Por Iván Ottenwalder
Hace aproximadamente un lustro Ángel Eduardo Zambrano tenía diez años de edad. Fue para ese tiempo que su padre, también llamado Ángel Eduardo, lo introdujo al mundo del scrabble. Le habló de una website llamada www.redeletras.com la cual le fascinó y desde entonces es un enamorado del juego de las palabras cruzadas.
Hoy, con 15 años, cursa el cuarto de bachillerato, Mención Informática, en la Escuela Técnica Simón Rodríguez, de la ciudad de Mérida, Venezuela. Una vez a la semana practica en el club de la Asociación de Profesores de la Universidad de Los Andes (APULA), compitiendo con miembros de mayor edad.
“Me apasiona tanto este pasatiempo, pues es una forma de relajarme, quitarme el estrés y pasarla genial. Me desarrolla la inteligencia, lo que me sirve de ayuda para mi rendimiento en el colegio”, comenta Ángel, quien ha participado en varios torneos en su comunidad, llevándose premios como jugador novato, en segundo y tercer puesto.
Gracias a su desempeño actualmente juega en la Liga B del citado club. Ha recibido premios por formar bonus mayor de 120 puntos y por escenificar la partida más reñida.
Considera como fortaleza su capacidad para la conjugación de verbos y como debilidad “que quizá no tengo un diccionario tan amplio como el de muchas personas que llevan gran parte de su vida en este juego”. Confiesa que es algo que espera superar con el pasar del tiempo.
A su juicio no todo es azar en el scrabble, la estrategia y el vocabulario también cuentan. Explica que de nada sirve el azar si no sabemos qué hacer con las fichas. “Sin estrategia no hay scrabble”, enfatiza.
Su paso por Redeletras
Ser una industria creadora de escrableros es el principal atributo del portal www.redeletras.com. Ángel Eduardo es uno de sus productos, al igual que más de 300 mil miembros que actualmente visitan ese website para jugar scrabble.
Desde que inició en la red ha tenido muchas experiencias gratas: información sobre el juego y sus reglamentos, partidas muy reñidas y amistades online de distintos países.
“Tuve también una memoria desagradable. Hace poco tiempo un usuario empezó a alardear que yo usaba anagramador, y esto representó para mí una falta de respeto. La verdad, que jamás lo he usado ni pienso hacerlo, porque ese aparato no te ayuda a pensar; lo único que hace es contribuir al facilismo”.
Ángel Eduardo tiene a su padre como su jugador favorito. Cuenta que su mayor deseo es asistir a un mundial de scrabble y que “con mucha perseverancia y entusiasmo” lo conseguirá.
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