Por Iván Ottenwalder
Me desperté a las 5 de la mañana.
La hora del desayuno empezaría a partir de las 6:30 am, de modo que, me quedé
leyendo un rato.
Como a las 6:20 me vestí, salí de
la habitación y me encontré con Rolando y Karina, quienes también salían de su
dormitorio.
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| Tercera partida. |
Rolando y yo acordamos jugar al
menos una partida por la mañana, cerca del área de lobby. También pactamos reunirnos en la noche en un restaurant distinto
a cenar, sea uno japonés o español.
Terminado el desayuno nos
dirigimos al área de recepción del hotel para reservar en el restaurant
japonés. Seríamos los tres: Karina, él y yo. La empleada que nos atendió nos
dijo que el restaurante japonés abría a partir de las 10 de la noche. Rolando y
su hija consideraron que esa hora era muy tarde. Entonces decidimos irnos por
el español. Este abriría a partir de las 8:00 p.m. La recepcionista nos tomó
los nombres para la reserva de la cena en ese restaurant.
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| Cuarta partida. |
MASTICA fueron los primeros 76
puntos de la partida. Míos. Rolando respondería con LAÑANDO (60) en el cuádruple
de palabras. Pocos turnos más adelante bonifiqué con TIRADORA (70), él con un
inexistente DESGRAPÉ que se la di como válida cuando, pude haberla objetado. Si
buscábamos en el Lexicón, hubiese demostrado su error. Sin embargo, le respondí
con otro bingo (RETARAN de 81) que me puso en delantera, 247-181. Él, en una
exhibición de exquisito vocabulario, me metió un JAMBO de 32 tantos.
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| Quinta partida. |
El resto de jugadas no cambiaron
la tendencia en la anotación. Rolando ganaría con un convincente marcador de
493 a 429. Era su primera victoria. Aquello era un mensaje de que tenía que
apañármelas bien fuerte si quería volver a ganarle. Estaba, de frente al mejor
jugador cubano. El más ganador del Internacional Cuba Scrabble así como, unos
de los mejores de toda el área latinoamericana. Una verdad absoluta sin
discusión.
Se reanuda la acción a las tres de la tarde
Después de haber almorzado a las
12:30 de la tarde, tomamos un largo reposo de más de dos horas.
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| Sexta partida. |
Mi arranque no fue malo; el de él
fue mejor. Después de abrir con CENAREN (74) mi oponente respondió con dos
bingos seguidos (CONTROLÉ de 63 y BATEAREN de 86). Mi problema estuvo en que,
después de colgar dos buenos cortos QUITÉ (32) y AJ (34), cometí un par de
errores tontos. Esto me pasaría la cuenta pues, él supo muy bien capitalizar
mis yerros. Soltó un CAREANDO (74), un buen CHAS (27) y BOY (23) más un
terrible APUNEMOS (74) tan demoledor que, puso la pizarra 364-226 de su parte.
Aunque, conseguí un buen reforme jugando DES
para formar DESCONTROLE (42) y, más tarde, con un buen uso de la Z y RR
para colocar ZURRARÁ (84), de nada serviría pues, Rolando, también tuvo unos
buenos contragolpes en dos scrabbles como DECLARES (74) y AHITADO (66). Finalmente,
se llevaría la victoria con holgado marcador de 565 a 426.
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| Séptima partida |
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| Una frase estimulante alusiva al Hotel Catalonia |
Estaba empezando a lloviznar. Él
se despidió hasta la noche cuando, nos veríamos en la cena en el restaurante
español. Yo decidí guardar mi tablero de juego y regresar a la habitación. Me
coloqué un traje de baño y salí de nuevo con toalla al hombro. Estaba lloviendo
ahora mucho más fuerte. Quería volver a la playa, como ayer, pero entonces me
desmotivé y preferí la piscina.
Duré en la alberca hasta las 6:30
pm.
Solo en la cena
Antes de las siete de la tarde ya
me había duchado y luego alistado para salir a cenar. Era temprano todavía
pero, de igual manera le escribí por el chat a Rolando y, este me dijo, que ya
no irían (él y su hija) al restaurante español debido a las fuertes lluvias. “Otten,
Karina está indispuesta por la tanta lluvia que está cayendo. No iremos al
restaurante español”. Intenté convencerlo que de la lluvia estaba empezando a
amainar pero, de igual forma, no lo pude convencer. Así las cosas, me preparé
para ir solo.
De modo que, cuando faltaba poco
para el reloj marcar las 8 de la noche, hice mi cola en las afueras del restaurante
ibérico. Todo ocurrió rápido. Me ubicaron en una mesa pequeña para apenas una o
dos personas y, al poco rato, un mesero se me acercó para tomar mi orden.
Ordené no recuerdo exactamente
qué ahora mientras escribo pero, lo cierto es que, todo estuvo muy riquísimo. Lo
mismo el postre.
Tras terminar, no sabía luego qué
hacer. Entonces fue cuando decidí aprovecharme y complacer mi paladar con los
postres del restaurante tipo bufé. Estaban estos más deliciosos todavía. En
verdad, soy un amante a los dulces aunque, admito que, si abuso de ellos, el
colesterol se me eleva. Entiendo que las dietas son a veces tiránicas pero, me
estaba disfrutando mi estadía en el hotel playero. ¿Cuántos años tenía sin
disfrutar de un hotel playero? Muchos. Desde 2011 no visitaba uno.
Últimas dos partidas
A eso de las nueve, Rolando me
deja una nota de voz por el whatsapp pidiéndome que jugáramos al menos dos
partidas. Le di el visto bueno y acordamos juntarnos en mi habitación a la 9:30
p.m. para jugar esas dos últimas. La serie estaba 3-2 a mi favor. Solo tendría
que ganar una sola para titularme ganador de dicha serie. De fogueo sí, pero
serie al fin.
Llegada la hora nos alistamos
para la sexta partida. Preparamos una mesa y encendimos las luces más una
lámpara para que nos diera mejor iluminación. La batalla ya iba a empezar.
Rolando comenzó como un tractor
demoledor. Sus primeras anotaciones gracias a unas pequeñas gigantes de buen
valor (ABOLLÉ de 30, ACILO de 33, LLAR de 31 y ARRIDO de 37) lo colocaron al
frente rápidamente 131-64. Un MUDÉ (23) me acercó (84-131) pero, dos scrabbles
seguidos (CRINARES y COSTARON) el primero de 67 y el otro de 70, le adelantaron
de manera holgada (268-84). Ya el desafío estaba de un solo lado y, remontar, se
me haría muy cuesta arriba. Pero el tractor no se detuvo. BOJE de 33 y, más
tarde, unos ARENEROS (70) terminaron por echarle arena a mis esperanzas. La
pizarra estaba 371-139. Nada que buscar. De nada tampoco sirvió un EMPLASTA de
74 que me llevó a los 213 tantos. Él, vendría por más. Más 44 puntos de EFOD, más
30 de VIRÉ, más 28 de YAPEN, 33 de CUETE, y unos 35 de TEX, fueron peor que la
tapa al pomo. La anotación navegaba muy a su favor, 541 a 301.
Finalmente, el flamante campeón
cubano me zurró con marcador de 554 a 322. La séptima partida decidiría el
campeón del fogueo que, por razones de tiempo, pudo ser solo de un 7-4. Si mi
estadía en el hotel se hubiese extendido un día más, seguro que hubiésemos
jugado 4 o hasta 5 desafíos extras. Pero, quién sabe si, para mi fortuna,
convino que solo jugáramos siete y que mi estadía en el hotel hubiese sido de solamente
2 noches.
Después de una orinada en el
baño, regresé para jugar el séptimo match
de la serie. Estaba dispuesto a salvar mi honor, a reivindicarme de mi pésima
actuación en el torneo de New York. Pero, esa salvada de honor requeriría de un
gran esfuerzo y de entregar hasta el 200 por ciento si era necesario para
alcanzar tal objetivo. Asumí el reto.
Abrí cambiando fichas. Él hizo lo
mismo. Recordé que, hace horas, estaba CENANDO (74) dos veces en diferentes
restaurantes. Mi rival ha SONDEADO, no tan a fondo, para sus primeros 64
puntos. Un simple ZA pero de un gran valor (47) me llevó a los 121 puntos. Él
astutamente se deshizo de la Q con CUQUE (24) digno para llegar a los 88. El
pleito estaba aún reñido. Vine entonces con REFLUIDO (72) y él con ZALLARON
(46). Respondí con AOVASTE (87) y él con XIS (57). En ese momento la partida
estaba a mi favor 280 a 191. Sabía que la ventaja que le llevaba no era aún
suficiente. Quedaba mucho trajín.
Dos cortas gigantes (REDUCE de 30
y HUNO de 34) me alejaron todavía más en el marcador. La cosa estaba ahora 344-223.
Más tarde las acciones pintaban a una paliza cuando, con PUMA (40) me vi
dominando 427 a 279. Con PERRO (39) me acomodé más (466-279). Rolando
respondería con TACHARES (84) para mantenerse en la batalla (466-363). Cometí
luego un yerro. Él colocó un ZAYA (21) y después yo cambié fichas. Ahí vino una
bomba. Esta me ENTIESA (86) hasta las coyunturas y se va arriba de manera
asombrosa (470-466). Así son las rectas finales muchas veces en cualquier
disciplina, llenas de muchos dramatismos. Pero, en mi último turno, mis letras,
las MÍAS son las que pondrían el mayor suspenso, las que me sumarían unos 25
tantos, para así volver a tomar el comando del marcador (491 a 470). Él juega
CAP (07) que lo deja corto. Apenas puede sumar 3 puntos de mi atril, para
terminar con 480 tantos. El score final
queda 488 contra 480 con una victoria para el autor de esta crónica.
Había logrado mi premio de
consolación tras ganarle al mejor jugador cubano del scrabble. Mis cuatro victorias
fueron muy sufridas; las tres de él, puras golpizas pero, de igual manera
victorias al fin. Era el campeón del fogueo. Nada de trofeo pero, sí una gran
satisfacción. No fueron pocas las vergüenzas (en 2016 y 2019) que experimenté
en La Habana frente a jugadores cubanos de gran nivel. Para mí, se trataba de
una especie de venganza consumada.
Rolando y yo nos despedimos hasta
el siguiente día. Mañana martes 24 sería mi último día en el Catalonia. Una
estadía de la que nunca – por más costosa que me saliera – jamás olvidaría. Una
vez mi amigo se marchó apagué las luces y me eché a dormir.
Martes 24
Por la mañana nos reunimos
Rolando, Karina y yo en el restaurante cerca de la piscina. Desayunamos
abundante. Ellos más que yo. Aún llevaba mi dieta gástrica desde marzo. Platicamos.
Luego caminamos hasta la playa. En un bar de área VIP pedimos unos tragos. El
mío, una piña colada sin alcohol. A eso de las 11:30 a.m. les digo a mis amigos
que iré a mi habitación a recoger mis cosas, un pequeño bulto y dirigirme al lobby para firmar mi salida. Acordamos
vernos más tarde en el almuerzo. Sin embargo, no volveríamos a vernos más.
Tras la entrega de mi habitación
me fui a comer al restaurante bufé. Le escribí por el chat a Rolando pero este
no contestó. Quizás se estaba bañando en la playa o tenía su celular apagado.
No lo sabré. Entonces decidí que almorzaría solo. Me había servido arroz con
gandules y pescado al vapor. Estaba muy delicioso. El postre, por igual.
Al terminar el almuerzo me dirigí
al área del lobby. Tomé mi celular y
llamé a un taxi. De paso aproveché para que me quitaran la pulsera de mi muñeca
– cosa que hizo un empleado oficial del hotel – y recogí mi bulto que había
dejado bajo cuidado de la seguridad del resort. El taxista tardó en llegar unos
20 minutos. Abordé el vehículo de la compañía In Drive y así me despedía del
Catalonia Beach.
El conductor del vehículo me
dejaría en la parada de autobuses APTPRA. Allí compré mi boleto de regreso a
Santo Domingo. El próximo bus saldría a las cuatro de la tarde. Eran apenas las
tres. No tenía de otra que esperar.
Cuando llega la hora abordó un
autobús de dos pisos. Nunca en mi vida había viajado en un bus de ese tipo. Y,
como cosas de destino, mi asiento estaba localizado en la segunda planta de ese
gran vehículo. Sin proponérmelo había experimentado algo nunca vivido. Por eso,
se dice, la vida está llena de sorpresas.
No tenía de qué quejarme en lo
absoluto.
Hojas de anotaciones desde la tercera hasta la séptima partida
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| Tercera. |
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| Cuarta. |
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| Quinta. |
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| Sexta. |
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| Séptima. |











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