jueves, 10 de abril de 2014

La palabra inconducta simplemente no existe



A pesar de eso los dominicanos la siguen empleando.


Por Iván Ottenwalder

Desde hace pocos años, quizás un lustro, la población dominicana, entre ellos periodistas, profesores, abogados, sociólogos, psicólogos, entre otros, vienen utilizando consistentemente el vocablo inconducta para referirse, especialmente, a las malas conductas de los ciudadanos.

Pasarse el semáforo en rojo, arrojar basura en las calles, irse a las trompadas con el prójimo o amenazarlo con una pistola por algo que bien pudo resolverse vía el diálogo, robar, matar, violar, festinar los dineros del Estado, no hacer la fila, todos esas malas acciones en la República Dominicana son llamadas inconductas.

Investigando y dando una mirada al Diccionario de la Real Academia Española (RAE) se puede apreciar que inconducta no es una palabra válida. La respuesta ofrecida por el diccionario principal de la lengua española cuando escribí en su buscador este término fue:

La palabra inconducta no está registrada en el Diccionario, según el RAE.

Confieso que no tengo el mínimo propósito de ridiculizar a una colectividad que, como la dominicana, ha sido mal orientada sobre este asunto. ¿Quién la mal orienta? Los mismos actores dominantes de siempre, los poderes fácticos y protagónicos que gobiernan esta nación. Ellos son los que nos han dicho toda la vida que es lo correcto y lo incorrecto, que es verdad y que es mentira, que se aprueba y que no. Son los entes poderosos del país y dominan la cultura, sistema educativo privado, medios de comunicación y la economía. Lamento decirles a estos poderes que, los incorrectos y equivocados han sido ellos.

En la República Dominicana del 2014 mucha gente sigue pronunciando guandul, cuando lo correcto es decir gandul; estrallar, cuando el verbo real es estrellar. Estos malos usos gramaticales pueden ser corregidas desde la escuela, si los maestros les enseñan a sus estudiantes a utilizar los términos correctos.

Para finalizar dejo este vínculo como constancia de mi búsqueda. Si les parece presionen este: http://lema.rae.es/drae/?val=inconducta.

miércoles, 9 de abril de 2014

Propongo al scrabble como tema central de una película



Por Iván Ottenwalder

Hace más de dos décadas el scrabble, pasatiempo de palabras más vendido y jugado del mundo, dio un salto significativo, cuando alcanzó nivel de profesionalismo. En 1991 se disputó el primer mundial de este juego en la ciudad de Londres, Inglaterra, y en el idioma inglés. Anteriormente solo se disfrutaba a nivel hogareño, entre los miembros de la familia o con amigos.

En 1993, en Nueva York, Estados Unidos, el inventor de este juego gramatical, Alfred Mosher Butts, estuvo presente en el mundial disputado en esa ciudad. Mosher Butts estaba siendo testigo ocular de un campeonato del pasatiempo que él mismo había creado. Poco tiempo después, este valioso ciudadano estadounidense falleció.

En ese mismo decenio de los 90 se llevaron a cabo los primeros mundiales de scrabble en los idiomas francés y español. Las competiciones comenzaban a llover. Naciones con lenguas diferentes al inglés, francés y español tampoco se quedaban atrás. Empezaron a formarse clubes en muchos rincones del planeta. El maravilloso juego de palabras cruzadas ganaba su propio espacio en esa era. El legado de Butts se convirtió en un conquistador de corazones y un éxito de ventas. A la fecha, en 2014, más de 150 millones de unidades de juegos de scrabble se han vendido en el mundo.

Son muchas las vivencias que hoy podemos contar. Cada quien tiene su propia historia que relatar. Las vicisitudes que pasaron Alfred Mosher Butts y James Brunot para convertir al scrabble en un sueño hecho realidad, son dignas de un filme. Y eso es precisamente lo que quiero proponer, un filme. Considero que el scrabble, mi juego favorito y de millones de gente en la Tierra, ha jugado su papel estelar como pasatiempo educativo de la humanidad y, por consiguiente, es merecedor de un rol protagónico en una película.

No voy a negar las varias apariciones de nuestro juego en diferentes películas, pero no como tema central, sino más bien de manera fugaz. La mayoría de las veces, en una escena en la que vemos un tablero de scrabble, con muchas palabras ya colocadas, pero aislado sobre una mesa solitaria. Cuando no, dos actores secundarios jugándolo, durante un guión de escasos segundos.

Montones de filmes con papeles protagónicos para el béisbol, baloncesto, fútbol, ciclismo, tenis, Fórmula Uno, Náscar y ajedrez hemos observado en el cine. Esas competiciones, debido a que poseen un gran número de aficionados, lo merecen y sería mezquino no reconocerlo. ¿Y nosotros los del scrabble, acaso no somos hoy en día un público numeroso? Millones de gente adoran nuestro juego, incluyendo personalidades famosas como cantantes y actores de cine.

Ya propuse, en un párrafo anterior, la gran hazaña lograda por Butts y Brunot de hacer del scrabble una realidad. ‘¿Tienes alguna otra propuesta Iván?’, me pueden preguntar ahora con total libertad. Claro, la tengo. A continuación la planteo:

Un joven estudiante de una escuela secundaria acaba de perder en la segunda ronda del campeonato de scrabble, cayendo eliminado. Pasado unos días el joven derrotado aún sigue afligido por aquel revés y trata de pensar como ser mejor en este juego. Es cuando aparece el barrendero de la escuela y, al ver al chico preocupado, decide entablar conversación con él. Le cuenta que tiene 48 años y de lo habilidoso que fue en scrabble en su época estudiantil, llegando a ganar varios trofeos. Le promete al joven entrenarlo, preparándolo para un mayor conocimiento de la gramática y repertorio de vocabulario. La única condición será la de prometer que asistirá a los fuertes entrenamientos semanales. El estudiante acepta el desafío.

El torneo de scrabble regresa al año siguiente. El chico sale a la batalla más seguro de sí mismo, pues, además de haberse preparado hasta la médula en cuanto a estrategia, vocabulario y gramática, aprendió a superar el miedo, a entender que la presión es parte del juego y que había que dominarla. Maduró en carácter. Todo ello le ayudó para exhibir una actuación espectacular en las primeras dos rondas. Y no todo quedó ahí, siguió jugando un scrabble de muy buena calidad en las rondas posteriores hasta que, ante el asombro de todos, avanzó a la semifinal. Una mística ganadora se apoderaba del él. Se sentía gigante, amo y señor del tablero. Todo salió bien y se clasificó hasta la finalísima. Su oponente sería una hermosa chica, genio de la gramática, matemáticas y, por supuesto, del juego de palabras cruzadas.

La final, como cada año, tendría que disputarse al mejor de 3 partidas y en una sala privada donde solo estuvieran los finalistas y los jueces. Los celulares de ambos jóvenes, en vista de que no deberían ser distraídos por nada, debían ser entregados al juez principal. El público, sentado en las graderías, observaría los acontecimientos por pantalla gigante.

La genio arrancó triunfando en la primera, 452-439. La segunda fue para el inspirado muchacho, 500-469, y de esa manera se empataba el match. Todo se decidiría en una tercera y decisiva.

Durante el descanso la chica talentosa era motivada por su familia y parte de la muchedumbre; el chico también era animado por su familia y otra buena tajada del público.

Los finalistas entran de nuevo a la sala. La puerta, para fines de seguridad, era cerrada con llaves, los celulares nuevamente entregados al juez principal.

Esta partida, ya en la recta final, favorecía al envalentonado estudiante por un margen  de 71 puntos. Un sueño estaba a punto de convertirse en realidad, solo era cuestión de aplicar todo lo aprendido y dominar los nervios.

La genio coloca un bonus, válido para 63 puntos, que la pone en competencia. Luego  de dos turnos jugados por ambos se agotan las fichas de la bolsa. En lo adelante habrá que jugar con las fichas que quedan de los atriles. Restándole dos fichas al chico, la C y L, y aventajando por 26, su brillante adversaria hace una valiosa formación, colocando todas las letras que les quedaban de su atril, aportándole 22 puntos y terminando la partida. Con los valores de las letras que se le quedaron al chico, 3 puntos de la C más uno de la L, se produce un dramático empate 479-479. Nadie se ha titulado campeón. Hay que ir al receso y luego jugar de nuevo. Los fans de las gradas tendrán que ahorrar energía para el próximo desafío.

Ya listos para el duelo, ambos se preparan para dar lo mejor de cada uno, si es posible, hasta el 500%. No desean otro empate. A la mitad del desafío el marcador iba muy ajustado, aventajando la chica 301-297. Faltando poco en la bolsa la genio pone las siete de su atril en el tablero para un bono espectacular. Aventaja por 69. El chico presiona colgando par de monosílabos que le suman 36 tantos gracias a la J. Su bella rival le sonríe y le coloca una formación de 31. Ya no queda letras en la bolsa. El estudiante observa su atril a ver si tiene para bonificar. No tiene. Apela a palabras cortas de buen puntaje pero que no surten efecto contra la talento. Es el turno de ella, juega cuatro fichas de las cinco que le restan y aumenta más su ventaja. El chico juega y se queda corto. La genio, en su último turno, le dice a su oponente ‘eres admirable, pero me he llevado la copa’ y coloca su última letra. Resultado final 491-456. La talentosa y aventajada alumna es la campeona. Le pide al subcampeón ‘quiero que seas mi amigo. Podemos jugar en mi casa siempre que lo desees’.

Al final de la partida la concurrencia, todos de pie, dedicó 3 minutos de aplausos a los finalistas. Luego de la entrega de trofeos el barrendero entrenador se acerca al joven y le dice ‘para mí, hoy tú fuiste campeón. Estoy más que orgulloso’.

Cinco días después, saliendo de la biblioteca de la escuela, dos alumnos, agarrados de manos, van tomando rumbo por una de las calles principales. Encuentran el lugar que buscaban y entran. Deciden que es buen sitio para ellos. Son recibidos con mucha cordialidad por la gente de allí. Quieren probar suerte en el club, donde ahora sus rivales serán gente adulta.

Si alguien tiene una propuesta diferente donde el scrabble sea tema principal de una película, bienvenida sea.

martes, 8 de abril de 2014

Hora dominicana: la impuntualidad de la que todos somos víctimas



Por Iván Ottenwalder

Quiero llegar temprano a todos los sitios. Me lo impongo, pero la situación llega a un punto en que, mayoría aplastante, fiel a la tardanza, me desanima.

Lo medito nuevamente. Pienso que no hay razones para imitar la impuntualidad, a pesar de ser una cultura imperante y dominante de los dominicanos.
 
El encuentro puede tener fecha y hora, pero un ciudadano promedio piensa que todos, como dominicanos al fin, llegarán tarde a la actividad. ‘Eso es la siete de la noche, pero nadie va a estar ahí a esa hora; mejor llego una hora más tarde, que es cuando eso va empezar’, pensaría un dominicano común.

No sorprende que mi compatriota tenga razón: todos los dominicanos partimos de la premisa que los demás harán presencia tardía. La impuntualidad se ha impuesto entre nosotros y ya es un común denominador. Aún así, me sigo preguntando, si todo esto es correcto, si la tardanza puede hablar bien de mí, si ese mal hábito no sería capaz de pasarme factura en cualquier momento que menos lo espere. ¿Soy un tonto y ridículo si llego muy temprano? ¿Acaso la impuntualidad es una verdad absoluta y mayoría tiene la razón aún siendo esto una irresponsabilidad? ¿Tengo que llegar tarde como los demás para caer bien y no temprano para caer mal? ¿Vine a este mundo llamado República Dominicana sin más opciones que hacer lo mal hecho? ¿Es mi misión en la vida doblegármele a un stablishment social acostumbrado al desorden? Si es así entonces no sé cual es mi propósito en la vida.

Continúo rebelde, tratando de llegar lo más temprano posible, arribando de primero o entre los muy escasos primeros. En mi trabajo, la mayoría de veces, suelo llegar antes de la hora de apertura, en varias ocasiones más temprano de la cuenta. ¿Gano algo con esto? Daría la impresión de que no, de que en República Dominicana esto ni me suma ni resta. Cualquier ser humano llegaría a pensar que esta nación, declarada como Estado Fallido en la década pasada, seguirá igual por los siglos de los siglos, ‘porque este es el mejor país del mundo y aquí está Dios’, reza una frase popular de pueblo.

Admito que he resbalado muchas veces. ‘Tío, es que Santo Domingo daña a la gente’, recuerdo haberle comentado a mi tío Juan Omar en un estadio de béisbol, en Florida, en el verano de 1997, cuando éste me llamó la atención por no haber hecho la fila al pagar unos perritos calientes. Su repuesta, agradable y tierna, ‘yo lo sé, pero estamos en Estados Unidos y acá eso no se perdona. Debemos hacer un esfuerzo’.

Entiendo también que no todos en República Dominicana tenemos vehículos, que los taponamientos son insoportables, que la mayoría de hombres y mujeres, casados unos  y divorciados otros, tienen muchas responsabilidades en sus hogares y, por eso, se les dificulta ser puntuales. Cierto. ¿Pero acaso en otras sociedades no hay dificultades parecidas a las nuestras y la ciudadanía hace un esfuerzo por estar a tiempo?

Estoy seguro que en cada niño y niña dominicano (a) abunda alguna pizca de deseo en hacer los correcto. ¿Quién los daña? ¿Quién les parte la boca o manda a callar cuando quieren opinar para aportar alguna solución? ¿Los papás? ¿De quién aprenden las malas conductas? ¿Está afectando a nuestro niños (aunque yo no tengo ni uno) la ola de divorcios en estos tiempos? ¿Y qué decir de la corrupción dominicana en todos los aspectos? No es anormal que, con tantas desventajas, cortesía de nuestro entorno, los niños dominicanos alcancen la adolescencia y adultez con todos esos defectos característicos del país actual.

No tengo certeza si habrá alguna solución a corto o mediano plazo. Por el momento vivimos en una sociedad en la que, si no nos acostumbramos y somos partes del desorden, o nos vamos del país o viviremos frustrados por toda la eternidad, ‘porque este es el mejor país del mundo y aquí está Dios’, reza una frase popular de pueblo.

sábado, 5 de abril de 2014

República Dominicana y su imprudencia vehicular



Se pone de moda en el país conducir con las luces apagadas en horas de la noche.


Por Iván Ottenwalder

Lo que no se veía en la República Dominicana de la década de los 90, 80, 70 y anteriores, se puede apreciar ahora. Un mal que comenzó a reflejarse a principios del siglo XXI, y que no se le prestó la debida atención necesaria, con el pasar de los años se convirtió en un problema mayúsculo.

Quisiera conocer el porqué del problema, la razón por la cual esta mala conducta, cometida por una minoría, pero muy numerosa, va ganando terreno en nuestro país y pareciera como si se tratase de una moda que no incomoda ni provoca quejas sociales.

Todas las noches, a partir de la 7:30 en adelante, salgo a caminar por los alrededores de la Urbanización Real, sector donde resido, no siendo pocas las ocasiones que me percato de una gran cantidad de vehículos (autos y motores, sobre todo) transitando con las luces apagadas por las avenidas Rómulo Betancourt y Enriquillo. Cuando, saliendo de mi zona, decido subir un ratito a la 27 de Febrero, también noto el mismo caos.

Ahora me haré unas cuantas preguntas: ¿Acaso están muy caras las luces de autos y motores que sus conductores no tienen dinero para comprarlas cuando se les queman? ¿Es que son tan desmemoriados que se les olvida que de noche hay que encender las luces de sus vehículos? ¿Es, como dijo un patán al que abordé sobre el asunto, que los conductores lo hacen para ahorrar energía? Y, por último, la pregunta que no pretendía hacerme, pero no me queda de otra: ¿Es la policía dominicana tan incapaz de multar a esas personas expuestas a accidentes automovilísticos e incluso morir? No sé hasta cuando policía y justicia dominicana dejarán de ser tan infuncionales.

Existe la ley para sancionar ese tipo de caso, pero las autoridades de tránsito se hacen de la vista gorda, dejándolo pasar por alto. Eso sí, el día que un ciudadano, por H o X les caiga, ¡zas! ahí le caerá el peso de la “justicia severa” al civil infractor.

La población dominicana padece de una catarsis irritante y espantosa. La gente ha preferido “dejar eso así”, sonreírle a vida, dándose unos buenos tragos en el colmadón o el drink, varias veces a la semana; cuando no, irse de rumba a un elegante bar o botar unos pesitos en un casino. Todo eso, “porque no nos escuchan”, “nadie nos hace caso”, “a los gobiernos de este país le conviene que esto siga siendo una mierda y que la gente no piense”, “no vale la pena gastar saliva”, etc.

La gente que se expresa así, al menos tiene a su favor las redes sociales, los blogs y páginas webs para protestar. Desafortunadamente, las grandes mayorías no se están empoderando; afortunadamente, una minoría quiere dejarse sentir, manifestando sus puntos de vistas.

Si aprendemos a mejorar nuestras fallas, en la medida que sea posible y, al mismo tiempo, contribuir con propuestas para solucionar todas nuestras problemáticas sociales, ya tendríamos de hecho, parte de la batalla ganada.

Me llenó de orgullo cuando, a partir del 2010, la sociedad en general, junto a una prensa que la apoyó, consiguió poner de rodillas a la clase política dominicana y así, en 2013, el gobierno reciente, hiciera efectiva la inversión del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación, cada año.

Entonces, ¿por qué no hacer lo mismo ahora? No estaría mal dejarnos sentir y exigir a  la policía que haga su trabajo y aplique las sanciones correctivas contra aquellos ciudadanos que conducen autos y motos con las luces delanteras o traseras apagadas.

Si protestamos algo quedará. Aunque sea la satisfacción de haber hecho el intento.

viernes, 4 de abril de 2014

Propongo el premio de periodismo Antonio María Pineda


Por Iván Ottenwalder

En el día de hoy, sábado 5 de abril del año 2014, se conmemora en toda la República Dominicana el Día Nacional del Periodista, un gran reconocimiento para todos los que somos profesionales de la comunicación social.

Fue un 5 de abril del 1821, en la ciudad de Santo Domingo, durante el gobierno de José Núñez de Cáceres, cuando el doctor Antonio María Pineda se convirtió en el primer director de un periódico dominicano, al fundar el Telégrafo Constitucional de Santo Domingo. Esa es la razón por la que cada 5 de abril los periodistas dominicanos celebramos en grande nuestro día.

Pineda fue el punto de partida del periodismo nacional. Después del Telégrafo Constitucional de Santo Domingo han llovido numerosas publicaciones periodísticas en el país durante los siglos XIX, XX y el actual XXI. Pero no tan solo han sido relevantes las publicaciones en sí, sino el papel jugado en cada época por valiosos profesionales de la pluma en defensa de los más sanos intereses de la República, a favor de la pluralidad y democracia informativa, quienes, en determinadas ocasiones, cuando no encarcelados o asesinados, pusieron sus vidas en peligro.

Otro punto luminoso del autor de este primer semanario, en el cual se abordaban ilusiones de progreso e ideales de derecho, en una era en la que los habitantes de la parte Este de la isla éramos colonia de España, fue la de apoyar la causa  independentista llevada a cabo por Núñez de Cáceres, quien, el 1 de diciembre de 1821 declaró la independencia del Estado de Haití Español.

A Pineda le tocó jugar el rol de Comisionado Especial en la Gran Colombia, en diciembre de ese 1821, con la encomienda de gestionar, a través de Simón Bolívar, la adhesión del naciente Haití Español como estado miembro a la Confederación de la Gran Colombia, proyecto continental del libertador venezolano.

La misión de Pineda fracasó, pero no por su culpa, sino porque Simón Bolívar no lo quiso recibir. Varios historiadores dominicanos argumentan que, dada la negativa, este corresponsal ni siquiera hizo el viaje a Venezuela.

José Luis Sáez, escritor, en una biografía sobre Antonio María Pineda, publicada en 1997, relata que Bolívar supo bien lo que ocurría en ambos lados de la isla y, por esa razón, optó por no entrevistarse con Pineda. El resultado de todo esto: el advenimiento de la ocupación haitiana, el 9 de febrero de 1822, a la cabeza del gobernante Jean Pierre Boyer. Dicha ocupación duraría 22 años, hasta la madrugada del 27 de febrero de 1844, con el grito de independencia de la República Dominicana.

El 22 de agosto de 1973 el Ayuntamiento de Santo Domingo designó a una calle del sector Los Minas con el nombre Dr. Antonio María Pineda.

En mi sana convicción considero que esta designación no es suficiente para un profesional de tanta prestancia como la que dedicó Antonio María Pineda. Él merece algo mejor. Sugiero, en honor a su memoria histórica, la creación del Premio Periodístico Antonio María Pineda, premiación cuya función será, la de galardonar los trabajos de investigación periodística más valiosos de cada año.

Aunque no haya sido el mejor periodista nuestro y, posiblemente, tampoco lo encontremos en una lista de los más brillantes, Pineda tuvo la grandeza de ser el génesis del periodismo dominicano, el primero que se atrevió a tomar la decisión de fundar un periódico en el territorio que hoy llamamos República Dominicana.

Ya basta de tantas injusticias históricas.

martes, 25 de marzo de 2014

Internacional Cuba Scrabble 2014. ¿Y si yo hubiese ido?


Por Iván Ottenwalder



El domingo 23 de marzo, en la ciudad de La Habana, finalizó el Internacional Cuba Scrabble 2014, torneo que, desde sus inicios, en el año 2007, he soñado con asistir y que por diversas razones, de la A hasta la Z, no lo he hecho.



En el pasado certamen internacional de scrabble, disputado a quince rondas, la historia se volvió a repetir: Rolando Guadalupe se coronó campeón, al vencer a su compatriota Miguel Stevens en una final que se extendió al máximo de tres partidas. Así Guadalupe afianza su dinastía a cinco temporadas consecutivas ganando este torneo: 2010, 2011, 2012, 2013 y ahora 2014.



Rolando Guadalupe (derecha) se coronó campeón.
Antes de iniciar la jornada del sábado, con nueve rondas previamente jugadas, entre jueves y viernes, Enma Morris iba a la delantera en la tabla de posiciones, con Stevens pisándole los talones, Guadalupe en tercero y el mexicano Francisco Guerrero en cuarto lugar. Ese día Morris, quien ha sido finalista en otras ocasiones, no las trajo todas consigo, tuvo una mala actuación y, no solo perdió el primer puesto, sino que además, fue incapaz de atrapar el segundo, perdiendo de esta forma la posibilidad de llegar a la finalísima.



Aunque todavía no haya conseguido su sueño de abrazar el título en este magno evento, no todo fue una causa perdida para la Morris. Al menos tuvo el honor de llevarse el premio de Duplicadas, de manera convincente ante sus oponentes.



Morris es joven y excelente jugadora. Su horizonte es gigante.



¿Puedo ahora hablar de mí? ¿Cómo hubiese sido mi actuación en caso de haber competido en ese evento? ¿Qué creen? ¿Hubiese dado una buena pelea a esos genios que se las pasan jugando durante todo el año? ¿Hubiese sido suficiente mi repertorio de vocabulario para quedar entre los mejores diez? ¿Aguantaría la intensidad de tres días de puras rondas (15 en total)? ¿Cómo me hubiese manejado con el reloj si nunca he jugado así? ¿Soportaría la presión psicológica que meten algunos oponentes? Todas son preguntas interesantes que me las planteo y que de momento son producto de mi imaginación y sueño vehemente de competir en grandes torneos de scrabble ante jugadores de mucho nivel. Siendo honesto, en una guerra de cerebros, donde participaron 16 competidores y conociendo mi capacidad de promedio puntos por partida, considero me hubiese situado entre la novena y duodécima posición.



Pero las verdaderas respuestas las tendré cuando, a partir del 2015, vuele hacia La Habana a participar en el internacional cubano, o al mundial de Colombia u otro torneo de los que se realizan en diferentes naciones.



Luchar por un anhelo, trabajar por él.

domingo, 9 de marzo de 2014

Banquera por culpa de un embarazo


Albania Arnaud dejó la escuela hace dos años y ahora labora en una banca de lotería.


Por Iván Ottenwalder



A finales del 2011 Albania Arnaud cursaba el segundo de bachillerato en el Colegio Paz y Progreso. Su padre, quien la adoraba y veía muchas esperanzas en ella, le pagaba la colegiatura: alrededor de novecientos pesos mensuales. Esto ocurría cuando Albania contaba con 16 años de edad.



Como todas las chicas normales de su edad tenía novio. Una noche, durante una escapada con su pareja, se fueron hacer el amor. El resultado de aquella apasionante aventura: un embarazo. Aún así ella siguió asistiendo a clases hasta que, avanzado unos meses y la barriga creciendo, producto de la notable preñez, decidió parar. No le faltaba tanto para tomar los exámenes finales e intentar avanzar a tercero de bachillerato. Pero no fue así: dio a luz un niño varón, desertó y adiós colegio.



La colegiala se obsesionó con casarse y dejar la casa de su padre. De nada valió el hija, deja a ese tipo, suéltalo en banda, yo te sigo pagando los estudios. Esta es tu casa mi amor, quédate acá. Albania, no estaba dispuesta a transigir y era su decisión irse a vivir con su novio, un trabajador de colmado, a una casita en el kilómetro 8.5 de la avenida Independencia, un sector muy peligroso por los constantes asaltos que allí se producen. Se marchó y casó con el chico que amaba, pero esa decisión la llevó a otro estilo de vida: a trabajar en una banca de lotería, de lunes a domingo, en horario de diez de la mañana a nueve de la noche, además del rol de madre desempeñado a temprana edad.



Muchas, de las que hace tres años estudiaron con ella, terminaron la escuela; otras, están en la universidad. Albania, ahora con 19 años de edad, se ha estancado como cajera en la Banca Arboleda, situada en la Urbanización Real. Disfruta de su oficio, del cual gana ocho mil pesos mensuales que, sumado a lo que devenga su esposo (monto que prefirió no decir) lo dedican a la crianza del niño, pago del alquiler de casa (RD$3,500.00 mensuales) y gastos para compras del hogar.



Confiesa que hubiese elegido laborar como cajera de una tienda o supermercado pero, para ello, había que hacer un curso de caja, y era muy costoso, entonces, entró al mundo de la banca de lotería, oficio que no exige ese tipo de requisito.



Además de banquera en ocasiones juega sus numeritos, cuando creo que un número va a salir, aunque no de la manera enfermiza como los empedernidos que a diario apuestan. Es consciente de que en las apuestas se pierde más que lo que se gana. Explica: Cuando te vienes a sacar una buena cantidad de dinero, ya todo eso lo has perdido, por todas las veces que jugaste y no te sacaste.



Llega y se va a pie



Albania prefiere recorrer a pie el trayecto de su casa al trabajo, es decir, del kilómetro 8.5 de la Independencia hasta la Banca Arboleda, en la Urbanización Real, un sector de edificios y torres lujosas, situado entre las avenidas Enriquillo y Rómulo Betancourt.



Cuando dan las diez de la noche, hora de cerrar la banca, se va caminando hasta el destacamento policial del Mirador Sur, donde la espera su abuelo, que no tiene ningún rango militar, y la acompaña hasta su morada en el 8.5 de la Independencia. Ella se siente muy protegida a pesar de los peligros que les puede acarrear a ambos transitar a pie a esa hora nocturna. Nada de armas, totalmente desarmados, y a la buena de Dios, hacen el recorrido.



Sueña ser camarera o abogada



Entre sus ambiciones están la de ser camarera en un restaurante o estudiar para abogada, pero si quiere alcanzar lo último deberá regresar a la escuela, repetir el segundo de bachillerato y luego, si está a su alcance, acudir a la universidad. Es consciente de todo eso y reconoce: tengo que nivelarme económicamente para volver a la escuela y terminar el bachillerato. Aunque con la decisión de volver a estudiar tendría que dedicarle menos tiempo a la banca y, por consiguiente, ganar menos dinero, esto es, menos de los ocho mil mensuales que devenga en la actualidad.



Muchas Albanias que abandonan los estudios



En la República Dominicana la situación de numerosos embarazos, específicamente en jóvenes adolescentes, se ha convertido en materia de estudio y preocupación por parte de profesionales de la sociología, análisis de género e instituciones como: PROFAMILIA, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Oficina Nacional de Estadística (ONE) entre otras.



Precisamente, un estudio realizado por UNICEF titulado “Análisis de la situación de la infancia y la adolescencia en República Dominicana 2012″ reveló que el 22.1% de las jóvenes en República Dominicana, entre 15 y 19 años, tiene al menos un hijo, lo que agudiza la situación de pobreza y limita el desarrollo del país.



Según esta investigación, elaborada con el apoyo del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) y el Consejo Nacional de la Niñez (CONANI), el 33.2% de las adolescentes y mujeres jóvenes de las familias más pobres se habían embarazado antes de cumplir 20 años.



Por todo esto no es tan complejo deducir que Albania Arnaud no es más que una víctima de un sistema escolar que, hasta hace poco, se había negado a impartirles a las  adolescentes la materia de educación y orientación sexual, elemental para crearles a ellas plena consciencia sobre el sexo responsable y seguro. Hace mucho se hubiese enfrentado la problemática de los embarazos en adolescentes y reducido considerablemente el número  de deserciones por este motivo.

Albania Arnaud, personaje de esta historia, es real.