La ciencia médica sigue confiando de su tecnología, de sus aparatos, pero estos no resuelven nada. El Padre Tiempo, que según los sabios, pone las cosas en su lugar, tampoco me ha hecho el favor de detonarme el problema. En otras ocasiones, sí lo ha hecho.
Por Iván Ottenwalder
El martes 24 de julio fui a realizarme la tomografía de los senos paranasales en un centro de imágenes de Santo Domingo. Los resultados me fueron dados al día siguiente, miércoles 25 en horas de la tarde.
Según la reciente tomografía tengo mi tabique un poco torcido a la derecha, asimetría de cornetes, luciendo libres los infundíbulos; discreto engrosamiento de mucosa de los senos maxilares y de las celdillas etmoidales posteriores. Prácticamente lo mismo que la tomografía que me fue practicada en enero del presente año.
Unas
de las grandes interrogantes que debo plantearme, ya que me resulta muy
extraño, es: ¿por qué vengo padeciendo desde el año 2017 de sinusitis
maxilar? ¿Cuándo carajo en mi puta existencia había tenido problemas con
los senos maxilares? Nunca. ¿Por qué desde 2017 hasta ahora sí? Esa es
la razón por la que he llegado a mi radical conclusión, si se puede
decir, de vincular el escozor y la amargura del agua que me pilla del
hueso maxilar superior derecho y su paladar colindante con esa anormal
sinusitis maxilar. Y, para ser honesto, ambos huesos maxilares
superiores, derecho e izquierdo, lucen notablemente asimétricos: el
izquierdo se ve de tamaño normal y el derecho como si tuviese algo
alterado. Así como lo leen, ocasionalmente he llegado a sentir como si
alguna cosa me quisiese brotar del maxilar superior derecho. Por eso insisto mil veces, aunque los médicos y las panorámicas digan lo contrario, que esas molestias, escozor y amargor del agua, me vienen de esa zona y no de la izquierda.
Luego
de tener la tomografía a manos me compré los fármacos recetados. Del
spray AVAMYS puedo decir que es un buen producto, pero en el poco tiempo
que llevo usándolo tampoco le ha puesto fin al asunto. Me produce
sensaciones de mejoría por unas largas horas, pero luego la secreción de
nunca acabar vuelve a tornarse agresiva tal como lo ha sido en los
últimos dos años. La molestia del escozor y la amargura del agua ha
continuado de viento en popa, como si nada las derrotase. Mi madre me
comentaba hacía pocos días que una dentista le dijo que quizás mi caso
clínico no requería de otorrino, sino de odontólogo. El problema es que
mi madre, según lo que me narró, le contó las cosas al revés a la
odontóloga. Comenzó diciéndole que mi molestia la sentía del lado
izquierdo, cuando en verdad es en el derecho. La dentista, por
curiosidad, le preguntó si ambas molestias, escozor y amargor del agua,
me surgieron antes de la extracción de los dos molares. Le conté a mi
progenitora que ambos síntomas los tengo desde 2016, un año antes de las
extracciones.
A mi madre le gustaría que vea a
esa odontóloga. Yo no tendría problemas. El asunto es que ni Amerident
ni Salud Bucal, ni ODONTODOM, tres clínicas dentales de mucha fama, han
podido detectar el asunto. Por lo regular me suelen indicar una
panorámica que, para mi mala fortuna, no detecta anomalía alguna. Los
médicos me despachan en seguida y yo sigo comiendo la misma mierda tal
cual. Y ya llevo casi tres años, que no es poco, quejándome de esos
síntomas. El único que podría decir me dejó en paz, fue el de la
halitosis aquella de 2016. Esta se resolvió cuando me sacaron la
coronita con todo y raíz dental en el verano de 2017. Hubo una
infección. Poco tiempo después, había perdido el último molar del
maxilar superior derecho. Después de ahí lo que concierne a escozor, amargura del agua y secreción nasal eterna han seguido como el cuento de nunca acabar. Esto es lo más parecido a un laberinto sin salida, a una película de terror en la que el mal siempre triunfa.
La ciencia médica sigue confiando de su tecnología, de sus aparatos, pero estos no resuelven nada. El Padre Tiempo, que según los sabios, pone las cosas en su lugar, tampoco me ha hecho el favor de detonarme el problema. En otras ocasiones, sí lo ha hecho.
Por mi parte pienso asistir a mi segunda consulta con el otorrino de ahora, pero espero no tener que verle más su cara. Si es por mí, ojalá no tener que ver las caras de mucha gente que rodean mi vida. Por el momento, no me queda más que seguir tragándome los mojones.
Consulta con el otorrino
El 6 de agosto fue el día de la consulta, la cual estaba pautada para las seis de la tarde. Llegué media hora antes y durante la espera me senté a leer una revista de historia. Se trataba del reciente número de Vive la Historia, una revista española de circulación mensual y con un apetecible contenido temático.
Llegado
mi turno entré al consultorio del doctor. En mis manos tenía las dos
últimas tomografías que se me habían realizado: la reciente y la del mes
de enero del año en curso. Primero vio la la reciente. Colocó la placa
sobre una pantalla luminosa frente a mis ojos para que de esa manera él
pudiese explicarme cada una de las imágenes. Me contó, y así verifiqué,
que todos mis senos paranasales estaban descongestionados, apenas
pequeñas secreciones en las celdillas etmoidales. Le pregunté al galeno
si acaso el engrosamiento de las mucosas de los senos maxilares
equivalía a sinusitis y me respondió que no. Me explicó que era producto
de la rinitis alérgica y que ese engrosamiento era muy mínimo. Seguimos
viendo otras imágenes y me explicó que se observaba una raíz dental
rozando una partecita del seno maxilar. Esto si me puso a pensar, aunque
él dijera que eso tal vez ocurrió porque yo me moví mientras me
practicaban la tomografía. Vimos también las imágenes relativas al
cerebro y me contó que estaban perfectas. Estuve de acuerdo en ese último punto, aunque preferí seguir en silencio ya que mi objetivo era que la cita durase poco para no tener que volver más.
Una
vez finalizadas las lecturas de las dos placas, cuyas imágenes pude
entenderlas a la perfección, gracias a la buena didáctica del otorrino,
éste procedió a
observar la otra, la del mes de enero. Estaba prácticamente igual.
Decidí, dada mi curiosidad, preguntarle en qué lado estaba ubicada la
raíz dental que rozaba uno de los senos maxilares. Primero me dijo que
del lado derecho, pero después como que vaciló y contestó que del
izquierdo. Volvió a
insistir que quizás esa imagen salió así porque yo me haya movido en la
camilla del tomógrafo. No quise discutirle, pero en mi interior siguió
la duda. Ya, finalmente, me dijo que solo usara el aerosol AVAMYS hasta
que se me agotara y que lo comprara de nuevo. Le pedí que me lo indicara
en una receta para que el seguro me lo cubriera. El aceptó. “Usted
sabe, el seguro me lo cubrió esta vez, pero si cuando lo vuelva a
comprar no llevo receta, tendré que pagar dos mil y pico de pesos por el
fármaco, mientras que, con el seguro, apenas pagaría seiscientos y
algo”, le expliqué. Menos mal que fui listo y me prescribió otra receta.
Me sugirió que siguiera usando el antialérgico que consumo, el ATARAX,
antes de dormir. Al final nos despedimos y me dirigí a casa.
Una
vez en casa, ya dentro de mi dormitorio, decido nuevamente revisar las
imágenes de ambas tomografías, para verificar lo de la raíz dental que
rozaba uno de los senos maxilares. Pude comprobarla y, para mis
sorpresa, también pude apreciar algo parecido a
otra raíz como si estuviese rozando el seno maxilar opuesto. Tendría
que ser mucha la coincidencia para que yo me moviera tanto en la camilla
del tomógrafo en enero como en la otra camilla del tomógrafo a finales de julio. Y algo a destacar es que ambos estudios me fueron realizados en lugares distintos. La tomografía de enero me la practicaron en el Centro de Otorrinolaringología y Especialidades mientras que la actual me la realizaron en otro centro de imágenes, muy famoso y reconocido en Santo Domingo.
Las interrogantes principales que me arropan en este momento son las siguientes: ¿puede un raíz dental que roce un seno maxilar crear una molestia tipo pinchazo o escozor molestoso? ¿Puede una filosa raíz dental ejercer una presión sobre un seno maxilar de modo que provoque una exudación y secreción constante? ¿Puede una raíz dental rozante con un seno maxilar provocar una rinitis alérgica constante? Estas fueron preguntas que pude haberle hecho al doctor, pero dada la situación de que trató de minimizar el asunto, mejor preferí no preguntar.
En
caso de que una filosa raíz dental, rozante con un seno maxilar, sea
capaz de producir exudados de saliva fuera de lo normal, secreciones
diarias y sensaciones de pinchazos molestos, entonces sí podría tener
algún tipo de relación con los síntomas de los que me vengo quejando día
a día desde hace más de dos años. El asunto es determinar dónde está
ubicada exactamente esa raíz dental, si del flanco derecho o el
izquierdo. Si está en el izquierdo entonces seré hombre derrotado, pues
las molestias agobiantes las siento por el derecho. Lo que realmente me
atormenta y tortura es el escozor y amargor del agua en el lado derecho.
Naturalmente, también la secreción salivosa del nunca acabar.
Echando a un lado las religiones y los planes de Dios para cada quien, en mi caso particular no deseo vivir muchos años si este problema hijo de puta no desaparece. Así se acabaría mi agonía, las preguntas molestosas y la preocupación de otros. ¡Qué más da! Si de verdad existe algo mejor después de la muerte, pues simplemente estaría mejor una vez perezca. Lo que diga un pastor, sacerdote o religioso cualquiera, simplemente me es indiferente. Lo que menos me preocupa ahora es el lugar donde vaya mi alma luego de morir. No me quita el sueño.
Mis
días seguirán pasando como un constante y siniestro más de lo mismo,
aparentemente como un laberinto sin salida, un túnel sin luz al final.
No han valido medicamentos ni oraciones al Altísimo. Si Dios hubiese
querido hace ratos me lo hubiese resuelto. Con tan solo provocarme un
sueño profundo y hacer Él mismo las veces de cirujano y después
despertarme y decirme “ya estás sano”, me ahorraría mucha plata y citas
médicas por un montón de años. La historia ha demostrado que el Creador
le ha hecho ese tipo de favores a muchos enfermos. ¿Por qué a mí no?
¿Tan hijo de puta soy? No creo que para tanto. Apenas soy un pobre diablo víctima de un sinnúmero de circunstancias, un perfecto imperfecto, nomás.
Por el momento esta historia tendrá que seguir con un,
Continuará...