La Romana fue todo alegría y escándalo cuando la mañana del viernes 29 de
noviembre de 1991 los medios de comunicación de todo el país anunciaron el
debut de George Bell para el partido de las 8 de la noche en el Estadio
Francisco Micheli frente a las Estrellas Orientales. Casi 10 mil personas
reventaron el parque de béisbol romanense. El pueblo era una locura.
Por Iván Ottenwalder
Desde finales de los años 80 del
siglo pasado el ex pelotero dominicano y de las grandes ligas estadounidense de
béisbol, George Bell, no se cansaba de anhelar y prometer a los cuatro vientos
sus intenciones de jugar pelota con uno de los equipos de la región este de
República Dominicana: Estrellas Orientales o Toros del Este.
George Bell, al centro, con dos compañeros de equipo. |
Como palabras que se las llevaba la
brisa Bell duró casi 3 años manifestando sus deseos, según él, de corazón.
Los fanáticos se hacían expectativas.
Los de las Estrellas se preguntaban “¿jugará con nosotros?” “Hey, si es así no
nos gana nadie”. Los de La Romana, aficionados a los Azucareros, también se
planteaban todo tipo de ilusiones. Pero al final de cuentas Bell nunca jugaba.
Prensa (escrita, radio y televisión) y fanaticada quedaban con las caras largas,
siempre apostando para un tal vez en la próxima temporada.
Pero eventualmente el día y la hora
tenían que llegar. Bell, quien se había mudado de su natal San Pedro de Macorís
hacia La Romana, tomó la decisión en el otoño de 1991 de entrar a juego con los
Toros del Este.
La Romana fue todo alegría y
escándalo cuando la mañana del viernes 29 de noviembre de 1991 los medios de comunicación
de todo el país anunciaron el debut de George Bell para el partido de las 8 de
la noche en el Estadio Francisco Micheli frente a las Estrellas Orientales.
Casi 10 mil personas reventaron el parque de béisbol romanense. El pueblo era
una locura.
La buena nueva de aquel acontecimiento
fue que Bell bateó de 4-1, conectó un doble y anotó una carrera. Otra, que los
bovinos, dueños de casa, ganaron el desafío contra los elefantes, 6-2. Pero
también hubo una mala nueva: ese sería el único partido en que Bell vería
acción en el torneo 1991-92.
Jugaba por amor a los fanáticos, le
confesó a los medios de prensa una vez concluido el partido. Aunque no especificó
la cantidad de encuentros que jugaría con el equipo, dejo entrever que les
ayudaría en sus aspiraciones clasificatorias. “No tengo pensado aún la cantidad
de partidos en que participaré, pues deseo darle las mayores oportunidades de
que mi gente me vean jugar y ayudar a los Azucareros en sus aspiraciones”, informó
el bateador designado a unos de los reporteros del periódico El Nacional que había acudido al estadio
aquella inolvidable noche cargada de ensueños para los aficionados de los
Toros.
No cumplió con sus desinteresadas
intenciones. Los fans taurinos no volvieron a verlo jugar más, y si el conjunto
se clasificó para las eliminatorias de enero, no fue gracias a él, sino al
nutrido grupo de jóvenes prospectos y a unos pocos veteranos que se encargaron valientemente
de esa loable misión.
George Bell |
Su promesa al dirigente Jeff Cox también
fueron palabras vagas. De nada sirvió haberle dicho a la prensa “solo estoy
pensado jugar y así se lo he hecho saber al dirigente Jeff Cox”. De nuevo
volvía a incumplir, primero a los fanáticos y después a su mánager.
Esa efímera participación de Bell, de
apenas un mísero partido, fue su última en el béisbol dominicano.
Su última actuación completa en 1984-85
Antes de la miserable campaña 1991-92
en que bateó para .250 de promedio en apenas 4 turnos, la última participación
completa de Bell aconteció en el campeonato 1984-85, vistiendo la franela de
los Tigres del Licey. Aquella sí fue una temporada digna para la súper estrella.
Jugó 51 partidos, promedió .295 en bateo, pegó 57 hits, 12 dobles, 3 triples, 5
jonrones y 27 carreras empujadas. En la serie final Tigres-Toros de aquel
certamen, que ganaron los primeros, bateó .238, disparó 5 hits, un jonrón y
remolcó 5 anotaciones en 21 turnos al cajón de los bateadores.
1983-84: su mejor campaña fue con los Azucareros
Como si fuese una paradoja de la vida
la mejor temporada de George Bell en los anales del béisbol otoño-invernal fue
precisamente con los Azucareros del Este. Ocurrió en el primer año de existencia
de este conjunto, la contienda 1983-84. Bell produjo números de ensueños para
jugador alguno en esta franquicia. 64 partidos jugados, 256 turnos al bate, 34
carreras anotadas, 81 hits, 13 dobles, 2 triples, 10 cuadrangulares y 40
carreras empujadas fueron su más exitosa carta de presentación. Comparada con
la risible de 1991-92 de apenas un partido y un doble en 4 turnos al plato,
estaríamos haciendo alusión a la famosa y desgastada frase que reza “de lo
sublime a lo ridículo”.
Fuentes:
El Nacional de
¡Ahora!, diciembre 1984 y enero 1985.
El Nacional,
noviembre 1991.
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