Antes de dar inicio a este capítulo hay que dejar claro que la historia, como una crónica de hechos pasados, se avala en los episodios tan cual como sucedieron, no como pudieron haber sido.
Es cierto que muchas personas hubiesen deseado que la historia fuese de otra manera. En caso de ser de así simplemente se hubiese contado de otro modo. Los hechos sucedieron como tal, aunque por defender tendencias o simpatías se desearía acontecieran de forma distinta.
Las Estrellas Orientales tan solo han ganado dos coronas a partir de la nueva etapa del béisbol iniciada en el año de 1951: en el verano de 1954 y en la campaña 1967-68. Esa es la verdad absoluta por el momento.
Después de su última corona han llegado a la serie final en nueve ocasiones, en cuatro de ellas situaciones adversas, falta de un batazo importante y otro tipo de desaciertos han matado las esperanzas del año verde y lo que hubiese sido no tan sólo el tercer título oriental, sino la posibilidad de poseer en este momento cuatro campeonatos y quizás alguno más.
Equipos competentes lleno de jugadores talentosos y buenos refuerzos los han tenido infinidad de veces; oportunidades cercanas de títulos también.
Entonces ¿por qué no ganaron esos campeonatos?
El objetivo principal de este capítulo de Zona Este Béisbol es analizar factores o situaciones por los cuales el combinado de San Pedro de Macorís no se ha titulado ganador en circunstancias que bien pudieron haberlo sido.
Serie final temporada 1974-75
La temporada 1974-75 parecía de ensueño para las Estrellas Orientales. El equipo de Macorís del Mar dominó la serie regular convincentemente con récord de 33 victorias y 22 derrotas, seguidos de las Águilas Cibaeñas (28-28) y los Tigres del Licey (28-29) en la tercera posición. Los Leones del Escogido culminaron en la última posición y descartados con registro de 24-34.
El equipo oriental tenía en el terreno jugadores para ganar el campeonato en esa temporada y representar al país en la Serie del Caribe. Prácticamente ese conjunto no tenía lagunas, era el favorito para ganar la copa según el análisis de la crónica deportiva dominicana en aquel entonces.
Rafael “El Gallo” Batista, colíder en dobles con 12 y en cuadrangulares con 8; Wilbur Howard, líder en triples de la liga con 6 y en carreras anotadas con 30; Joaquín Andujar, lanzador que dominó la temporada con récord de seis victorias y apenas una derrota; Jim Cork, líder en partidos salvados con 6 y James Rodney Richard, lanzador perteneciente a la organización de los Astros de Houston en las Grandes Ligas quien venía con muy buenas credenciales a San Pedro de Macorís, líder en efectividad con 1.64 y en ponches con 103. Este espigado serpentinero de 6 pies y 8 pulgadas se convirtió en un lanzador muy difícil para la oposición.
Otros integrantes de los orientales fueron Pedro Guerrero, en su segundo año en la liga dominicana; George Foster, el lanzador Silvano Quezada y Ramón (Pintacora) De los Santos (2.22 de efectividad con foja de 6-3)
Las Águilas que habían eliminado a los azules del Licey en un playoff pactado al mejor de un 5-3 fue el oponente de las Estrellas en la gran final.
Sin embargo, aquella serie final empezó muy mal para las orientales. Las Águilas del Cibao ganaron los primeros tres partidos de la serie pactada al mejor de un 9-5. La serie llegó a estar 4-1 en ventaja para los cibaeños pero el equipo de las Estrellas nunca se rindió y logró empatarla 4-4. El último partido tendría como escenario el Tetelo Vargas de San Pedro de Macorís. Con el público y la casa a favor mas James Rodney Richard lanzando, las Estrellas Orientales estaban en muy buena posición para ganar ese último y crucial partido.
Ante un Tetelo Vargas a casa llena las Estrellas no pudieron conquistar la corona. Las Águilas Cibaeñas no se amilanaron y explotaron al lanzador James Richard en la misma primera entrada y terminaron titulándose campeones ante la mirada de unos fanáticos estrellistas que no creían lo que estaban viendo. El score final de ese juego fue 8 a 3.
¿Lanzó Rodney Richard embriagado?
En torno al mal desempeño de James Richard en ese noveno juego se tejió la versión popular de que éste lanzó bajo los efectos del alcohol.
Aún a la fecha mucha gente en San Pedro de Macorís afirman que James Rodney Richard lanzó ese importante juego que hubiese significado un campeonato para los elefantes, embriagado.
Al respecto el comentarista de las Estrellas Orientales Tetelo Morla expresa 35 años después de aquel campeonato lo siguiente: “James Richard no hizo el viaje a Santiago el sábado porque lanzaría el domingo, en caso necesario, el juego decisivo, a partir de las 4 de la tarde. Se quedó dando vueltas con amigos que tenía en el pueblo, hasta ingresar al Apolo Bar Restaurant, ubicado frente al parque central donde estuvo allí bebiendo hasta el otro día. De allí salió para el hotel Del Mar, ubicado en el sector de Miramar, próximo al Mar Caribe. El pitcher norteamericano, efectivamente se fue a la cama, pero al medio día ya estaba de pies y se marchó al famoso centro cervecero BByVT (Bebe y Vete). Allí continuó bebiendo. Luego, de allí se marchó al Tetelo Vargas y le dieron la bola para lanzar ese partido. Pues se dice, que el manager no quería darle la bola, pero la directiva de entonces, le pidió que se la diera para ver hasta donde llegaba. Le hicieron tres carreras en el mismo primer inning y ahí estuvo el juego”.
Leonidas Henríquez (Padre) progenitor del comentarista Leonidas Henríquez de las Estrellas Orientales no piensa lo mismo que Morla y explica que “si bien es cierto que podríamos decir que para James Rodney Richard no era momento para estar en una discoteca, eso no es nada extraordinario porque sabemos que un jugador de béisbol se divierte después de un juego de pelota, porque ese jugador debe dormir ocho horas y estar en el estadio a las cuatro de la tarde”.
Henríquez no cree que la derrota de las Estrellas Orientales en el noveno juego de esa final estuvo ahí, sino en que Rodney Richard “no tenía el bagaje para sobreponerse en un juego de ese nivel”.
“Pues mire, esa versión la descarto, con todo y que es una versión socorrida aquí en San Pedro y que todo el mundo la da por sentado; pero esa no fue la realidad, simplemente fue un mal juego de béisbol y se perdió el campeonato”, enfatizó.
Serie final temporada 1987-88
Esta fue otra de las oportunidades cercanas al título que tuvieron las Estrellas Orientales. Clasificaron en la tercera posición con 32-28 y en Round Robin impusieron su dominio sobre el resto de los conjuntos Tigres, Águilas y Leones, clasificando así a la gran final. El desafío fue contra los Leones del Escogido y pactado al mejor de un 7-4.
En aquel año las Estrellas contaron con un equipo de muy buena calidad integrado por el cotizado refuerzo Mark Parent, receptor quien bateó para .294 con 65 imparables, 10 jonrones y 37 empujadas, numeritos que lo acreditaron ganador del premio de Jugador Más Valioso de la temporada. Mark Carreon, Dion James y Joe Orsulak también se destacaron con el bate y la buena defensa. Entre los nativos estaban Alfredo Griffin, Rafelín Ramírez, César Benhardt, Manuel “Bonny” Castillo, el veterano Leonel Vargas y el novato Miguel Sabino. Entre los pitchers más sobresalientes por la escuadra verde estaban Francisco De la Rosa , José Vargas, Jeff Gray, Adam Peterson, Allan Fowlkes y John Pawlosky (cerrador).
En el playoff final para decidir el campeón Macorís tuvo el comando de la serie 3-1 y todo parecía indicar que serían los monarcas del béisbol criollo. Entonces la final dio un giro de 360 grados cuando los Leones del Escogido comenzaron a ganar juegos, primero en Santo Domingo 5-2 con un hermético pitcheo de José Núñez y luego en San Pedro con los envíos de José De León quien se llevó la victoria disponiendo de sus adversarios 6-1. Todo tuvo que definirse en un séptimo partido en el Estadio Quisqueya de la ciudad capital.
El jonrón de Bryant
En ese partido lanzaría por las Estrellas su mejor carta de triunfo, Adam Peterson, un pitcher que había sido un domador de los Leones prácticamente en todo el Round Robin y la final. El destino quiso lo contrario. Adam Peterson fue explotado por los melenudos en la misma primera entrada con dos anotaciones y el dirigente oriental Greg Biagini lo sustituyó por Jeff Gray.
A pesar de esto las Estrellas pudieron hacer carreras y tomar la delantera en el marcador antes de la quinta entrada, 3-2. La ventaja no duraría mucho tiempo y en el episodio siguiente los Leones colocaron las acciones 5-3 a su favor producto de un cuadrangular del importado Ralph Bryant ante los envíos de Jeff Gray. Ese batazo marcó el destino de ese partido que finalizó 6-3, coronándose los Leones del Escogido campeones. Todavía a la fecha de hoy gran parte de aficionados de las Estrellas Orientales no han podido olvidar aquel momento, uno de los más aciagos para esa fanaticada.
Serie final 1995-96
Las Estrellas no fue el conjunto que mejor lució en la serie regular de la temporada 1995-96. Clasificaron en la cuarta posición del standing con récord de 19 victorias y 29 derrotas.
Una vez en el Todos contra Todos, donde todo empieza desde cero sin importar quien haya clasificado en mejor posición que el otro, las cosas cambiaron de forma exitosa para los paquidermos. El conjunto comenzó a producir, los bates de Julio César Franco, Luis Mercedes, Norberto Martín MacDonald, Manny Alexander, Héctor Roa y Gerald Williams se hicieron sentir. El importado Cliff Floyd y el veterano de mil batallas Denio González se convirtieron en dos verdugos ofensivos. Todo le salía a las mil maravillas al equipo verde. En el pitcheo José Canó, Armando Benítez, Julián “Satanás” Heredia, Héctor Carrasco, los importados Ryan Bowen, Ryan Hawblitzed y Mo Sandford estaban haciendo un trabajo de calidad que en efecto catapultó al equipo de San Pedro de Macorís a la serie final.
El récord con que las Estrellas avanzaron fue de 11 victorias y 7 reveses. En su casa, el estadio Tetelo Vargas registraron marca de 8-1.
¿El adversario? Las Águilas Cibaeñas, un conjunto de mucha tradición y que nunca se intimida ante rivales poderosos. Las Estrellas obviamente estaban pasando por un gran momento y no querían desaprovecharlo.
El playoff final, pactado al mejor de un 7-4, arrancó de mala manera para los elefantes, quienes perdieron sus dos primeros compromisos. Sus pitchers, fueron bateados con mucha libertad por la artillería aguilucha. Pero no todo estaba perdido, las Estrellas pudieron recuperarse en el tercer choque en su casa ganando 7-4.
El error de Víctor Rosario
El cuarto partido de la final se jugaría en el estadio Cibao de Santiago de los Caballeros, hogar de las Águilas. Si las Estrellas ganaban ese juego empatarían la serie 2-2 y podrían renovar sus esperanzas de conseguir el milagro.
En dos ocasiones de ese partido los orientales estuvieron a ley de un solo out para ganar y regresar a San Pedro de Macorís con la serie igualada. Ocurrió primero en el cierre de la novena entrada, ganando las Estrellas 4-2, cuando con dos outs y un corredor en base por las Águilas, el peligroso bateador Luis Polonia conectó un largo batazo que pegó a la pared del bosque derecho y lo convirtió en jonrón dentro del cuadro. Las acciones se emparejaron 4-4 y el juego se fue a entradas extras.
En el inició de la décimo cuarta entrada y con corredor en segunda base por las Estrellas, Vladimir Guerrero, quien era un novato en aquel entonces, disparó sencillo impulsador al jardín central que trajo la de la ventaja para Macorís. Todo estaba saliendo a la perfección, las Estrellas tomaban ventaja en el juego 5 carreras a 4. Solo faltaba una cosa: sacarle tres outs a las Águilas Cibaeñas, el equipo dueño de casa. Los orientales consiguieron sacar los dos primeros outs, pero luego pasó lo inaudito: tres bases en bolas de forma consecutiva llenaron las almohadillas y el dirigente aguilucho Terry Francona (hoy dirigente en Grandes Ligas de los Medias Rojas de Boston) trajo a batear de emergente a Julio Bruno, un jugador que no representaba grave peligro para las Estrellas, a diferencias de otros estelares que tenía el equipo de las Águilas.
Y en efecto, Julio Bruno, no representó peligro alguno para las Estrellas ni para el pitcher novato Francis Hernández. El peligro lo representó Víctor “Liquito” Rosario, quien defendía la posición de shortstop en sustitución de Manny Alexander, que había salido lesionado en ese partido. Una rolata que le pasó por debajo de las piernas al veterano jugador provocó que las Águilas anotaran dos anotaciones y dejaran tendidas en el terreno a las Estrellas, derrotándolas 6-5. La serie se colocó 3-1 a favor de las Águilas. Las esperanzas, aunque no del todo muertas, no volvieron a renacer y los paquidermos perdieron nuevamente en el quinto partido efectuado en el Tetelo Vargas de San Pedro de Macorís con score final de 9-7, terminando así la temporada para las Estrellas y coronándose las Águilas del Cibao campeones.
Nadie sabrá que hubiese pasado si Víctor Rosario no cometiese ese costoso error ¿Hubiesen tomado las Estrellas el control psicológico de la serie? ¿Se hubiese jugado un séptimo juego? ¿Hubiesen sido campeones? Todavía hoy se comenta y especula al respecto.
Serie final 1999-2000
Las Estrellas Orientales tuvieron que recesar en la temporada 1998-99 debido al paso del huracán George que azotó la región Este del país en septiembre de 1998 y de paso destruyó el estadio Tetelo Vargas.
Para la estación siguiente, 1999-2000, la escuadra de petromacorisana vino con nuevos bríos y dispuesta a darle la pelea a todo conjunto que se le presentase en el camino.
Para ese torneo emergieron nuevas figuras, entre ellas, Pablo Ozuna, Alejandro Díaz (líder en hits con 50) y Abraham Núñez. Contaban además con los veteranos César Devárez, Félix José, Manny Alexander, Héctor Roa y el refuerzo Desi Wilson. En el pitcheo tenían al experimentado lanzador José Mercedes, que junto a Nerio Rodríguez, Josías Manzanillo, Julián Heredia y los importados Robert Ellis, Chris Michalak, Kelly Wunch y Mike Saipe hacían de las Estrellas un conjunto muy balanceado. Como cerrador contaban con Matt Ryan, líder en salvamentos de la temporada con 11.
Los orientales terminaron la vuelta regular con récord de 23-25 y una vez en el Round Robin se convirtieron en un equipo diferente, ganaron 10 partidos y perdieron 8, clasificando junto a la Águilas Cibaeñas a la serie final, pactada a un 7-4.
Las Águilas fueron dadas como las favoritas para ganar el playoff final, pero las cosas no serían tan fáciles.
La serie llegó a estar 3-1, pero…
Los cibaeños tuvieron la ventaja en la serie tres juegos a uno y todo parecía indicar que la escuadra de Macorís perdería el próximo encuentro y de paso la final. No sucedió así. Las Estrellas pudieron ganar el quinto partido en Santiago, un juego que terminó bien tarde en la madrugada con pizarra de 7-6. La serie regresaba al Tetelo Vargas y aún quedaba chance de recuperación. Los elefantes ganaron nuevamente, seis carreras a tres, y empataron la final (3-3). Vale decir que el gran bateo del joven Adrián Beltré fue determinante en esos dos partidos donde los verdes se recuperaron con gran valentía y entrega en el terreno de juego. Ahora la serie se trasladaba al estadio Cibao de Santiago, para el séptimo y último partido del campeonato.
Los paquidermos llegaron a estar delante en el marcador 1-0 en la segunda entrada, pero luego las Águilas respondieron con par de anotaciones y tomaron la delantera, 2-1. Así se mantuvo el desafío hasta el inicio de la novena, cuando, después de dos outs, y ante los envíos de Antonio “El Pulpo” Alfonseca, lanzando efectivo y dispuesto a terminarlo todo, Adrián Beltré logró embasarse con un infield hit al campocorto, logrando llegar safe con un fuerte deslizamiento en la primera base.
Aún quedaba oportunidad para las Estrellas en el bate de Desi Wilson. Éste, bateando a la zurda, logró conectar en conteo de dos bolas y dos strikes un sólido batazo entre los canales del jardín derecho y central, válido para que anotara Beltré desde tercera y Wilson llegara a la intermedia.
El resultado se igualaba 2-2 y los orientales estaban dispuestos a ganar ese partido ante toda la afición cibaeña, que era mayoría en el parque.
Las Estrellas no pudieron hacer más nada en ese inning. Las Águilas vendrían a batear el cierre del noveno capítulo. De inmediato pusieron un corredor en posición anotadora. Con el corredor Patricio Claudio en la primera almohadilla, el lanzador Kelly Wunch, quien había sustituido en esa entrada a Julián Heredia, en un intento de atrapar a Claudio movido de base, lanzó mal a la inicial provocando que éste llegara hasta la tercera base. El partido terminó cuando con hombres en las esquinas (primera y tercera) el norteamericano Darrel Sherman conectó un fly de sacrificio al centerfield que permitió que el corredor Patricio Claudio anotara la carrera que coronaría a las Águilas como campeones del torneo 1999-2000. El resultado final fue 3-2.
Trabuco en la temporada 2001-2002
Alfonso Soriano, Vladimir Guerrero, Pedro Julio Astacio, Odalís Pérez, Julio Lugo, todos esos nombres sonoros de Grandes Ligas formaron parte de las Estrellas Orientales durante la temporada 2001-2002. A eso hay que añadirle los bates de Félix José, Abraham Núñez, Pablo Ozuna y el refuerzo Morgan Ensberg. En el pitcheo tenían a los veteranos José Mercedes y Julián Heredia y a los talentosos Dámaso Marte y Willis Roberts.
Era un conjunto que los demás envidiaban. Una maquinaria formidable, un verdadero equipo de ensueño.
En la serie regular tuvieron récord de 26 victorias y 23 reveses y clasificaron a los playoffs. Aunque perdieron los primeros tres partidos del Round Robin pudieron recuperarse rápidamente llegando a la segunda posición hasta el último día de las semifinales. ¿Qué sucedió en ese último partido que les quedaba por jugar? Lo perdieron ante un equipo de las Águilas Cibaeñas que salió al terreno de juego con sus jugadores de la banca. Y lo perdieron de forma apabullante, 8-3. Con este resultado las Estrellas quedaron eliminadas con récord de 10-7, mientras Licey, que había vencido a los Toros en La Romana ese mismo día, 5-4, clasificó en la segunda posición (11-7) y disputó la serie final contra las Águilas.
De haber llegado los elefantes a la final, ¿la hubiesen ganado?
A decir verdad, nunca se sabrá. Hay que reconocer que las Águilas también poseían un gran conjunto, en su mayoría compuesto por jugadores de liga mayor. Muchos estudiosos del béisbol creen que los paquidermos si podían ganar ese torneo.
¿Cuál será el futuro?
Hay que aprender del pasado para evitar que los errores se vuelvan a repetir. Las Estrellas Orientales necesitan estructurar urgentemente un team work en base a un núcleo de jugadores comprometidos en cambiar el rumbo de las cosas. Se necesita de jugadores consagrados que todos los años salgan al terreno enfocados en la superación y el deseo de ganar el campeonato. Integración y acoplamiento hacen falta.
José Manuel Mallén, actual presidente de las Estrellas Orientales considera que el futuro de este equipo es muy promisorio ya que tienen un núcleo de jóvenes muy valiosos y destacó que en este año se han fortalecido con los cambios realizados.
“Ya no tenemos las situación que teníamos antes, ahora tenemos jugadores por cada posición y hasta para varias posiciones. Creo que nos hemos reestructurado gracias al buen equipo técnico que encabeza Eddy Toledo, gerente general del conjunto y Raúl González, su asistente. En pelota no hay nada escrito, es decir, tú puedes poner todas las fichas ahí, pero no soy yo el que voy a batear y a pitchar, son básicamente los jugadores los que habrán de responder”, manifestó.
A juicio de Leonidas Henríquez (Padre) las cosas serán muy diferentes a la década pasada. “A partir de este años los fans orientales gozarán. Se va a gozar con las Estrellas Orientales, eso se lo aseguro”.
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