domingo, 16 de febrero de 2014

Final Águilas - Licey 2001-2002, la de las apuestas millonarias

Para el séptimo y decisivo partido se apostaron fincas, mansiones, grandes solares y apartamentos. También vehículos lujosos, desde jeeps últimos modelos hasta Mercedes Benz.

Por Iván Ottenwalder

Era el otoño del año 2001 y empezaba una nueva temporada de béisbol profesional dominicano. Las Águilas Cibaeñas, equipo de la ciudad de Santiago de los Caballeros, había ganado la copa en el torneo anterior y empatado con sus rivales históricos, Tigres del Licey, en la lista de coronas de todos los tiempos, con 16.

Muchas expectativas se tejieron previo a la campaña 2001-2002. Para los fanáticos aguiluchos y liceístas el asunto era cuestión de honor. La pregunta de los simpatizantes, de unos y otros, por cualquier parte, giraba en torno a quién iba a ganar ese año entre Águilas o Licey. Por donde quiera que el ciudadano de estos equipos se movía: en la calle, el trabajo, colmadones, billares y bares se hablaba del mismo tema. Los aficionados de los demás conjuntos no lucían tan entusiasmados y parecían más bien resignados a perder.

El torneo arrancó como se esperaba. Para beneplácito de aguiluchos y liceístas sus escuadras iniciaron ganando. Ya para noviembre y diciembre comenzarían las apuestas de dinero y cajas de cervezas. Las más cuantiosas vendrían más tarde, para la serie final, en caso de que azules y amarillos se enfrentasen.

Todo marchaba viento en popa, ambos equipos culminaron en primera y segunda posición en la fase regular y, por consiguiente, se clasificaron a la postemporada.

En un Round Robin (playoff de 18 partidos) las Águilas lograron su boleto a la final  finalizando en la primera posición, mientras que Licey, debió sufrir para clasificar en segunda.

El conjunto capitalino estuvo a punto de ser eliminado en el penúltimo juego de las eliminatorias por las Águilas, sin embargo, pudo remontar un marcador adverso, ganar y mantenerse con vida. En la noche del día siguiente, las Estrellas Orientales, equipo que lucía llegaría a las finales, solo necesitaba ganar su choque ante las Águilas, sin importar lo que ocurriese en el encuentro de La Romana entre los descartados Toros del Este y los aún esperanzados Tigres del Licey. La combinación, que muchos creyeron difícil, le salió a la perfección al equipo felino: las Estrellas perdieron en San Pedro de Macorís ante las Águilas (8-3) y los Tigres, en condiciones precarias y con un gran susto, vencieron a los Toros 5-4.

En la final los ánimos se caldearon. El combate por la corona beisbolera se extendió hasta un séptimo y decisivo partido. Este se disputó en el Estadio Cibao, de Santiago.

Las apuestas, que primero iniciaron con cajas de cervezas y miles de pesos, trascendieron a otros niveles. Para ese último choque se apostaron fincas, mansiones, grandes solares y apartamentos. También vehículos lujosos, desde jeeps de último modelo hasta Mercedes Benz.

Las pasiones habían sobrepasado el límite, la República Dominicana se parecía en ese momento a la ciudad de Las Vegas y a Londres, en cuanto a grandes apuestas se refiere.

Licey ganó aquel juego, por consiguiente, sus fanáticos, que apostaron fortunas, las aumentaron con creces; los de las Águilas, las perdieron. Muchos de ellos hoy están pobres y llevando un estilo de vida lamentable.

Al día, en pleno 2014, en cualquier colmadón, billar, discoteca o bar del país, se pueden escuchar anécdotas de personas, haciendo referencia a antiguos millonarios que lo perdieron todo con la derrota de las Águilas en esa memorable final.

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