miércoles, 9 de abril de 2014

Propongo al scrabble como tema central de una película



Por Iván Ottenwalder

Hace más de dos décadas el scrabble, pasatiempo de palabras más vendido y jugado del mundo, dio un salto significativo, cuando alcanzó nivel de profesionalismo. En 1991 se disputó el primer mundial de este juego en la ciudad de Londres, Inglaterra, y en el idioma inglés. Anteriormente solo se disfrutaba a nivel hogareño, entre los miembros de la familia o con amigos.

En 1993, en Nueva York, Estados Unidos, el inventor de este juego gramatical, Alfred Mosher Butts, estuvo presente en el mundial disputado en esa ciudad. Mosher Butts estaba siendo testigo ocular de un campeonato del pasatiempo que él mismo había creado. Poco tiempo después, este valioso ciudadano estadounidense falleció.

En ese mismo decenio de los 90 se llevaron a cabo los primeros mundiales de scrabble en los idiomas francés y español. Las competiciones comenzaban a llover. Naciones con lenguas diferentes al inglés, francés y español tampoco se quedaban atrás. Empezaron a formarse clubes en muchos rincones del planeta. El maravilloso juego de palabras cruzadas ganaba su propio espacio en esa era. El legado de Butts se convirtió en un conquistador de corazones y un éxito de ventas. A la fecha, en 2014, más de 150 millones de unidades de juegos de scrabble se han vendido en el mundo.

Son muchas las vivencias que hoy podemos contar. Cada quien tiene su propia historia que relatar. Las vicisitudes que pasaron Alfred Mosher Butts y James Brunot para convertir al scrabble en un sueño hecho realidad, son dignas de un filme. Y eso es precisamente lo que quiero proponer, un filme. Considero que el scrabble, mi juego favorito y de millones de gente en la Tierra, ha jugado su papel estelar como pasatiempo educativo de la humanidad y, por consiguiente, es merecedor de un rol protagónico en una película.

No voy a negar las varias apariciones de nuestro juego en diferentes películas, pero no como tema central, sino más bien de manera fugaz. La mayoría de las veces, en una escena en la que vemos un tablero de scrabble, con muchas palabras ya colocadas, pero aislado sobre una mesa solitaria. Cuando no, dos actores secundarios jugándolo, durante un guión de escasos segundos.

Montones de filmes con papeles protagónicos para el béisbol, baloncesto, fútbol, ciclismo, tenis, Fórmula Uno, Náscar y ajedrez hemos observado en el cine. Esas competiciones, debido a que poseen un gran número de aficionados, lo merecen y sería mezquino no reconocerlo. ¿Y nosotros los del scrabble, acaso no somos hoy en día un público numeroso? Millones de gente adoran nuestro juego, incluyendo personalidades famosas como cantantes y actores de cine.

Ya propuse, en un párrafo anterior, la gran hazaña lograda por Butts y Brunot de hacer del scrabble una realidad. ‘¿Tienes alguna otra propuesta Iván?’, me pueden preguntar ahora con total libertad. Claro, la tengo. A continuación la planteo:

Un joven estudiante de una escuela secundaria acaba de perder en la segunda ronda del campeonato de scrabble, cayendo eliminado. Pasado unos días el joven derrotado aún sigue afligido por aquel revés y trata de pensar como ser mejor en este juego. Es cuando aparece el barrendero de la escuela y, al ver al chico preocupado, decide entablar conversación con él. Le cuenta que tiene 48 años y de lo habilidoso que fue en scrabble en su época estudiantil, llegando a ganar varios trofeos. Le promete al joven entrenarlo, preparándolo para un mayor conocimiento de la gramática y repertorio de vocabulario. La única condición será la de prometer que asistirá a los fuertes entrenamientos semanales. El estudiante acepta el desafío.

El torneo de scrabble regresa al año siguiente. El chico sale a la batalla más seguro de sí mismo, pues, además de haberse preparado hasta la médula en cuanto a estrategia, vocabulario y gramática, aprendió a superar el miedo, a entender que la presión es parte del juego y que había que dominarla. Maduró en carácter. Todo ello le ayudó para exhibir una actuación espectacular en las primeras dos rondas. Y no todo quedó ahí, siguió jugando un scrabble de muy buena calidad en las rondas posteriores hasta que, ante el asombro de todos, avanzó a la semifinal. Una mística ganadora se apoderaba del él. Se sentía gigante, amo y señor del tablero. Todo salió bien y se clasificó hasta la finalísima. Su oponente sería una hermosa chica, genio de la gramática, matemáticas y, por supuesto, del juego de palabras cruzadas.

La final, como cada año, tendría que disputarse al mejor de 3 partidas y en una sala privada donde solo estuvieran los finalistas y los jueces. Los celulares de ambos jóvenes, en vista de que no deberían ser distraídos por nada, debían ser entregados al juez principal. El público, sentado en las graderías, observaría los acontecimientos por pantalla gigante.

La genio arrancó triunfando en la primera, 452-439. La segunda fue para el inspirado muchacho, 500-469, y de esa manera se empataba el match. Todo se decidiría en una tercera y decisiva.

Durante el descanso la chica talentosa era motivada por su familia y parte de la muchedumbre; el chico también era animado por su familia y otra buena tajada del público.

Los finalistas entran de nuevo a la sala. La puerta, para fines de seguridad, era cerrada con llaves, los celulares nuevamente entregados al juez principal.

Esta partida, ya en la recta final, favorecía al envalentonado estudiante por un margen  de 71 puntos. Un sueño estaba a punto de convertirse en realidad, solo era cuestión de aplicar todo lo aprendido y dominar los nervios.

La genio coloca un bonus, válido para 63 puntos, que la pone en competencia. Luego  de dos turnos jugados por ambos se agotan las fichas de la bolsa. En lo adelante habrá que jugar con las fichas que quedan de los atriles. Restándole dos fichas al chico, la C y L, y aventajando por 26, su brillante adversaria hace una valiosa formación, colocando todas las letras que les quedaban de su atril, aportándole 22 puntos y terminando la partida. Con los valores de las letras que se le quedaron al chico, 3 puntos de la C más uno de la L, se produce un dramático empate 479-479. Nadie se ha titulado campeón. Hay que ir al receso y luego jugar de nuevo. Los fans de las gradas tendrán que ahorrar energía para el próximo desafío.

Ya listos para el duelo, ambos se preparan para dar lo mejor de cada uno, si es posible, hasta el 500%. No desean otro empate. A la mitad del desafío el marcador iba muy ajustado, aventajando la chica 301-297. Faltando poco en la bolsa la genio pone las siete de su atril en el tablero para un bono espectacular. Aventaja por 69. El chico presiona colgando par de monosílabos que le suman 36 tantos gracias a la J. Su bella rival le sonríe y le coloca una formación de 31. Ya no queda letras en la bolsa. El estudiante observa su atril a ver si tiene para bonificar. No tiene. Apela a palabras cortas de buen puntaje pero que no surten efecto contra la talento. Es el turno de ella, juega cuatro fichas de las cinco que le restan y aumenta más su ventaja. El chico juega y se queda corto. La genio, en su último turno, le dice a su oponente ‘eres admirable, pero me he llevado la copa’ y coloca su última letra. Resultado final 491-456. La talentosa y aventajada alumna es la campeona. Le pide al subcampeón ‘quiero que seas mi amigo. Podemos jugar en mi casa siempre que lo desees’.

Al final de la partida la concurrencia, todos de pie, dedicó 3 minutos de aplausos a los finalistas. Luego de la entrega de trofeos el barrendero entrenador se acerca al joven y le dice ‘para mí, hoy tú fuiste campeón. Estoy más que orgulloso’.

Cinco días después, saliendo de la biblioteca de la escuela, dos alumnos, agarrados de manos, van tomando rumbo por una de las calles principales. Encuentran el lugar que buscaban y entran. Deciden que es buen sitio para ellos. Son recibidos con mucha cordialidad por la gente de allí. Quieren probar suerte en el club, donde ahora sus rivales serán gente adulta.

Si alguien tiene una propuesta diferente donde el scrabble sea tema principal de una película, bienvenida sea.

3 comentarios:

  1. Existe un anime llamado "Hikaru no Go" que tiene un desarrollo parecido.

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  2. El GO es un juego muy famoso en Japón, tan famoso que los salones de juego se abarrotan de cabo a rabo.

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  3. Si la historia que yo elaboré es parecida al anime que me señalas, es pura coincidencia. Ni conocía de ese anime. Es más, quisiera verlo.

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