viernes, 1 de febrero de 2019

Amigdalectomía en tiempos de huelga (parte 33)

Quiero confesar mil veces que para mí es hiper molestoso tener que aguantar con estoicismo esta aciaga situación. No me agrada en lo más mínimo soportar estas secreciones matutinas en casa y en el trabajo. He llegado muchas veces a cerrar los ojos y a desear que me trague la tierra. 

Por Iván Ottenwalder 

Enero, primer mes del 2019, arrancó prácticamente sin novedades. Las secreciones nasales molestosas de toda la mañana no terminan de cesar, y no lo hacen ni lo harán hasta que el jodido escozor en la zona del hueso maxilar superior derecho desaparezca, no importa la forma, sin con cirugía o lo que sea. Lo mismo puedo decir acerca del amargor del agua en dicha parte. He mantenido con determinación este asunto, a pesar de la ignorancia de muchos, a pesar de que los médicos made in Dominican Republic no lo quieran creer, a pesar de que los aparatos de mierda no terminen de dar con el defecto.   
 
Quiero confesar mil veces que para mí es hiper molestoso tener que aguantar con estoicismo esta aciaga situación. No me agrada en lo más mínimo soportar estas secreciones matutinas en casa y en el trabajo. He llegado muchas veces a cerrar los ojos y a desear que me trague la tierra. No me agrada en lo absoluto el pañuelo con el cual me sueno la nariz para extraer esas secreciones salivosas sin final. Me disgusta tener que ir al baño 4 o 5 veces a moquear y limpiarme la nariz. ¿Para qué? ¿Para que al poco rato me vea en la necesidad de regresar al mismo lugar? Me disgusta que el mundo, incluyendo mis compañeros de labor, tengan que verme sufrir en esas condiciones.  

No pienso volver donde el imbécil otorrino de mierda del Centro Médico Dominicano ni donde ni un otro, porque estoy plenamente seguro que esto no es asunto de otorrino. Tampoco arriesgaré de nuevo mi plata en alergólogo, pues ya la boté en una ocasión ...y por casi dos años. Mantengo firme mi postura, pase lo que pase.


En la compañía para la que laboro, desde hace nueve años, tengo mis asignaciones rutinarias. No me son complejas, aunque si rutinarias; pero me las apaño con habilidad para resolverlas. Las más comunes son: los recortes de periódicos, actualizar base de datos, redactar cartas de felicitaciones y condolencias, así como elaborar de forma ocasional alguna que otra nota de prensa o artículo de interés. Seis años atrás hacía las veces de fotógrafo interno en algunas actividades.  

Si ahora mismo alguien me preguntase si soy feliz realizando todo esto, le diría que estas funciones me resultan simpáticas. Si me preguntasen qué cosas diferentes me gustaría hacer, respondería lo siguiente: algún oficio relacionado con la creatividad, la imaginación, producir alguna idea padrísima e inesperada que me catapulte al éxito personal y monetario. Pero nada que tenga que ver con lo rutinario ni lo convencional. Lo estándar me harta.  

Todo esto, aunque no sepa exactamente cómo explicarlo en detalles, lo manifiesto y sostengo con determinación, sin el más mínimo ápice de arrepentimiento. Pero bueno, creo que ya me estoy saliendo un poco del tema en cuestión. Si continúo, no terminaré en semanas. 

Por el momento seguiré usando el mismo spray nasal, costoso y que al menos amortigua en la medida de lo posible la secreción ...con toda la dificultad del mundo, pero sí. Pero en lo concerniente al escozor del maxilar superior derecho y el paladar, nada resuelto. Constantemente me he visto incluso en la necesidad de ir al baño para expulsar algún salivoso blancuzco y hediendo, que me viene específicamente de esa zona, de la derecha arriba. Esto lo confieso porque lo siento y lo he vivido desde hace tres años y, mientras siga aquejado de esos malestares, jamás retiraré dicho.
No me van a torcer el pulso y jamás dejaré de escribir. Si algún día el asunto se resuelve, yo mismo, por este canal, le extenderé mis más sinceros agradecimientos al especialista cirujano/a ganador/a. El que quiera mi respeto tendrá que ganárselo, y todavía ni un médico lo ha conseguido. 

Seguiré viviendo el día a día y haciendo esas cosas que le dan algo de sentido a mi existencia: leer, escribir en mi blog, investigar en la hemeroteca, jugar al scrabble, donar libros ya leídos y viajar. Todo esto lo hago porque me sale del alma. Aún así, muchos piensan que carezco de alma. Simplemente la tengo para lo que me agrada, pero carezco de ella en lo que me es indiferente o desagrada. Si un día cualquiera veo a un niño hambriento mirando fijamente como digiero un helado, es posible que me conmueva y le brinde uno. Pero esto ya lo haría porque salió de mi interior. Si no me dan las ganas de brindarle amor a personas, las cuales considero cínicas o no de fiar, pues simplemente no les brindo ese don. 

Hasta una nueva entrega. 

Continuará...

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