sábado, 3 de marzo de 2018

Amigdalectomía en tiempos de huelga (parte 25)

Para ser honesto, la sinus empezó a ceder notablemente desde que comencé a tomar los fármacos. No es que se me erradicara, como en verdad yo deseo, pero al menos esa secreción salivosa molestosa aminoró. Los pinchazos que me vienen de la amígdala lingual derecha también han aminorado, aunque el agua ingerida me sigue sabiendo igual o peor de amarga. El año pasado se pensó que quizás ese sabor amargo del agua venía del estómago, pero a raíz de los resultados de mi última gastroendoscopía se demostró que no era esa la razón. Recuerdo cuando la gastroenteróloga me comentó que no había reflujo gástrico ni gases que me subieran a la garganta, solo una gastritis moderada. 

Por Iván Ottenwalder   

El miércoles 3 de enero me dirigí al Centro de Otorrinolaringología y Especialidades, pero no donde el otorrino al cual visitaba durante años, sino donde otro facultativo en la materia. No tenía planes de seguir viéndole la cara al mismo especialista que durante durante el primer semestre de 2017 me mantuvo drogado a base de fármacos sin resolver el problema. No quería seguir acudiendo donde el médico que en verano de 2016 había considerado que mis amígdalas linguales debían ser extirpadas y luego desestimó la posibilidad, dejándome de paso enganchado con un problema molestoso. Ese mismo médico tampoco pudo curar de raíz mi sinusitis. De modo, que esas fueron la razones por la que decidí cambiar de doctor. 

A las cinco de la tarde entré al consultorio del otro especialista. Me tomó mis datos y luego le detallé todos mis malestares: la sinusitis sin fin, el pinchazo que me venía en ocasiones de la garganta y en otras como de una encía, y el sabor amargo del agua por el lado derecho. Me hizo una evaluación general. Lo oídos estaban bien, la garganta estaba completamente irritada y la nariz congestionada. Le había comentado que cuando me frotaban la paleta por la tonsila lingual derecha sentía molestia, sin embargo por la izquierda no. Él me dijo que sí, que eso era porque me producía un poco de náuseas por ese lado. 

Luego de indicarme una tomografía de senos paranasales más unos análisis sanguíneos me prescribió una pequeña receta consistente en un aerosol nasal llamado HIPERSOL B-100 más unas pastillas antialérgicas de nombre BILAXTEN 20 MG. Quedamos en vernos cuando tuviera listo los resultados, preferiblemente, la semana próxima.  

Lo medicamentos los compré el mismo día. El seguro médico apenas me cubrió uno solo. De todos modos me los llevé todos. El spray nasal debía usarlo una vez al día, mientras que el BILAXTEN por 15, tomando una tableta cada 12 horas. 

El viernes 5 de enero me realicé la tomografía de senos paranasales y, al día siguiente, los análisis de sangre. Todos los estudios me fueron entregados a la semana siguiente. Según la tomografía tenía las celdillas etmoidales ocupadas y el seno maxilar izquierdo se hallaba engrosado. Esta vez ya no había sinusitis esfenoidal ni frontal. Concerniente a los análisis de sangre la mayoría de estos estuvieron en el rango, excepto los eosinófilos en la sangre que los tuve en 900 K/UL y los eosinófilos totales que los tuve en 15%. La IGE, aunque muy alta todavía, volvió a experimentar una reducción, al disminuir de 9108 UI/ML a 8292 UI/ML.   

Ensayos ingiriendo agua 

Durante los días posteriores a la primera consulta con el nuevo otorrino decidí por mi propia cuenta realizar varios experimentos a repetición, consistentes en ingerir agua por los dos lados de la garganta, izquierdo y derecho. Cuando tomaba agua por el lado izquierdo no sentía sabor amargo alguno, sin embargo, por el flanco derecho sentía la amargura y, al instante, el pinchazo molestoso. Después de repetir el experimento varias veces concluí que todo aquello no podía venir de ninguna otra parte que no fuese de la amígdala lingual derecha. Le escribí un correo electrónico al doctor explicándole el caso. A continuación este decía así: 

Es Iván Ottenwalder. 
Solo léalo, no tiene que responderme.  

Quería decirle que creo haber descubierto de dónde viene mi sabor amargo en el agua y el pinchazo que me molesta. Ayer hice varios experimentos a repetición  sorbiendo agua, tanto por el lado izquierdo como por el derecho. Es muy detrás de la lengua, específicamente en esa amígdala lingual derecha que usted me dijo, y es verdad, que me da náuseas. Nunca ocurre con la de la izquierda.  

Se lo cuento porque hoy viernes he tenido una complicación, un resfríado, que me ha empeorado la sinusitis (mucha secreción salivosa pero muy congestionado) y la tos seca por la garganta me ha vuelto. También he llegado a escupir alimentos minutos después de ingerirlos, así como residuos de chocolate, si como chocolate, de salsa de habichuela, de carne masticada, etc. No cómo la pasaré el fin de semana, pero por eso se lo cuento. Ya me hice la tomografía y me la entregan el lunes. Ojalá nos veamos ese día. 

Feliz fin de semana. 

El especialista respondió a mi mensaje con la siguiente respuesta: 

Además de lo que ya le indiqué, puede momentáneamente, hacer gárgaras con Vantal Bucofaringeo, si siente muchas molestias, hasta que vea los resultados. 

Saludos, 

 De nuevo donde el otorrino 

El martes 9 de enero regresé a donde el facultativo a llevarle los resultados indicados. Los revisó todos. Observó las imágenes de la tomografía y me contó que era muy poca la flema que me quedaba, apenas en los etmoides y en el maxilar izquierdo. En cuanto a los estudios sanguíneos solo vio que estaban alterados los eosinófilos en la sangre y la IGE. Me recomendó que fuese a donde un alergólogo. Yo le mencioné la mala experiencia que tuve con un tratamiento entre los años 2014 y 2015 y le enfaticé de que jamás volvería a inyectarme vacunas de inmunoterapia. “Mejor prefiero que mi IGE siga disminuyendo poco a poco como lo ha estado haciendo últimamente y no apostar a algo que no me funcionó”, le hice saber. “Sí, pero de todos modos vaya donde un alergólogo”, insistió. Cambié de tema y le pedí que para la próxima consulta me hiciera una evaluación completa. Él asintió con la cabeza. Bueno, para algo el paciente paga su dinero.  

El otorrino me alargó el tratamiento para la sinusitis sin fin: un antibiótico de nombre AUGMENTIN BID para tomar por 10 días y unas pastillas disolubles en agua llamadas FLUIMUCIL 600 MG.  cada 24 horas.  Quedamos en vernos dentro de 15 días, cosa que no pudo ser posible debido al atraso en el pago de salarios en mi lugar de trabajo.  

Mantengo mi posición. ¿Por qué? 
 Tratamiento de inmunoterapia que no me funcionó
Continuación del tratamiento de alergias fallido















Mantengo mi posición firme de no volver NUNCA MÁS donde un alergista. ¿Para que me indique la inmunoterapia otra vez? ¿Una porquería que se demostró que no me funcionó? ¿Qué garantías de mierdas voy a tener en una próxima? ¿Y si se repite la historia? En caso de empeoramiento ¿me va a indemnizar el alergólogo, devolviéndome mi dinero y de paso asumiendo los gastos de una eventual hospitalización? Conociendo la realidad de República Dominicana sé que no lo haría ninguno. Yo quedaría empeorado con un problema y el médico o la médica cada vez con más dinero en los bolsillos. Ya se demostró con el alergista de la Clínica San Rafael que no me curó el problema. ¡Dinero botado! Prefiero que mi IGE siga disminuyendo paulatinamente, no importa el tiempo que dure, en lugar de apostar a unas vacunas inmunológicas que no me funcionaron en el pasado. Y si de todos me voy a joder, ¡pues que así sea! Para un médico un paciente es apenas un número frío, si lo sana o lo mata le da lo mismo. Siempre tendrá argumentos técnicos con qué defenderse y hacer que le crean.  

Sobre la evolución de mi salud 

Para ser honesto, la sinus empezó a ceder notablemente desde que comencé a tomar los fármacos. No es que se me erradicara, como en verdad yo deseo, pero al menos esa secreción salivosa molestosa aminoró. Los pinchazos que me vienen de la amígdala lingual derecha también han aminorado, aunque el agua ingerida me sigue sabiendo igual o peor de amarga. El año pasado se pensó que quizás ese sabor amargo del agua venía del estómago, pero a raíz de los resultados de mi última gastroendoscopía se demostró que no era esa la razón. Recuerdo cuando la gastroenteróloga me comentó que no había reflujo gástrico ni gases que me subieran a la garganta, solo una gastritis moderada. 

Durante el transcurrir del primer mes del año pude ganar unas libritas de peso. La última vez que fui a la báscula pesaba 158 libras. De todos modos no cantaré victoria, pues mis problemas siempre, a la corta o mediana, terminan regresando. Tampoco voy a ver a mi nuevo doctor como un superhéroe, pues su trabajo consiste en resolver problemas, nomás. 

Debido a los retrasos en el pago en la institución donde laboro tendré que visitar al otorrino en los primeros días del mes de febrero. Obviamente que le hablaré de las mejorías pero tampoco dejaré de contarle que la amargura del agua no ha cedido en los absoluto.  

Continuará... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario