domingo, 12 de agosto de 2018

Amigdalectomía en tiempos de huelga (parte 31)

La ciencia médica sigue confiando de su tecnología, de sus aparatos, pero estos no resuelven nada. El Padre Tiempo, que según los sabios, pone las cosas en su lugar, tampoco me ha hecho el favor de detonarme el problema. En otras ocasiones, lo ha hecho.  

Por Iván Ottenwalder   

El martes 24 de julio fui a realizarme la tomografía de los senos paranasales en un centro de imágenes de Santo Domingo. Los resultados me fueron dados al día siguiente, miércoles 25 en horas de la tarde. 

Según la reciente tomografía tengo mi tabique un poco torcido a la derecha, asimetría de cornetes, luciendo libres los infundíbulos; discreto engrosamiento de mucosa de los senos maxilares y de las celdillas etmoidales posteriores. Prácticamente lo mismo que la tomografía que me fue practicada en enero del presente año. 


Unas de las grandes interrogantes que debo plantearme, ya que me resulta muy extraño, es: ¿por qué vengo padeciendo desde el año 2017 de sinusitis maxilar? ¿Cuándo carajo en mi puta existencia había tenido problemas con los senos maxilares? Nunca. ¿Por qué desde 2017 hasta ahora sí? Esa es la razón por la que he llegado a mi radical conclusión, si se puede decir, de vincular el escozor y la amargura del agua que me pilla del hueso maxilar superior derecho y su paladar colindante con esa anormal sinusitis maxilar. Y, para ser honesto, ambos huesos maxilares superiores, derecho e izquierdo, lucen notablemente asimétricos: el izquierdo se ve de tamaño normal y el derecho como si tuviese algo alterado. Así como lo leen, ocasionalmente he llegado a sentir como si alguna cosa me quisiese brotar del maxilar superior derecho. Por eso insisto mil veces, aunque los médicos y las panorámicas digan lo contrario, que esas molestias, escozor y amargor del agua, me vienen de esa zona y no de la izquierda.  

Luego de tener la tomografía a manos me compré los fármacos recetados. Del spray AVAMYS puedo decir que es un buen producto, pero en el poco tiempo que llevo usándolo tampoco le ha puesto fin al asunto. Me produce sensaciones de mejoría por unas largas horas, pero luego la secreción de nunca acabar vuelve a tornarse agresiva tal como lo ha sido en los últimos dos años. La molestia del escozor y la amargura del agua ha continuado de viento en popa, como si nada las derrotase. Mi madre me comentaba hacía pocos días que una dentista le dijo que quizás mi caso clínico no requería de otorrino, sino de odontólogo. El problema es que mi madre, según lo que me narró, le contó las cosas al revés a la odontóloga. Comenzó diciéndole que mi molestia la sentía del lado izquierdo, cuando en verdad es en el derecho. La dentista, por curiosidad, le preguntó si ambas molestias, escozor y amargor del agua, me surgieron antes de la extracción de los dos molares. Le conté a mi progenitora que ambos síntomas los tengo desde 2016, un año antes de las extracciones.   

A mi madre le gustaría que vea a esa odontóloga. Yo no tendría problemas. El asunto es que ni Amerident ni Salud Bucal, ni ODONTODOM, tres clínicas dentales de mucha fama, han podido detectar el asunto. Por lo regular me suelen indicar una panorámica que, para mi mala fortuna, no detecta anomalía alguna. Los médicos me despachan en seguida y yo sigo comiendo la misma mierda tal cual. Y ya llevo casi tres años, que no es poco, quejándome de esos síntomas. El único que podría decir me dejó en paz, fue el de la halitosis aquella de 2016. Esta se resolvió cuando me sacaron la coronita con todo y raíz dental en el verano de 2017. Hubo una infección. Poco tiempo después, había perdido el último molar del maxilar superior derecho. Después de ahí lo que concierne a escozor, amargura del agua y secreción nasal eterna han seguido como el cuento de nunca acabar. Esto es lo más parecido a un laberinto sin salida, a una película de terror en la que el mal siempre triunfa.  

La ciencia médica sigue confiando de su tecnología, de sus aparatos, pero estos no resuelven nada. El Padre Tiempo, que según los sabios, pone las cosas en su lugar, tampoco me ha hecho el favor de detonarme el problema. En otras ocasiones, lo ha hecho.  

Por mi parte pienso asistir a mi segunda consulta con el otorrino de ahora, pero espero no tener que verle más su cara. Si es por , ojalá no tener que ver las caras de mucha gente que rodean mi vida. Por el momento, no me queda más que seguir tragándome los mojones.  

Consulta con el otorrino  

El 6 de agosto fue el día de la consulta, la cual estaba pautada para las seis de la tarde. Llegué media hora antes y durante la espera me senté a leer una revista de historia. Se trataba del reciente número de Vive la Historia, una revista española de circulación mensual y con un apetecible contenido temático. 

Llegado mi turno entré al consultorio del doctor. En mis manos tenía las dos últimas tomografías que se me habían realizado: la reciente y la del mes de enero del año en curso. Primero vio la la reciente. Colocó la placa sobre una pantalla luminosa frente a mis ojos para que de esa manera él pudiese explicarme cada una de las imágenes. Me contó, y así verifiqué, que todos mis senos paranasales estaban descongestionados, apenas pequeñas secreciones en las celdillas etmoidales. Le pregunté al galeno si acaso el engrosamiento de las mucosas de los senos maxilares equivalía a sinusitis y me respondió que no. Me explicó que era producto de la rinitis alérgica y que ese engrosamiento era muy mínimo. Seguimos viendo otras imágenes y me explicó que se observaba una raíz dental rozando una partecita del seno maxilar. Esto si me puso a pensar, aunque él dijera que eso tal vez ocurrió porque yo me moví mientras me practicaban la tomografía. Vimos también las imágenes relativas al cerebro y me contó que estaban perfectas. Estuve de acuerdo en ese último punto, aunque preferí seguir en silencio ya que mi objetivo era que la cita durase poco para no tener que volver más. 

Una vez finalizadas las lecturas de las dos placas, cuyas imágenes pude entenderlas a la perfección, gracias a la buena didáctica del otorrino, éste procedió a observar la otra, la del mes de enero. Estaba prácticamente igual. Decidí, dada mi curiosidad, preguntarle en qué lado estaba ubicada la raíz dental que rozaba uno de los senos maxilares. Primero me dijo que del lado derecho, pero después como que vaciló y contestó que del izquierdo. Volvió a insistir que quizás esa imagen salió así porque yo me haya movido en la camilla del tomógrafo. No quise discutirle, pero en mi interior siguió la duda. Ya, finalmente, me dijo que solo usara el aerosol AVAMYS hasta que se me agotara y que lo comprara de nuevo. Le pedí que me lo indicara en una receta para que el seguro me lo cubriera. El aceptó. “Usted sabe, el seguro me lo cubrió esta vez, pero si cuando lo vuelva a comprar no llevo receta, tendré que pagar dos mil y pico de pesos por el fármaco, mientras que, con el seguro, apenas pagaría seiscientos y algo”, le expliqué. Menos mal que fui listo y me prescribió otra receta. Me sugirió que siguiera usando el antialérgico que consumo, el ATARAX, antes de dormir. Al final nos despedimos y me dirigí a casa. 

Una vez en casa, ya dentro de mi dormitorio, decido nuevamente revisar las imágenes de ambas tomografías, para verificar lo de la raíz dental que rozaba uno de los senos maxilares. Pude comprobarla y, para mis sorpresa, también pude apreciar algo parecido a otra raíz como si estuviese rozando el seno maxilar opuesto. Tendría que ser mucha la coincidencia para que yo me moviera tanto en la camilla del tomógrafo en enero como en la otra camilla del tomógrafo a finales de julio. Y algo a destacar es que ambos estudios me fueron realizados en lugares distintos. La tomografía de enero me la practicaron en el Centro de Otorrinolaringología y Especialidades mientras que la actual me la realizaron en otro centro de imágenes, muy famoso y reconocido en Santo Domingo. 

Las interrogantes principales que me arropan en este momento son las siguientes: ¿puede un raíz dental que roce un seno maxilar crear una molestia tipo pinchazo o escozor molestoso? ¿Puede una filosa raíz dental ejercer una presión sobre un seno maxilar de modo que provoque una exudación y secreción constante? ¿Puede una raíz dental rozante con un seno maxilar provocar una rinitis alérgica constante? Estas fueron preguntas que pude haberle hecho al doctor, pero dada la situación de que trató de minimizar el asunto, mejor preferí no preguntar. 

En caso de que una filosa raíz dental, rozante con un seno maxilar, sea capaz de producir exudados de saliva fuera de lo normal, secreciones diarias y sensaciones de pinchazos molestos, entonces sí podría tener algún tipo de relación con los síntomas de los que me vengo quejando día a día desde hace más de dos años. El asunto es determinar dónde está ubicada exactamente esa raíz dental, si del flanco derecho o el izquierdo. Si está en el izquierdo entonces seré hombre derrotado, pues las molestias agobiantes las siento por el derecho. Lo que realmente me atormenta y tortura es el escozor y amargor del agua en el lado derecho. Naturalmente, también la secreción salivosa del nunca acabar. 

Echando a un lado las religiones y los planes de Dios para cada quien, en mi caso particular no deseo vivir muchos años si este problema hijo de puta no desaparece. Así se acabaría mi agonía, las preguntas molestosas y la preocupación de otros. ¡Qué más da! Si de verdad existe algo mejor después de la muerte, pues simplemente estaría mejor una vez perezca. Lo que diga un pastor, sacerdote o religioso cualquiera, simplemente me es indiferente. Lo que menos me preocupa ahora es el lugar donde vaya mi alma luego de morir. No me quita el sueño.  

Mis días seguirán pasando como un constante y siniestro más de lo mismo, aparentemente como un laberinto sin salida, un túnel sin luz al final. No han valido medicamentos ni oraciones al Altísimo. Si Dios hubiese querido hace ratos me lo hubiese resuelto. Con tan solo provocarme un sueño profundo y hacer Él mismo las veces de cirujano y después despertarme y decirme “ya estás sano”, me ahorraría mucha plata y citas médicas por un montón de años. La historia ha demostrado que el Creador le ha hecho ese tipo de favores a muchos enfermos. ¿Por qué a mí no? ¿Tan hijo de puta soy? No creo que para tanto. Apenas soy un pobre diablo víctima de un sinnúmero de circunstancias, un perfecto imperfecto, nomás. 

Por el momento esta historia tendrá que seguir con un, 


Continuará...