domingo, 16 de noviembre de 2025

El Scrabble llegó al Catalonia Beach de Bávaro: El campeón de Cuba frente a mí (2)

Por Iván Ottenwalder

Me desperté a las 5 de la mañana. La hora del desayuno empezaría a partir de las 6:30 am, de modo que, me quedé leyendo un rato.

Como a las 6:20 me vestí, salí de la habitación y me encontré con Rolando y Karina, quienes también salían de su dormitorio.

Tercera partida.
Fuimos al área de restaurante cercano a la piscina a desayunar. Hacía una brisa agradable y, según el pronóstico del tiempo, se esperaban lluvias por la tarde y noche. Ubicamos una mesa y tres sillas. Fui selectivo en mi desayuno (yogurt, cereal, frutas, leche descremada y té caliente). Ellos se sirvieron en abundancia de toda una gran variedad de comestibles que encontraron, incluyendo panqueques, tortillas de huevo, quesos, jamones, tocineta, panes con mermelada, jugo y café con leche.

Rolando y yo acordamos jugar al menos una partida por la mañana, cerca del área de lobby. También pactamos reunirnos en la noche en un restaurant distinto a cenar, sea uno japonés o español.

Terminado el desayuno nos dirigimos al área de recepción del hotel para reservar en el restaurant japonés. Seríamos los tres: Karina, él y yo. La empleada que nos atendió nos dijo que el restaurante japonés abría a partir de las 10 de la noche. Rolando y su hija consideraron que esa hora era muy tarde. Entonces decidimos irnos por el español. Este abriría a partir de las 8:00 p.m. La recepcionista nos tomó los nombres para la reserva de la cena en ese restaurant.

Cuarta partida.
Resuelta esa diligencia buscamos una mesa con asientos cómodos cerca de un bar. Allí nos sentamos y ubicamos el tablero de juego, atriles y bolsa de letras. Rolando pidió un trago no recuerdo de qué; Karina lo mismo; yo, una piña colada sin alcohol.

MASTICA fueron los primeros 76 puntos de la partida. Míos. Rolando respondería con LAÑANDO (60) en el cuádruple de palabras. Pocos turnos más adelante bonifiqué con TIRADORA (70), él con un inexistente DESGRAPÉ que se la di como válida cuando, pude haberla objetado. Si buscábamos en el Lexicón, hubiese demostrado su error. Sin embargo, le respondí con otro bingo (RETARAN de 81) que me puso en delantera, 247-181. Él, en una exhibición de exquisito vocabulario, me metió un JAMBO de 32 tantos.

Quinta partida.
Después de un cambio de fichas, mi oponente escribió ILUSIONÉ de 70. Vino mi respuesta con ATUSARON (61) pero, él, tendría unos DÉCUPLOS de 76, que lo aventajaron (359-308). Nunca más se vio abajo en el marcador. Aunque, me acerqué con YODES (30) 338-359 vino un HEZ  de contragolpe, válido para 45 puntos (404-338). Fue muy demoledor.

El resto de jugadas no cambiaron la tendencia en la anotación. Rolando ganaría con un convincente marcador de 493 a 429. Era su primera victoria. Aquello era un mensaje de que tenía que apañármelas bien fuerte si quería volver a ganarle. Estaba, de frente al mejor jugador cubano. El más ganador del Internacional Cuba Scrabble así como, unos de los mejores de toda el área latinoamericana. Una verdad absoluta sin discusión.

Se reanuda la acción a las tres de la tarde

Después de haber almorzado a las 12:30 de la tarde, tomamos un largo reposo de más de dos horas.

Sexta partida.
Casi a las 3:00 pm Rolando me escribe por whatsapp para que nos juntemos en el área de la piscina a disputar un par de partidas. Tal como la tarde del día anterior ubicamos una buena mesa con asientos y, al poco rato, ya empezábamos a disputar el match número cuatro.

Mi arranque no fue malo; el de él fue mejor. Después de abrir con CENAREN (74) mi oponente respondió con dos bingos seguidos (CONTROLÉ de 63 y BATEAREN de 86). Mi problema estuvo en que, después de colgar dos buenos cortos QUITÉ (32) y AJ (34), cometí un par de errores tontos. Esto me pasaría la cuenta pues, él supo muy bien capitalizar mis yerros. Soltó un CAREANDO (74), un buen CHAS (27) y BOY (23) más un terrible APUNEMOS (74) tan demoledor que, puso la pizarra 364-226 de su parte. Aunque, conseguí un buen reforme jugando DES  para formar DESCONTROLE (42) y, más tarde, con un buen uso de la Z y RR para colocar ZURRARÁ (84), de nada serviría pues, Rolando, también tuvo unos buenos contragolpes en dos scrabbles como DECLARES (74) y AHITADO (66). Finalmente, se llevaría la victoria con holgado marcador de 565 a 426.

Séptima partida
Tras un pequeño receso de unos cinco minutos, dimos inicio a la quinta partida. Fue una digna batalla, con espanto incluido. Casi todas frente a Rolando lo son. El principio estuvo de mi lado, dominando gracias a bingos como DESTEJÓ (94), PENARÍAN (68) más unos buenos cortos como HUESO (37), CATÉ (25), PELEES (33) y otro bingo como DECÍAMOS (70). Pero valga decir también que, Rolando también tuvo lo suyo. Gracias a SACONEES (64), TRINEMOS (74), NOXA (30) y HUSILLO (60), siempre se mantuvo en la pelea. Yo dominaba con 339, pero él pisaba mis talones con 280.

Una frase estimulante alusiva al Hotel Catalonia
Tras unas buenas cortas, esas pequeñas gigantes siempre valiosas, tomó la delantera. CHOZ (56), UF (31) y RUBÍ (24) me pusieron a temblar en la recta final. Él, se encontraba ganando (391-377) y, para mayores sustos, aún quedaba la Q. Yo de nuevo, me encontraba en la situación de cambiar letras. Quedaban solo dos en el bolso. Cambié una. Metí la mano en la bolsa de los sustos y, qué suerte, no me salió esa Q. Ahora sabría que esa le tocaría a él. Él en cambio, no estaría del todo seguro si yo la habría o no tomado. Rolando tenía la RR y se vería así en un dilema si cambiarla o no. Si lo hacía, entonces se tragaba la Q. En cambio, a mí no me afectaría tomar la RR ya que, tenía buenas vocales para poder jugarla. Él prefirió jugarla. Se quedó con la Q tomada del bolso. Y, esto permitió que, finalmente, yo pudiera remontar para llevarme la victoria. Con la partida 421 a 403, pude colocar VAGADO (22), voltear el marcador (425-421) y, más un descuento de 8 puntos, le derroté por 433-413.

Estaba empezando a lloviznar. Él se despidió hasta la noche cuando, nos veríamos en la cena en el restaurante español. Yo decidí guardar mi tablero de juego y regresar a la habitación. Me coloqué un traje de baño y salí de nuevo con toalla al hombro. Estaba lloviendo ahora mucho más fuerte. Quería volver a la playa, como ayer, pero entonces me desmotivé y preferí la piscina.

Duré en la alberca hasta las 6:30 pm.

Solo en la cena

Antes de las siete de la tarde ya me había duchado y luego alistado para salir a cenar. Era temprano todavía pero, de igual manera le escribí por el chat a Rolando y, este me dijo, que ya no irían (él y su hija) al restaurante español debido a las fuertes lluvias. “Otten, Karina está indispuesta por la tanta lluvia que está cayendo. No iremos al restaurante español”. Intenté convencerlo que de la lluvia estaba empezando a amainar pero, de igual forma, no lo pude convencer. Así las cosas, me preparé para ir solo.

De modo que, cuando faltaba poco para el reloj marcar las 8 de la noche, hice mi cola en las afueras del restaurante ibérico. Todo ocurrió rápido. Me ubicaron en una mesa pequeña para apenas una o dos personas y, al poco rato, un mesero se me acercó para tomar mi orden.

Ordené no recuerdo exactamente qué ahora mientras escribo pero, lo cierto es que, todo estuvo muy riquísimo. Lo mismo el postre.

Tras terminar, no sabía luego qué hacer. Entonces fue cuando decidí aprovecharme y complacer mi paladar con los postres del restaurante tipo bufé. Estaban estos más deliciosos todavía. En verdad, soy un amante a los dulces aunque, admito que, si abuso de ellos, el colesterol se me eleva. Entiendo que las dietas son a veces tiránicas pero, me estaba disfrutando mi estadía en el hotel playero. ¿Cuántos años tenía sin disfrutar de un hotel playero? Muchos. Desde 2011 no visitaba uno.

Últimas dos partidas

A eso de las nueve, Rolando me deja una nota de voz por el whatsapp pidiéndome que jugáramos al menos dos partidas. Le di el visto bueno y acordamos juntarnos en mi habitación a la 9:30 p.m. para jugar esas dos últimas. La serie estaba 3-2 a mi favor. Solo tendría que ganar una sola para titularme ganador de dicha serie. De fogueo sí, pero serie al fin.

Llegada la hora nos alistamos para la sexta partida. Preparamos una mesa y encendimos las luces más una lámpara para que nos diera mejor iluminación. La batalla ya iba a empezar.

Rolando comenzó como un tractor demoledor. Sus primeras anotaciones gracias a unas pequeñas gigantes de buen valor (ABOLLÉ de 30, ACILO de 33, LLAR de 31 y ARRIDO de 37) lo colocaron al frente rápidamente 131-64. Un MUDÉ (23) me acercó (84-131) pero, dos scrabbles seguidos (CRINARES y COSTARON) el primero de 67 y el otro de 70, le adelantaron de manera holgada (268-84). Ya el desafío estaba de un solo lado y, remontar, se me haría muy cuesta arriba. Pero el tractor no se detuvo. BOJE de 33 y, más tarde, unos ARENEROS (70) terminaron por echarle arena a mis esperanzas. La pizarra estaba 371-139. Nada que buscar. De nada tampoco sirvió un EMPLASTA de 74 que me llevó a los 213 tantos. Él, vendría por más. Más 44 puntos de EFOD, más 30 de VIRÉ, más 28 de YAPEN, 33 de CUETE, y unos 35 de TEX, fueron peor que la tapa al pomo. La anotación navegaba muy a su favor, 541 a 301.

Finalmente, el flamante campeón cubano me zurró con marcador de 554 a 322. La séptima partida decidiría el campeón del fogueo que, por razones de tiempo, pudo ser solo de un 7-4. Si mi estadía en el hotel se hubiese extendido un día más, seguro que hubiésemos jugado 4 o hasta 5 desafíos extras. Pero, quién sabe si, para mi fortuna, convino que solo jugáramos siete y que mi estadía en el hotel hubiese sido de solamente 2 noches.

Después de una orinada en el baño, regresé para jugar el séptimo match de la serie. Estaba dispuesto a salvar mi honor, a reivindicarme de mi pésima actuación en el torneo de New York. Pero, esa salvada de honor requeriría de un gran esfuerzo y de entregar hasta el 200 por ciento si era necesario para alcanzar tal objetivo. Asumí el reto.

Abrí cambiando fichas. Él hizo lo mismo. Recordé que, hace horas, estaba CENANDO (74) dos veces en diferentes restaurantes. Mi rival ha SONDEADO, no tan a fondo, para sus primeros 64 puntos. Un simple ZA pero de un gran valor (47) me llevó a los 121 puntos. Él astutamente se deshizo de la Q con CUQUE (24) digno para llegar a los 88. El pleito estaba aún reñido. Vine entonces con REFLUIDO (72) y él con ZALLARON (46). Respondí con AOVASTE (87) y él con XIS (57). En ese momento la partida estaba a mi favor 280 a 191. Sabía que la ventaja que le llevaba no era aún suficiente. Quedaba mucho trajín.

Dos cortas gigantes (REDUCE de 30 y HUNO de 34) me alejaron todavía más en el marcador. La cosa estaba ahora 344-223. Más tarde las acciones pintaban a una paliza cuando, con PUMA (40) me vi dominando 427 a 279. Con PERRO (39) me acomodé más (466-279). Rolando respondería con TACHARES (84) para mantenerse en la batalla (466-363). Cometí luego un yerro. Él colocó un ZAYA (21) y después yo cambié fichas. Ahí vino una bomba. Esta me ENTIESA (86) hasta las coyunturas y se va arriba de manera asombrosa (470-466). Así son las rectas finales muchas veces en cualquier disciplina, llenas de muchos dramatismos. Pero, en mi último turno, mis letras, las MÍAS son las que pondrían el mayor suspenso, las que me sumarían unos 25 tantos, para así volver a tomar el comando del marcador (491 a 470). Él juega CAP (07) que lo deja corto. Apenas puede sumar 3 puntos de mi atril, para terminar con 480 tantos. El score final queda 488 contra 480 con una victoria para el autor de esta crónica.

Había logrado mi premio de consolación tras ganarle al mejor jugador cubano del scrabble. Mis cuatro victorias fueron muy sufridas; las tres de él, puras golpizas pero, de igual manera victorias al fin. Era el campeón del fogueo. Nada de trofeo pero, sí una gran satisfacción. No fueron pocas las vergüenzas (en 2016 y 2019) que experimenté en La Habana frente a jugadores cubanos de gran nivel. Para mí, se trataba de una especie de venganza consumada.

Rolando y yo nos despedimos hasta el siguiente día. Mañana martes 24 sería mi último día en el Catalonia. Una estadía de la que nunca – por más costosa que me saliera – jamás olvidaría. Una vez mi amigo se marchó apagué las luces y me eché a dormir.

Martes 24

Por la mañana nos reunimos Rolando, Karina y yo en el restaurante cerca de la piscina. Desayunamos abundante. Ellos más que yo. Aún llevaba mi dieta gástrica desde marzo. Platicamos. Luego caminamos hasta la playa. En un bar de área VIP pedimos unos tragos. El mío, una piña colada sin alcohol. A eso de las 11:30 a.m. les digo a mis amigos que iré a mi habitación a recoger mis cosas, un pequeño bulto y dirigirme al lobby para firmar mi salida. Acordamos vernos más tarde en el almuerzo. Sin embargo, no volveríamos a vernos más.

Tras la entrega de mi habitación me fui a comer al restaurante bufé. Le escribí por el chat a Rolando pero este no contestó. Quizás se estaba bañando en la playa o tenía su celular apagado. No lo sabré. Entonces decidí que almorzaría solo. Me había servido arroz con gandules y pescado al vapor. Estaba muy delicioso. El postre, por igual.

Al terminar el almuerzo me dirigí al área del lobby. Tomé mi celular y llamé a un taxi. De paso aproveché para que me quitaran la pulsera de mi muñeca – cosa que hizo un empleado oficial del hotel – y recogí mi bulto que había dejado bajo cuidado de la seguridad del resort. El taxista tardó en llegar unos 20 minutos. Abordé el vehículo de la compañía In Drive y así me despedía del Catalonia Beach.

El conductor del vehículo me dejaría en la parada de autobuses APTPRA. Allí compré mi boleto de regreso a Santo Domingo. El próximo bus saldría a las cuatro de la tarde. Eran apenas las tres. No tenía de otra que esperar.

Cuando llega la hora abordó un autobús de dos pisos. Nunca en mi vida había viajado en un bus de ese tipo. Y, como cosas de destino, mi asiento estaba localizado en la segunda planta de ese gran vehículo. Sin proponérmelo había experimentado algo nunca vivido. Por eso, se dice, la vida está llena de sorpresas.

No tenía de qué quejarme en lo absoluto.


Hojas de anotaciones desde la tercera hasta la séptima partida


Tercera.












Cuarta.












Quinta.












Sexta.













Séptima.


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