domingo, 22 de septiembre de 2019

De vuelta a La Habana. Por el scrabble, TODO (capítulo 2)

En mi primera jornada amistosa tuve foja de 4 – 2. Solo a Rolando no pude vencer aquella tarde.   

Por Iván Ottenwalder  

El martes 3 de septiembre me levanté a las siete de la mañana. Luego de cepillarme y vestirme salí a la calle a comprar algún desayuno. En el cafetín Don Bello, de la calle 17, comí un pan con tortilla de huevo y un café negro. Después, tomé rumbo hacia la telefónica ETECSA, a comprar una tarjeta de internet de 5 CUC que equivaldría a 5 horas. Allá en la compañía de teléfono me explicaron que podría utilizarla tanto para mi celular como laptop, siempre y cuando hubiera zona wifi de ETECSA. Me dirigí al parque de Copelia donde había señal de internet. Allí me conecté por unos minutos y platiqué con algunos familiares. Luego con Odalys, quien me dio luz verde para ir a casa de Rolando después de las dos de la tarde.   

Aproveché aquella mañana para ir al banco a cambiar algunos dólares por CUC y CUP. También fui al Tángana, una famosa bodega, donde me hice de una buena cantidad de yogures, galletitas y jugos. Regresé a la pensión a guardar todo en el pequeño frigorífico. Como quien no quería las cosas ya eran más de las doce del mediodía y salí de nuevo a la calle. En la 23, una gran avenida, me dirigí a una pequeña pizzería y allí almorcé a buen precio. Como también se me antojaba un postre caminé hacia el parque de Copelia a comer un helado de cinco bolas, que los cubanos suelen llamar “ensalada”.  Una vez satisfecho regresé a la pensión a hidratarme y después enrumbé hacia la parada de buses a tomar el P-6 directo al municipio 10 de octubre, donde reside Rolando Guadalupe.  

Al desmontarme del autobús empecé a caminar rumbo a la calle San Leonardo cuando de repente oigo una voz que me llama: “¡Iván!” Era Rolando, que fue a recibirme a la parada. Nos saludamos con efusivo abrazo y caminamos rumbo a su apartamento. Al llegar estaba Odalys. Más tarde arribarían Juan Luis Izquierdo y Raúl Báez. 

Los matches 

Mi primer enfrentamiento fue contra Odalys. En este me vi ganando por abultado score de 230 – 136 gracias a los scrabbles ESCOMEIS (74) y ZOCANDO (79) más un OCHAVÉ de 51, pero mi adversaria se las arregló para venir de atrás, apoyada en ABONADO (68), QUID (34), REPELIDO (62), CUJE (55), AH (33) y TRILLÉ (30), dándole vuelta al marcador, 316 – 263.  En la curva final ella me aventajaba por tan solo 8 tantos (348-340) pero ANOTASTE (74), en zona triplera, me cayó como un balde de agua fría y mi rival se despegó 432-340. Aún no estaba liquidado y respondí con TAPASES, de 80, que me acercó peligrosamente, 420-432. Ella contratacó con GAGUEÉ (16) y yo erré en mi turno. Finalmente, terminó con UTA, sumó 15 puntos de mi atril y se llevó la victoria, 469-405. 

Volvimos a enfrentarnos de nuevo. La partida estuvo bien reñida al principio. Hasta su cuarta jugada se vio comandando 103-97, siendo SEDERÍA (68) su mejor anotación. Pero después de ahí, todo empezó a cambiar a mi favor. AVALADA (91), ARROTO (24), LACEASTE (83) y JUEGAN (41) me adelantaron, 359-265. Ya cuando me vi bien arriba, 429-293, mi oponente bonificó con BIRLASEN (80) en zona triplera, insuficiente para alcanzarme, quedándose alicorta. El desafío terminó con mi triunfo 419-383. 

Revés ante Rolando
El siguiente rival fue Rolando Guadalupe. Hasta su quinta jugada el dueño de casa estuvo al frente, 208-161, gracias a buenos puntajes obtenidos, mayormente por VINCULÉ (83), ANCHOS (30) y ÑO (38). Luego de responder con un PRINGADO de 78, que me puso al mando, 239-208, mi duro adversario arremetió con dos bingos consecutivos: ASAETAS (71) y ENCIELO (84) que lo adelantaron 363-239. Más tarde DESMADRO (82) me mantenía con vida, pero aún agonizante (327-426). El zarpazo final fue PRUEBAS (89), que alejó definitivamente mis esperanzas de remontar, pues ya el asunto se ponía 537-338, en favor de Rolando. Finalmente, mi oponente se llevó la partida con pizarra de 559-402. 

Unos minutitos después llegaba el momento de medirme a Juan Luis Izquierdo, oponente que me había zurrado en el nacional cubano de junio de 2016 con score de 621 a 373.  

Arrancada la partida inicié mis dos primeros turnos con COXA (26) y LAGUNEAS (64) frente a un SAZ (56) de mi rival. Estuve al frente 90 contra 56, pero aún quedaba mucho juego. Tras cambiar fichas tres veces consecutivas Izquierdo aprovechó para tomar la delantera, 168-90. SECARON (81) me puso arriba de nuevo, 171-168, pero VOLEE (43), ICHO (27) y un soberbio ABITEIS (94) lo aventajaron más tarde 332-218. Varios turnos después me acercaba con APANASE (74) 312-348. Luego apareció DESTROCÓ (86) que me devolvió al timón, 398-364. DESATINO (72) lo puso arriba otra vez, 436-398, pero un corto ÑOR (30) me mantuvo en pelea (428-436). Un ABULTÓ en zona triplera lo despegó, 463-428, hasta que un valiosísimo DEJA (53), que reformó en paralela otros vocablos, me situó al frente, 481-463. El rival colgó un insignificante DE (06) y yo cerré la partida con ELLE (26), llevándome uno de los triunfos más dramáticos de toda mi vida. El marcador final quedó 510-466. 

Victoria frente a Raúl Báez


Mis dos últimas partidas fueron ante Raúl Báez, quien había debutado en su primer mundial de scrabble, el pasado agosto en Panamá. 

El primer duelo fue victoria de principio a fin para mí. El score quedó 532 a 408. Colgué cinco bonus contra tres de mi oponente. Los míos: PERCHAIS (82), EXPOLIAS (84), ADORMECE (70), CLONASES (68) y TRINCASE (61). Los de Raúl fueron ORÍGENES (63), ANIÑADOS (101) y AHORCASE (82). Mis cortas más valiosas, BREZO (32) y GUIDO (30); las suyas, JE (36) y HAYA (42). 

En el segundo match triunfé de nuevo: 440-427. Este no tan fácil, pues tuve que trabajar bien duro al final. Hasta la mitad de la partida Báez se mantuvo al frente, pero nunca con una diferencia tan abismal. Fue un CEDIERAS de 82 tantos que me colocó arriba en el tramo final, 339-295. Varios turnos después, con un CALASEN de 67, mi oponente se acercaría peligrosamente, 379-388. Un XI de 36 me despegó 424-379, pero con VEDE (36) me pisó de nuevo los talones, 415-424. Con TOP (18) en triple lo puse 442-415. Su última jugada fue PE, de 10, que en nada alteró la tendencia. El resultado final, como bien expliqué al principio, quedó 440 contra 427. De esa forma me despedía de mi primera jornada amistosa con foja de 4 – 2. Solo a Rolando no pude vencer aquella tarde.  

Regresé a El Vedado casi a las 10 de la noche. En la pensión me duché y me tendí en la cama hasta el otro día.  

ESTADÍSTICAS, 3 de septiembre 2019 
Ganadas 4, perdidas 2 
Contra Rolando: 0-1 
Contra Odalys: 1-1 
Contra Juan L. Izquierdo: 1-0 
Contra Raúl Báez: 2-0 
Promedio de puntos por partida: 451.33 
Promedio de scrabbles por partida: 3.33 

miércoles, 18 de septiembre de 2019

De vuelta a La Habana. Por el scrabble, TODO (capítulo 1)

El lunes dos de septiembre de 2019, a las dos treinta de la tarde, abordé un vuelo de la aerolínea InterCaribbean Airways con destino a La Habana. Era un avión pequeño como del tamaño de un jet privado, de hélices, cómodo y seguro. 

Por Iván Ottenwalder 

Haber declinado viajar a Panamá, país donde se celebró el pasado mundial de scrabble en español, no fue motivo para negarme unas merecidas y placenteras vacaciones. Siempre tuve otra opción debajo de la manga. Esa fue La Habana, capital de Cuba. Esta ciudad la he considerado desde el año 2015 como mi patria del scrabble. Así como lo están leyendo, ni más ni menos.  
 
En La Habana fue donde aprendí a jugar scrabble con reloj, donde debuté en un torneo internacional (Cuba Scrabble 2015) y donde adquirí lo mejor de mi técnica de juego. Luego de mi última estadía en junio de 2016, en que participé en un torneo nacional (el de junio), había durado poco más de tres años sin volver. Pero llegó septiembre del presente año y, por tercera ocasión en mi vida, regresé a suelo habanero. Esta vez, por dos semanas. 

El lunes dos de septiembre de 2019, a las dos treinta de la tarde, abordé un vuelo de la aerolínea InterCaribbean Airways con destino a La Habana. Era un avión pequeño como del tamaño de un jet privado, de hélices, cómodo y seguro. En el asiento de al lado me tocó buena compañía. Se trataba de una chica cubana que había vacacionado un mes completo en casa de unas amistades en la República Dominicana. Su nombre era Mónica, casada y sin hijos. Su esposo la iría a recoger al aeropuerto José Martí una vez arribase. Platicamos bastante. Ella me ofreció su número telefónico e instó a que le llamara para invitarme a almorzar a su casa, cosa que nunca hice, quizás por asuntos de principios, sabiendo de su estado civil. Por cierto, ella residía también en El Vedado, el mismo sector donde me hospedaría y donde siempre me hospedo cuando voy a La Habana.   

El vuelo duró dos horas y media. Una vez en el aeropuerto tuve que hacer cola en el área de Migración. Allí se me acercó un oficial vestido civil quien me realizó algunas preguntas. Me pidió mi pasaporte, me dijo “espéreme un momento” y se dirigió a un cuarto de seguridad, supongo que para fines de investigación. Esperé varios minutos hasta que se me acercó una mujer con mi pasaporte en manos. Fue muy gentil, pero por gajes del oficio me arropó con algunas preguntas: ¿Ha venido antes a Cuba? ¿A qué ha venido anteriormente? ¿Dónde se hospedará? ¿Profesión? ¿Posee página web? ¿En qué lugar trabaja en República Dominicana? Mis respuestas fueron sinceras y muy apegadas a la verdad. Le dije que venía a jugar scrabble con mis amigos habaneros, le hablé sobre el Grupo Promotor de Scrabble Cubano, que esa fue la razón por la que vine en 2015 y 2016. La empleada regresó nuevamente al cuartito de seguridad con mi pasaporte en mano, seguramente para comprobar mediante Internet si todo lo dicho era cierto. No pasaron ni dos minutos cuando retornó sonriente para decirme: “bienvenido a Cuba señor Iván, y esperamos que siga viniendo muchas veces más”.  Luego de darle las gracias ella me encaminó a donde otro oficial migratorio quien, luego de checar mi pasaporte, me dio también la bienvenida. Avancé entonces a la zona de equipajes a recoger el mío. Poco antes de la salida entregué mi formulario aduanero a una agente policial. Finalmente, se abrió una puerta automática. Una vez fuera escuché la voz de Miguel, el marido de Barbarita, la dueña de la pensión, que me llamaba por mi nombre. Ellos me saludaron con alegría y efusivos abrazos. Miguel llevó mi maleta, la guardó en la maletera de su auto y emprendimos rumbo a El Vedado. 

Vientos de cambios   

Durante el trayecto del aeropuerto a la pensión la pareja de esposos y yo platicamos bastante sobre diferentes temas. Mientras miraba por la ventanilla pude apreciar algo que me impactó mucho: el parque vehicular habanero había cambiado. Vi muchos autos modernos de esta década, modelos 2011, 2014, 2016, 2017 y, algunos, hasta de 2019. Todo muy distinto a cuando viajé en 2015 y 2016. En La Habana de hoy los coches de los años 40 y 50, junto a los Ladas soviéticos de los 70 y 80, conviven con los autos modernos de este siglo XXI. Quiérase o no, estos son vientos de cambios. Paulatinos, pero los son.  

El Internet, a pesar de sus limitaciones, se ha ido expandiendo más en la isla. Como muestra un botón: todos mis amigos del scrabble cubano, que viven en Cuba, tienen cuentas de Facebook o whatsapp. ¿Que el servicio no es baratísimo? Es verdad, pero, asombrosamente, más y más cubanos adquieren celulares y se van convirtiendo en cibernautas.  

Al llegar a la casa también la encontré cambiada. La marquesina tenía nuevo piso de cerámica.  Mi habitación ya no sería la de 2015 y 2016, sino otra: una terminada de construir a principios de este año. Esta incluía aire acondicionado, nevera, microondas, una pequeña estufa, así como baño con calentador y puerta de entrada independiente. Deduje que a los dueños les estaba yendo mejor económicamente. 

La estadía la pagué en CUC, que es la divisa cubana para los turistas, casi a la par con el dólar, pero no tanto. La otra moneda es el CUP, el peso cubano que utiliza la población común y corriente.  

Tal cual como en 2015 y 2016 cambié la mayor parte de mis dólares a CUC y una pequeña porción a CUP. Dependiendo de la circunstancia, pagaba en ocasiones con una divisa y, en otros casos, con la otra. Todo de acuerdo a como me conviniera.  

Una vez instalado lo primero que hice fue darme una suculenta ducha tibia. Ya aseado y vestido busqué el teléfono y llamé a Odalys Figuerola y luego a Rolando para informarles de que había llegado bien. Quedamos en vernos en la tarde del día siguiente, martes. También marqué al número de Enma Morris, pero no contestaba. Sin embargo, pude contactarla por Facebook al día siguiente.  



Por la noche salí a caminar y, en la misma calle J, hallé un restaurante para cenar. Estaba hambriento, pues en el avión apenas nos habían obsequiado como refrigerio un jugo o agua, nada sólido. Me comí unos espaguetis y luego una pizza. De bebida, un jugo de mango.  

Al terminar me regresé a la pensión. Me metí en la habitación, me desvestí, puse mi bóxer y franela de algodón blanca, encendí el aire acondicionado y, ¡a dormir hasta el otro día!