sábado, 13 de diciembre de 2025

Estrellas Orientales, el equipo que ganó el primer round robin del béisbol dominicano

  •  La hazaña ocurrió durante el primer playoff de este tipo acontecido en la temporada 1986-87.
  •  El equipo de San Pedro de Macorís obtuvo el contundente récord de 7-2.

Por Iván Ottenwalder

Para la estación beisbolera 1986-87 vio la luz un formato de eliminatorias denominado Round Robin, conocido también como el Todos contra Todos. Se trató de una innovación en el béisbol dominicano. Antes, el formato clasificatorio (para las temporadas de 1983-84 hasta el 1985-86) se basó en dos semifinales pactadas al mejor de un 7-4 donde, el primer lugar de la vuelta regular se enfrentaba al cuarto puesto de la misma mientras que, el segundo y tercero también hacían lo mismo. Pero antes del 1983-84 la clasificación semifinalista era otro tanto distinta: el primer lugar de la vuelta regular se clasificaba automáticamente a la serie final mientras que, el segundo y tercer puesto disputaban una pequeña semifinal pactada a un 5-3. Quien la ganaba, pasaba a disputar la gran final contra el equipo quedado en primero. Esta última disputada al mejor de un 9-5.

Así de variable han sido las clasificaciones a los playoffs en el béisbol criollo. 

Par ese Round Robin de 1986-87 que, se confeccionó para un máximo de 9 partidos, los rivales serían: Azucareros del Este, Águilas Cibaeñas, Estrellas Orientales y los Tigres del Licey. Cada conjunto por individual tenía que jugar 3 partidos contra cada oponente. Por ejemplo, las Águilas Cibaeñas jugarían tres desafíos contra el Licey, 3 contra las Estrellas y, la misma cantidad frente al combinado de La Romana, los Azucareros del Este.

Los Orientales perdieron sus dos primeros partidos. Luego triunfaron en los próximos 7.

Sábado 10, 1987

Estrellas pierden 6 a 1 frente a las Águilas.
















Domingo 11, 1987

Estrellas caen vencidas 6-5 ante los Azucareros del Este. 



























Lunes 12, 1987

Los Paquidermos ganan su primero desafío, 8-1 ante Licey.






























Martes 13, 1987

Estrellas apabullan a las Águilas Cibaeñas, 14 carreras a 4.





































Miércoles 14, 1987

Estrellas vencen 3-2 a los Azucareros. 






















































Viernes 16, 1987

Estrellas derrotan 2 carreras por 1 al Licey.










Sábado 17, 1987

Estrellas vencen 3-2 a las Águilas del Cibao.

Domingo 18, 1987

Estrellas doblegan 11-7 a los Azucareros del Este.


















Lunes 19, 1987

Estrellas Orientales derrotan a Licey 2-1.



 





























































Posiciones finales del Round Robin

Estrellas         7-2

Águilas          5-4

Licey             3-6

Azucareros    3-6


Fuentes:

El Nacional de ¡Ahora!, Última Hora y Listín Diario (enero de 1987)

Agradecimientos:

Al personal de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña

domingo, 16 de noviembre de 2025

El Scrabble llegó al Catalonia Beach de Bávaro: El campeón de Cuba frente a mí (2)

Por Iván Ottenwalder

Me desperté a las 5 de la mañana. La hora del desayuno empezaría a partir de las 6:30 am, de modo que, me quedé leyendo un rato.

Como a las 6:20 me vestí, salí de la habitación y me encontré con Rolando y Karina, quienes también salían de su dormitorio.

Tercera partida.
Fuimos al área de restaurante cercano a la piscina a desayunar. Hacía una brisa agradable y, según el pronóstico del tiempo, se esperaban lluvias por la tarde y noche. Ubicamos una mesa y tres sillas. Fui selectivo en mi desayuno (yogurt, cereal, frutas, leche descremada y té caliente). Ellos se sirvieron en abundancia de toda una gran variedad de comestibles que encontraron, incluyendo panqueques, tortillas de huevo, quesos, jamones, tocineta, panes con mermelada, jugo y café con leche.

Rolando y yo acordamos jugar al menos una partida por la mañana, cerca del área de lobby. También pactamos reunirnos en la noche en un restaurant distinto a cenar, sea uno japonés o español.

Terminado el desayuno nos dirigimos al área de recepción del hotel para reservar en el restaurant japonés. Seríamos los tres: Karina, él y yo. La empleada que nos atendió nos dijo que el restaurante japonés abría a partir de las 10 de la noche. Rolando y su hija consideraron que esa hora era muy tarde. Entonces decidimos irnos por el español. Este abriría a partir de las 8:00 p.m. La recepcionista nos tomó los nombres para la reserva de la cena en ese restaurant.

Cuarta partida.
Resuelta esa diligencia buscamos una mesa con asientos cómodos cerca de un bar. Allí nos sentamos y ubicamos el tablero de juego, atriles y bolsa de letras. Rolando pidió un trago no recuerdo de qué; Karina lo mismo; yo, una piña colada sin alcohol.

MASTICA fueron los primeros 76 puntos de la partida. Míos. Rolando respondería con LAÑANDO (60) en el cuádruple de palabras. Pocos turnos más adelante bonifiqué con TIRADORA (70), él con un inexistente DESGRAPÉ que se la di como válida cuando, pude haberla objetado. Si buscábamos en el Lexicón, hubiese demostrado su error. Sin embargo, le respondí con otro bingo (RETARAN de 81) que me puso en delantera, 247-181. Él, en una exhibición de exquisito vocabulario, me metió un JAMBO de 32 tantos.

Quinta partida.
Después de un cambio de fichas, mi oponente escribió ILUSIONÉ de 70. Vino mi respuesta con ATUSARON (61) pero, él, tendría unos DÉCUPLOS de 76, que lo aventajaron (359-308). Nunca más se vio abajo en el marcador. Aunque, me acerqué con YODES (30) 338-359 vino un HEZ  de contragolpe, válido para 45 puntos (404-338). Fue muy demoledor.

El resto de jugadas no cambiaron la tendencia en la anotación. Rolando ganaría con un convincente marcador de 493 a 429. Era su primera victoria. Aquello era un mensaje de que tenía que apañármelas bien fuerte si quería volver a ganarle. Estaba, de frente al mejor jugador cubano. El más ganador del Internacional Cuba Scrabble así como, unos de los mejores de toda el área latinoamericana. Una verdad absoluta sin discusión.

Se reanuda la acción a las tres de la tarde

Después de haber almorzado a las 12:30 de la tarde, tomamos un largo reposo de más de dos horas.

Sexta partida.
Casi a las 3:00 pm Rolando me escribe por whatsapp para que nos juntemos en el área de la piscina a disputar un par de partidas. Tal como la tarde del día anterior ubicamos una buena mesa con asientos y, al poco rato, ya empezábamos a disputar el match número cuatro.

Mi arranque no fue malo; el de él fue mejor. Después de abrir con CENAREN (74) mi oponente respondió con dos bingos seguidos (CONTROLÉ de 63 y BATEAREN de 86). Mi problema estuvo en que, después de colgar dos buenos cortos QUITÉ (32) y AJ (34), cometí un par de errores tontos. Esto me pasaría la cuenta pues, él supo muy bien capitalizar mis yerros. Soltó un CAREANDO (74), un buen CHAS (27) y BOY (23) más un terrible APUNEMOS (74) tan demoledor que, puso la pizarra 364-226 de su parte. Aunque, conseguí un buen reforme jugando DES  para formar DESCONTROLE (42) y, más tarde, con un buen uso de la Z y RR para colocar ZURRARÁ (84), de nada serviría pues, Rolando, también tuvo unos buenos contragolpes en dos scrabbles como DECLARES (74) y AHITADO (66). Finalmente, se llevaría la victoria con holgado marcador de 565 a 426.

Séptima partida
Tras un pequeño receso de unos cinco minutos, dimos inicio a la quinta partida. Fue una digna batalla, con espanto incluido. Casi todas frente a Rolando lo son. El principio estuvo de mi lado, dominando gracias a bingos como DESTEJÓ (94), PENARÍAN (68) más unos buenos cortos como HUESO (37), CATÉ (25), PELEES (33) y otro bingo como DECÍAMOS (70). Pero valga decir también que, Rolando también tuvo lo suyo. Gracias a SACONEES (64), TRINEMOS (74), NOXA (30) y HUSILLO (60), siempre se mantuvo en la pelea. Yo dominaba con 339, pero él pisaba mis talones con 280.

Una frase estimulante alusiva al Hotel Catalonia
Tras unas buenas cortas, esas pequeñas gigantes siempre valiosas, tomó la delantera. CHOZ (56), UF (31) y RUBÍ (24) me pusieron a temblar en la recta final. Él, se encontraba ganando (391-377) y, para mayores sustos, aún quedaba la Q. Yo de nuevo, me encontraba en la situación de cambiar letras. Quedaban solo dos en el bolso. Cambié una. Metí la mano en la bolsa de los sustos y, qué suerte, no me salió esa Q. Ahora sabría que esa le tocaría a él. Él en cambio, no estaría del todo seguro si yo la habría o no tomado. Rolando tenía la RR y se vería así en un dilema si cambiarla o no. Si lo hacía, entonces se tragaba la Q. En cambio, a mí no me afectaría tomar la RR ya que, tenía buenas vocales para poder jugarla. Él prefirió jugarla. Se quedó con la Q tomada del bolso. Y, esto permitió que, finalmente, yo pudiera remontar para llevarme la victoria. Con la partida 421 a 403, pude colocar VAGADO (22), voltear el marcador (425-421) y, más un descuento de 8 puntos, le derroté por 433-413.

Estaba empezando a lloviznar. Él se despidió hasta la noche cuando, nos veríamos en la cena en el restaurante español. Yo decidí guardar mi tablero de juego y regresar a la habitación. Me coloqué un traje de baño y salí de nuevo con toalla al hombro. Estaba lloviendo ahora mucho más fuerte. Quería volver a la playa, como ayer, pero entonces me desmotivé y preferí la piscina.

Duré en la alberca hasta las 6:30 pm.

Solo en la cena

Antes de las siete de la tarde ya me había duchado y luego alistado para salir a cenar. Era temprano todavía pero, de igual manera le escribí por el chat a Rolando y, este me dijo, que ya no irían (él y su hija) al restaurante español debido a las fuertes lluvias. “Otten, Karina está indispuesta por la tanta lluvia que está cayendo. No iremos al restaurante español”. Intenté convencerlo que de la lluvia estaba empezando a amainar pero, de igual forma, no lo pude convencer. Así las cosas, me preparé para ir solo.

De modo que, cuando faltaba poco para el reloj marcar las 8 de la noche, hice mi cola en las afueras del restaurante ibérico. Todo ocurrió rápido. Me ubicaron en una mesa pequeña para apenas una o dos personas y, al poco rato, un mesero se me acercó para tomar mi orden.

Ordené no recuerdo exactamente qué ahora mientras escribo pero, lo cierto es que, todo estuvo muy riquísimo. Lo mismo el postre.

Tras terminar, no sabía luego qué hacer. Entonces fue cuando decidí aprovecharme y complacer mi paladar con los postres del restaurante tipo bufé. Estaban estos más deliciosos todavía. En verdad, soy un amante a los dulces aunque, admito que, si abuso de ellos, el colesterol se me eleva. Entiendo que las dietas son a veces tiránicas pero, me estaba disfrutando mi estadía en el hotel playero. ¿Cuántos años tenía sin disfrutar de un hotel playero? Muchos. Desde 2011 no visitaba uno.

Últimas dos partidas

A eso de las nueve, Rolando me deja una nota de voz por el whatsapp pidiéndome que jugáramos al menos dos partidas. Le di el visto bueno y acordamos juntarnos en mi habitación a la 9:30 p.m. para jugar esas dos últimas. La serie estaba 3-2 a mi favor. Solo tendría que ganar una sola para titularme ganador de dicha serie. De fogueo sí, pero serie al fin.

Llegada la hora nos alistamos para la sexta partida. Preparamos una mesa y encendimos las luces más una lámpara para que nos diera mejor iluminación. La batalla ya iba a empezar.

Rolando comenzó como un tractor demoledor. Sus primeras anotaciones gracias a unas pequeñas gigantes de buen valor (ABOLLÉ de 30, ACILO de 33, LLAR de 31 y ARRIDO de 37) lo colocaron al frente rápidamente 131-64. Un MUDÉ (23) me acercó (84-131) pero, dos scrabbles seguidos (CRINARES y COSTARON) el primero de 67 y el otro de 70, le adelantaron de manera holgada (268-84). Ya el desafío estaba de un solo lado y, remontar, se me haría muy cuesta arriba. Pero el tractor no se detuvo. BOJE de 33 y, más tarde, unos ARENEROS (70) terminaron por echarle arena a mis esperanzas. La pizarra estaba 371-139. Nada que buscar. De nada tampoco sirvió un EMPLASTA de 74 que me llevó a los 213 tantos. Él, vendría por más. Más 44 puntos de EFOD, más 30 de VIRÉ, más 28 de YAPEN, 33 de CUETE, y unos 35 de TEX, fueron peor que la tapa al pomo. La anotación navegaba muy a su favor, 541 a 301.

Finalmente, el flamante campeón cubano me zurró con marcador de 554 a 322. La séptima partida decidiría el campeón del fogueo que, por razones de tiempo, pudo ser solo de un 7-4. Si mi estadía en el hotel se hubiese extendido un día más, seguro que hubiésemos jugado 4 o hasta 5 desafíos extras. Pero, quién sabe si, para mi fortuna, convino que solo jugáramos siete y que mi estadía en el hotel hubiese sido de solamente 2 noches.

Después de una orinada en el baño, regresé para jugar el séptimo match de la serie. Estaba dispuesto a salvar mi honor, a reivindicarme de mi pésima actuación en el torneo de New York. Pero, esa salvada de honor requeriría de un gran esfuerzo y de entregar hasta el 200 por ciento si era necesario para alcanzar tal objetivo. Asumí el reto.

Abrí cambiando fichas. Él hizo lo mismo. Recordé que, hace horas, estaba CENANDO (74) dos veces en diferentes restaurantes. Mi rival ha SONDEADO, no tan a fondo, para sus primeros 64 puntos. Un simple ZA pero de un gran valor (47) me llevó a los 121 puntos. Él astutamente se deshizo de la Q con CUQUE (24) digno para llegar a los 88. El pleito estaba aún reñido. Vine entonces con REFLUIDO (72) y él con ZALLARON (46). Respondí con AOVASTE (87) y él con XIS (57). En ese momento la partida estaba a mi favor 280 a 191. Sabía que la ventaja que le llevaba no era aún suficiente. Quedaba mucho trajín.

Dos cortas gigantes (REDUCE de 30 y HUNO de 34) me alejaron todavía más en el marcador. La cosa estaba ahora 344-223. Más tarde las acciones pintaban a una paliza cuando, con PUMA (40) me vi dominando 427 a 279. Con PERRO (39) me acomodé más (466-279). Rolando respondería con TACHARES (84) para mantenerse en la batalla (466-363). Cometí luego un yerro. Él colocó un ZAYA (21) y después yo cambié fichas. Ahí vino una bomba. Esta me ENTIESA (86) hasta las coyunturas y se va arriba de manera asombrosa (470-466). Así son las rectas finales muchas veces en cualquier disciplina, llenas de muchos dramatismos. Pero, en mi último turno, mis letras, las MÍAS son las que pondrían el mayor suspenso, las que me sumarían unos 25 tantos, para así volver a tomar el comando del marcador (491 a 470). Él juega CAP (07) que lo deja corto. Apenas puede sumar 3 puntos de mi atril, para terminar con 480 tantos. El score final queda 488 contra 480 con una victoria para el autor de esta crónica.

Había logrado mi premio de consolación tras ganarle al mejor jugador cubano del scrabble. Mis cuatro victorias fueron muy sufridas; las tres de él, puras golpizas pero, de igual manera victorias al fin. Era el campeón del fogueo. Nada de trofeo pero, sí una gran satisfacción. No fueron pocas las vergüenzas (en 2016 y 2019) que experimenté en La Habana frente a jugadores cubanos de gran nivel. Para mí, se trataba de una especie de venganza consumada.

Rolando y yo nos despedimos hasta el siguiente día. Mañana martes 24 sería mi último día en el Catalonia. Una estadía de la que nunca – por más costosa que me saliera – jamás olvidaría. Una vez mi amigo se marchó apagué las luces y me eché a dormir.

Martes 24

Por la mañana nos reunimos Rolando, Karina y yo en el restaurante cerca de la piscina. Desayunamos abundante. Ellos más que yo. Aún llevaba mi dieta gástrica desde marzo. Platicamos. Luego caminamos hasta la playa. En un bar de área VIP pedimos unos tragos. El mío, una piña colada sin alcohol. A eso de las 11:30 a.m. les digo a mis amigos que iré a mi habitación a recoger mis cosas, un pequeño bulto y dirigirme al lobby para firmar mi salida. Acordamos vernos más tarde en el almuerzo. Sin embargo, no volveríamos a vernos más.

Tras la entrega de mi habitación me fui a comer al restaurante bufé. Le escribí por el chat a Rolando pero este no contestó. Quizás se estaba bañando en la playa o tenía su celular apagado. No lo sabré. Entonces decidí que almorzaría solo. Me había servido arroz con gandules y pescado al vapor. Estaba muy delicioso. El postre, por igual.

Al terminar el almuerzo me dirigí al área del lobby. Tomé mi celular y llamé a un taxi. De paso aproveché para que me quitaran la pulsera de mi muñeca – cosa que hizo un empleado oficial del hotel – y recogí mi bulto que había dejado bajo cuidado de la seguridad del resort. El taxista tardó en llegar unos 20 minutos. Abordé el vehículo de la compañía In Drive y así me despedía del Catalonia Beach.

El conductor del vehículo me dejaría en la parada de autobuses APTPRA. Allí compré mi boleto de regreso a Santo Domingo. El próximo bus saldría a las cuatro de la tarde. Eran apenas las tres. No tenía de otra que esperar.

Cuando llega la hora abordó un autobús de dos pisos. Nunca en mi vida había viajado en un bus de ese tipo. Y, como cosas de destino, mi asiento estaba localizado en la segunda planta de ese gran vehículo. Sin proponérmelo había experimentado algo nunca vivido. Por eso, se dice, la vida está llena de sorpresas.

No tenía de qué quejarme en lo absoluto.


Hojas de anotaciones desde la tercera hasta la séptima partida


Tercera.












Cuarta.












Quinta.












Sexta.













Séptima.


jueves, 23 de octubre de 2025

Tableros de scrabble

 Fotos de tableros de scrabble

























sábado, 18 de octubre de 2025

El Scrabble llegó al Catalonia Beach de Bávaro: El campeón de Cuba frente a mí (1)

 Por Iván Ottenwalder

El 16 de junio me levanté temprano. Aún me quedaba más de una semana de vacaciones. Después de desayunar revisé el whatsapp y había otro mensaje de Rolando Guadalupe. En este me mostraba el enlace del hotel donde estarían él y su hija hospedados. Era el Catalonia Bávaro Beach, un resort situado en la costa este del país en la provincia La Altagracia. Entré a la página de ese hotel y vi los precios. La habitación más asequible a mis bolsillos era la junior suite. Su precio era de unos 220 dólares la noche pero, aplicando un 10% de descuento. Reservé esa opción, solo por dos noches. No podía darme un gusto económico y placentero mayor.

Ese lunes 16 también hice otras diligencias puntuales. Rolando y yo manteníamos conversaciones por el chat. Me contó que llegaría al resort el sábado 21 y se regresaría a La Habana el sábado 28 (mes de junio). Le expliqué que estaría en el hotel por dos noches, del domingo 22 hasta al martes 24. Tomaría el bus desde Santo Domingo hasta Verón (Bávaro – Punta Cana) y llegaría bien temprano al hotel Catalonia a eso de las 12:30 p.m. Lo tenía todo bien programado.

Área de recepción del Catalonia Bávaro Beach

Era increíble que, saliendo de un torneo de scrabble en New York, pocos días después me encontraría en otro escenario para jugar a las palabras cruzadas aunque, esta vez, solo partidas de fogueos. Para lo difícil que se me hace encontrar con quién jugar scrabble en este país, aquello era una gran bendición.

Domingo 22

Aquel domingo 22 me levanté bien temprano. Desayuné bien no recuerdo exactamente qué ahora mismo pues, aunque para muchos mi memoria es privilegiada, tampoco es que sea tipo robótica.

A las 7:30 de la mañana enrumbé hacia la compañía de buses APTPRA. Pagué mi boleto de viaje y esperé en una gran sala hasta que dieran las 9:00 am hora en la que abordaría el autobús con destino a Verón. En ese momento era las 8:00 am y tuve que aguantar una hora de espera. Pero, esas son las reglas. Pude haberme ido en el bus de las 7:00 am saliendo mucho más temprano de mi casa pero, preferí el horario de las 9:00 am.

Al llegar a una de las paradas de Verón, tomé un taxi de la compañía In Drive que me llevó al resort. Pagué 500 pesos por el trayecto.

Eran como las 12:30 del mediodía. Fui al área de check in a pagar mi estadía. La habitación, según me dijo la señorita que me atendió en el lobby aún no estaba lista. Tendría que esperar hasta las 3 de la tarde pero “si aparece antes una habitación se le asignará de inmediato. Le llegará en ese caso un correo electrónico a su cuenta”, me explicó. Le pregunté si podía aprovechar para comer y me respondió que “claro, ya usted pagó, usted es un huésped de este hotel. Cuando usted quiera puede ir a comer”, me dejó saber. Me dijo habían dos restaurantes para tales fines, en los cuales también se sirven los desayunos. “Uno, por el área de la piscina y, el otro, cerca del lobby”.

Aproveché para almorzar tranquilamente. Luego, cuando me dirigía al área de los postres, diviso a Rolando Guadalupe y a su hija Karina, la cual no conocía. A poca distancia le llamo. “Rolando”. Él voltea la cara y me ve. “Otten, mi hermano” me responde al saludo. Nos dimos un fuerte abrazo. Su hija me tendió la mano para saludarme y, tal como si fuese un caballero del siglo XIX y del XX, se la besé.

Tras servirnos el postre ubicamos una mesa para sentarnos. Platicamos tendidamente mientras degustábamos nuestros dulces y helados. Todo muy delicioso. Ellos (Rolando y Karina) habían llegado el día anterior, el sábado. Estaban hospedados en la habitación número 606. En mi caso, aún no me habían asignado una.

Terminamos el postre. Rolando y yo acordamos vernos en una hora aproximadamente. Se dirigieron a su dormitorio. Yo, en cambio me encaminé hacia el lobby.

Mientras me dirigía a la recepción revisé mi mail y ¡Eureka! Ya tenía una habitación asignada. Era la 605, al lado de la de Rolando y Karina. ¡Cuánta coincidencia!

Le digo a la señorita que estaba en recepción que ya tenía habitación. Que me había llegado un correo electrónico. Ella me pide mi nombre y verifica en su computador. “Tiene razón. Es la 605”. Me coloca en mi muñeca un brazalete el cual contenía un censor codificado. “Usted solo tiene que colocar el censor sobre la cerradura de la puerta y ella abre automáticamente”, me explicó.

Me encaminé hacia la villa 6, que era el bloque donde estaba mi habitación. Al principio me perdí dando una vuelta alrededor de dicho bloque pero, luego de preguntar a un trabajador del hotel, este me dijo “mire señor, es esa”, señalando hacia donde estaba. “Solo camine un poco, ya verá la puerta”. Le di las gracias.

Mi alcoba era preciosa. Bien espaciosa. Lo tenía todo para sentirme como un rey por tan solo dos noches. Acomodé mis pertenencias. Las engaveté muy organizadamente. Minutos después – supongo que eran como las dos de la tarde – recibo un mensaje de whatsapp de Rolando para que nos juntemos cerca del área de piscina a jugar un par de partidas de scrabble. Me vestí un short jean y una franela fresca, me calcé mis chancletas. Tomé mi juego de scrabble y salí hacia allá. No era tan lejos.

Nos encontramos cerca de la piscina. Ubicamos una mesa y un par de sillas. Acomodamos el tablero de scrabble, la bolsa de fichas, los atriles y hojas de anotaciones.

“Solo dos partidas Otten que luego me voy a bañar en la piscina”, me dijo. Acepté. Yo también me bañaría, pero en la playa más tarde. Tenía desde 2013 que no me daba un baño de mar.

Primera partida

En el primer combate tuve un excelente arranque. Una buena combinación de cortas valiosas (GAÑID y HAN de 32 cada una, MAPEO de 26) junto a dos bingos (ADOSARÍA de 66 y BOTEARON de 70) me pusieron rápidamente arriba en el marcador (216-123). Más tarde JU (36), TORREÓN (35) y AX (52) me consolidaron aún más (360-194). Rolando es un gran veterano y, en cualquier momento, vendría su ataque. RETOCARE (74) le dio un suspiro y alcanzó los 268 tantos. Sabía perfectamente que la partida aún no estaba liquidada. Tenía que buscar un golpe de gracia que anegara las posibilidades del contrario. Y ese golpe de gracia fue FERAZ, de 54 puntos. Ya estaba dominando 436-296, una ventaja de 140, muy cuesta arriba para mi entrañable rival a quien pocas veces he podido vencer en esta vida.

Primera partida. 

Al final, estando la partida 452-309, Rolando colocó un gran scrabble pero, se quedaría corto. MISASES de 88 lo llevaría a 397. Sumó 14 tantos del descuesto de mi atril y perdió 411-438. Tremendo susto al final.

El segundo desafío sería más reñido. Después de un AUSENTE de 66 colocado por mí, mi oponente remató con tres scrabbles (dos consecutivos) y varias pequeñas gigantes. Los bingos fueron DEMANDÉ (77), CHOCARREES (77) y DELEITAR (60) y, sus cortas valiosas, CUPE (40), OXEA (33) y JAEZ (40). Yo también tendría lo mío: TOCASEN (70), COLLA (26), GANDULES (74) y MUY (30). En ese momento, el match se hallaba 364-356 a favor de Guadalupe. Este, colocó un ÑU de 53 que parecía terminar con mis esperanzas pero, no fue así. Tenía un gran atril y solo había una posibilidad de bonificar, en un solo espacio. Estaba perdiendo 417-356 y tenía que reaccionar rápido. Vi la jugada. Jugué ROSANDO / ACOLLA, formación esta que me dio 84 tantos. Tomé la delantera (440-417). Rolando respondió con VITE en zona de triple superior izquierda. Esta le otorgó 31 puntos y de nuevo se vio al frente (448-440). Yo tendría la última jugada: SESO (08), con la que empaté y, finalmente gané pues, sumé 4 puntos del atril de mi rival. La victoria fue 452 a 444.

Segunda partida.

Era asombroso como, después de haber jugado tan mal en el torneo de New York, perdiendo ante rivales de menores categorías que Guadalupe, pude vencer a este, quien se había proclamado campeón del Cuba Scrabble de 2025, en dos partidas. Aún quedarían más por jugar pero, serían mañana lunes 23. Rolando se iría a dar un baño de piscina y yo, como ya lo tenía previsto, uno de mar. Nos despedimos por el momento.

Fui a mi dormitorio a cambiarme de ropa. Me coloqué un bañador y me encaminé hacia la playa. Después de 12 años volvería a bañarme en el mar. ¡Cuánto tiempo!

El agua estaba tibia, una temperatura divina pero, llena de algas. Eso fue lo que no me gustó. Igual disfruté del baño de mar. Como a las 6:45 de la tarde terminó mi terapéutico baño marino.

Me fui a mi habitación a darme una buena ducha tibia y cambiarme de ropa para ir a cenar. Antes me puse a ver la televisión. Sintonicé el canal donde transmitirían el séptimo partido de la final de la NBA entre los Indiana Pacers y Oklahoma City Thunder. Estaban apenas dando la antesala, la previa de comentarios antes del juego.

Apagué luego el televisor y me fui al restaurante a cenar.

No volví a saber de Rolando desde que terminamos las dos partidas de la tarde. De igual modo, aproveché para cenar abundante en el área de restaurante. Todo estuvo delicioso.

Al terminar de saciar mi apetito, me regresé a la 605, mi dormitorio. Encendí el televisor y me quedé viendo el séptimo partido de la final de la NBA. Indiana estuvo ganando hasta el medio tiempo, apenas por un tanto. En el tercer período los City Thunder dieron vuelta al marcador y sacaron una gran ventaja. Los Pacers no pudieron remontar. Uno de sus mejores jugadores, Tyrese Haliburton, se lesionó gravemente a los pocos minutos de haber iniciado el primer cuarto. ¡Una lástima! Al menos, para mí, que deseaba que ganaran los de Indiana.

Finalmente Oklahoma City Thunder ganó el partido y se tituló campeón. Me entristecí por el revés. Recuerdo perfectamente cuando, en el 2000, los de Indianápolis, sucumbieron en la finalísima ante a Los Ángeles Lakers, en seis desafíos. Ahora, perdían de nuevo pero, ante un rival distinto.

Apagué el televisor y me acosté. Mañana, sería un nuevo día.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Mis estadísticas en el Torneo Histórico New York, 2025

Por Iván Ottenwalder

Las malas nuevas o, malas noticias, no son muy agradables de ser contadas. De una manera u otra son parte de nuestras historias. Depende de como se las mire, podrán ser desalentadoras o, vistas como lecciones aprendidas, las cuales podrán servirnos para mejorar en próximas oportunidades.
Posiciones finales del torneo

El pasado torneo histórico de Scrabble celebrado en la United Community Methodist Church, de Queens, New York, los días 13 y 14 de junio fue una de esas malas nuevas que me deparó el año 2025. De igual manera, esta ha sido parte de mi currículo histórico, en cuanto a competición alguna en la que haya participado se refiera.

De modo que, la mala historia ha de ser contada. Acá van los datos:

Promedio de puntos por partida:

409.27

Promedio de scrabble por partida:

1.8

Palabra / jugada con más puntaje:

HULEAREN en nónuplo con 131 tantos

Palabra corta de mayor puntaje:

VEZO 78 puntos



¿Cuál será mi próximo torneo?

La verdad, no tengo respuesta. Simplemente, no lo sé.