viernes, 24 de enero de 2014

Frustraciones, frustraciones y frustraciones



Los planes han cambiado y tendré que desistir del mundial de scrabble.

Por Iván Ottenwalder

La alegría fue inmensa en el año 2013. La ilusión y seguridad de que viajaría a La Habana en 2014, primero para jugar en el Internacional Cuba Scrabble y luego, mi cambio de parecer, motivado por el expresidente de la Federación Internacional de Scrabble en Español (FISE), Santiago Rosales, para que mejor pensara en el Mundial, también a disputarse en La Habana, me provocaba una euforia interna y externa jamás experimentada en mi vida. Se trataba, nada más y menos, de la segura posibilidad de competir en el evento más importante de mi pasatiempo favorito, al cual defiendo con uñas y dientes.

Llegó el mes de diciembre. La visita al otorrino. Todo para un chequeo general. El galeno me indicó aquella tarde varios análisis, entre ellos la prueba alérgica de la IGE. Me las hice todas. Mis eosinófilos arrojaron niveles altísimos; la IGE, peor aún: espantosa. Cuando volví al doctor días después, a llevarle los resultados, los miró. Solo atinó a preguntarme: “¿Iván, no has pensado alguna vez visitar a un alergista?”. Fui honesto al responderle. Le dije que lo había contemplado varias veces pero que no me decidía ya que estos especialistas no aceptaban seguros médicos y los tratamientos eran costosísimos. Me dijo que me diera una oportunidad, pues valía la pena hacer un esfuerzo. “Tú eres joven, Iván, no me gustaría verte así”, me instó.

Después de meditarlo en casa, lo acepte. Era preciso tratarme. Fui al alergólogo y me hicieron las pruebas. Resultados: alergia a humedad, polvo, ácaros, filtraciones, pelos de gatos, perros y a las aves. En el instante me puso un tratamiento en base a un antialérgico de amplio espectro y un desparasitante. He tenido mejorías, pero no al cien por ciento. Debo mudarme cuanto antes a otra casa. Ya consulté con mi padre y es lo que me conviene. Viviré en su apartamento.

Si el problema alérgico no cede entonces tendría que recurrir a la inmunoterapia, un tratamiento de vacunas (a base de anticuerpos) elaboradas especialmente para mitigar mis síntomas. La medicación, según me comentó el doctor, tendría una duración de cuatro años.

Con el inicio de esta, mi participación en Cuba quedaría totalmente descartada. Solo me quedaría pensar en el 2015, y no para un mundial, sino para un torneo regional o internacional. La Habana, por mis posibilidades de pago, es lo que más me convendría.

Estoy frustrado y no lo niego. Frustrado por muchas razones y sé que la angustia me arropará. No llegaré a conocer a mi gran amigo del scrabble cubano, Rolando Guadalupe. No conoceré en persona a Santiago Rosales, expresidente de la FISE, que tanto me aprecia. Frustrado por no poder darle un efusivo abrazo a Horacio Moavro, Darío Moscoso,  Benjamín Olaizola, al profesor Alejandro Terrenzani, a Dirsia Mejías y a Juan Carlos Ayala (mi favorito del mundial pasado).

Frustrado por no llegar a vivir la experiencia de jugar partidas con reloj, de sentir la adrenalina, de conocer a mi rival y de inspirarme en el juego.

Me siento frustrado, impotente, por no llegar a sentar el precedente que quería, que hubiese servido para marcar un antes y después y, en lo posible, cambiar el curso de la historia a favor del scrabble en la República Dominicana.

Soy un revolucionario frustrado y tendré que resignarme un año más. Este 2014 será largo, apenas orita empezó. El día que vaya a un mundial de scrabble tendrá que esperar. El fantasma de no poder jugar en un torneo aún me perseguirá. Mi cerebro estará pensando constantemente en palabras cruzadas: mañana, tarde y noche.

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