspasó las fronteras. Proliferó en todo el mundo, llegando a traducirse a varios idiomas.
Durante los años 60, 70 y 80 el scrabble, aunque tuvo mucha demanda, se mantuvo estancando como un juego hogareño. El panorama empezaría a cambiar a principios de la década de los 90, cuando se efectuaron los primeros mundiales en el idioma inglés. También, en ese decenio, se efectuaron los primeros mundiales en francés.
En 1997, organizado por la empresa Mattel, se organizó el primer mundial de scrabble en español, en Madrid, el cual fue ganado por el español Joan Manchado.
Sin dudas, hay que reconocer que los 90 del siglo XX ha sido la época de la gran revolución del scrabble. En ella surgieron los primeros clubes organizados.
Pero más exitoso ha sido el nuevo milenio (siglo XXI). En esta etapa es donde más se ha expandido este deporte gramatical y donde más asociaciones, federaciones y clubes han nacido. Hoy, la Web está llena de blogs y portales sobre este famoso juego.
En la actualidad el scrabble está muy bien asentado en el mundo. En algunos países de África, como Senegal, se ha convertido en una pasión desbordante. Sus mejores exponentes son recibidos como héroes nacionales cuando ganan campeonatos regionales o mundiales en la versión francesa.
En esa nación, como en algunas del continente asiático, importantes periódicos dedican columnas y artículos a este pasatiempo. Ya en países como Argentina, Venezuela y otros de Suramérica, algunos programas de televisión han ofrecido entrevistas a destacados jugadores.
Aunque los últimos 20 años han sido de grandes conquistas aún queda un futuro luminoso por recorrer. Hace falta otro boom, nuevas estrategias, que seguro ya algunos genios del scrabble las tienen ideadas. Se necesitará de una difusión y promoción masiva del juego (incluyendo sus torneos) en la televisión y la radio, insertarlo en los currículos escolares como materia opcional, desarrollar torneos intercolegiales e interuniversitarios y crear publicaciones impresas, como por ejemplo, alguna revista. Todo esto podría desencadenar en un entusiasmo sin parangón jamás visto en el scrabble.
Es hora de potencializar el clima favorable existente. Cada día son más los que se integran al scrabble, los que se apasionan, los que quieren competir, y eso, de alguna manera, debe ser aprovechado por todas federaciones y asociaciones.
La batalla hay que ganarla con los niños y adolescentes, pues el futuro y la permanencia del juego gramática (así he bautizado al scrabble) dependerá de las generaciones más jóvenes. Ellos son el relevo del mañana.
En los torneos nacionales de cada país se debe comenzar a otorgar algún premio monetario a los campeones y subcampeones, como se hace en los mundiales, aunque al principio la suma de dinero obtenida no sea tan ambiciosa. Con el transcurrir del tiempo esta podría ser incrementada a escala.
Otra iniciativa sería que los clubes de scrabble que lo deseen visiten las importantes plazas comerciales, donde sus miembros, en un espacio ideal, puedan jugar entre sí, despertando la curiosidad de los visitantes. Asimismo, estos clubes harían un gran aporte impartiendo charlas en las escuelas sobre este maravilloso juego.
Tengo muchos sueños para mi scrabble. Sueño con que algún día los cruceros y los grandes hoteles del planeta dispongan de salones para jugarlo. La demanda estaría más que presente.
Sueño con que se fomenten los torneos infantiles de scrabble entre los condados, los estados y las provincias.
Sueño por el avance, para que lo ya conseguido no se estanque y para que las grandes iniciativas no se queden en las utopías.
Brindo en esta Navidad por el éxito en potencia que tiene nuestro scrabble.