El cirujano maxilo me
observó la zona de la cual he venido quejándome. La examinó y me
explicó que mi caso podría obedecer a dos situaciones. Una de
ellas, a la posibilidad de algún quiste y la otra a una enfermedad
llamada neuralgia del trigémino.
Por
Iván Ottenwalder
En los primeros días de enero
de 2020 volví a sentir las mismas molestias de los últimos cuatro
años: pinchazo molestoso, escozor, sensación de que algo se hincha
y me quiere reventar más los moqueos salivosos asquerosos a cada
instante. El problema es que cada vez que me limpio al poco rato me
vuelvo a llenar de secreción salivosa. En ocasiones esto me crea
problemas hasta para hablar bien. Mi voz suele sonar congestionada y
fañosa por culpa de la flema y esto en nada me hace feliz, todo lo
contrario, me encabrona la paciencia.
Algunos días moqueo menos,
pero el pinchazo, escozor y la sensación de que algo quiere brotar,
me siguen golpeando como si nada. A estos podría llamarles los días
de los males menores, no un aliciente para el conformismo.
A mediados de enero me había
arreglado con Yajaira, la exnovia de 2019. Hemos tenido como siempre,
momentos de calma y armonía, mientras que otros han sido
turbulentos. Claro, me he propuesto ser un hombre diferente a todo lo
malo que ella vivió en su pasado. Nada de ser un novio desgraciado,
agresor y pega cuernos. Quiero ser, y al menos lo voy intentando,
alguien que nunca le levante la mano, y si llegase a levantarle la
voz que no sea para insultarla con palabras descompuestas. Esa chica
ha tenido una historia de infierno y sé por qué actúo a mi manera.
Muchos
dirán que soy un hombre mierda, chopo o palomo que se deja gobernar
por la mujer. En verdad, prefiero ser todo eso y no verme envuelto en
problemas de violencia de género, teniendo que dar
luego la
cara
ante los tribunales. Me podrán decir que en el mañana ella pudiera
pegarme los cuernos y yo quedar avergonzado como un idiota y
comemierda. Muy bien, tendría para informarles que ya eso me lo hizo
Mechy en 2001, yéndose con otro tipo y dejándome plantado toda una
madrugada en Francisfol, un famoso café bar, no sé si todavía
existe, situado en Santiago de los Caballeros. Aquella madrugada, un
hombre de su pasado la había follado en un campo de la provincia.
También viví el desamor en 2005, con Claudia, una chica que
laboraba en un salón de belleza. Esta no se cansó de jugar con mis
sentimientos, me botaba por unos días y me recogía en otros, hasta
que, finalmente, terminamos en el verano de 2006. Rosina, una novia
que tuve en diciembre de 2015 y principios de 2016, inexplicablemente
dejó de hablarme, motivo por el cual le fui infiel con Maribel
(finales de 2016), la hedionda aquella que me pegó la traumática
infección bucal que me hizo perder las amígdalas palatinas, dos
piezas dentales en el lado superior derecho de mi boca y que me dejó
como secuelas el pinchazo molestoso, el escozor y la zona del paladar
superior derecho algo deforme e hinchada. Hasta la maldita fecha de
hoy la ciencia médica dominicana ni sus aparatos del culo han podido
detectar el problema, quedando cada día enganchado con el problema.
Faltando poco para el Día de
San Valentín Yajaira me pidió como regalo que le pagara un estudio
dental que incluía unos brackets dentales. Había una clínica
dental con una oferta de 3,500 pesos. Le dije que le haría su
regalo. Pauté su cita para un sábado por la mañana. Ese día ella
y nos fuimos a la clínica Dental Chic en taxi. Ese día ella anduvo
de mal humor y encarada conmigo, todo por un malentendido que no vale
la pena contar por insignificante.
Una
vez en el consultorio, una especialista la evaluó y le indicó una
panorámica. Se la tomaron en otro estudio. Fue allí, sobre un
mostrador, donde vi una pila de tarjetas con el nombre de un cirujano
maxilofacial y tomé una. Yaya tuvo que regresar de nuevo a la
clínica dental para mostrar su panorámica a
la doctora.
Al salir, según me dijo, le habían encontrado algunas
caries y debían realizarle, además, dos pequeñas cirugías debido
a una vieja lesión en
sus encías.
Después
de todo ese proceso, entonces, les colocarían los brackets dentales.
En casa
Cuando
llegué a mi casa en
horas de la tarde me comuniqué vía whatsapp con el cirujano maxilo,
explicándole con la mayor especificad posible los síntomas que me
agobiaban en el paladar superior derecho. Le
pregunté si recibía seguros médicos y me dijo que no pero que me
podía referir a un colega que sí laboraba con los carnets de
seguro. Así lo hizo. El galeno grabó toda la conversación que
sostuvimos por whatsapp y se
las remitió al otro especialista con quien terminé platicando. Este
último me dijo que lo podría visitar en la clínica Dominicana
Dental, situada en Naco en horario de la tarde. Me había asegurado
mandarme a realizar alguna tomografía tridimensional en la zona de
la molestia. El
miércoles 26 de febrero pacté la cita. No me fue difícil llegar,
lo hice rápido, abordando uno o dos carros públicos sin necesidad
de gastar mi dinero en taxis.
En
la consulta
El cirujano maxilo me observó
la zona de la cual he venido quejándome. La examinó y me explicó
que mi caso
podría obedecer a dos situaciones. Una de ellas, a la posibilidad de
algún quiste y la otra a una enfermedad llamada neuralgia del
trigémino. “Te
indicaré una tomografía tridimensional para determinar si es un
problema quístico, pero en caso de que no lo sea lo más probable es
que lo tuyo se trate de una neuralgia del trigémino”, consideró.
De inmediato empezó a explicarme brevemente de qué se trataba esta
afección. Me habló del nervio trigémino, de las arterias, de
posibles lesiones y de los síntomas que ocasiona, muy parecidos a
los que yo le había
descrito. Quedamos en
que me haría el estudio, el cual me costó tres mil pesos ya que el
seguro no me lo cubría. Lo único que me cubrió fue la consulta,
por la que tuve que pagar solo 500 pesos de diferencia. La
próxima cita quedó pautada para el 4 de marzo a las cinco de la
tarde.
Aquel
4 de marzo fue un día de esos para jamás olvidar. Tuve cita en el
consulado americano y mi visa fue aprobada por 10 años. Así como lo
están leyendo, 10 años de visa después de haber durado 12 años
sin haberla renovado. Aquella
mañana me sentía de campeonato, como si hubiese obtenido un título
mundial. Había iniciado el día con muy buena suerte. Ya
solo quedaba esperar hasta las cinco de la tarde para acudir a la
cita con el médico.
Arribé
a la sala de espera casi rayando
las cinco de la tarde. Había pacientes que estaban siendo atendidos
y estuve que esperar mi turno. Cuando finalmente llegó entré al
consultorio y el galeno me explicó que en la tomografía no había
encontrado quiste alguno y que lo más probable que mi caso se
tratase de una neuralgia del trigémino.
El especialista también me comentó que en el lado derecho, el de la
molestia, cercano a las encías, había encontrado secreción,
y por eso me había
preguntado si padecía sinusitis a lo que le contesté que sí. Me
indicó una receta con los siguientes medicamentos:
- Núcleo C.M.P Forte, para los pinchazos molestosos y ardores
- Stérimar, un spray nasal para usar tres veces al día
- Resorborina, spray bucal para colocármelo en la zona donde sienta la molestia
- Flemaxin, una solución para diluir en agua y tomarla una vez al día
El galeno me había explicado
que ese sería el primer tratamiento, suave por cierto, pero que
luego se podría aumentar la dosis. Sin embargo, no me dijo cuándo
debía
volver a
consulta. Voy a
suponer, apelando al sentido común, que la
próxima cita será una
vez concluya con todas las primeras medicaciones.
Efectos
Gracias al Núcleo C.M.P Forte
he dejado de sentir los pinchazos molestosos en el paladar superior
derecho, pero prefiero no gritar victoria aún, pues apenas han sido
muy pocos días para considerar una remisión total. Lo mejor sería
esperar tres o cuatro meses para emitir un mejor juicio. La secreción
apenas se ha corregido, pero no en lo absoluto. El Stérimar, un buen
producto, me ha calmado los moqueos mejor que el costoso Avamys,
pero, vuelvo y reitero, han pasado muy pocos días para juzgar con
criterio. Mejor que transcurran varios meses, tres o cuatro para
opinar de nuevo.
La semana del 2 al 8 de marzo,
en apariencia, ha lucido calmosa, pero también turbulenta. He tenido
muchas discusiones con Yaya, y esto desde mucho antes. En pocos días
le he propuesto terminar como en tres ocasiones; ella, en cambio, a
querido apelar al diálogo. Las discusiones, vía whatsapp, han sido
muy airadas, aunque al final terminamos arreglándonos. Vivimos entre
la guerra y la paz. En casi seis meses de amoríos todavía no hemos
tenido sexo y es precisamente eso lo que he venido reclamándole
desde enero a la fecha. Le he recordado que la paciencia tiene un
límite, lo caballero que he sido con ella, todo lo que he hecho por
ayudarla dentro de mis limitaciones económicas. No la he follado
aún; ella todavía no me da su trasero. En el caso más noble ni
siquiera he recibido una masturbación o chupada. Le he sido sincero
y dejado saber que si yo hubiese querido hace ratos hubiese visitado
una casa de cita y follado a una puta por paga. También le he
contado que no me he fijado en otra ni le he pegado los cuernos
porque todavía creo en ella. “No lo he hecho porque algo en mi
interior me dice que me detenga, que pronto ocurrirá”, le
confieso. Ella, como siempre prometiéndome que haremos el amor, que
no me desespere, que entiende mi situación pero que recuerde que
tuvo el accidente del año pasado que le afectó la pelvis y que ésta
no ha cerrado del todo aún, que no olvide que también, como
secuela, a veces cojea. En otro momento me habla de su menstruación
y ya he perdido la cuenta de las excusas.
Dentro de un mes tendré que
visitar algún odontólogo/a ya que tengo un pequeño agujero entre
dos dientes. ¿Dónde? En la parte superior derecha. He visto varias
veces como por ese agujerito sale mucha saliva. No sé si se trate de
alguna filtración o una doble caries y por eso tendré que prestarle
atención al asunto.
Por el momento eso es todo. Ya
veremos que ocurre en el transcurso de los próximos días, semanas y
meses.
Continuará...
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