domingo, 21 de diciembre de 2014

No solo de los pobres, patanes o analfabetos …la basura es culpa de todos



Por Iván Ottenwalder

Desde aquel severo  “No seas cochino, la basura al zafacón”  de principios de los años 80 hasta la concienzuda frase de alcalde Roberto Salcedo “La ciudad más limpia es la que menos se ensucia”, de siglo XXI, numerosas campañas y eslóganes televisivos, en procura de crear una ciudadanía más consciente y que no arroje basuras en las calles del Distrito Nacional, han fracasado. Años van y años vienen y la mala educación de la gente ha seguido llevándose las victorias. Las calles, no solo del Distrito, sino también de otras ciudades, siguen tan asquerosas por el infinito cúmulo de basuras vertidas por sus pobladores, lástima decir, dominicanos, como tú y yo.
 
Este mal aparenta que no tendrá control ni paliativo. La gente, la inmensa mayoría que ensucia las ciudades, como la ínfima minoría que aún tiene principios y la deposita en el basurero, se han resignado. “Esto no lo arregla nadie”, es el Padrenuestro de cada día como excusa. La cobardía interna y el nulo accionar ganan más terreno y señorean en la República Dominicana.

Los muy avezados pensadores nuestros, aunque pocos, abogan por medidas correctivas como la multa, otros, que aún permanecen tontos, insisten en la campaña de concienciación o en los valores del hogar. Lo primero que hay que dejar claro es, que las campañas de concientización o los valores del hogar en ninguna parte del mundo han dado resultados sino se aplican medidas correctivas. Claro, es luego de las leyes sancionadoras que los entes sociales crean consciencias.

En nuestro país (es el mío también, aunque disiento de él en numerosos aspectos) el recargo de culpa lo llevamos TODOS. Los villanos somos todos. Todos nosotros, que como colectivo humano, somos muy dados al aseo personal, que nos duchamos muchas veces al día, que criticamos a los haitianos y europeos que se bañan poco o expiden un mal olor, hemos sido los causantes de este monstruo de asquerosidad que nos arropa y nos define como uno de los países donde se arroja más basuras en las calles.

Y esos culpables habitan por doquier: en los barrios pobres, de clase media y de ricos. No hay distinciones académicas: así como un analfabeto tira un vaso plástico en la acera, lo mismo hace un profesional, incluyendo que poseen maestrías, diplomados o doctorados. Del mismo modo que un grupo de patanes, luego de la borrachera, dejan varias botellas de cerveza sobre el asfalto o el césped de un parque, así mismo proceden los estudiantes de universidades caras y viejos teóricos que privan en sabelotodo. Tan mal actúa un pobre infeliz al que catalogan de chopo como un jevito que conduce un auto de lujo o una yipeta llena de mujeres. Igual dañino es uno como el otro.

Nos quejamos, despotricamos, pero no predicamos con el ejemplo. Hasta a las mujeres más hermosas de la televisión, esas denominadas megadivas, les importa un pepino la limpieza de la ciudad. Insultamos al alcalde porque nos ha quitado los zafacones, cosa cierta, pero tampoco nos empoderamos exigiéndole que los reponga. NUNCA en mi vida he visto una marcha protesta donde la gente reclame que les coloquen basureros en las calles o avenidas. ¿Pero reconocemos que estamos en el deber de arrojarla en el cesto? El cambio no va solo para los alcaldes (ellos tendrán una gran cuota de responsabilidad), también lo va para toda esa colectividad humana llamada dominicanos y dominicanas.

Tirar los desperdicios al basurero no nos cuesta un centavo, es gratis. La recogida de basura por parte de los camiones de los ayuntamientos si hay que pagarla, pero es un costo muy barato …yo diría, baratísimo. Es solo cuestión de que aprendamos a manejar mejor nuestras finanzas, independientemente de que merezcamos aumentos salariales en nuestros lugares de trabajo.

¿Serías tú parte del cambio?

Piénsalo. Si desde hoy decides mantener limpio tu entorno y no arrojarle más basura, ya estás dando un primer paso de avance. ¿Que tus familiares o panas te van ver como un tipo raro, quedao, chopo, detrás del último? ¿Y qué? ¿Te preocupa el qué dirán? ¿Te es difícil aprender a mantener una decisión? Ellos no te van a matar, pues nadie en su sano juicio quiere caer preso. Despreocupa.

Antes de 1999 yo solía arrojar desperdicios en las calles y aceras. Un día apele al introyecto. En aquel proceso intervinieron consejos de pocos buenos amigos que me hicieron entrar en reflexión.

Entiendo que tenemos muchos elementos en contra, sobre todo el de los malos padres que no nos enseñan acerca del correcto valor de la limpieza del hogar, urbana y rural. Somos víctimas de un putrefacto sistema social.

Por mi parte, solo me queda dejar este tema colgado en el ciberespacio, esperando que muchos y muchas tropiecen con él y lo lean. A paso lento quizás logremos un milagro. Si les pido a todos: dejemos el dedo acusador a un lado. El cambio compete a toda la ciudadanía dominicana.