domingo, 9 de marzo de 2014

Banquera por culpa de un embarazo


Albania Arnaud dejó la escuela hace dos años y ahora labora en una banca de lotería.


Por Iván Ottenwalder



A finales del 2011 Albania Arnaud cursaba el segundo de bachillerato en el Colegio Paz y Progreso. Su padre, quien la adoraba y veía muchas esperanzas en ella, le pagaba la colegiatura: alrededor de novecientos pesos mensuales. Esto ocurría cuando Albania contaba con 16 años de edad.



Como todas las chicas normales de su edad tenía novio. Una noche, durante una escapada con su pareja, se fueron hacer el amor. El resultado de aquella apasionante aventura: un embarazo. Aún así ella siguió asistiendo a clases hasta que, avanzado unos meses y la barriga creciendo, producto de la notable preñez, decidió parar. No le faltaba tanto para tomar los exámenes finales e intentar avanzar a tercero de bachillerato. Pero no fue así: dio a luz un niño varón, desertó y adiós colegio.



La colegiala se obsesionó con casarse y dejar la casa de su padre. De nada valió el hija, deja a ese tipo, suéltalo en banda, yo te sigo pagando los estudios. Esta es tu casa mi amor, quédate acá. Albania, no estaba dispuesta a transigir y era su decisión irse a vivir con su novio, un trabajador de colmado, a una casita en el kilómetro 8.5 de la avenida Independencia, un sector muy peligroso por los constantes asaltos que allí se producen. Se marchó y casó con el chico que amaba, pero esa decisión la llevó a otro estilo de vida: a trabajar en una banca de lotería, de lunes a domingo, en horario de diez de la mañana a nueve de la noche, además del rol de madre desempeñado a temprana edad.



Muchas, de las que hace tres años estudiaron con ella, terminaron la escuela; otras, están en la universidad. Albania, ahora con 19 años de edad, se ha estancado como cajera en la Banca Arboleda, situada en la Urbanización Real. Disfruta de su oficio, del cual gana ocho mil pesos mensuales que, sumado a lo que devenga su esposo (monto que prefirió no decir) lo dedican a la crianza del niño, pago del alquiler de casa (RD$3,500.00 mensuales) y gastos para compras del hogar.



Confiesa que hubiese elegido laborar como cajera de una tienda o supermercado pero, para ello, había que hacer un curso de caja, y era muy costoso, entonces, entró al mundo de la banca de lotería, oficio que no exige ese tipo de requisito.



Además de banquera en ocasiones juega sus numeritos, cuando creo que un número va a salir, aunque no de la manera enfermiza como los empedernidos que a diario apuestan. Es consciente de que en las apuestas se pierde más que lo que se gana. Explica: Cuando te vienes a sacar una buena cantidad de dinero, ya todo eso lo has perdido, por todas las veces que jugaste y no te sacaste.



Llega y se va a pie



Albania prefiere recorrer a pie el trayecto de su casa al trabajo, es decir, del kilómetro 8.5 de la Independencia hasta la Banca Arboleda, en la Urbanización Real, un sector de edificios y torres lujosas, situado entre las avenidas Enriquillo y Rómulo Betancourt.



Cuando dan las diez de la noche, hora de cerrar la banca, se va caminando hasta el destacamento policial del Mirador Sur, donde la espera su abuelo, que no tiene ningún rango militar, y la acompaña hasta su morada en el 8.5 de la Independencia. Ella se siente muy protegida a pesar de los peligros que les puede acarrear a ambos transitar a pie a esa hora nocturna. Nada de armas, totalmente desarmados, y a la buena de Dios, hacen el recorrido.



Sueña ser camarera o abogada



Entre sus ambiciones están la de ser camarera en un restaurante o estudiar para abogada, pero si quiere alcanzar lo último deberá regresar a la escuela, repetir el segundo de bachillerato y luego, si está a su alcance, acudir a la universidad. Es consciente de todo eso y reconoce: tengo que nivelarme económicamente para volver a la escuela y terminar el bachillerato. Aunque con la decisión de volver a estudiar tendría que dedicarle menos tiempo a la banca y, por consiguiente, ganar menos dinero, esto es, menos de los ocho mil mensuales que devenga en la actualidad.



Muchas Albanias que abandonan los estudios



En la República Dominicana la situación de numerosos embarazos, específicamente en jóvenes adolescentes, se ha convertido en materia de estudio y preocupación por parte de profesionales de la sociología, análisis de género e instituciones como: PROFAMILIA, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Oficina Nacional de Estadística (ONE) entre otras.



Precisamente, un estudio realizado por UNICEF titulado “Análisis de la situación de la infancia y la adolescencia en República Dominicana 2012″ reveló que el 22.1% de las jóvenes en República Dominicana, entre 15 y 19 años, tiene al menos un hijo, lo que agudiza la situación de pobreza y limita el desarrollo del país.



Según esta investigación, elaborada con el apoyo del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) y el Consejo Nacional de la Niñez (CONANI), el 33.2% de las adolescentes y mujeres jóvenes de las familias más pobres se habían embarazado antes de cumplir 20 años.



Por todo esto no es tan complejo deducir que Albania Arnaud no es más que una víctima de un sistema escolar que, hasta hace poco, se había negado a impartirles a las  adolescentes la materia de educación y orientación sexual, elemental para crearles a ellas plena consciencia sobre el sexo responsable y seguro. Hace mucho se hubiese enfrentado la problemática de los embarazos en adolescentes y reducido considerablemente el número  de deserciones por este motivo.

Albania Arnaud, personaje de esta historia, es real.

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