jueves, 9 de febrero de 2012

Como fracasó el scrabble en la República Dominicana

Por Iván Ottenwalder


En el verano del 2006 visité por primera vez www.redeletras.com. En la primavera del 2007 empecé a jugar de forma consistente en esa website. Allí me enteré de la presencia de unos pocos dominicanos cuyos nicknames eran doggy, lumis39, bolitadeluz, papolopez, nataliaf y roan. Más tarde conocería a wmendez.


Conozco los nombres de pila de todos ellos, pero por una cuestión de ética no los revelaré. Hoy, en el 2012, solo juegan en redeletras: uniko (antiguo doggy), lumis39, roan, wmendez, rosinagonell y un servidor.


Para invierno del 2007 y, por sugerencia mía, nos reunimos en el Club Deportivo Naco para jugar. Por primera vez nos vimos la cara. El interés de seguirnos reuniendo se hizo más latente. De ahí nació la idea de Scrabble Dominicana, nuestra federación.


De Naco nuestro punto de reunión pasó a ser la casa de lumis39. Ya para el primer trimestre del 2008 organizamos un pequeño torneo nacional que fue ganado por doggy.


Confieso que había mucho interés de promover el scrabble, pero con una orientación equivocada. La mayoría de los integrantes entendían que lo principal era promocionar al site de redeletras para llegar a la gente. Yo no estuve de acuerdo.


Redeletras es una página virtual donde juega gente que conoce el scrabble, que lo ha jugado con anterioridad. En tal sentido, mi tesis era la promoción de este pasatiempo orientado primero a su enseñanza. ¿Cómo? Mediante visitas a escuelas, colegios, plazas comerciales y bibliotecas.


Mi voz murió en el desierto. Otro punto negativo fue la desunión. Unos cuantos miembros dejaron de asistir a los encuentros programados y la mecha se fue apagando.


Voy a reconocer que durante mediados del 2008 doggy visitó medios de comunicación como Listín Diario y Hoy, y la librería Thesaurus. Todo esto con la sana intención de dar a conocer mejor, en el país, el juego de palabras cruzadas. Amén de ello faltó la cohesión.


A mi juicio los conformantes de una asociación de scrabble deben ser no solamente jugadores, sino fanáticos de corazón. Esto es lo que le da vida a una organización, su mística.


La situación actual del scrabble en la República Dominicana no es muy halagüeña. Sus antiguos integrantes están dispersos, a la mayoría solo le importa jugar online y no reunirse jamás.


El scrabble, por el momento, sigue siendo una causa perdida en este país. Más aún, sabiendo que los practicantes de este juego por lo regular son gente dada a la lectura y, el poco hábito o enemistad con ella, por parte de la mayoría dominicana, hacen la situación todavía peor.


Por mi parte, apostaré al tiempo, que según sabios es una gran herramienta para la consecución del éxito. No me queda más que soñar y saber cómo aprovechar la situación cuando llegue el momento de actuar.

viernes, 3 de febrero de 2012

Se puede cambiar letras, pero no exagerar

Por Iván Ottenwalder

Todo el que juega scrabble busca la victoria. De una forma u otra ese es el deber de cada jugador. Para tales fines debe apelar a todos los conocimientos estratégicos adquiridos con los años: uso del vocabulario, destreza como anagramador para bonificar, colocación de palabras cortas de mucha puntuación y saber en que momento cambiar. Exacto, saber en que momento.

En mi vida como escrablero he visto jugadores cuyo objetivo es la consecución del bonus a toda costa, y para ello dependen en demasía del cambio de letras, siempre contando que la bolsa les dará las letras cómodas para lograr ese fin. Esto puede ser un arma de doble filo, pues no siempre contaremos con la generosidad de la bolsa para obtener las fichas necesarias para la bonificación. He dado con personas que cambian ocho, diez y hasta doce veces durante toda la partida, para al final perderla.

En un atril donde solo una ficha (letra) estorbe, no hay porqué cambiarla si se puede colocar en algún espacio del tablero; en caso contrario, si. Pero lo mismo se podría decir en situaciones que las letras indeseadas sean dos o tres. Cuando menos dependemos del cambio estamos aprovechando la ocasión para sumar puntos, que pocos o muchos, adicionan.

Supongamos un atril con estas letras: A, A, E, D, S, Y, I. Aparentemente no vemos posibilidades de jugarlas todas en un turno. Las que molestan son la Y e I. Lo que debemos hacer es ver primero si existe alguna posibilidad de poner esas dos letras en alguna parte del tablero. Si solo hay espacio para una de las dos lo ideal sería colocar la Y, si es que se puede. De ser así nos quedaría A, A, E, D, S, I, y en el recargo de la bolsa puede que salga la consonante idónea para bonificar en el siguiente turno, como también puede que no. Si se da este último caso, sugeriría volver a retomar el mismo proceso anterior. Las posibilidades de que en el recargo de fichas salgan las adecuadas para mejorar nuestro atril son mayores a que nos caigan las incómodas por una sencilla razón: en el scrabble letras como la A, E, O, I, C, D, N, R, S, muy frecuentes para bonificar, son más numerosas en cantidades que el resto de las demás. Por ejemplo, de la CH, Q, X y Y, letras que suelen ser difíciles para formar bonus, apenas hay una de cada una en el juego, mientras que, de la A y la E existen doce, de la O, ocho y de la S, seis.

Cambiar de manera exagerada puede tener un efecto boomerang, muy negativo, ya que la partida se nos podría ir de las manos, nuestro oponente aumentaría paulatinamente su ventaja y a la hora de abrir los ojos habría muy poco que hacer, sería demasiado tarde y prácticamente imposible para remontar.

Tampoco concibo que si alguien está ganando, digamos 285-123 dejé de aprovechar letras de altos valores numéricos como la J, X, Ñ y las deposite en la bolsa con la obsesión o compulsión de buscar un bonus en la siguiente oportunidad. Si hay alguna casilla de doble o triple tanto de letra para colgar par de monosílabos que aporten 38 o 52 puntos, ¿por qué no aprovechar eso?

Por eso prefiero el tipo de jugador que cambia cuando ya no le quedan más opciones, en caso de emergencia o como último recurso estratégico para acercarse en el marcador o conseguir la victoria en la recta final, quedando pocas letras en la bolsa.

Puede que una partida se me vaya de las manos quedando más de 50 letras en la bolsa, ya sea porque mi rival haya colocado cinco bonus en forma consecutiva al inicio, pero jamás porque a este servidor se le haya ocurrido cambiar fichas de manera obsesionada.