sábado, 28 de diciembre de 2019

De vuelta a La Habana. Por el scrabble, TODO (capítulo 7)

Una vez en el parque tomé mi celular y le escribí a Enma, diciéndole que iba para su casa. “Te espero Iván”, me dijo. Abordé una máquina y llegué sin dificultad. Eran más de las 10 de la mañana. La anfitriona preparó café, telefoneó a Arturo y esperamos hasta que este llegara. Cuando arribó nos quedamos platicando un poquito. 

Por Iván Ottenwalder

El domingo 8 de septiembre no hubo scrabble, pero sí realicé algunas buenas diligencias. Por la mañana alcancé a ver una librería abierta en el parque de Copelia. El local era más bien una carpa cubierta por una lona de color. Me animé a entrar, observar y ojear algunos de los libros. Me animaron unos cuantos, los tomé y pagué, todo en moneda nacional, pues, en esa librería, no se permitía el pago en CUC. “Kilómetro 0. La desintegración de la URSS, una visión desde Cuba”, “El Maestro y Margarita”, “Uno para nadie y otros relatos” y “Biografía de un cimarrón” fueron las cuatro obras compradas, listas para traérmelas a Santo Domingo.

Además de conectarme a internet, almorzar y comer helado en Copelia, ya para las 5 de la tarde pude conseguir una boleta para una pieza teatral. Disfruté bastante de la función, aunque no recuerdo ahora el nombre de la misma, pero si me acuerdo de algunos detalles. La obra contaba con cuatro actores, tres mujeres y un hombre, fungiendo este como gay. Las actrices relataban su vidas pasadas, lo mismo que el gay. Una hacía las veces de monja y luego de contar todo su pasado se quitó su atuendo religioso, quedando semidesnuda, con pantis y bikinis y bailando un pop de los 80 mientras se mofaba de una cruz cristiana. Al final, la preciosa y atractiva chica ondeaba un lienzo alusivo al grupo de los LGBT y se lo colocaba a la cruz puesta en escena. Si me preguntan qué me pareció la obra contestaría “de puta madre, buenísima”. Una semana más tarde volvía al Brecht a ver otra función. Esta se titulaba “Dos perdidos en una sucia ciudad”. En ella dos actores fungían como vagos, relatando sus penurias pasadas. La obra termina cuando uno de los vagos mata al otro, quedándose solo y desamparado.

Lunes 9 de septiembre

Me levanté temprano, duché, cepillé, me vestí y desayuné. Salí a la calle en busca de un parque para conectarme, pero antes pasé por la famosa cafetería que siempre menciono, a tomarme par de batidos. Conversé con dos lindas chicas que eran las servidoras, tanto de mostrador como de mesas. Ellas me tomaron rápidamente mucho afecto. La más bella era la rubia, pero a mí me gustaba la de pelo negro. Días después averiguaría su nombre: Amalia.

Una vez en el parque tomé mi celular y le escribí a Enma, diciéndole que iba para su casa. “Te espero Iván”, me dijo. Abordé una máquina y llegué sin dificultad. Eran más de las 10 de la mañana. La anfitriona preparó café, telefoneó a Arturo y esperamos hasta que este llegara. Cuando arribó nos quedamos platicando un poquito.
Mi primera victoria frente a Enma Morris.

Mi primera partida fue ante Enma. Di lo mejor de mí desde el principio abriendo con LENGUAZ (102). Mi consistencia se mantuvo todo el trayecto a pesar de la embestida de mi rival que nunca daba su brazo a torcer. ELEVASEN (72), ZACEO (32), SELLO (72) y LITARON (63) destacaban como lo mejor de mi arsenal. Luego, con vocablos de menos valores, tales como BOX (28), MUTAD (19), PUF (20) y JO (17) seguía al frente, 454-355. Ya casi finalizando el desafío Morris se acercó peligrosamente, 425-470, gracias a RESORTE (70), pero todo quedó en apenas un susto ya que SEDUCIRÉ de 74 me dio la victoria con holgada pizarra de 551 a 425. Era la primera vez en mi vida que derrotaba a Enma Morris en las palabras cruzadas.

Bonifiqué cuatro veces: LENGUAZ (102), ELEVASEN (72), LITARON (63) y SEDUCIRÉ (74). Mi adversaria en tres ocasiones: BOCHADAS (79), HABITARE (92) y RESORTE (70). Mis cortas letales ZACEO (32) y BOX (28); las suyas HEÑÍ (35), HORRARÁN (50) y MOFAN (42).

Mi segundo match fue contra Arturo Alonso quien me derrotó con cerrado margen de 433-407. SEGAREN (69) y PROCEDES (82) fueron sus bonus y MICAS (52), AJORADO (52) y QUÍA (32) sus cortas asesinas. Mis bingos fueron un inexistente PREVEEIS (66) y ATESTADA (63) mientras que LLENEZ (74), TAÑES (47) y DUX (36) mis cortos mejores puntuados.

Tras un pequeño descanso otra vez de cara ante Alonso. Caí derrotado con paliza de 605 a 431. Seis bonus fueron su carta de triunfo: CIÑERE (66), COMERÁN (83), COQUEASE (80), DERRETÍAS (84), BRINDADO (72) y SALUDÁIS (59). De mi lado solo hubo tres: AGITARÁ (83), ALINEASE (77) y RELIGUEN (72). Mis cortas más valiosas fueron OX (40), JO (34), VE (32) y FONO (33).
Revés ante Arturo Alonso.

Llegaba la hora del almuerzo y nos abocamos a comer. Como la vez anterior la comida preparada por la cocinera de la casa estaba riquísima. Mi paladar no tiene complejos. Así como en República Dominicana me decanto por mi comida criolla, una vez en Cuba mi chip gustativo mental se adapta a la perfección a la comida cubana.

Después del almuerzo vino el reposo de 40 minutos. Tomamos café; Enma y Arturo, como buenos fumadores, fumaron. Hablamos sobre nuestra próxima visita, el jueves 12, al Tun Tun.

De vuelta al combate

Miguel Stevens fue mi oponente. Me venció de forma contundente, 524-421. Aunque solo bonificó dos veces, con LEGASTE (74) y ROTARÉIS (62), pudo sacar provecho de los vocablos cortos, los que en verdad me aniquilaron: ACORRÍ (51), LAVADO (42), HIZO (38), TRAJE (81), LLE (38) y SEÑO (35). Yo pude colgar tres bingos: ANCIANAS (78), TRONCABA (89) y MUESCAR (67). Mis cortas letales fueron HEDÉ (32), MACHETES (42) y OC (33).

Mi siguiente adversaria, la dueña de casa, Enma Morris. Este fue un desafío que jamás podré olvidar mientras vida tenga. Tuve todas las de ganar, para luego, estropearlo al final.

Derrota ante Miguel Stevens.
Arranqué como una tormenta con jugadas de mucho valor como ENROMÉIS (61), HALLARÁN (99), ZURCÍ (74) y JO (36) que rápidamente me pusieron en la delantera 270-116. Más adelante, con DESATÁIS (68) y HOCE (32), aún me mantenía firme, 385-290. Sin embargo, Enma, que nunca se rinde tan fácil, le echaba ganas a puro pulmón. Con BOQUEÉ (46), GARRÉ (36) y YA (09) descontaba ventaja, 381-435. En la bolsa apenas quedaban dos fichas, era la recta final y en su atril había buenas letras; también en el mío, pero habían dos que debí haberlas cambiado y no lo hice. Era mi turno y, en vez de cambiar esas dos letras, me aloqué y jugué CONGAS, cercano a la zona de triple tanto de palabras, una jugada de 19 tantos que puso las acciones 454 a 381, pero mi rival tenía una formación para bonus. Recuerdo cuando Stevens exclamó “¡Nooo, qué hicite asere. Botaste el juego!”. Enma colocó su scrabble, LEUDARA (84) y, sumando cinco puntos del descuento de mis fichas, se llevó la victoria, 470-449.

Otra zurra ante Stevens.
Al final del match el mismo Stevens me explicó lo que debí haber hecho para evitar el revés, cosa que luego comprendí a la perfección. También Arturo analizó mis posibles jugadas y, en efecto, tenían razón: si en vez de jugar CONGAS, hubiese cambiado las dos letras que entorpecían mi atril por las dos del bolso, hubiese tenido una mejor opción de juego. En pocas palabras, armas para ganar.

Mis bonus fueron ENROMÉIS (61), HALLARÁN (99) y DESATÁIS (68). Entre mis cortas poderosas estuvieron ZURCÍ (74), JO (36), HOCE (32) y MECHADA (38). Por Enma hubo tres bingos también: RESUDÁIS (63), ALIENTE (69) y su ganador LEUDARAS (84). Sus pequeñas gigantes fueron FATO (46), POLVEÉ (43), BOQUEÉ (46) y GARRÉ (36).

Después de aquella frustración tras echar por el inodoro la partida frente a Enma, volví a jugar contra Miguel Stevens. Nos enfrentamos en tres matches consecutivos y los tres los perdí. El primero por golpiza de 548-346. CEROTEE (74), ZOCASTE (94), DUERMEN (87) y CAERÍAS (74) fueron sus cuatro bonificaciones. Las mías apenas dos: RAJONAS (108) y PLANEAS (72). Sus cortas asesinas CHEF (41) y NARRO (36). Las mías SEXI (32) y REÑÍ (34). 
 
El otro revés frente al Ídolo fue por paliza de 564-324. COBRÁIS (81), ENTRADA (80) y ASUSTAN (71) fueron sus scrabbles mientras que HEZ (50), PALLE (48), JALEO (50) y UÑO (42) sus cortas de mayor valor. Mis bonus fueron ADOCENE (76) y TEDIOSA (66). En MARRAN (36) tuve mi corta más significativa.

Mi derrota por penalidad al restar 20 tantos. Mal uso del reloj.
La otra zurra ante Stevens fue por marcador de 520-375. Llegué a verme arriba solo en dos ocasiones, con marcadores de 226-206 y 287-272, pero, después de ahí, el Ídolo de la lisa volvió a ocupar el timón y jamás lo perdió. Sus bingos fueron tres: URUNDÉIS (80), SANEARES (77) y TALONEO (71). SILLÓN (32), BARRED (34), DUEÑOS (66) y AJ (39) sus cortas mejor puntuadas. De mi parte coloqué tres bonificaciones: EXIGIERA (82), PADECERS (de 98 pero inexistente) y LOTEADOS (61). No tuve cortas de amplios valores.

Mi siguiente desafío fuente contra Arturo Alonso. Lo perdí 439-421 y todo por culpa del tiempo. La partida hubiese culminado a mi favor, 441-439 de no ser por una penalidad que me hizo perder 20 tantos, luego de consumir dos minutos adicionales, tras haberse agotado mis 30 minutos de juego.

En verdad, también hubo otra razón: desde el principio de la partida, jugué muy cerrado, tratando de cerrar todos los flancos posibles. Esto, ciertamente, que le complicó las posibilidades de bonus a mi oponente, pero también me los compliqué a mí mismo.

Mis bonus fueron ESPETARA (80) y DESCARNÓ (67) mientras los de mi rival TOREÉIS (66), ENCELADA (86) y JOCHARES (91). Mis cortas más valiosas JAÑOS (57) y LUCHARES (36). Las de Arturo COZ (34) y XI (37).
Revés ante Stevens en reñido desafío.

Una vez finalizada la partida Enma me pidió que la acompañara a comprar algo. “Mira tú, querido, ven y acompáñame a la bodega, para que descanses un rato, que ya se te ve muy estropiao. Ven, párate, que no quiero ir sola”, me ordenó la anfitriona con aire de mandona.

Eran casi las nueve de la noche cuando acompañé a Enma a la bodega. Tardamos como quince minutos en regresar.

Al retornar Enma y yo jugamos una y también la perdí. El score fue de 585-390. La estuve ganando en tres ocasiones: 78-36, 161-153 y 290-261, pero se me esfumó en menos de lo que canta un gallo. Sus scrabbles fueron TOREÁIS (71), ENFADÉ (86) y CENSURAS (83) mientras que sus cortas letales JO (36), TORRES (46), EX (36), CROMAD (42) e HILO (53). Mis bonus BECARON (78), LUNEABA (63) y GUANTEÓ (82). Mis pequeñas valiosas ÑA (38) y ACORAZÓ (56).

Mi siguiente adversario fue Miguel Stevens. Rápidamente me sacó ventaja con RABÍNICO (74), 74-20. Le respondí con INFLAMÓ (74) y tomé el control, 94-74. CORROYAS (69) me puso más arriba, 163-74, pero ESCULLÍAN lo ubicó en la cima, 170-163. Más tarde, una espectacular ZAIREÑA (92) más unos deliciosos JUGOS (83), que les generaron 175 puntos, colocaron la pizarra 345-190, a su favor. El juego se ponía de un solo lado, pero aún yo creía en la magia, en lo imposible. AIREADO me dio 91 tantos y me acerqué, 281-345. ESCONDE (74) le produjo 74 y se alejó, 419-281. Mis fichas vinieron en OLEADAS (86) y asusté nuevamente, achicando distancia, 367-419. Poco después, cuando Stevens lideraba 482-408, sorprendí con MUTARES (75) y, dramáticamente, me fui arriba, 483-482. Al Ídolo no le gustaba lo que veía y con VAQUÉ (34) cogió el timón (516-483). HIN (12) no le hizo daño, pero su EX (39) sí a mí. La anotación se ponía 555-495. GIL (08) tampoco le hizo cosquillas pero su AR (26) dio término a la partida, 581-503. Sumó un tanto de mi descuento y el marcador final resultó 582-502.

El ganador solo necesitó tres bonus (RABÍNICO de 74, ESCULLÍAN de 96 y ESCONDE de 74), pero su atractiva ZAIREÑA (92), sus apetitosos JUGOS (83) más otras cortas mortales como CHAL (38), VAQUÉ (34) y EX (39) fueron determinantes y tuvieron mucho que ver con su victoria.

Lo mejor de mi repertorio fueron cinco scrabbles: INFLAMÓ (74), CORROYAS (69), AIREADO (91), OLEADAS (86) y MUTARES (75). TACES (36) fue mi única pequeña gigante.

Mi última partida de la extensa jornada fue ante Arturo Alonso, un rival que siempre me ha dado mucho dolor de cabeza. Incluso, hasta en los matches que les guapeo, siempre se las apaña para batirme. Y, precisamente, eso hizo en el último. Me derrotó 491-434.

De nada me sirvieron COLAMOS (76), CATARÍAS (83), RESEÑAR (79) y RADIADO (64), mis cuatro bonus. En cambio, sí le sirvieron sus tres: BANDEÁIS (74), GUSANEO (72) y ACOLLABAN (86), más sus letales EX (48) y DEJÓ (52).

A terminaba mi angustiosa y bochornosa jornada escrablera del lunes 9 de septiembre de 2019. Solo gané una, y perdí 11. Así como lo leen, 1-11 fue mi foja en casa de Enma Morris. Para ser sincero, pudo haber sido 3 y 9 de no haber echado al basurero dos partidas que jamás debí haberlas perdido. De igual forma, un 3-9 hubiese sido degradante, pero un poco más dignificante que el 1-11. Al menos, me hubiese ido con la nota un poco alta.

Arturo me llevó a la pensión en su auto. Llegué, entré a la habitación, me desvestí, duché, sequé, puse el pijama, me cepillé los dientes y me tiré a dormir.

ESTADÍSTICAS, 9 de septiembre 2019

Ganadas 1, perdidas 11
Contra Enma Morris: 1-2
Contra Arturo Alonso: 0-4
Contra Miguel Stevens: 0-5
Promedio de puntos por partida: 420.91
Promedio de scrabbles por partida: 3.0

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